Blogia

El blog de Angel Arias

Nuevo Blog

A partir de enero de 2013, publico mis Comentarios de forma prácticamente exclusiva en angelmanuelarias.com. Allí podréis seguir mis opiniones sobre temas de actualidad. También he dejado de publicar en el Blog Alsocaire. Sin embargo, y puesto que Blogia mantiene las conexiones antiguas, en este y en mi otro Blog (ahora inactivos), podrán consultarse las entradas anteriores.

De todas maneras, si alguien desea recibir en su correo electrónico los PDF con los Comentarios agrupados de los años 2006 a 2012, solo tiene que pedírmelos.

Agradezco la difusión que queráis darle a mi nuevo Blog, en realidad, una continuación integradora de mi actividad personal como bloguero.

Un saludo muy cordial.

Lo que necesitamos en 2013

Está a punto de terminar 2012, un año malo. Dicen algunos que estamos ante un cambio de tendencia, pero no les creo. Dicen otros que necesitamos cambiar de paradigma, y no me convencen.

Expresan unos que tienen la solución, y no me inspiran confianza. Intervienen otros para manifestar que los que toman decisiones lo hacen en su provecho o que se equivocan en lo que otros hacen, y no tienen credibilidad, porque no acertaron cuando tuvieron la oportunidad.

Opino que a todos nos hace falta mucha humildad. Para no opinar de lo que no sabemos, no actuar sobre lo que ignoramos, no aparentar lo que no tenemos.

Si tuviéramos perfectamente detectados a los que conocen bien sobre un tema y les dejáramos opinar, sin el ruido de los que solo hablan de oídas o por intereses propios o al mandato de los que los tienen, tendríamos la oportunidad de saber cuáles son, en verdad, la magnitud de los problemas y las opciones para solucionarlos.

Y, si los que tienen el poder para actuar se dejasen guiar por los que saben y tomasen las decisiones adecuadas -solo las imprescindibles- para llegar por el camino más derecho a solventar las dificultades, todos estaríamos mejor y más tranquilos.

Pero no es así. Quizá el mundo está organizado para que nunca sea así. Hay demasiados papeles ya distriubuídos entre personas que no son suficientemente capaces, y que, desde luego, no están dispuestos a ceder su posición relevante. Hay demasiadas personas que están encumbradas en centros de poder y que, por el hecho de estar allí, creen que deben opinar y tomar decisiones acerca de lo que ignoran. Peor aún, muchos de los que toman decisiones actúan desde la extraña convicción de que deben cambiar lo que los ánteriores hicieron, por cuestiones de ideología, intuición o, simplemente, porque se pretenden con la autoridad para modificar lo que se encuentran en su feudo de acción, acercándolo a sus intereses, creencias o imaginaciones.

Y luego, estamos todos los demás. Los que somos conscientes de que sabemos poco de casi todo, aunque pretendemos dominar una pequeña esfera en la que hemos acumulado nuestra específica experiencia y conocimientos. No tenemos ocasión de manifestarnos y cuando lo hacemos, no tenemos público. Nos ignoran.

La verdad hace daño a quien desearía tener su dominio absoluto. Los que tienen el dominio hacen daño con sus decisiones, fundadas con demasiada frecuencia en sus conocimientos limitados, en su información imprecisa o, aún peor, en la confianza que les da el actuar como lo hacen solo por saberse apoyados por un pequeño grupo de instigadores, que quieren convencernos de que hay que hacer las cosas así, como ellos o los que los mandan, quieren.

Necesitamos humildad, pero también fortaleza. La fortaleza que se consigue aglutinando las opiniones de los mejores, de los que saben de verdad de los temas, de los que manejan la información cierta, de los que no tienen otra ideología que la del progreso de todos.

Pero no tenemos muchas probabilidades de que esto sea así, como la mayoría queremos, y como muchos pensamos que debería hacerse. Con honestridad, con conocimientos, con seriedad, con sentido de la solidaridad.

