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El blog de Angel Arias

A barlovento: Elucubrando sobre el futuro de Cuba

"Los concepciones y métodos son superados por la vida". Así, más o menos, se expresó Raúl Castro, el presidente en funciones de Cuba. Con una visión pragmática, se comprometió a revisar la política económica y agraria, favoreciendo el principio de premiar más a quienes más trabajen, axioma bíblico (o sea, viejo como en el mundo) que no puede olvidar ni el marxismo más ortodoxo.

Tomando igualmente inspiración en la Biblia, y repitiendo a su hermano, volvió a ofrecer una rama de olivo, tendiéndosela esta vez al previsible nuevo gobierno -demócrata, I imagine- del gigante norteamericano que les ha hecho la vida, sino imposible -hasta ahí podíamos llegar-, más difícil.

Porque hay dos sucesos que tienen mucha probabilidad de suceder en el 2008: que los demócratas vuelvan al poder en Estados Unidos y que, -el azar no lo quiera-, Fidel Castro se muera o que -reconociendo desde su atenuado Alzheimer que el mundo seguirá después de él-, desaparezca de la vida política para irse a su Yuste particular y prepararse, ya que es cristiano, para la inmortalidad .

Una nueva generación entrada en años tomará entonces el poder en Cuba. ¿Significará esto que, de pronto, se liberalizará su economía, se cerrarán nuevos lazos de cooperación internacional, las multinacionales del turismo instalarán más hoteles en sus preciosas bahías (oh, por favor, que se las controle bien), resurgirán las dotes para la actividad empresarial, (propias y ajenas,  que hicieron de Cuba la perla del Caribe), los muchos paladares ilegales serán convertidos en restaurantes de verdad, etc?. No lo creo así, pero debería ser así.

Cuba ha permanecido durante estos 54 años, desde el asalto al cuartel Moncada, en un aislamiento del mundo occidental que ha castigado, sobre todo, y muy duramente, al pueblo cubano. Para los estómagos satisfechos que contemplan, sin capacidad de decisión y sin ganas para provocar reacciones, la situación, Cuba significa, bien la imagen de un Paraíso económico destruído, un destino sexual, un lugar de referencia para encontrarnos con gentes pobres, pero felices, o una demostración viva de que la llama del socialismo revolucionario alimentará eternamente el santuario de otro mundo posible.

En estos 54 años han pasado muchas cosas en el mundo, pero pocas han sucedido para Cuba. Los jóvenes universitarios que en el 68 presumían de revolucionarios y querían cambiar el mundo, se han aposentado en él, y son, en la mayoría, gentes de mucho orden, que han acomodado sus vidas en la tranquilidad de los valores eternos: dinero, familia, bienestar, escepticismo.

Muchos personajes y algunos personajillos se han acercado a Cuba, en estos años, para hacerse fotos con el símbolo viviente y recoger su caja de Cohibas. Casi todos hablaron bien del monstruo peludo, de su carácter afable, de su capacidad inagotable de trabajo. Otros de los que recurren a los tópicos con la facilidad del que no analiza las razones, siguen creyendo que Fidel Castro representa los males de este mundo, y el pueblo cubano es un sufridor oprimido por un canalla dictatorial.

No puedo analizar con objetividad a Fidel Castro, porque él, ché Guevara y Cuba forman parte de mis referencias fundamentales, como John F. Kenneddy, el 600, Mickey Mouse, la madre Teresa, Salvador Allende, Puig Antich, el 23-F, Felipe González, el rock-and-roll, el cáncer, García Márquez, el preservativo, la muerte de Dios, el ADSL,...

Pero sí puedo elucubrar sobre lo que debe ser el futuro del pueblo cubano. Incorporación plena al mundo global, sin interferencias sobre la elección de gobierno que, libremente, expresen los ciudadanos de la isla.

Debe levantarse de inmediato cualquier tipo de embargo, han de concertarse ya acuerdos de cooperación con Cuba, especialmente desde la Unión Europea, y ese magnífico grupo de inocentes que han conservado la sonrisa a trancas y barrancas, y que algunos se obstinan en tratar como imbéciles, es decir, todo el pueblo cubano, han de ser ayudados a encontrar sus conexiones con el resto del mundo.

Les será fácil, cuando les dejemos abrir nuestras puertas y ventanas, comprender que del castrismo, como de mayo del 68 quedan solo algunas cenizas que sus nostálgicos se sacuden de vez en cuando, mientras beben un par de güiskis y, como recuerdo de las épocas de privación, la próstata les juega a los varones alguna mala pasada.

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