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El blog de Angel Arias

Temas de Asturias

Jugando en corto: Asturias en el Ritz

Recibí la invitación para escuchar al presidente del Principado por excelencia, que es el de Asturias (para mí y otro millón de personas, seguro), en el Ritz. Vicente Alvarez Areces (o sea, Tini), hablaba allí, desde la plataforma del Nueva Economía Fórum, sobre su tema predilecto: lo bien que va la región. Como es licenciado en exactas, le gusta dar números cuando habla, y como es político, elige las cifras favorables para demostrar su tesis.

El presidente del Principado vino a Madrid -aprovechando, también, para visitar Fitur-, acompañado de una fiel cohorte de funcionarios y empresarios, a los que nos sumamos varios asturianos y simpatizantes (al menos, de la región), en torno a unas veinte mesas y manteles en las que se sirvieron verdinas con rabo de toro, pixín a la sidra con berberechos y casadielles, regado con tinto de Bodegas Lan. 

Casi todas las mesas brindaron por Asturias, siguiendo la propuesta de Enrique Iglesias, el ex del Banco Iberoamericano; a mi mesa llegó tarde la sidra brut D.O.P., pero cuando la tuvimos, aprovechamos para desearnos también muchos éxitos a los que coincidimos en ella. Muchos antiguos amigos, y alguno nuevo, porque la región une más que cualquier pegamento comercial.

José María García, el periodista deportivo, hizo una de las preguntas, después de un largo preámbulo en el que puso a caldo a los políticos españoles (solo un 5%,dijo, entre los que salvó al conferenciante, merecen militar en la primera división) y a la objetividad de los media (citó, en concreto, a El País, La Razón, la Ser y la Cope), para preguntarse por qué no había una prensa independiente, después de afirmar que, con lo que hay, "dan ganas de marcharse del país". Areces negó la mayor, y defendió que cada uno es libre de elegir la opción que más le guste, además de que en Asturias, una región con solo 10.000 km2 y un millón de habitantes, hay proliferación de prensa escrita, visual y radiofónica.

Tini conserva una buena cabeza, en la que tiene mucho sitio para Asturias, y pertenece a ese tipo de políticos a los que se puede escuchar desde la seriedad y solvencia. Salvando las distancias ideológicas, se me parece a Gabino de Lorenzo, otro compañero del Auseva (pero ambos son mayores que yo), aunque tiene menos chispa y no usa el chascarrillo con la facilidad del alcalde de la que fue mi ciudad (y con el que la única vez que competí me ganó en un recital de poesía del cole con El piyayo, de José Carlos de Luna; yo recité una poesía de las mías). Claro que en el foro que estábamos, los chistes sobraban.

En fin, que lo pasamos bien, que es ahora de lo que se trata. Y hubo tiempo para desear felicidad al príncipe Felipe, que lo es de Asturias, y para que el presi del Principado contestase incluso a una pregunta insolente, que se interesaba por saber si Areces era partidario del recambio, con lo que corresponde: una larga cambiada y una declaración de que estamos bien así.

Al pairo: El Presidente Rodríguez Zapatero busca en los Oscos la paz del siglo XIX

De vez en cuando se pone de moda un programa del estilo "Si yo fuera Presidente", para que los ciudadanos de a pie elucubren sobre lo que harían en el caso de que llegasen a ocupar el puesto de máxima representación de su país. 

La mayor parte de los entrevistados ponen a volar su imaginación y dicen que arreglarían el camino que pasa por delante de su casa. Así que la gente tiene un instinto especial para intuir lo que será probable que haga en primer lugar un mandatario.

Claro que la inmensa mayoría de las gentes, nunca llegarán a Presidente de su país, salvo que las elecciones se hicieran por insaculación o por sorteo, que viene a ser lo mismo. Y eso es muy improbable que vuelva a suceder en este mundo, porque en todos los países existen fórmulas concretas para llegar a ser Presidente o mandamás, aunque en algunos -no cito cuáles, por respeto a sus súbditos, subordinados o fieles - más les hubiera valido emplear esos dos procedimientos, genuinamente democráticos, y hacer que el azar eligiera el detentador de la Excalibur...

Si a mí me preguntaran lo que haría si fuera Presidente (por insaculación o por sorteo, por supesto), tengo clara mi contestación. Dimitiría de inmediato. No creo que exista un trabajo más ingrato y peor comprendido. 

Debes sortear dificultades sin cuento cuando eres Presidente de tu país.

Tienes que aparentar saber de todo como si fueras un erudito, lo que te obliga a estar continuamente empollándote frases e ideas de otros, y presentarlas como si vinieras de vuelta del asunto, y sin inmutarte. Tienes que viajar continuamente de un sitio para otro, sin que sepas muy bien para qué y con quién vas a encontrarte, y hacerlo en avión privado que casi nadie usa, en coche conducido por un desconocido que no te habla en todo el trayecto, o en un helicóptero que no tiene piezas de recambio porque ya no se fabrica.

Por la mañana, igual tienes que presidir un Consejo de Ministros y, ese mismo día, de ocho a diez de la tarde, ponerte unos vaqueros usados y lucir una sonrisa de viernes para convencer a tus votantes de que estás de vacaciones. Sin contar con que tienes que estar rodeado de guardaespaldas hasta para ir al servicio, porque un magnicidio se cotiza más que los blue chips en el mercado de la insensatez humana.