Nadie tiene el derecho a pensar que lo está haciendo muy bien, porque no será así. Nadie tiene el derecho a creer que es tan bueno que merece ser recompensado con un salario que no guarda ninguna relación sensata con la de los que están a sus órdenes o bajo su cuidado. Nadie puede jactarse de haber tenido suerte en su vida, porque haya heredado una fortuna, conseguido con trampas y artimañas acumular un magnífico inventario de bienes, alcanzado en solo él sabe qué condiciones un puesto de dominio en la academia, en la política, en la empresa, en la judicatura o en cualquier otro orden de la vida.

Necesitamos humildad para reconocer lo que no sabemos y los que sabemos poco necesitamos fortaleza para defender aquello que sabemos bien y no desfallecer en utilizar todos los medios legítimos para hacer llegar nuestra voz. A los que padecen la injusticia de las decisiones atropelladas y a los que disfrutan del placer de tomarlas, convencidos de que nadie podrá desmentirlos.

Ese es mi deseo para 2013. Y para siempre.

 

 

Por qué no felicito por correo ni el Año Nuevo ni la Navidad

Como todos los años, por estas fechas, recibo decenas de correos electrónicos de amigos y conocidos, colegas, clientes, consultores, proveedores de muy variados productos -(algunos, incluso, de los que no utilicé en mi vida), colegios profesionales, centros oficiales, etc., felicitándome la Navidad y deseándome que prospere y que lo pase bien en compañía de los míos.

Agradezco tantas muestras de buena voluntad. Y, como no voy a contestar a ninguna (ni, por supuesto, iniciar ninguna cadena de felicitaciones por mí mismo), quiero dejar constancia en este blog personal de que haré todo lo posible por ser feliz y hacer felices a los demás, en la medida de mis posibilidades.

Confirmo, igualmente, que deseo lo mismo para todos los que conozco e, incluso, para todos los que no conozco. Especialmente, y espero que no se enfade nadie, deseo que todos los que se han ocupado de hacer más infelices (poco o mucho) a sus semejantes, cambien de inmediato de actitud y, puesto que no deseo mal a nadie, si no lo hacen, que sean marginados a profundas cavernas en donde no puedan causar más desperfectos con sus decisiones.

Por no responder a ningún correo ni expresar ninguna felicitación personal, no desearía que se interprete que soy un raro, aunque todos somos libres de sacar esta conclusión de la actitud de quienes no hacen lo mismo que todos.

No quiero aumentar el spam del espacio virtual -y, mucho menos, el del físico-. No quiero participar en la ceremonia de manifestar lo obvio. No deseo hacer la pelota a nadie aprovechando estos días, ni aspiro a obtener la menor ventaja de dioses ni de humanos que no sea resultado, como hasta ahora ha sido, de mi trabajo y el de los que colaboran conmigo. Ni tampoco quiero ser sujeto de otras manifestaciones de afecto y cariño que las que se me dispensen realmente, y a las que procuro corresponder, e incluso adelantarme a ellas, como norma de actuación en mi vida.

Un saludo cordial y espero que, aunque no leáis nunca esto, no os sintáis decepcionados por no haber recibido mi felicitación. Por supuesto que quiero que os vaya mejor, y por eso, prefiero ocuparme en tratar de mejorarlo haciendo lo que puedo lo mejor que puedo.

La Casa Encendida homenajea a Tony Lucena

La Casa Encendida homenajea a Tony Lucena

Mañana, 14 de diciembre de 2012, a las 19:00 horas, tendrá lugar en la Casa Encendida de Madrid un homenaje al ingeniero de minas Antonio Lucena Bonny. En el acto se me ha invitado a pronunciar unas palabras en nombre del Colegio de Ingenieros de Minas. Lo haré, como he manifestado a los organizadores, también en nombre propio.

