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El blog de Angel Arias

A sotavento: ¿Sirven los programas electorales para movilizar el voto ciudadano indeciso?

A sotavento: ¿Sirven los programas electorales para movilizar el voto ciudadano indeciso?

Para quienes preparan los programas electorales de las candidaturas políticas, no admitirá discusión que la pregunta que me formulo en el epígrafe de este comentario tiene una respuesta obvia, y que esta es . Incluso puede que los candidatos mismos estén convencidos de que sirven, de que la gente se mueve a votar por los programas. Lo dudo, viendo el énfasis que ponen, por lo general, en tirarse los trastos a la cabeza y descalificar al contrario, por lo que cabría deducir que tienen más confianza en el exabrupto que en la dialéctica.

Análisis conductuales aparte, desde unos cuantos meses con anterioridad a las elecciones, bien sean éstas municipales, autonómicas o generales, los responsables de los partidos políticos y sus asesores están concentrados en provocar tormentas de ideas para que entre manifestaciones de rayos y truenos ideológicos, surjan como arco iris las propuestas mágicas que sean capaces de movilizar el voto ciudadano.

Hablo de atraer el voto de quienes no pertenecen a ningún partido, claro, y que, por lo tanto, solo pueden esperar a que los gobernantes lo hagan lo mejor posible, porque no se pretenderán aspirar a ocupar un puesto público o recibir prebendas y tratos especiales, ya que esos dulces parecen estar, por naturaleza del asunto, destinados a recompensar a los militantes del partido que gane.

Permítaseme, en fin, que dude del efecto cautivador de los programas.

Podía empezar refiriéndome a los resultados de la votación por el último Estatuto andaluz, que fue presentado como bueno y saludable para todos los andaluces (obviando que resulta algo perjudicial para los extremeños, y una pizca inconveniente para el resto de los españoles, especialmente para los catalanes, que podrían ver en este competidor surgido casi de la nada, una demostración de que la creatividad en política tiene ágiles imitadores que se apuntan al culo veo, culo quiero). Como es sabido, en Andalucía, a pesar de la campaña y de la creencia casi general del estamento político, la mayoría del electorado prefirió no manifestarse.

Podía seguir comentando, ya metido en honduras, que la obsesión de los partidos por individualizar sus programas, les lleva a desechar visceralmente las opciones que presentan sus opositores, y a criticarlas con desdén, ocultando que pueden ser tan buenas para la ciudadanía como las suyas propias.

Incluso esa obsesión por diferenciar como si fueran apestosas sus cosas de las de los otros, les hace rehuir cualquier integración de las propuestas que vengan del otro lado, aunque pareciera, técnicamente, del todo aconsejable combinar todas las opciones. Pongo por caso, ¿quién gana apoyando los aerogeneradores, como si fueran la piedra filosofal del debate energético, y vituperando, como si no la necesitáramos, a la energía nuclear?, ¿qué necesidad hay de defender las desaladoras como una opción del PSOE y los trasvases como la alternativa del PP, cuando todo viene bien para la España desertizable y heterogénea?. ¿No sería mejor dejar los debates técnicos fuera de la pugna política?

Por supuesto, habrá quien me argumente que todo en la urbe es política, y que cualquier decisión que afecte a la colectividad, por muchos fundamentos técnicos que presente, entra dentro del contexto político. No discuto esto, me refiero a la polarización de los debates en asuntos que no deberían ser discutidos, porque si alguien tiene una buena idea sobre ellos, aquel a quien se elija como gestor de la cosa pública debería tener la obligación de asumirlo.

No acabo de asimilar que, en nuestra democracia, y con partidos ideológicamente ya muy próximos (ah, la búsqueda del centro electoral), los Programas y su cumplimiento electoral sean la clave para elegir a nuestros mandatarios. Si eso fuera así, habría que aplazar las elecciones hasta que madurasen las ideas algo más. 

Ayer han sido conocidos los elementos de los programas electorales de los partidos políticos mayoritarios, cara a las elecciones municipales del 27 de mayo.  No me es posible distinguir exactamente como política de derechas o de izquierdas en las propuestas de los dos partidos con más militantes en España. Solo percibo la crispación que se pretende trasladar a la ciudadanía en relación con las propuestas de contrario. Así se, como todo ciudadano de este país, que la derecha es para la izquierda, montaraz, corrupta y mentirosa y que la izquierda es para la derecha, utópica, corrupta y mentirosa. Pero, ¿por qué no consigo ver esa diferencia en los programas?.

Me parece un despilfarro asignar un policía local a cada centro escolar; no veo cómo se podrá rebajar el Ibi sin conocer exactamente la forma de financiación de las obras que se están realizando y de los muchos proyectos urbanos que siguen siendo necesarios; siento como una utopía, y ni siquiera atractiva, que los taxis puedan compartirse,, en un país en el que cada ser humano sigue utilizando el vehículo de forma unipersonal hasta para ir a comprar un paquete de cigarrillos al quiosco de la esquina; no me explico por qué presumimos de país desarrollado al mismo tiempo que reconocemos que el Padrón está lleno de errores y ni siquiera alcanzo a ver la relación que tiene esta situación con mi voto; no puede entender qué diablos aporta de novedad hacer una declaración de bienes de los concejales, si creía que eso se venía haciendo desde el principio de la democracia...

En fin, que no le va a faltar razón a aquella ciudadana que me comentaba: "No me importan los programas; yo voto a X porque tiene cara de buena persona". Puede que resulte más útil hacerles un test de personalidad a los políticos que perder tiempo leyendo sus programas.

(Nota: He puesto diferentes enlaces a este Comentario que conducen a otros publicados con anterioridad en este Cuaderno. Yo también quiero hacer así mi contribución al brain-storming (tormenta de ideas, para los que prefieren, como yo, el uso de la hermosa lengua española entre españoles)

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