Jugando en corto: Una persona importante para la siderúrgica asturiana
Hoy -16 de junio- es el cumpleaños de una de las personas de cuantas conozco (y huelga decir que he conocido a muchas) que más han hecho por Ensidesa. Cumple 86 años. Se llama Juan Manuel F. Carrio, y es químico. Es uno de los químicos más inteligentes y versátiles que ha dado este país desde la postguerra civil.
No va a pasar a la historia de Ensidesa, ni a la de Arcelor, ni a la de Mittal. Ni a ninguna historia, salvo a la de quienes lo conocieron en su salsa, la de su ámbito concreto, en ese trono de respeto en el que reinan los discretos. Nunca le han dado una medalla, ni una cruz del mérito, ni sus colegas químicos le han ofrecido jamás un homenaje. Y, hasta el día de hoy, inclusive, nunca ha dejado de trabajar. Muy duro.
La fama pública, los honores, el dinero, se la llevan siempre otros. Ya se sabe. Está escrito que la labor callada de quienes trabajaban en los turnos, los laboratorios, las delegaciones de ventas, sortean chispas entre coladas, respiran gases, cortan flejes, regulan trenes de desbastes o definen la composicion de los carriles permanezca ignorada frente a otras actuaciones más vistosas, que se ventilan en los despachos, en los palacios de moqueta.
Carrio, como le conocían todos, era una institución en los Laboratorios de Ensidesa, hasta su jubilación. Resolvió múltiples problemas, de los que rara vez salen en los periódicos: emborricamientos de altos hornos y calderines, partidas de benzol mal calificadas, discrepancias en la fabricación de naftalinas, variaciones en la recuperación de alquitranes.
Dió ejemplo de palabra justa en aquellas reuniones largas en las que se reunían, bajo la batuta de un jefe que pocas veces sabía de qué hablaba, decenas de despistados, opinando sin saber. Jamás levantó la voz para reclamar un mérito. Lo cedía a otros, más ineptos generalmente para la labor, más hábiles para la usurpación.
Su modestia, como tantas veces en las vidas de muchos, sirvió de plataforma para que otros, más apegados a las cosas de este mundo, se auparan sobre sus logros.
Para quienes le conocieron en sus trabajos, como jefe de Laboratorio de baterías de cok, y, sobre todo, como profesor de cientos de actuales ingenieros, químicos, maquinistas navales, físicos, matemáticos, ha significado un recuerdo imborrable. Sabía.
Sabía enseñar y sabía de casi todo. Aceptó dar clases particulares a muchos, aprendiendo antes que ellos asignaturas muy variadas y complejas: de Exactas, de Ingeniería de Caminos o de Minas, de Físicas, de Aeronáuticos...Desde el Cálculo infinitesimal a la Electrónica, desde la Topología a la Teoría de Máquinas. Con una memoria envidiable y un ansia de conocer casi intacta, todavía sabe.
Su vida no será glosada por ningún historiador de los que escriben hagiografías al uso. Sin embargo, es una de las trayectorias vitales más interesantes que conozco. Superado el examen de ingreso en la escuela de ingenieros industriales, a punto de terminar paralelamente la licenciatura en exactas, cayó enfermo de tuberculosis, cuando de eso se moría en España. Perdió diez años, pero se salvó.
Terminó la carrera de quimicas en tres años y entró en Ensidesa, en donde se convirtió en un especialista a nivel europeo en temas de destilación y cromatografía. Aficionado a la agricultura y a la ganadería, plantó frutales, cuidó vacas, ayudó -discretamente, por supuesto- a fundar la Central Lechera asturiana, arregló televisores al tiempo que podaba árboles o ponía a punto columnas de destilación.
Me decía hace un rato que nunca ha mentido en su vida. No ha necesitado hacerlo, apostilla. Para muchos, será un defecto. Qué equivocados están. Sé que es un motivo más de satisfacción para él. Las ventajas de estar seguro del camino que se pisa.
Feliz cumpleaños, tío Manolo.
2 comentarios
Juan -
He sido testigo de tus profundos conocimientos en múltiples materias, fruto de tu inteligencia y constancia, de tu capacidad pedagógica para con tus jefes, empleados, alumnos...
La admiración y cariño que todo el mundo te profesamos es fruto de una vida dedicada a hacer el bien con total desinterés. Carrio eres un fenómeno.
Un fuerte abrazo y gracias por tu ejemplo.
miguel -