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El blog de Angel Arias

Lo que necesitamos en 2013

Está a punto de terminar 2012, un año malo. Dicen algunos que estamos ante un cambio de tendencia, pero no les creo. Dicen otros que necesitamos cambiar de paradigma, y no me convencen.

Expresan unos que tienen la solución, y no me inspiran confianza. Intervienen otros para manifestar que los que toman decisiones lo hacen en su provecho o que se equivocan en lo que otros hacen, y no tienen credibilidad, porque no acertaron cuando tuvieron la oportunidad.

Opino que a todos nos hace falta mucha humildad. Para no opinar de lo que no sabemos, no actuar sobre lo que ignoramos, no aparentar lo que no tenemos.

Si tuviéramos perfectamente detectados a los que conocen bien sobre un tema y les dejáramos opinar, sin el ruido de los que solo hablan de oídas o por intereses propios o al mandato de los que los tienen, tendríamos la oportunidad de saber cuáles son, en verdad, la magnitud de los problemas y las opciones para solucionarlos.

Y, si los que tienen el poder para actuar se dejasen guiar por los que saben y tomasen las decisiones adecuadas -solo las imprescindibles- para llegar por el camino más derecho a solventar las dificultades, todos estaríamos mejor y más tranquilos.

Pero no es así. Quizá el mundo está organizado para que nunca sea así. Hay demasiados papeles ya distriubuídos entre personas que no son suficientemente capaces, y que, desde luego, no están dispuestos a ceder su posición relevante. Hay demasiadas personas que están encumbradas en centros de poder y que, por el hecho de estar allí, creen que deben opinar y tomar decisiones acerca de lo que ignoran. Peor aún, muchos de los que toman decisiones actúan desde la extraña convicción de que deben cambiar lo que los ánteriores hicieron, por cuestiones de ideología, intuición o, simplemente, porque se pretenden con la autoridad para modificar lo que se encuentran en su feudo de acción, acercándolo a sus intereses, creencias o imaginaciones.

Y luego, estamos todos los demás. Los que somos conscientes de que sabemos poco de casi todo, aunque pretendemos dominar una pequeña esfera en la que hemos acumulado nuestra específica experiencia y conocimientos. No tenemos ocasión de manifestarnos y cuando lo hacemos, no tenemos público. Nos ignoran.

La verdad hace daño a quien desearía tener su dominio absoluto. Los que tienen el dominio hacen daño con sus decisiones, fundadas con demasiada frecuencia en sus conocimientos limitados, en su información imprecisa o, aún peor, en la confianza que les da el actuar como lo hacen solo por saberse apoyados por un pequeño grupo de instigadores, que quieren convencernos de que hay que hacer las cosas así, como ellos o los que los mandan, quieren.

Necesitamos humildad, pero también fortaleza. La fortaleza que se consigue aglutinando las opiniones de los mejores, de los que saben de verdad de los temas, de los que manejan la información cierta, de los que no tienen otra ideología que la del progreso de todos.

Pero no tenemos muchas probabilidades de que esto sea así, como la mayoría queremos, y como muchos pensamos que debería hacerse. Con honestridad, con conocimientos, con seriedad, con sentido de la solidaridad.

Nadie tiene el derecho a pensar que lo está haciendo muy bien, porque no será así. Nadie tiene el derecho a creer que es tan bueno que merece ser recompensado con un salario que no guarda ninguna relación sensata con la de los que están a sus órdenes o bajo su cuidado. Nadie puede jactarse de haber tenido suerte en su vida, porque haya heredado una fortuna, conseguido con trampas y artimañas acumular un magnífico inventario de bienes, alcanzado en solo él sabe qué condiciones un puesto de dominio en la academia, en la política, en la empresa, en la judicatura o en cualquier otro orden de la vida.

Necesitamos humildad para reconocer lo que no sabemos y los que sabemos poco necesitamos fortaleza para defender aquello que sabemos bien y no desfallecer en utilizar todos los medios legítimos para hacer llegar nuestra voz. A los que padecen la injusticia de las decisiones atropelladas y a los que disfrutan del placer de tomarlas, convencidos de que nadie podrá desmentirlos.

Ese es mi deseo para 2013. Y para siempre.

 

 

2 comentarios

Angel Arias -

Como siempre, gracias, Rafael, por tus palabras, tus ánimos, y tu saber estar, como docente y como persona. Un abrazo,

Rafael Fernández Rubio -

Tus reflexiones y propuestas son sabias y atinadas, son coherentes y necesarias. Si los ciudadanos de a pie ponemos nuestro granito de arena, en las responsabilidades que nos incumben, y los que están sentados en los sillones se piensan que lo suyo es un servicio y no una canonjía (en la acepción 2 de la RAE), podremos avanzar en una tarea común de sacar adelante a este país que se llama España.