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El blog de Angel Arias

Temas de cultura

Antonio López, un hiperrealista surealista

Antonio López, un hiperrealista surealista

La exposición quasiantológica de Antonio López, que se presenta en el Museo Thyssen de Madrid, como todas las que presentan la obra de un artista a lo largo de un período, ofrece la oportunidad de analizar la evolución de su creatividad, entendida como el deseo de transmitir su cosmología particular, su forma de entender el mundo.

Resulta, por ello, de innegable valor para comprender la personalidad del pintor, su aparente búsqueda sistemática de la perfección, plasmada en una meticulosidad aparatosa, que le lleva a anotar la hora (y, por supuesto, el día) en el que ha captado la luz y las sombras de sus paisajes urbanos, y la vocación reiterativa de volver sobre lo pintado, una y otra vez, no dándolo por acabado fácilmente (algunos cuadros tienen hasta cuatro fechas, y la última, significativamente, tiene a su lado una coma, indicando que la historia de retoques proseguirá). 

Antonio López es no solo un magnífico pintor, sino una persona sensata, que une a una personalidad fuerte -imprescindible ver el corto que se proyecta en un saloncito de la Exposición- un ideario filosófico que impregna su vida y su arte. Es en este sentido en donde sus cuadros aparentemente inacabados, o corregidos sin éxito, toman todo su valor: su aparente hiperrealismo es, en consecuencia natural, surealismo.

El cosmos particular de Antonio López tiene en esa imperfección que emerge desde lo cuidadosamente delineado, medido y estructurado, su dimensión más personal. No es un guiño al espectador, ni mucho menos, el reflejo de una búsqueda de lo perfecto, suspendida o frustrada. Ni la fotografía en color del chuletón en La cena (1971-1981), de la colección de Carmen López, ni el rostros estratificado de la madre en el mismo cuadro, ni el tremendo trozo de tubería roja de Vallecas torre de bomberos (1990-2006), propiedad hoy de Caja Madrid, por citar dos ejemplos, pretenden otra cosa que lo conseguido: demostrar que la perfección es imposible, y que, dentro del artista Antonio López, están presentes las mismas esencias que en la pintura de, digamos, Francis Bacon.

Me resulta especialmente curioso, en un pintor realista, especializado en naturalezas tan muertas como el paisaje urbano -que observa, dice, hasta descubrir en ellas cosas que un espectador normal no hubiera visto-, sorprender en él que también sucumbe, a veces -muy pocas- al deseo de reflejar la vitalidad de lo sexual.

Así me aparece en su "Niño con tirador", en la que, a la derecha del infante que se dedica a disparar a las palomas con un tirachinas, hay una figura echada en el suelo -posiblemente una niña- con la parte inferior de su cuerpo totalmente descubierta: la imaginación pone lo demás. Totalmente explícito es el dibujo de Atocha (1964), hoy en el Boston Museum of Fine Arts, en el que una pareja desnuda hace el amor en la terraza, ante un paisaje urbano.

No son varios Antonio López, sino uno solo, coherente, evolucionando siempre sobre lo ya anotado, magnífico, atravesando a veces con humor, otras con sátira, siempre con pulcritud, dotado de unas manos de genio, los caminos siempre complejos de una personalidad humana: la suya.

Y que se manifiestan incluso ante piedras y ladrillos a las que no da carácter el sol, ni los colores, ni el lápiz o el carboncillo, porque es la mente del artista la que les dice, trasladándolas al pincel con modales firmes de monje soldado, "levantáos del letargo, porque ahora sois parte de mí, y voy a compartirla con todos los que quieran adivinar lo que hay detrás de una línea perfecta".

Arco 2011: Reflexiones sobre el valor de una Feria de Arte

Arco 2011: Reflexiones sobre el valor de una Feria de Arte

La Feria de Arco de este año 2011 refleja algunos cambios respecto a las inmediatamente anteriores, y la propaganda oficial -es decir, todo el elenco de críticos- coincide en que la nueva dirección ha conseguido introducir elementos revitalizadores. También se indica que los resultados económicos para los galeristas han sido mejores de lo esperado y que el ambiente general es de satisfacción.