Conozco a Tony Lucena desde que fue mi profesor en la ardua asignatura de Mecánica Racional, que, para más complejidad, seguíamos con un libro en francés. Los lugares geométricos de las más sofisticadas combinaciones de piezas móviles, las líneas trazadas por los puntos en movimiento de bielas, ruedas y no sé que artilugios teórico-prácticos se resolvían por arte de magia, con cuatro razonamientos y cinco cálculos en sus manos de pretidigitador.

No se todavía cómo conseguí aprobar -y a la primera- aquella asignatura. Y no es de aquella época en donde se cimentó una amistad y una admiración hacia la persona. Fue después, ya en Madrid, cuando conocí, de verdad,  Tony Lucena, aprendí a valorar su compromiso ecológico, su sensibilidad social, su interés permanente por aprender y comentar. El, que mucho sabía, quería aprender.

Si yo daba una conferencia, allí solía estar Tony. Coincidíamos en muchos actos en los que se hablaba de ecología, de compromiso social, de tecnologías energéticas. Tony se sentaba en las primeras filas, atento, tomando apuntes...preguntando, sugiriendo.

Por supuesto, yo procuraba no perderme sus charlas, cuando tenía ocasión; me leí muchos de sus artículos, siempre sensatos, aunque no siempre estábamos de acuerdo, pero nunca discrepamos en sustancia, sino en métodos u oportunidad de aplicarlos.

Cuando le hicimos una entrevista para Entiba, a propuesta que fue admitida de inmediato por todo el Consejo Editorial, ya quisimos que fuera, también, un homenaje a su trayectoria.

La invitación a este acto de mañana, que traslado a todos los colegas, y que es extensivo a todos los ecologistas de corazón y de cabeza, que copio, sin añadir ni quitar una coma, expresa:

"Antonio Lucena. Valor de vida.

"Antonio Lucena es historia viva del ecologismo español y de los movimientos sociales por la no violencia. Por sus ojos han pasado más de cuatro décadas de compromiso social y lucha por un mundo mejor. Ecooo organiza un homenaje el próximo 14 de diciembre para celebrar toda una vida de compromiso por los demás.  

 

"Lucena comenzó su andadura social en reuniones de diferentes organizaciones políticas cuando reunirse en España todavía suponía un verdadero riesgo. Desde joven se interesó por la no violencia y los movimientos alternativos.   

  

"Se implicó desde sus orígenes en el incipiente movimiento ecologista de principios de los 80, donde aplicó todos sus conocimientos como doctor ingeniero de minas para construir un mundo más sostenible y equitativo.   

  

"Su trayectoria en el ecologismo siempre ha estado ligada a Ecologistas en Acción, organización de la que sigue siendo activista, y vinculada al tema de la energía y a la defensa de las energías limpias. “Siempre creí que podía ser útil en el ecologismo alguien que comprendiera la diferencia entre un watio y un voltio”, afirma Lucena cuando recuerda sus primeros años como ecologista.   

  

"Si bien ha tenido una participación activa en la causa contra la energía nuclear, actualmente denuncia los peligros para el medio ambiente y la salud del fracking. Recientemente, ha escrito un capítulo sobre esta temática para el libro “Agrietando el futuro” y participa en talleres del 15M y otros colectivos para explicar los problemas derivados de la fractura hidráulica.

"Además del ecologismo, Antonio Lucena ha participado en las grandes movilizaciones pacifistas del Estado español, desde la lucha contra la entrada en la OTAN hasta las movilizaciones contra la guerra de Irak. Como dice su mujer, Lola Ferrero, remarcando su compromiso, “Antonio no puede decir que no a cualquier buena causa”.

"En los últimos años se le puede ver como voluntario en la tienda de comercio justo que Intermón Oxfam tiene en la calle Goya de Madrid. “Quería hacer algo y me parece que el comercio justo es una buena manera de ayudar a fomentar una sociedad más equitativa y ayudar a esos productores que intentan hacer las cosas bien”, afirma Lucena.