A Rodríguez Zapatero, sus asesores de imagen le aconsejaron que pasara tres o cuatro días de trabajo vacacional en Los Oscos, en la Asturias más recóndita, allí donde no llega nadie, salvo que se pierda buscando el camino a Taramundi, que, como su nombre indica, es otro sitio que vaya por Dios.

La zona me trae buenos recuerdos y alguna preocupación. En el poco tiempo en que estuve de Director de Proyectos de la Sociedad Regional de Promoción de Asturias, allá por los finales de los 80, se decidió promocionar el turismo rural de Asturias, y se creó la Sociedad de Desarrollo Rural de Taramundi.

Casi nadie creía en el invento, pero me informo que el crecimiento desde 1992 hasta 2007 ha sido del 1.350%, ya que existen 10.700 plazas de turismo rural en la región en la actualidad. Muchas, muchísimas, me parecen. Si hubiera plena ocupación, supondrían 3,7 millones de pernoctaciones en el campo astur, una carga ecológica muy alta para unas áreas tan sensibles.

Leo como curiosidad que, no sé muy bien con qué objetivo, a los tres vecinos de Santa Eufemia de Oscos alguien los adoctrinó para que adornaran sus casas con algún toque típico, y en una fotografía se veía a uno de ellos colgando unas ristras de cebollas en un alero de su hórreo.

¿Hace falta adornar Los Oscos?. Más bien sería necesario cubrir la zona con papel de embalar, creando un escenario artificial hasta que pase la tormenta publicitaria, para que no se contaminara el verdadero con estos desmadres mediáticos. Cuando se conoció que Rodríguez Zapatero iba a ocupar un bello pazo de los Oscos, de propietario desconocido, el sitio se pobló de inmediato de periodistas. Se garantizaba así la publicidad del evento, pero no solo en los media, sino que también sucedió que decenas de curiosos, encontraron el camino a esa zona olvidada de Asturias para saludar al Presidente y gritarle, ¡guapos! (a él y a la elegante Sonsoles, su esposa), que la belleza es una virtud también valiosa en democracia.

La guinda la puso el político regional Antonio Trevín (Toño), delegado de Gobierno ahora, que aclaró para la posteridad que el sitio de Los Oscos está hoy de tan buen ver "porque se perdió el siglo XIX". Analizo la frase y se me pone la carne de gallina. ¿Quiere esto decir que, si queremos paz, tenemos que volver al siglo XVIII?. ¿Quiere aquello decir que la industrialización no nos trajo más que disgustos?

Yo no se donde el mandado Presidente Zapatero va a pasar las vacaciones (desde luego, en Los Oscos no, o no ahora, porque no le van a dejar los periodistas y curiosos y su programa de actividades está tan cargado de eventos que más parece la agenda de un médico sin fronteras).

Me permito darle un consejo, un truco que a mí siempre me fue bien. Antes del inicio de un nuevo trabajo, siempre me doy una vuelta de incógnito por el lugar, visitando los talleres, las oficinas, observando los comportamientos de las gentes. Así saco mis impresiones de lo que me voy a encontrar después, antes de que me lo presenten con colores de rosa.

Como Zapatero admite que no conoce Los Oscos desde antes de ser Presidente, ahora no va a captar el encanto del lugar. Las cebollas alóctonas que cuelgan del alero, las macetas de geranios transplantadas y los curiosos gritando piropos son un estorbo. Tendrá que volver, cuando ya no le conozca nadie o a nadie interese, a conocerlo.

Ya sé que no necesito enmendar a Trevín, que es un buen rapaz y bien intencionado, pero Los Oscos no se han perdido el siglo XIX. Me temo que somos los demás los que echamos a perder un buen trozo de naturaleza en el siglo XX y, por eso, ahora estamos consumiendo los restos del paisaje en el siglo XXI. Ponga cada uno sus ejemplos. ¿Nos ha aprovechado?.

 

Al socaire: Ay, Asturies, que bobina yes

Asturias es, paisajísticamente, una tierra peculiar, que a pesar de haber sufrido desde la industrialización, y en particular, desde los años cincuenta del pasado siglo, un deterioro muy grave en algunas zonas, conserva una naturaleza llena de encantos.

Una orografía densa, una vegetación exhuberante, que todo lo acaba ocultando, permite dejar fuera de la vista los descalabros. Las canteras abandonadas rápidamente se cubren de verde, sin necesidad de planes de recuperación ambiental. A veces, el deterioro ha sido tan fuerte, sin embargo, que se necesita algo más de tiempo. Las cuencas del Caudal y del Nalón y las áreas de Avilés y Gijón son, incluso hoy, y después de importantes esfuerzos paliativos y de recuperación, ejemplos de consumo del paisaje en el altar del desarrollo.

Tierra de contrastes y fuertes antagonismos, surgidos de un carácter individualista de sus habitantes (ay, el clima), cada población ha dedicado una buena parte de sus energías a diferenciarse del vecino. Desde La Felguera a Sama, desde Pola de Laviana a San Martín del Rey Aurelio, desde Lastres a Colunga, pasando por Gijón y Oviedo y por Ribadesella y Llanes, allí donde había una oportunidad, hubo una disputa. En parte gracias a ello, cada pueblín y cada rincón tienen su muro de piedra, sus casinas, sus antojanas y galerías, y sus paneras y hórreos, en composiciones modestas pero seductoras, con ese poder de atracción que no se estudia en las escuelas de arquitectura.