No tengo elementos para juzgar ni las perspectivas de los feriantes antes del acontecimiento, ni he hecho, por supuesto, ninguna encuesta. Los comentarios que he podido sorprender al vuelo entre los galeristas no confirmarían una impresión tan optimista, aunque pueden ser apreciaciones sin el menor valor: al fin y al cabo, no eran el resultado de preguntas directas, sino el resultado de la observación de curioso impertinente, que se colaba, con cara de despistado, (y conocimiento de algunos idiomas) en las cercanías de quienes se hallaban haciendo sus balances de final de feria con sus ordenadores portátiles desplegados sobre las mesas.

Pero como visitante despreocupado de seguir los flujos de la mayoría dócil, admirador del arte por su valor pero no impresionable por su precio y, sobre todo, como interesado en las manifestaciones artísticas (también como pintor), ofrezco -para lo poco que valga- mi particular visión.

1. Arco carece de personalidad propia en el mundo del arte y, en particular, como portavoz de las corrientes artísticas y, aún menos, de los artistas más relevantes. Es, desde luego, muy difícil para un galerista seleccionar algunas obras para una Feria, en especial si se trata de aquellos que trabajan habitualmente con varios artistas. Pero de ahí a recoger unos cuantos títulos, mezclando lo disparatado con lo honesto...

No pretendo descalificar, en bloque, a los galeristas españoles, porque sería una insensatez y una injusticia. Ahí está, como ejemplo, la galería Estiarte, de Pilar Serra o el encomiable esfuerzo de la instalación de Espacio Mínimo.

Los galeristas extranjeros acuden a Arco, sobre todo, para darse a conocer a los compradores locales. No tienen mucha información (por lo que parece) sobre los gustos que imperan por aquí. Están, eso sí, muy bien dispuestos para dar mucha información sobre los artistas, precios de sus obras, y otras vidas y virtudes. Y es de agradecer, porque muchos de ellos demuestran una experiencia en el mercado del arte de la que deberían aprender algunos galeristas hispanos.

2. Considerada en su conjunto, como muestra artística, Arco 2011 sigue pareciéndome un mosaico de ejemplares de la creatividad destinado a la doble e incompatible función de llamar la atención del potencial comprador y presentar obras de valor real.

Hace ya tiempo que, siempre en mi opinión, el valor del arte está gravemente amenazado por elementos ajenos. Orientado hacia la venta más que hacia la manifestación de la creatividad, se ha colado en el negocio del arte el gusto por lo simplemente decorativo, el asombro ante el pastiche, la búsqueda de la atención utilizando desde lo grosero, lo pornográfico, lo insólito o, no en último lugar, lo vulgar y objetivamente inane.

Por eso, encontrar aquí y allá artistas que expresan o quieren expresar conceptos, ideas, que reflejan la realidad existencial de forma más avanzada que simplemente trazando líneas en un lienzo o claveteando maderas en la pared, será siempre un reecuentro agradable para quienes, como yo, siguen creyendo que la obra artística es un proceso de creación en el que se combinan la inspiración y el saber hacer.

Es, por tanto, algo que está al alcance de muy pocos.

(Nota: En la fotografía que ilustra este Comentario, unos niños pintaban en tiza sobre un lienzo puesto a disposición de la expresividad de los transeúntes. Supongo que algunas manos adultas, incluso posiblemente de artistas, habrían ayudado a generar algunas figuras.

No me importa el camino seguido, pero el resultado es, en mí, similar al que me provocan otras muestras presentadas por los galeristas: no significa nada, no me dice nada, no me asombra, ni me seduce, ni me tranquiliza, ni me inquieta, ni me gusta...salvo que me pudiera llevar el conjunto dinámico y entretenido de los niños, la figura vigilante de la guapa mamá...que, es, en realidad, lo que pretendí hacer, simbólicamente, al retratar el conjunto con mi móvil)

Jugando en corto: Porqué no me gustó Io sono l´amore

En estos días de mayo de 2010 se está proyectando en los cines la película de Luca Guadagnino, Io sono l´amore, de la que es intérprete y productora principal una actriz admirada en papeles secundarios, Tilda Swinton.

La película viene precedida de cierta expectación conseguida con las insinuaciones respecto a si refleja o no la vida de la familia Agnelli y ha sido adobada con críticas entregadas, que alaban su encaje con el mejor cine italiano, citando a Visconti como padre putativo de la creación fílmica.