"En definitiva, la vida de Antonio Lucena ha sido una vida de compromiso y dedicación a los demás. Por eso, Ecooo, en colaboración con Ecologistas en Acción, Intermón Oxfam, la asociación Entredós y Acción en Red, ha organizado un homenaje para el próximo 14 de diciembre  Celebraremos sus valores y disfrutaremos de un catering de comida ecológica. Un homenaje para celebrar toda una vida de lucha y compromiso. "

Programa del homenaje a Antonio Lucena

Fragmento del vídeo que Carlos Taibo le dedica a Antonio Lucena

"Cita:

"14 de diciembre a las 19:00 horas en La Casa Encendida de Madrid, Ronda de Valencia, 2. Metro Embajadores.

Oración a Santa Bárbara

Hoy, 4 de diciembre, las gentes que manejan explosivos (con fines, en general, pacíficos), los mineros, los artilleros, los artificieros, los arquitectos y, por analogía de todas las chispas y fuegos, los electricistas, pirotécnicos, canteros, celebran la festividad de Santa Bárbara.

Una corriente investigadora con fines iconoclastas de todas las sacrosantas devociones, viene difundiendo desde hace décadas la especie intolerable de que Santa Bárbara no existió. Que ni hubo torre de tres ventanas para encerrarla, ni existió un padre rey de los sátrapas que la decapitara por haberse convertido al cristianismo, ni fue virgen, ni sufrió su cuerpo desgarros por la furia de briosos corceles, ni aparecieron rayos que fulminaran, luego, al parricida enloquecido.

No pudo haber sido así. Santa Bárbara, fue. Santa Bárbara es real, porque es necesaria, imprescindible, saludable. Podemos eliminar del Belén el buey y la mula del Belén, y hasta la estrella que guió a los Magos, y corregir la fecha de algunos nacimientos de dioses y demiurgos.

Pero necesitamos como comer la resurrección de los muertos, creer en la vida en el mundo futuro, estar seguros con todo el alcance de la fe, en que la humanidad camina hacia algún sitio coherente, lo que nos lleva a reclamar la confianza en que alguien superior, y el azar no puede reclamar este privilegio, nos puso en este lugar arrinconado del Universo.

Necesitamos creer a pies juntillas que el propósito de nuestra existencia no es vivir para matarnos, flagelarnos y engañarnos los unos a los otros, sojuzgar a los queno tienen desde el poder de los que más disfrutan. Reclamamos la fe para concentrarnos en un proyecto común que, superando nuestra individual vulnerabilidad, nos conduzca al objetivo luminoso de entenderlo todo.

Santa Bárbara, en este día de tu onomástica, permite que quienes no creen en tu existencia, quienes incluso dudan de tu facultad de obrar milagros, que son producto de la voluntad de cambiar el curso normal de las cosas, sean iluminados con tu fortaleza, abran ventanas en sus torres de marfil y se mantengan firmes en la fe de que, actuando juntos los justos, saldremos adelante.

Que, en la alegoría de tu ejemplo, no dudemos en dinamitar lo que esté obsoleto, fallido o nos estorbe para alcanzar mejores designios.

Amén.

 

 

Obituario: Manuel Sirgado Echevarría, un ingeniero poeta

Me acaba de comunicar un amigo común el fallecimiento de Manuel Sirgado, con el que tanto quería.

Manolo fue un magnífico ingeniero de minas y un excelente poeta. Hemos compartido muchos momentos, tanto en la Escuela de Minas de Oviedo como en Ensidesa -cuando ambos trabajábamos en el Departamento de Investigación Metalúrgica, en la Dirección de Metalurgia e Investigación de esta empresa-.