Hoy, todos los municipios quieren poseer su polígono tecnológico, y los que no lo tienen aún, se apresuran a transformar sus vegas inservibles ya para cosechar los inefables chichos, que tanto trabajo dan (¿a que acabarán siendo mejores las fabadas hechas con alubias de Murcia?), en zonas en donde se pretende pescar a algún industrial despistado. ¿Qué decir de los recintos universitarios de Oviedo, Mieres y Gijón? ¿Qué de los Centros culturales de Calatrava, Laboral o Niemeyer? ¿Nos seguirá preocupando si será más ruidosa este año la petardada (llámenlas "la descarga") de Pola de Allande o la de Cangas del Narcea?

Se buscan pequeños empresarios. No se quiere con ello significar emprendedores de baja estatura, sino, al contrario, gigantes dispuestos a arriesgar lo que tengan para crear algún puesto de trabajo. De algo ha servido la experiencia reciente. Las grandes empresas dan pánico. Las reconversiones del carbón y de la siderurgia han eliminado miles de puestos de trabajo (solamente en Ensidesa y Hunosa, más de 40.000 empleos directos). La del campo no ha sido menor, con la práctica supresión de la explotación agro-ganadera unifamiliar.

Aunque han surgido algunas nuevas industrias, incluso en tecnologías avanzadas, las posibilidades de empleo de la región han quedado drásticamente reducidas. No se quieren airear las estadísticas, quizá ni se conocen, pero la constatación que puede hacer cualquiera que tenga raíces en Asturias es que los jóvenes, incluso aquellos que han estudiado carreras universitarias en Asturias e independientemente de sus expedientes académicos, tienen que marcharse para poder encontrar trabajo. Algunos alcaldes sucumben a la tentación de dejar que las crestas del paisaje de su pueblo se coronen de aerogeneradores, molinos de aire que -los devotos ecologistas me perdonen- sirven para poco en relación con lo que deterioran, a salvo de enriquecer algunos bolsillos.

¿Se nota depresión económica en Asturias?. En absoluto. Las pensiones de jubilación (antes, prejubilaciones) siguen fluyendo, tanto a los antiguos empleados de las fabriconas como a los que tuvieron que abandonar el trabajo en el campo o la producción de leche. Una nueva entrada económica llega también a las familias: el turismo . El número de bares, restaurantes, casas de comida, albergues, casas rurales, chigres y sidrerías ha aumentado

El atractivo de Asturias para esas oleadas de turistas de fin de semana o escapadas cortas, que todo lo fotografían y casi nada disfrutan, es, hoy por hoy, el paisaje y la buena comida. Pero, horror: se está descubriendo que el paisaje asturiano está cambiando.

Este es el diagnóstico: Los campos de hermoso verde pación, en el que triscaban alegres ovejas y donde antaño ramoneaban las vacas de la apreciada raza asturiana de los valles (hoy importada desde Argentina), se están cubriendo de helechos y zarzas, porque nadie los cuida. Los bosques de robles, castaños e incluso pinos, a salvo de cuatro senderos para montañeros de poco fuelle, se han hecho impenetrables; los caminos que servían para alcanzar los prados en donde se recogía la hierba o los frutos del monte, se han perdido, inexcrutables bajo las matas de maleza.

Ah, y las hermosas casas de labor, con sus hórreos y paneras "protegidos", se van cayendo, sin que nadie los atienda, porque se prefiere construir casas de diseño lo más cerca posible de la costa o en el alto más dominante, y, por supuesto, con carreteras asfaltadas que permitan subir a los cuatro por cuatro sin problemas, aunque el firme esté mojado.

He leído que van a importar ovejas para tratar de recuperar el verde de algunos prados, que tanto gustan a los turistas que vienen del más allá, porque les recuerdan los campos de golf. Como en los ríos impolutos se resiste a criar el salmón y la trucha salvaje no puede resistir la presión de tanto pescador, se van a crear lagos artificiales en los que los pescadores puedan probar sus artes con las arco iris.

No puedo seguir. En los ojos se me están empezando a asomar algunas lágrimas. Ay, Asturies, qué bobina yes. (Advierto que nada ha cambiado aún. El eslógan oficial sigue siendo: "Asturies, qué guapina yes")

Al socaire: Propuestas para la revisión del Estatuto asturiano (y III)

En mi opinión, la revisión de los Estatutos regionales, en la pretensión de ampliar las competencias transferidas, no urge en absoluto. Las competencias trasladadas son excesivas y comprometen la solidez del Estado, perjudicando gravemente el crecimiento armónico del conjunto, y aumentando las desigualdades regionales. Estas se harán cada vez mayores, en la medida en que las benefactoras ayudas de la Unión Europea desaparezcan, y la mayór parte de las regiones, faltas de tamaño crítico y con insuficientes recursos, no dispongan de los medios suficientes -económicos, laborales, intelectuales,etc- para desarrollar con eficacia las funciones que han asumido.