Tonterías. La obra, que empieza bien y en algunos momentos encuentra un ritmo interesante, se malogra en varios aspectos, hasta hacerse pesar como larga y desconcertante. Está bien el intento de reflejar una vida de lujo, aunque me parece que el director, a diferencia de Luchino V., sabe bastante menos acerca de lo que es vivir sin limitaciones económicas.

Hay demasiados criados en la casa imaginaria de la familia protagonista con escasos cometidos, (me recordó a la madrileña de Isla Mauricio que presentó por estas fechas el programa de Telemadrid "Madrileños por el mundo", la cual, aprovechándose de que la mano de obra está, según cuenta, muy barata en esa esquina del mundo, tiene cinco criados -dos de ellos jardineros- para atender a su minihacienda).

La señora de la casa va a recoger -al parecer a pie- la ropa de su hija a la lavandería y se hace cortar el pelo por un amigo de su hijo que cocina muy bien y, por lo visto, también maneja las tijeras como los ángeles. Su ama de llaves la viste y desviste, pero la pudiente matrona cocina ella misma cuando tiene invitados, vaga sola por ciudades desconocidas y habita en una casa-mansión que parece estar realizada en chicle, pues las habitaciones se estiran y encogen a voluntad de la cámara...

Las relaciones sexuales de que disfrutan o padecen los miembros de la familia son confusas, y algunos personajes no tienen carácter, por lo que su existencia en la trama se diluye en un papel de decorado y no de coactor de la historia. Si es una historia de amor, como se pretende, no destila la película mucho amor, precisamente. Hay sexo explícito que da mucha risa, lo cual no debe ser ni la intención ni el caso.

La magnífica Swinton no está ya para enseñar mucho -nació en 1960-, y nos gusta más verla insinuando conflictos interiores -algunas escenas parecen repetidas de otras películas en las que actuó, como en "Michael Clayton", o "La zona oscura"- en  lugar de haciendo alardes con un veinteañero; la superposición de chinches, escarabajos y florecitas entre las escenas de sexo, desconcierta, porque no encaja, además, con lo que se nos ha venido insinuando y, menos, con lo que será la explosión casifinal que llevará al primogénito a caerse de espaldas en la piscina de la mansión, después de una discusión en ruso con su madre, cuyo fundamento se desconocerá.

Sobra carrete y falta más guión. No es una mala película, desde luego, pero no es brillante. Es una realización del montón, como hay muchas, que cuenta cosas que ya hemos visto muchas otras veces, y mejor y, por supuesto, no le llega a la altura de los zapatos a El Gatopardo, que habría que ver de rodillas, si esta mereciera la atención que se le quiere dispensar por cierta crítica, como el, por lo demás, generalmente objetivo, Javier Ocaña, que no se sabe bien a qué están jugando en esta ocasión.

Porque si han visto la película, como es obligado suponer tratándose de gente seria, les habrá decepcionado en buena parte, como me pasa a mí y a medio mundo. Es una peli para pasar el rato, pero nada más. Obvia, ligera, algo aburrida; con buena fotografía, música estridente a veces para resaltar lo mínimo, y una interpretación demasiado explícita y completa para lo que al parecer se pretendía: insinuar conflictos. ¿Insinuar? Hasta el espectador más distraído comprenderá la historia.

Jugando en corto: A lo mejor el arte no está del todo muerto

Jugando en corto: A lo mejor el arte no está del todo muerto

Madrid, que es ciudad con pretensiones artísticas -aunque nada que ver, ay, con Barcelona, París, Berlín o Düsseldor, por apuntar a unas cuantas referencias de otro nivel-, está terminando febrero de 2010 con una explosión de muestras de uno de los caminos que han eligido artistas, compromisarios y galeristas para rentabilizar parcelas del arte que pueden entrar por los ojos.

En otras crónicas y en mi otro blog he dedicado algunos comentarios al herrumboso itinerario en el que se está estrellando la versión oficial del arte supuestamente con mayúsculas, y que tiene su especial reflejo en la Feria Arco. Poco digno de atención he encontrado allí, en un modelo de expresión supuestamente artística que tiene poco o nada que ver -generalizando- con mis gustos y con mi propio quehacer como artista.