Hemos empleado muchas horas juntos en comentar lo que había que hacer para mejorar la investigación siderometalúrgica en España, e incluso, llevados por nuestro conocimiento de la situación y las convicciones que deseábamos compartir, propusimos en un Informe interno acciones concretas que, en su momento, sirvió para levantar algunas ampollas y propició la marginación de sus autores. 

Pero no es momento de contar mi vida, sino de expresar algo que me surge del corazón. La lejanía física me ha privado de mantener el encuentro frecuente -en el caso de Manolo, casi sistemático- con mis amigos de la época de Asturias, pero no me ha podido sustraer, naturalmente, de los afectos. Y con Manuel Sirgado he seguido manteniendo esa sintonía que no necesita más que intuirse, vincularse con lo que ya se ha vivido juntos.

Manolo fue un magnífico ingeniero. Un ejemplo de inteligencia, de pundonor, de creatividad. Ideó, junto a Carlos Nebreda, un procedimiento para calcular mezclas eficientes de carga en las baterías de coque, a partir de las condiciones externas que se le impusieran, y defendió, contra vientos y mareas, la rentabilidad y solvencia técnicas frente a los criterios arbitrarios. Su tesis doctoral -tardía, pero no por su culpa- fue solo un ejemplo de ese buen hacer, que tuvo múltiples reflejos.

Manolo era un excelente poeta, al que yo admiré y admiro, también en esa faceta, tan aparentemente alejada de la ingeniería. Hemos participado en varios recitales conjuntos -con otros colegas de la poesía- y en una tertulia literaria; conservo varios de sus poemas como oro en paño y, lo confieso solo como una manera de demostrar mi devoción a la persona, debo reconocer que hasta tal punto me sentí influído por él, que, si no fuera porque su nombre figura en ellos, me hubieran parecido míos.

Manolo estuvo, ya enfermo, en una conferencia-recital que dí no hace mucho en Oviedo, bajo el equívoco tema de Metafísica y Poesía. Me entregó un poema que, según él, resumía lo que convenía decir sobre el asunto, y lo leyó también en aquel acto, camuflado entre las posibles preguntas al ponente. Era, también, cómo no, un buen poema. Más críptico que otros, pero no por ello menos sugerente.

Estoy mirando las fotografías que testimonian alguna de las excursiones que a finales de los 70, hicimos a varios lugares de los picos de Europa. Estamos acompañados por nuestras esposas y otros amigos. En alguna de ellas, se ve, además de a Eloína (Yoyi) -una mujer de gran clase, porque en elegir a lo que había que amar tuvo Manolo la misma perspicacia que yo, la de saber lo que nos conviene más-, a Manolín, el varón de sus hijos, un niño de no más de cuatro o cinco años que ya trepaba como un rebeco por aquellos andurriales.

También está Pelayo, hermano de Manuel, con el que yo participaría luego en un proyecto difícil, que se malllamó Ingeniería y Diseño y poseedor, como los Sirgado y los Echevarría, de una potente creatividad, enfocada en este caso hacia el diseño industrial y la pintura.

Descansa en tu paz, Manolo. Los de este lado de la acción, seguiremos luchando, mientras tengamos fuerzas, por lo que siempre nos interesó más. Por lo que, ojalá, interesara más a todo el mundo. Que se trata, al fin y al cabo, de mejorar lo que tengamos entre manos, aunque sea de apariencia pequeña, y aunque hubiéramos -en tu caso, seguro- sido más útiles con encomiendas mayores.

Porque, a la postre, solo merece la pena vivir actuando como si nuestra profesión principal fuera hacer poesía: hacer con lo que nos importa, para los que más queremos, en el tajo del caminar diario, poesía.

No creo equivocarme si afirmo, en tu despedida, que no tuviste propósito mayor. 

Problemas de identidad (y 18)

18

Sergio reconoció de pronto a Amelia Delgado, la compañera de Facultad experta en inventar historias increíbles, a la que no había vuelto a ver desde hacía treinta años. Había cambiado y, sobre todo, su voz se había vuelto más melódica, más seductora. Era increíble.

