El futuro de Duro Felguera tras la dimisión de Juan Carlos Torres
La decisión de la dimisión del Presidente Ejecutivo de Duro Felguera (presentada por sorpresa en su Junta General, y, al parecer, acordada el día anterior), una de las pocas joyas que quedan en Asturias después de la dura reconversión industrial que ha sufrido el sector en la región, ha generado un profundo desconcierto entre accionistas y seguidores de las vicisutes de esta empresa.
Torres, ingeniero de minas, reciente Dr. Honoris causa por la Universidad de Oviedo, brillante ejecutivo formado en la escuela de Erpo, que dirigió un prestigioso maestro de técnicos y reconocido visionario de la ingeniería, Jorge Burgaletta, era uno de los firmes valores de la empresa, artífice del programa de diversificación del grupo, volcado en los últimos años, en mi opinión muy acertadamente, en los mercados internacionales, que suponen más del 80% de su actividad.
Es comprensible -pero no justificable- el disgusto de los accionistas mayoritarios de Duro Felguera -de los que el nuevo presidente, Angel del Valle, es su cabeza visible-, ante unos métodos de actuación, propios del talante del ya ex-presidente, que implicaban la marginación de los viejos postulados de la empresa, centrados en el apoyo a las empresas de transformación locales, en algunas de las cuales, mantenían y mantienen intereses económicos.
Pero no puede compartirse el haber forzado una situación que sitúa al grupo en una complicada encrucijada, inexplicada e inexplicable sin poderosos argumentos que no se han proporcionado, y que ha tenido su reflejo inmediato en la caída de las acciones en Bolsa del grupo Duro-Felguera.
Deseo, por el bien de la región, que el rumbo de la empresa no sufra un cambio brusco, sino que se mantengan las sabias líneas de desarrollo que estaban marcadas.
También abro la interrogante respecto a las iniciativas personales que pueda acometer ahora, por su cuenta, el propio Juan Carlos Torres, elegido ingeniero más brillante de las promociones surgidas de la Escuela de Minas de Oviedo con ocasión del reciente cincuentenario de su fundación. Previsiblemente, se concentrará en el sector de las energías renovables y el apoyo a iniciativas ambientales, mercado que se ha abierto, como fruta madura, al abrigo de las nuevas preocupaciones internacionales.
Por cierto, el comportamiento de José Luis García Arias (Melca), accionista importante de la compañía, vicepresidente de la misma hasta 2007, denunciando a bombo y platillo, pagos no justificados por informes físicos, para conseguir en Venezuela un importante contrato de una central de ciclo combinado, resulta aún menos explicable. Jugar con fuego no es propio de empresarios avezados, y abrir vías de agua en un buque en el que se está/estuvo de segundo de a bordo, revela intenciones de suicidio que pertenecerían, sensu estricto, al campo de la esquizofrenia económica.
Dios y el mercado os cojan confesados, siempre esperanzados sujetos pacientes de lo que cocinan quienes jamás consultarán lo que les viene bien, para no daros pistas de sus andanzas.
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Angel Arias -
P.J.A. -