Por fortuna, la muestra Dearte, en el Palacio de Exposiciones y Congresos, me ha congraciado con artistas, muchos de ellos desconocidos, que sí están preocupados por expresar algo más que llamar la atención con el tamaño de sus obras o la provocación que pretenden con sus iconos e iconoplastias.

He elegido como representante de esta exposíción la foto de algunas de las obras (fotografías sobre plancha de vinilo) de Sandra Baldó, que es artista de la familia, y que trabaja junto o al lado de Sergio Calvo. Como otros autores del Centro Medinaceli, se esfuerzan en comunicar impresiones, en trasladar imágenes captadas y expuestas con ojos diferentes al del espectador normal.

Por supuesto, no es la única de la exposición en este empeño, que se descubre a cada paso, acumulando gratísimas impresiones en el recorrido. Y, maravilla de las maravillas, las obras tienen precios muy asequibles.

Magníficas las obras de Eusebio San Blanco, con esas mujeres entradas en carnes que destilan voluptuosidad en su descompuesta belleza, que solo se entiende desde dentro del cuadro, llevando al espectador hacia la comprensión de esas lánguidas y melancólicas figuras de hembras que ofrecen su cuerpo en el mercado de lo artístico.

Estupendas las esculturas de Jesús Curiá y Carolina Rodríguez, llenas de grácil belleza, no exentas de intriga. Muy expresivos, en su hechura formal y en su combinación atinada de colores, los bodegones de Mariana Rodríguez-Guilarte.

Y, en fin, qué decir, salvo reconocer el eterno oficio de comunicar y la maestría de saber hacerlo, en las series de Meninas o en sus últimas obras abstractas del magnífico pintor que es Manuel Molano y cuyos cuadros se pueden adquirir por 950 a 4.500 euros en la galería Juca Claret.

¡Esto sí que es una buena inversión!. La oportunidad de llevarse a casa pedazos de voluntad estética que nunca se pasarán de moda. Porque sus creadores no están obsesionados por auparse en ella, traicionando el arte, sino en poner su trabajo, el buen hacer artesanal y las luces de su imaginación para iluminar el permanente misterio de las tensiones de la existencia humana, al margen de críticos, compromisarios y seudestetas.

Por cierto, muy valiente el director del Museo Reina Sofía, Manuel Borja-Villel, al criticar Arco y pedir "un nuevo modelo" ... pero ¿no es consciente de que no todo es lecho de rosas en el Museo que regenta?

Jugando en corto: ¿Estamos latinizándonos?

Empezaré pidiendo al lector que desprovea este Comentario de cualquier supuesta intención peyorativa. No la tiene ni la puede tener. He viajado por toda Latinoamérica, tengo buenos amigos en casi todos los países de aquellas tierras hermanas y, como se podría deducir del tenor general de este Cuaderno, la característica principal de mi posición personal, en este momento vital, es la del escepticismo.

¿Estamos latinizándonos en España? ¿Qué quiero decir con ello?.

Ante todo, la visibilidad de los ciudadanos latinoamericanos que nos honran con su presencia duradera, es evidente. Ocupan la mayor parte de los trabajos de servicio y cuidado de haciendas y personas, se les ve haciendo de porteros, de sirvientas, de acompañantes y cuidadores de ancianos. Están de dependientes en los hipermercados, de barrenderos en las calles, de ocupantes de parques y jardines en fiestas tumultuarias los fines de semana.

Conducen con diligencia y nerviosismo -en excesivas dosis, para mi gusto- los vehículos de reparto y mudanzas, trabajan, en dura competencia con ciudadanos del este, en la reforma de viviendas y en los planes Ere que ere. Se los encuentra en las salas de espera de los ambulatorios y en las de urgencia de los hospitales, copan las ayudas por maternidad, agotan las oportunidades de nuestra jurisdicción social, con demandas de indemnización, acusaciones de mobbing y pretensión de despidos improcedentes o contrataciones irregulares.

Por supuesto, están defendiendo nuestros colores (los colores del sonrojo de la idea de patriotismo que se nos ha colado en nuestra actual idiosincrasia cómoda) en las misiones de Afganistán, Irak o en las milicias que se preparan para las próximas ayudas humanitarias.

Obviamente, latinos son los que hacen malabarismos ante los semáforos en donde se agolpan los autos de nuestras ciudades, a la espera de una ayuda, los que tocan instrumentos variados en el metro y en nuestras plazuelas, los que ostentan anuncios de se compra oro y joyas.