Con la facilidad por la que se atribuyen calificativos de "derecha" o "izquierda" o "retrógado" o "revolucionario" a los argumentos, atendiendo a su procedencia y no a sus contenidos, se ha propiciado el progresivo desmembramiento de Estado español, en beneficio de intereses muy particulares, que, en el fondo, son de pura naturaleza económica. Que se haya enmascarado esta insolidaridad, en nacionalismos de la edad de piedra, recuperación de fueros, usos y tradiciones arrancados a pelo de las historias diminutas, o se la tenga sustentada en la frágil verdad a medias de que la mejor gestión se hace desde la proximidad a los problemas, es ya lo de menos.

Lo urgente ahora es desarrollar medidas -por la vía, obviamente, de Leyes de alcance estatal- que creen, concreten, estimulen e intensifiquen, las líneas
de cooperación entre las regiones y el estado central, y entre las regiones entre sí para corregir, en lo posible, el esperpento.

Los órganos que se pretendía crear por la ley de
Cooperación Autonómica en 2002, a saber, la Conferencia General de Cooperación y la Conferencia de Presidentes Autonómicos, y proyectados también hacia fuera, es decir, integrándolos en los organismos de la Unión Europea, -pensando en la Europa de las regiones-, podrían cumplir los objetivos de recuperar, al menos, las facultades de coordinación, en las que la Conferencia podría ejercer la supervisión y control. Así no aparecería como sospechoso el "Estado central" de acaparar protagonismos, sino esa nueva estructura federal.

La previsión del proyecto de Ley era que estos elementos de coordinación sirvieran para examinar, a los máximos niveles ejecutivos, el funcionamiento de la cooperación entre el Estado y las Autonomías. Que la iniciativa legislativa debiera venir desde el Senado, del Congreso o del Gobierno central, si la aprobación de tal Ley correspondería o no a un Decreto-Ley, o si la propuesta supondría un parón o epunto final al proceso de transferencia autonómica, me parece mucho menos relevante que la urgencia de plasmar un mecanismo supraregional con auténtico poder.

La existencia de Comisiones interregionales es fundamental, para recuperar el equilibrio del Estado. En ellas, se debería realizar el intercambio sistemático de información y experiencias. La incentivación de la colaboración, y el apoyo recíproco deberían ser los puntos de enfoque preferente, apoyados en la firma de contratos entre las regiones y los acuerdos de cooperación con el estado central.

El propósito común, en lugar de estimular la carrera de "sálvese quien pueda", sería tender a la unificación de los incentivos, de las rentas, la confección homogénea de estadísticas, la revisión de los programas de estudio, especialmente de los universitarios, la coherencia de las decisiones judiciales y administrativas (creación de una Escuela superior del funcionariado, por ejemplo) , favoreciendo el intercambio de funcionarios, y la comunicación de experiencias y resultados.

 

Lamento no alimentar el fuego de las posibilidades concretas de revisar el Estatuto asturiano, pero hay cuestiones más urgentes. No tendremos una Asturias pujante por asumir más competencias y gestionarlas mal o regular, sino por recuperar, con la bandera de la cooperación interregional, la idea del Estado.

 

Termino, por ello, haciéndo(me) unas cuantas preguntas: ¿Seremos más felices por disponer de más carreteras que unan, hasta convertir Asturias en una gran losa, todos y cada uno de los pueblos de la región, especialmente aquellos en donde nacieron consejeros y concejales? ¿Tendremos mayor seguridad de que nuestras posibilidades de curación sean superiores si mantenemos un Hospital infradotado en cada comarca, con material rápidamente obsoleto y personal deseando ser trasladado a mejores plazas, o potenciaremos unos pocos Hospitales estratégicos, reservando los centros asistenciales comarcales para las enfermedades y operaciones comunes?

 

Y sigo: ¿Confiaremos en que alcanzaremos más adecuada justicia para nuestra reivindicación si nos atiende el juez bisoño del pueblo de al lado o estaríamos más tranquilos si la analizaran magistrados experimentados, ubicados en la sede del distrito jurídico y con prestigio reconocido? ¿Queremos una Universidad en donde se enseñe en una lengua recuperada o inventada, por profesores que se creen genios sin haber salido de sus despachos, o preferiríamos una Universidad homologada internacionalmente, con programas revisados de continuo, y en donde se enseñe en inglés y español, indistintamente?. ¿Queremos una región para enseñar a los turistas o para satisfacción de sus habitantes?

Al socaire: Propuestas para la revisión del Estatuto asturiano (II)

Las propuestas de revisión de los Estatutos regionales de las Autonomías hispanas, reflejan, en varios de sus pasajes, la pretensión de convertirse en padre de la Patria que parece ínsita en todo jurista con lecturas de derecho político comparado.

Son, por ello, frecuentes las precisiones acerca de los derechos y deberes de los ciudadanos de la región, ordenándolos incluso en subdivisiones, haciendo así que el sexo o  las etapas de la vida determinen la personalidad política. El afán acaparador lleva a pretender la apropincuación de la propiedad de las aguas que fluyen por un territorio superficial, ignorando que las masas acuíferas en el subsuelo tienen contornos completamente diferentes y se interrelacionan con los caprichos de la naturaleza.