No añadía nada a la comprensión de lo que le estaba pasando, admitió para sí, recordar que, ayer, de madrugada, había llamado al teléfono que figuraba en el postit que le había dejado Lucía. Una voz inexpresiva le advirtió de que ese número no correspondía a ningún abonado. Como había tecleado a oscuras, se habría equivocado. No había vuelto a intentarlo.

En ese momento, llamó Pablo Serraterra-Girola, como casi siempre, a la hora de su desayuno.

 

FIN DE “ PROBLEMAS DE IDENTIDAD”

Problemas de identidad (16 y 17)

16

Duarte llamó, por fin, al móvil, a las nueve de la noche: “La operación de mi madre ha resultado muy bien. Pero quiere que sea yo quien pase la noche con ella”. Resultaba exasperante tanta contradicción; o, tal vez, no eran más que indefiniciones y malos entendidos:”-Me alegra lo de tu hija, o lo de tu madre, o quien quiera que fuera la que se operó hoy. Pero tienes que explicarme lo que está sucedie.do con la auditoría. Qué c…pasa con esos  graves errores contables que me cuentan haber descubierto”. “-Tonterías. Todo está en orden. Ya le dije a Sakumara lo que pasó. Han omitido contabilizar los datos de todo un trimestre. Pasaron por alto nuestro año contable empieza en enero, no en abril.”

17

Al llegar, Sergio encontró su plaza de garaje ocupada por otro coche. Dejó su vehículo en cualquier otro, y salió andando del parking, compró un perro en la primera tienda de animales de compañía con la que se cruzó (“Déme el más adulto que tenga”, solicitó) y buscó al hombre de la caja. Estuvo recorriendo calles de los alrededores, y cuando ya desistía, lo vio casi en el mismo sitio que la otra vez, atravesando la calle arrastrando la misma carga u otra muy parecida: pequeñas maderas y otros desperdicios.

Se acercó al hombre y le ofreció el perro a cambio de la caja. El pordiosero le miró de hito en hito: “-¿Qué voy a hacer con una caja?”- masculló. Pero aceptó el trueque y, sin soltar del collar al perro, que movía la cola, contento posiblemente por haber obtenido mayor libertad, reanudó su camino hacia ninguna parte.

Después, llamó a la oficina, confirmando su sospecha de que allí le esperaban ya Amalia Delicado y el Dr. Juhlek. Habían pedido permiso para  conectar a la corriente un extraño artilugio, semejante a una lavadora de carga lateral. Duarte había dejado un sobre cerrado, muy grueso. Y los auditores estaban camino del aeropuerto.

Supo de inmediato que iba a ser un día sencillo, que el horizonte se le había despejado. Por la puerta entreabierta, advirtió al Dr. Juhlek manipulando los mandos de una máquina prismática, que parecía muy vieja, por tener las chapas oxidadas. Al entrar, empezó un discurso en alemán, que debía estar relacionado con las presuntas habilidades del aparato. Amalia no estaba. Lucía le aclaró que había tenido que ausentarse un momento al servicio. Por sus gestos, entendió que el Dr. Juhlek le pedía algo para quemar, y le ofreció la caja que había dejado junto a la puerta. Puso encima la carta de Duarte. Todo desapareció en un instante, sin dejar rastro. Como volatilizado.

El alemán sonreía aún, mirando hipnotizado su invento, como si lo hubiera recién descubierto, cuando Amalia apareció. Era una mujer de ojos almendrados, no muy alta de estatura, de mediana edad. Se echó en brazos de Sergio, sin dudar, besándolo efusivamente. “-¡Qué alegría, Sergio! Pero, ¿cómo no me dijiste que tu mujer era experta en Psicología Transpersonal, y que estábais separándoos? ¡Eso explica tantas cosas!”

(continúa)