Naturalmente, son latinos los que utilizan mayoritariamente nuestros servicios públicos, los que se agolpan en infraviviendas en donde desvegonzados propietarios hacen su agosto.

Son también mayoritariamente latinos los que van ocupando nuestras repletas cárceles por delitos menores, los que son acusados de maltratos de género, los que protagonizan una parte significativa de los casos de homicidio de mujeres culpables de amar a otro.

Son latinos los que venden chucherías en kioskos que parecen improvisados, los que están detrás de muchas furgonetas de venta y reparto clandestino, los que conducen coches que no han pasado la itv y te pitan y chillan cuando no arrancas de inmediato al cambiar la luz roja en los cruces, los que apuran el ámbar, los que giran en dirección prohibida o pilotan las motocicletas destartaladas que se entreten entre los vehículos, arriesgando su vida y la de otros.

Nuestras ciudades van tomando, en estos últimos años, un aspecto similar a las de las de Latinoamérica.

Los colmados venden yuca, quinoa, plátano macho, papaya. Las calles se llenan de gentes dicharacheras y gritonas. Por zonas, hay trasiego de tipos aparentemente sin rumbo, ellos y ellas vestidos con prendas deportivas y carnes gordezuelas.

Les debemos mucho a estos latinos. Nos han traído frescura, ganas de asumir los trabajos que no queremos. Han aportado movilidad y frescura a nuestras calles. Estamos latinizándonos, nos van a conquistar con esas sonrisas de niños buenos mientras hacen lo que les da la gana cuando no los vemos.

En el Aniversario del fusilamiento de Federico García Lorca

Hace 73 años, el 19 de agosto de 1936, a las 5 menos cuarto de madrugada, fusilaron a Federico García Lorca. Fue sepultado allí mismo, en un lugar que permanece impreciso.

Tenía 38 años, una actitud vitalista, gran potencia creativa. Era poeta, liberal y homosexual. Maricón, se decía entonces, resumiendo esas tres cualidades.

Para cuantos no vivimos la guerra civil -y, si fuimos conscientes de sus consecuencias, fue para tomar conocimiento de nuestra incómoda situación de privilegiados-, todo lo sucedido aquellos años tiene el carácter de incomprensible. Pero sucedió. Familias contra familias. Vecinos contra vecinos.

Aún no he comprendido por qué, exactamente, se luchaba en cada bando. Suena ahora bien eso de que eran los defensores del orden institucional contra los sublevados fascistas. No nos lo presentaron así, cuando nos pretendieron educar los verdaderos vencedores.

No lo comprendemos tampoco así, ni los hijos de los vencidos ni los de los hipotéticos vencedores. ¿Lucharon pobres contra ricos? ¿agnósticos contra católicos? ¿republicanos contra monárquicos? ¿legitimistas contra revolucionarios?.

En el gran desorden que preside toda guerra civil, cualquier diferencia será, según las crónicas de las que ya tuvieron lugar, suficiente para que te fusilen.

Puedes morir por ser profesor universitario, pobre de solemnidad, emigrante con éxito, guapo, poseedor de una tierra apetecida, amante, poeta, torpe, católico, agnóstico. Puedes morir por estar en la calle en el momento en que se escogen a varios transeúntes para fusilarlos como represalia. Puedes ser rojo, azul, héroe, villano o desertor, por estar en el lado equivocado o en el sitio feliz.

No es Federico uno de mis poetas preferidos. Es, desde luego, culpa mía. Envidio, por supuesto, la musicalidad de su verbo, su fuerza, su alegría vital. Como ser humano cuya vida fue truncada por la barbarie, tendrá siempre mi devoción, toda mi simpatía.

Gracias a sus escritos, sigue con nosotros. Por su fusilamiento incomprensible -como el de tantos otros intelectuales de uno y otro lado; pero ¿se puede comprender la muerte de un ser humano por otro?-, ha sido elevado a la categoría de mito universal.

En el aniversario del día en que destruyeron su existencia por ser homosexual y liberal, utilizando como armas mortíferas los elementos de la envidia y la pobreza mental, quiero rendirle el sencillo homenaje de uno de mis poemas.