De entre las preocupaciones expresadas recientemente sobre las líneas maestras de revisión del Estatutu, una de las más interesantes ha surgido de la Mesa federal de los Verdes, y la formula José Antonio Sierra Nebot ("Un Estatuto de Autonomía para el Siglo XXI", El Comercio, 2 de agosto de 2007). Sierra se mueve en el terreno de las ideas con su propuesta, y, por ello, ofrece genuino material para la discusión sobre las prioridades de la polis astur.

Tengo que aclarar, desde ahora, que las reflexiones de Sierra están expresadas de una forma que las hace más propia de un programa político que de una Carta Magna, aunque sea Pequeña. Y también he de añadir que estoy en desacuerdo con admitir por la mano, como hace el articulista, que el nuevo texto debe "aumentar el nivel de autogobierno, establecer un nuevo marco de relación política con el estado y con la Unión Europea, aumentar las competencias, o (?) asegurar una financiación suficiente."

Como ya dejé escrito, me muevo en la dirección contraria, si el punto de partida de la reforma es el Estatuto actual y su desarrollo: habría que disminuir la excesiva delegación de algunas de las competencias -obviamente, no solo en Asturias, sino en todas las autonomías-, recuperando la visión de conjunto que garantice el avance solidario de todo el Estado. En educación, sanidad, medio ambiente y administración de justicia, al menos, esta revisión debería plantearse con sinceridad y sentido práctico.

Pero donde me sitúo francamente en la misma línea es en la preocupación por las cuestiones ecológicas, el reconocimiento de que el principio de sostenibilidad debe regir los fundamentos de nuestra economía, la necesidad de aumentar las medidas de fiscalidad, fomentar la investigación ambiental, restaurar el medio deteriorado o crear un Fondo de Protección del medio Ambiente. Estas cuestiones programáticas, propias de una Constitución más que de un Estatuto, vienen al pelo para reordenar el estudio, porque aunque al sonar bien, nadie admitiría su incumplimiento, son ignoradas de facto por los poderes fácticos.

Estoy también de acuerdo en aumentar la transparencia de la gestión pública e incrementar la difusión de la información, y en "mantener nuestra identidad sin menoscabo de nuestra inserción entre las vanguardias de la cultura y de la ciencia".

Pero, ¿cómo hacer que todas estas frases sean algo más que buenas palabras, y se conviertan en la genuina expresión de una voluntad común, en lugar de parecer la cantinela de un iluminado y, por ello, tan utópica como cualquier buen deseo solicitado a las estrellas en una noche de luna llena?.

Hay que cuantificar el coste de realización de los deseos. Desengañémonos de una vez. La conservación y recuperación ambiental cuestan mucho dinero, y penalizan las economías, es decir, disminuyen los beneficios. Las empresas prefieren instalarse allí donde se puede contaminar con menos cortapisas y la mano de obra es más barata. La transparencia, por supuesto, es indeseable en los rincones donde se ocultan los chanchullos y se hacen las trampas.

En definitiva, la defensa de la identidad propia solo puede hacerse desde la comprensión y respeto a la identidad de los demás, y en régimen de igualdad conceptual, asumiendo que lo mío no es superior a lo tuyo por principio.

Yo estoy a favor de la revisión conjunta del estado español de las Autonomías. Basta ya de dejar que cada una de las regiones echen a volar su imaginación constitucionalista, jugando a potenciar sus estados miniatura. Si queremos avanzar, avancemos todos juntos, apoyándonos en bloque, buscando nuestras complementariedades y no profundizando en nuestras diferencias, a veces míseras. Creemos nuevos puntos de conexión con los demás;abramos horizontes.

Lo que Sierra pide lo deberíamos pedir desde el Estado central. Solo si reabrimos el debate constitucional, y somos capaces de olvidarnos de la obsesión por avanzar en solitario, España obtendrá un sitio sólido en el panorama de las grandes naciones. En caso contario, caeremos en la sima profunda de los nacionalismos, los localismos, la ridícula matización de los derechos y deberes de cada individuo, haciendo diferencias en razón de su etnia, lengua, color de la piel, lugar donde cursaron estudios, el tamaño del ojo o la fuerza bruta empleada para mantener una postura.

 

 

Al socaire: Propuestas para la revisión del Estatuto asturiano (I)

Ya se sabe que, cuando las autonomías más ricas, siguiendo el razonamiento inverso a lo que justifica la globalización, reclaman para si más competencias -con el inconfundible objetivo de reducir los gastos que se emplean en la solidaridad-, las autonomías pobres, aturdidas, y ancladas en el principio perverso de que en política si no armas barullo, no existes, siguen la misma tónica y piden cosas que, no solo no necesitan, sino que les pueden ser perjudiciales.

Esta tendencia a igualar, al cabo de unos años, e independientemente de la vía constitucional seguida para las reformas, los Estatutos de todas las autonomías, ha dado lugar a un esperpento en España. Expertos más lúcidos que yo han analizado el fenómeno y no se ahorran epítetos.  

La desmembración de España en regiones, es un despropósito sin parangón en los Estados modernos y eficientes, que cuentan, por supuesto, con fuertes Administraciones centrales, apoyadas en la gestión de la mayoría de los impuestos, y pueden tomar así decisiones correctas sobre los desequilibrios territoriales. Nuestra cortedad de miras, solo tiene un parecido dramático en el proceso de la destrucción de una identidad común, vivido en los Balcanes, que, como se sabe, no está resuelto aún: quiero decir, que siguen a bofetadas o acudiendo prestos al paraguas protector de la Unión Europea, convertida en asilo de desamparados.

