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El blog de Angel Arias

Al socaire: Ay, Asturies, que bobina yes

Asturias es, paisajísticamente, una tierra peculiar, que a pesar de haber sufrido desde la industrialización, y en particular, desde los años cincuenta del pasado siglo, un deterioro muy grave en algunas zonas, conserva una naturaleza llena de encantos.

Una orografía densa, una vegetación exhuberante, que todo lo acaba ocultando, permite dejar fuera de la vista los descalabros. Las canteras abandonadas rápidamente se cubren de verde, sin necesidad de planes de recuperación ambiental. A veces, el deterioro ha sido tan fuerte, sin embargo, que se necesita algo más de tiempo. Las cuencas del Caudal y del Nalón y las áreas de Avilés y Gijón son, incluso hoy, y después de importantes esfuerzos paliativos y de recuperación, ejemplos de consumo del paisaje en el altar del desarrollo.

Tierra de contrastes y fuertes antagonismos, surgidos de un carácter individualista de sus habitantes (ay, el clima), cada población ha dedicado una buena parte de sus energías a diferenciarse del vecino. Desde La Felguera a Sama, desde Pola de Laviana a San Martín del Rey Aurelio, desde Lastres a Colunga, pasando por Gijón y Oviedo y por Ribadesella y Llanes, allí donde había una oportunidad, hubo una disputa. En parte gracias a ello, cada pueblín y cada rincón tienen su muro de piedra, sus casinas, sus antojanas y galerías, y sus paneras y hórreos, en composiciones modestas pero seductoras, con ese poder de atracción que no se estudia en las escuelas de arquitectura.

Hoy, todos los municipios quieren poseer su polígono tecnológico, y los que no lo tienen aún, se apresuran a transformar sus vegas inservibles ya para cosechar los inefables chichos, que tanto trabajo dan (¿a que acabarán siendo mejores las fabadas hechas con alubias de Murcia?), en zonas en donde se pretende pescar a algún industrial despistado. ¿Qué decir de los recintos universitarios de Oviedo, Mieres y Gijón? ¿Qué de los Centros culturales de Calatrava, Laboral o Niemeyer? ¿Nos seguirá preocupando si será más ruidosa este año la petardada (llámenlas "la descarga") de Pola de Allande o la de Cangas del Narcea?

Se buscan pequeños empresarios. No se quiere con ello significar emprendedores de baja estatura, sino, al contrario, gigantes dispuestos a arriesgar lo que tengan para crear algún puesto de trabajo. De algo ha servido la experiencia reciente. Las grandes empresas dan pánico. Las reconversiones del carbón y de la siderurgia han eliminado miles de puestos de trabajo (solamente en Ensidesa y Hunosa, más de 40.000 empleos directos). La del campo no ha sido menor, con la práctica supresión de la explotación agro-ganadera unifamiliar.

Aunque han surgido algunas nuevas industrias, incluso en tecnologías avanzadas, las posibilidades de empleo de la región han quedado drásticamente reducidas. No se quieren airear las estadísticas, quizá ni se conocen, pero la constatación que puede hacer cualquiera que tenga raíces en Asturias es que los jóvenes, incluso aquellos que han estudiado carreras universitarias en Asturias e independientemente de sus expedientes académicos, tienen que marcharse para poder encontrar trabajo. Algunos alcaldes sucumben a la tentación de dejar que las crestas del paisaje de su pueblo se coronen de aerogeneradores, molinos de aire que -los devotos ecologistas me perdonen- sirven para poco en relación con lo que deterioran, a salvo de enriquecer algunos bolsillos.

¿Se nota depresión económica en Asturias?. En absoluto. Las pensiones de jubilación (antes, prejubilaciones) siguen fluyendo, tanto a los antiguos empleados de las fabriconas como a los que tuvieron que abandonar el trabajo en el campo o la producción de leche. Una nueva entrada económica llega también a las familias: el turismo . El número de bares, restaurantes, casas de comida, albergues, casas rurales, chigres y sidrerías ha aumentado

El atractivo de Asturias para esas oleadas de turistas de fin de semana o escapadas cortas, que todo lo fotografían y casi nada disfrutan, es, hoy por hoy, el paisaje y la buena comida. Pero, horror: se está descubriendo que el paisaje asturiano está cambiando.

Este es el diagnóstico: Los campos de hermoso verde pación, en el que triscaban alegres ovejas y donde antaño ramoneaban las vacas de la apreciada raza asturiana de los valles (hoy importada desde Argentina), se están cubriendo de helechos y zarzas, porque nadie los cuida. Los bosques de robles, castaños e incluso pinos, a salvo de cuatro senderos para montañeros de poco fuelle, se han hecho impenetrables; los caminos que servían para alcanzar los prados en donde se recogía la hierba o los frutos del monte, se han perdido, inexcrutables bajo las matas de maleza.

Ah, y las hermosas casas de labor, con sus hórreos y paneras "protegidos", se van cayendo, sin que nadie los atienda, porque se prefiere construir casas de diseño lo más cerca posible de la costa o en el alto más dominante, y, por supuesto, con carreteras asfaltadas que permitan subir a los cuatro por cuatro sin problemas, aunque el firme esté mojado.

He leído que van a importar ovejas para tratar de recuperar el verde de algunos prados, que tanto gustan a los turistas que vienen del más allá, porque les recuerdan los campos de golf. Como en los ríos impolutos se resiste a criar el salmón y la trucha salvaje no puede resistir la presión de tanto pescador, se van a crear lagos artificiales en los que los pescadores puedan probar sus artes con las arco iris.

No puedo seguir. En los ojos se me están empezando a asomar algunas lágrimas. Ay, Asturies, qué bobina yes. (Advierto que nada ha cambiado aún. El eslógan oficial sigue siendo: "Asturies, qué guapina yes")

2 comentarios

Administrador del blog -

Ma. Luz, ya somos dos, al menos, los que pensamos que el paisaje está cambiando para peor y que la belleza de Asturias está siendo mortalmente perjudicada por un desarrollismo descordinado. Turismo rural, sí. Segundas residencias para señoritos de ciudad que buscan solo comodidad y deterioran el entorno, nunca.
Podemos movilizar un eslogan: Asturianos contra la gilipollez. Con todas las letras, amiga.

Mª Luz -

Cuanta razón tienes amigo. Cuando mi familia empezó a pasar los veranos en Llanes hace más de 30 años y elegimos Barro, era un pueblín que no tenía casi habitantes, ni tienda de comestibles, hasta el pan venía (y aún hoy) en furgoneta hasta la puerta de casa; pero la playa era maravillosa y el paisaje ni te cuento.
Hoy los praos se han convertido en urbanizaciones, en la playa no se cabe y por supuesto el paisaje está cambiando pa peor, porque francamente si miras un prao verde puedes hasta jugar a descubrir cuantas tonalidades de verde distintas encuentras, pero quedarte mirando un acosado, resulta no solo de mal gusto si no hasta de mala educación.
La frase tendría que ser: asturianos que gi.. sois
En fin..