 

Los poetas somos profesionales del reclamo.

Cazamos sensibilidades ajenas

y de un sólido plumazo

las convertimos en palabras y retos,

tantas veces

sin sentido.

 

La impunidad nos permite

actuar como profetas: ese trance

exige dejarse llevar por el misterio

y asomarse al abismo.

 

Pocas veces el eco devuelve

más que silencios

de los gritos.

 

Otro juego es ser dioses.

Creernos responsables

de hacer belleza

con letras y espacios vacíos,

y poder romper el vidrio

de la imaginación

liberando arcanos,

apagar o encender a voluntad

los incendios del deseo.

 

Espejismos.

 

La gripe H1N1 y las medidas sanitarias adecuadas

Puede ser que para la buena gestión política haya que acreditar experiencia en el manejo de la cosa pública -yo, desde luego, soy partidario de las canas entre los dirigentes- pero para la gestión de una crisis, prefiero los técnicos.

Estamos en crisis sanitaria. La Organización Mundial de la Salud se ha encargado de poner el acento -quizás muy sobrecargado- sobre la pandemia de gripe porcina, ahora mejor llamada gripe H1N1, en honor al virus que la propaga.

Confirmado su carácter de expansión sin tener en cuenta fronteras ni grupos étnicos, la H1N1 ha causado, al día de hoy, en todo el mundo, unas 500 muertes, que le han sido atribuídas, sin dudas.

Pueden parecer pocas. Los contagios se cuentan, sin embargo, por millares, y las medidas de cuarentena -en realidad, de una semana- han inmovilizado la actividad de colegios, establecimientos públicos, empresas, cuarteles, etc., en todo el mundo. En los aeropuertos, algunos países hacen controles de temperatura a los recién llegados, y, al menor síntoma de gripe, le someten a pruebas de carácter y consecuencias inciertas.

En casi todos los países, los responsables de la sanidad pública son puestos en la picota por este tema. Se les acusa de alarmar sin motivos, de no tomar medidas adecuadas, de no precisar las poblaciones concretas de riesgo (¿menores de 14 años? ¿enfermos crónicos pulmonares o coronarios? ¿embarazadas?). En un brillante artículo del Thelegraph del 22 de julio, Vivienne Parry habla de las dificultades de encontrar luces entre la niebla de este tema.

La ministra española de Sanidad, Trinidad Jiménez, ha añadido su particular contribución al desasosiego hispano. Ha declarado, hace unos pocos días, que "la gripe normal causa 8.000 muertes cada año" y que, por tanto, no hay porqué alarmarse por estas cuatro o cinco que llevamos.

Se las debe apuntar, como en una competición macabra, en la cuenta general y, supongo, llegar a ese tope le parece un alto nivel inalcanzable. Algo parecido al objetivo de reducir las muertes en carretera por accidente de automóvil, combinando buena voluntad, una campaña amedrentadora sobre los efectos del alcohol y la velocidad, y más controles y multas.

Entretanto se ha sabido que las dosis encargadas de Tamiflu (vaya nombre para un salvífico), hasta hace un par de días un medicamento de medio pelo, llegarán en diciembre a España. Las fábricas de Roche & Cía no dan a basto.  Los ansiosos deberán contentarse con sucedáneos o copias tramposas (por internet se ofrecen a millares), porque en diciembre los contagios por gripe habrán superado la máxima intensidad, que se espera, como cada año, con los fríos de final del otoño, o sea, para noviembre.

Parece que las administraciones de Alemania y Francia han sido más previsoras o tienen mejor mano con los Laboratorios que fabrican la vacuna. También pudiera ser que nosotros, los españoles, como somos gente incrédula, esperemos a conocer bien de qué va la cosa antes de gastarnos el dinero, no vaya a ser que todo sea un invento norteamericano (de Ronald Rumsfeld, por ejemplo), para sacarnos la pasta.

Leo que Francia ha encargado más de 90 millones de dosis (para una población de 60 millones, porque se necesita una dosis de confirmación para que la vacuna sea efectiva) y que empezará a vacunar a la población en octubre. Alemania, que tiene un servicio de información modélico al respecto, anda por las mismas.

Me gustaría - a mí y, supongo a la mayoría- que, en lugar de dar informaciones periodísticas a tutiplén, sin hacer valoración de su alcance, desde el Ministerio de Sanidad hablasen los expertos, si es que ha quedado alguno entre tanto movimiento político.