La fórmula seguida en España es tan simple como desleal con la mayoría: despojar de sentido al estado central ("el gobierno de España"), bajo la pretensión antisocial de que las decisiones tienen que tomarlas quienes estén más próximos al ciudadano.

Premisa menor de un silogismo, que, en realidad, se traduce, simplemente, en que los dineros recaudados fiscalmente deben de ir a parar a las administraciones regionales para que hagan con ellos lo que mejor les pete. Con esto queda aliviada el ansia de poder económico de quienes no pueden conseguir fondos recalificando terrenos ni privatizando servicios públicos, que es potestad de alcaldes y concejales, más próximos algunos a hacer su fortuna que a su pueblo.

Se exigirá, por tanto, euskera, bable, galego, catalán o castúo en las escuelas y oficios, antes que el español o el inglés; se unirán con vías rápidas y dineros cortos los caminos que van desde mi pueblo al lugar del despilfarro; se investigarán las piedras de aluvión de los regatos propios, se protegerán unas ruinas y se propiciarán otras; se perderán, inactivos, los sofisticados equipos de polígonos industriales fallidos, Hospitales comarcales, centros sociales híbridos; se administrará justicia con vara de avellano en mano inexperta en cada villa ;... 

Ni tamaño crítico, ni aprovechar sinergias, ni reconocer que las inteligencias, esfuerzos y afanes provechosos no tienen por qué estar concentrados entre las cuatro paredes del patio de la casa de Juan Palomo.

Me detengo, después de este preámbulo que servirá para encauzar al lector hacia dónde van mis simpatías, en analizar dos de las propuestas que he oído estos días respecto a la reforma del Estatuto de Asturias (el Estatutu).

1) La primera, proviene de Paz Fernández Felgueroso, alcaldesa de Gijón (Xixón), ex-presidenta del Instituto de Fomento Regional, Ex-consejera de Asturias y ex-Ministra de Acción Social. Sugiere la alcaldesa de Gijón, situación que ya propicia la sospecha de antioviedismo, que se descentralicen los servicios de la Administración regional, y que, manteniendo la capital de Asturias en Oviedo, se trasladen algunos a otras localidades, aprovechando la nueva redacción que se vaya a dar al Estatuto.
El alcalde de Oviedo, la gallarda ciudad rival, distante la friolera de unos 28 km, que se pueden hacer en minutos incluso por varias autovías, pone el grito en el cielo, y lo interpreta como un virulento ataque al bastión que defiende,  un estrechamiento del cerco al reducto de la derecha eficiente de la capital del Principado. Gabino de Lorenzo se encrespa, pide guantes y armaduras, quiere guerra.

Como yo estoy algo más viajado que la mayor parte de los políticos asturianos, y ando curado de espantos y vivo al margen de toda política de sartenazos, la propuesta de Paz me parece lógica.

La manera de hacer del núcleo Langreo-Oviedo-Avilés-Gijón un verdadero punto gordo, es descentralizar los puntos de decisión entre ellas, pues allí vive el 70% de los asturianos. Mantener rivalidades es un retraso, y en lugar de alimentar la diferencia, habría que apoyar la cooperación, para crecer más y vivir mejor, juntos. Así, por ejemplo, la unidad no encontraría justificación para tener el mismo proyecto triplicado en Gijón-Oviedo-Avilés, con la consecuencia de varios millones de euros de despilfarro (me refiero, por ejemplo, a los centros Universidad Laboral-Niemeyer-Calatrava) y su posible fiasco total.

Sigo en la línea de disparos: si elimináramos improductivas ideas sobre localismos, y pensáramos en región, nadie se escandalizaría porque hubiera solo dos campus universitarios (el técnico, con las ingenierías, y universidades de ciencias; y el humanístico, con las de letras), sin que importara un ardite si van a estar ubicados en el ombligo de Oviedo, en el culo de Gijón o en los testículos de Mieres. ¿No es mejor hacer por el prestigio conjunto de la Universidad de Asturias que defender que lo mío es lo mejor, y lo que pasa es que no me comprenden?

Pero en esta región pequeña se ha discutido, -con escasos conocimientos técnicos, por cierto-, todo. Si el puerto más grande de Asturias debería ser Avilés o Gijón (y así nos fue); si el tren de alambrón o la acería LD-2 tendrían que estar en La Felguera, Veriña o Llaranes (y así nos va); si Oviedo es más elegante y culto que Gijón (y así estamos); si Llanes es más guapu que Tapia o Luarca (para ya). Si...

Concluyo, pues: la deslocalización fuera de Oviedo de algunos de las funciones que corresponden a la capitalidad regional, no debiera tener más que beneficios para todos, si se realiza con juicio. Se corregiría así este perfil actual que hace parecer a Oviedo como una ciudad funcionarial y de pensionistas, atractiva para turistas, pero con regusto a malvivida; se apoyaría la solidaridad tegional, favoreciendo el que Asturias se vea por los asturianos como un todo, y no como una agrupación de trasnochados localismos; y, en fin, ojalá sirviera de revulsivo para tomar decisiones que beneficien al conjunto, sin vacuas rivalidades políticas, paisanismos de café tertulia o argumentos de aquí boina calada y después gloria.

 

  

Jugando en corto: Leyendas urbanas y Asturianos en Madrid (ASMA)

Ya se sabe que las poblaciones que han crecido abigarradas, en donde llueve mucho y se sale con paraguas, y harto endogámicas por lo que casi todos son familia, son más dadas a especulaciones, dimes y diretes. Asturias es pequeña y está bien dotada de materia gris, así que es zona propicia para que crezcan los rumores, que, además, tienden a ofrecerse como productos elaborados, esto es, con muchos detalles, tablas, gráficos y referencias cruzadas.

El natural imaginativo del asturiano llega incluso a poner nombres y motes a las cosas que parecen inventados por el mismo Clarín. Cuando alguien hace circular sin mucho fundamento una especie y la hace moverse con garbo entre el asfalto, siguiendo la vía del boca-oreja, se dice que ha creado una leyenda urbana. Uno de los rumores que desde hace poco circula por Asturias, tomó el nombre de la Leyenda urbana de la nueva emigración.

Viene a decir esta especulación documentada que no existe un número alarmante de universitarios asturianos, nacidos entre 1970 y 1980, que hayan tenido que abandonar Asturias, después de haber estudiado su carrera, a causa de que no hubieran encontrado empleo en la tierruca. El punto de partida del silogismo es que, al fin y al cabo, los que se han marchado lo hicieron por cuestiones de simple movilidad: les apeteció viajar con el petate.

Lo que defendían (defienden) los opositores a la leyenda, que son, como puede colegirse de su simple enunciado, principalmente gentes empeñadas en demostrar que la cosa va bien (frase sin patente ideológica, porque la dice igual el de un lado que el de enfrente, con tal de que tenga el mando en plaza), era que de Asturias se marcha solo quien quiere. Hay suficientes puestos de trabajo para todos, o -para no parecer tan insolente-, el sitio de los praos y la picona anda por la mitad entre las regiones españolas en cuanto al paro universitario.

Hubo muchas voces críticas, y las más fundadas provinieron justamente de la Asociación de Asturianos en Madrid, ASMA, que agrupa a buena parte de los jóvenes inmigrantes en la capital, muchos de ellos con nivel universitario. 

Pablo Madariaga, artista al que aprecio, propuso un gran fotomontaje con las fotografías de personajes reales que cumplieran esa condición de edad y formación y hubieran tenido que marchar de la tierrina, para restregárselo en las narices a los que opinaran que no existía el problema. 
 

La polémica respecto a la existencia real o virtual de esa bolsa de inmigrantes forzados por la escasez de oportunidades en el Paraíso, nació de un estudio de la Universidad para el Principado de Asturias, dirigido por Joaquín Lorences, por el que se cifraba en 66% la tasa de empleo de los titulados, y se concluía que  «aguantamos cualquier comparación», ya que  47 de cada 100 universitarios trabajaban en Asturias.

Con esta base académica, el Presidente del Principado, Tinín Álvarez Areces, consideró que había que «acabar con la leyenda urbana de la emigración», lo cual fue interpretado en un primer momento por la dirección de ASMA, colectivo de gente dinámica y creativa, como que para los capitostes del Principado no existían como emigrantes, sino que eran una simple consecuencia de la movilidad y del dinamismo económico, y que se estaba haciendo política con ellos.

Tampoco parecía importar que un 33% de los trabajos que tenían los egresados de la alta docencia no correspondera al nivel de sus estudios. Cuando las aguas se hacían turbulentas, Juan Vázquez, rector casi perpetuo de la Universidad de Oviedo y presidente de la CRUE,  intervino en la polémica para poner unas notas de respeto a la situación de esos asturianos inmigrantes en Madrid.
 

No me importan ya mucho las estadísticas que puedan hacer mis ex-colegas de la Universidad, aunque sean amigos míos, obligados a hacer estudios sociológicos para sobrevivir, cuando la realidad que constato es que hay cientos, quizá miles, de jóvenes asturianos que se han venido a Madrid, porque no tienen empleo en Asturias. Tengo en mi propia casa varios ejemplos. 

Se podrían poner sobre la mesa muchas otras leyendas urbanas. Hay una que ha perdido actualidad, pero que la he sufrido en mis carnes, junto a varios nostálgicos que, con 30 años recién cumplidos, fuimos llamados a Asturias en los ochenta, después de haber vivido la primera juventud en el extranjero, con el irresistible señuelo de un magnífico panorama de futuro.

No fueron muchos los que se quedaron, porque, cuando nos dimos cuenta de lo que había y del lugar que debíamos ocupar los repatriados, bastantes hicimos el petate nuevamente. Creo que a alguno le hicieron hasta la cama, con su colcha de puntillas y todo. Sic transit Gloriae de quienes abandonan Asturias esperando volver algún día creyendo que la región les va a guardar el sitio y ponerles sillón de terciopelo.

Al socaire: Política municipal, programas, candidatos y paisanos

Jesús Suárez, bloguero ovetense que, por lo que le tengo leído, respira políticamente por la opción de Paloma Sáinz como alcaldesa posible para Oviedo, nos propone a varios oventenses que contestemos a algunas preguntas sobre la política de la ciudad.