Que nos hablasen de riesgos de contagio, de las medidas de prevención, que nos actualizasen permanentemente las cifras de enfermos y de la eficacia de los tratamientos y, sobre todo, no nos hablasen de 8.000 muertos posibles por la gripe H1N1, sino de lo que va a hacer para evitar cualquiera de ellas.

(Por cierto, en el Reino Unido, aunque no tienen fama de ser muy fatalistas, prevén que se multiplen por diez los fallecimientos anuales por gripe convencional...

Copio de New wires, del 16 de julio de 2009: "The chief medical officer for England, Liam Donaldson, has said that a third of the population may catch swine flu this winter, and the virus could be here for up to five years...They suggest that -- if the worst happens -- up to 65,000 people could die, while up to nine percent of the workforce could have flu by the end of August, rising to 12 percent over the winter.)

 

Una plataforma multilateral flotante en un mar de crisis

Las Ferias virtuales de empleo son plataformas multilaterales instaladas en el mundo de las comunicaciones inalámbricas, por las que generadores y demandantes de empleo pueden contrastar sus intereses comunes.

Se dan las condiciones perfectas para la confluencia dinámica de oportunidades. Las empresas tratan de captar a los mejores, con ofertas atractivas de su actividad, ambiente de trabajo y perspectivas, a través de sus stands virtuales. Los buscadores de trabajo -que pueden ser, según la orientación de la Feria, jóvenes universitarios, técnicos con formación profesional de diversos grados, personas con minusvalías, profesionales de alta cualificación buscando promoción, etc-, acuden, vía sus ordenadores, a esa plataforma.

Los demandantes de empleo u oportunidades, canalizan su curiosidad y deseos sin prisas, desde sus casas. Tienen la oportunidad de presentarse con su mejor currículum, después de haberse dado un garbeo por los diferentes stands virtuales, responder a cuestionarios de orientación, haber realizado chats con personas de algunas de las empresas y otros interesados, visto un par de vídeos corporativos y haber tenido ocasión de hacer una visita, tal vez, y sin moverse de casa, para conocer el ambiente de su posible lugar de trabajo.

En España existen algunas empresas que han desarrollado tecnología en este campo, incluso de forma puntera en el mundo. La mejor es Imaste-IPS, una empresa ejemplar, moderna, dinámica y un ejemplo de creatividad para egresados de la Universidad.

Con varios años de experiencia de funcionamiento, tanto en ferias reales como virtuales, con la capacidad y técnicas de generar imágenes tridimensionales dinámicas impactantes y de gran eficacia semiótic, la empresa fue creada, en su momento, por un grupo de ingenieros de la Universidad Politécnica de Madrid, y ha alcanzado rápidamente un lugar de predominio, a nivel internacional, en este sector.

Con la colaboración de la Administración madrileña, la UPM y muchas Universidades y empresas españolas, Imaste pasó de ser una empresa dedicada a promover el primer empleo de postgraduados universitarios, a adquirir una gran funcionalidad y una proyección internacional.

Durante algunos años, mantuvo un desarrollo conjunto con Universia, del grupo Banco de Santander. En la actualidad, su acuerdo con Monster, el primer portal de empleo en la red, la catapultó a otra dimensión y le impuso nuevos retos.

Creo que, en época de crisis, el trabajo de Imaste es más necesario que nunca. Los desajustes entre demanda y oferta de empleo son mayores en momentos en los que se plantean nuevas oportunidades de negocio que exigen mayores dosis de creatividad, inteligencia, saber hacer.

Me parece que las administraciones públicas, los colegios profesionales, las grandes empresas, las agrupaciones empresariales, las Universidades, deberían promover este tipo de encuentros virtuales. Son verdaderas plataformas multilaterales, especialmente válidas en épocas de crisis. De efecto inmediato, con coste económico mínimo, y de alcance y capacidad de arrastre impredecibles.

Además, son la demostración fehaciente de que jóvenes empresarios con buenas cualificaciones profesionales pueden crear empresas, de la nada, que generan muchos empleos inducidos de futuro y se constituyen en ejemplos a seguir, siendo, por otra parte, plataformas de enganche para otras iniciativas de alta tecnología.