Poco tengo que ocultar en cuanto a mis preferencias, a estas alturas de la vida, y los que conocen mi trayectoria personal confirmarán que soy un profesional independiente, presto para convertirme en colaboracionista de las opciones que me parecen mejores, y crítico con los poderes cuando siento que se está equivocando, sin importarme que los vientos vengan de la izquierda como de la derecha, porque no me dejo seducir por ideologías, credos ni misticismos.

Eso me ha granjeado algunos antipatizantes, ciertas pocas envidias, y un saludable estado de ánimo de irreverencia permanente, que me permite ver desde la indiferencia los empeños cíclicos de profesionales de la política en convencernos de que hay que cambiar el mundo cada cuatro años y que, además, debemos confiar en que lo hagan ellos, y sus amigos, prácticamente con lo que se-i-os vaya ocurriendo.
 

En fin, éstas son las preguntas de Jesús, y las que siguen a cada una, mis respuestas (se refieren todas, obviamente, a Oviedo, ciudad en la que no vivo, y por cuyas opciones electorales, por tanto, no voy  a votar): 

1. Mejor iniciativa del alcalde actual (Gabino de Lorenzo, alcalde Oviedo)

Haber convertido a la ciudad de Oviedo en una referencia en España en cuanto a recuperación de algunos edificios del centro histórico y de ciertas plazas, y, muy especialmente, la unión con el centro de la ciudad de la zona baja de ciudad Naranco, o sea, la Losa.

2. Peor iniciativa del alcalde actual

Haber vendido una gran parte de la ciudad a los empresarios de la construcción, que han contaminado o destruído de forma irreversible el modelo estético y urbano  de Oviedo, convirtiéndola en una ciudad desconcertante, desordenada, impersonal y caótica, en casi todas las zonas de expansión. Símbolo de esta obsesión por hacer obras tan gigantescas como inútiles es el Palacio de Congresos de Calatrava, que no pertenece a esta ciudad, sino a otro modelo urbano, a otra dimensión.

3. Mejor propuesta electoral para Oviedo

Crear un eje verde que una la Ciudad Universitaria del Cristo con Santullano. No existe, pero tiene que existir. Es una propuesta para una ciudad pobre, porque el endeudamiento de Oviedo debe ser desmesurado en la actualidad, y debería formar parte central del debate electoral, en lugar de detenerse en marginalidades.

El Parque San Francisco es un falso pulmón para Oviedo, cercado de edificios y asfalto. Y la plena integración del Naranco en la ciudad resulta prácticamente imposible, porque no está concebido como Parque de disfrute, y al ovetense no le gusta caminar. El Naranco sigue vacío, y apenas lo disfrutan un par de decenas prejubilado/as de buen ver.

4. ¿Si fueses alcalde -de Oviedo- qué iniciativa llevarías a cabo?

Todas las que supongan dinamizar y unir socialmente la ciudad. Una ciudad tiene que ser vivida, de forma completa, no puede pretender ser moderna si es solo una unión artificial de barriadas independientes, de guetos sociales.

En el campo cultural, Oviedo presume de ser una sociedad cultural, pero es una falsa postura, un toque estético. La cultura no la crean las élites, y es una aberración intelectual creer que solo pueden disfrutarla ellas.

Hay que unir los grupos sociales en Oviedo, propiciar la ayuda de todos los estamentos públicos y privados, coordinarse con las administraciones, amalgamar socialmente la ciudad. En el dinamismo de una ciudad participan todos. No creo en una ciudad de acogida, de visita, sino en una ciudad para que la disfruten sus habitantes. No se trata de que la ciudad sea un escaparate, sino de hacer un proyecto adaptativo, que pueda vivirse en el día a día, sin grandes cambios o cambios bruscos, porque la ciudad es historia continuada.

Crearía más guarderías subvencionadas, dinamizaría los centros culturales, de mayores y adolescentes -sobre todo-, aprovecharía la creatividad de los pre o post jubilados, me obsesionaría con la eliminación del paro, y con la formación en nuevas tecnologías (TIC) de los más jóvenes. Trataría de conocer y controlar, procurando eliminarlos, los orígenes de todos los desarraigos: vagabundos, drogadicción, prostitución, etc.  

Me preocuparía mucho más por el espíritu que por el asfalto.
 

5. ¿Quién quieres que sea alcalde/sa? (seguimos hablando de Oviedo)

Creo que en este momento, lo mejor que le puede pasar a Paloma Sainz es que gane otra vez Gabino de Lorenzo. Le va  a pasar, en realidad, porque Gabino es un magnífico ejemplar de una derecha populista, inteligente, simpática, pragmática. Para que los proyectos de cambio en una ciudad triunfen, la oposición tiene que ser coherente, tener un Programa completo, asumido, discutido y estar muy unida. No se gana por casualidad...en general.

En cuanto a otras opciones políticas, me temo  que los candidatos solo se presentan con el objetivo de poder obtener el número mínimo de votos para salir como concejales y tener derecho a un sueldín. El programa de Roberto Sánchez (Rudi) tiene su encanto, pero le auguro un batacazu de los que duelen.