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El blog de Angel Arias

A barlovento: Apuntes desde el Centro de la Naturaleza de Peralejo

La Junta Directiva del Club Español de Medio Ambiente (CEMA)  cuenta entre sus miembros a varias personalidades de extraordinario perfil profesional. Ya otras veces me he referido en estas páginas a algunos. Rafael Fernández Rubio, su Presidente, es Premio Jaime Primero a la Protección de la Naturaleza; distinción que también fue otorgada, en la especialidad de Arquitectura y Desarrollo Sostenible, a Antonio Lamela, uno de los mejores arquitectos de España, ideador del concepto y consecuencias del Geocosmoísmo.

El vicepresidente del CEMA es José María Blanc -que no se anda a la zaga en méritos con los dos anteriores, desde luego- y que, desde hace años, es el anfitrión de la reunión preparatoria de la Junta General, en el Centro de Defensa de la Naturaleza que posee -a través de la Fundación que lleva su nombre- en el término de la Cañada Real en Peralejo de la Sierra.

Las medallas del CEMA, con un diseño de Lamela, fueron entregadas este año a Fernández Rubio, al propio Lamela, a José Luis Tejera, director de Desarrollo Estratégico y Corporativo de Aenor y secretario del Club y a Juan Carlos Mampaso, director general del SIGRE (Sistema integrado de Recogida de Envases) y uno de los socios fundadores del CEMA. El logo del Club, que representa una rama de brezo, con los colores de la tierra, el mar y el aire -además de figurar un hombre y una mujer abrazados- fue imaginado por otro ilustre, Emilio Llorente.

Merecidos galardones, desde luego, para estas personas que se distinguieron, en sus campos de trabajo, por ser respetuosos con el ambiente, aunque mi naturaleza discrepante había desaconsejado que estas medallas se concedieran a miembros de la Junta Directiva, con lo que se continuaba la iniciativa del año pasado. Me recordaba aquello que comentaba en el Café Gijón un elocuente Eduardo Haro Teclen de que los creadores del Premio Café Gijón, la mayoría escritores de mérito, discutieron largo tiempo si no convenía concedérselo, en primer lugar, a ellos mismos. 

Al margen de la reunión de la Junta, y durante el almuerzo, hubo ocasión para hablar de múltiples temas relacionados con el ambiente, en el que la alta densidad de personalidades provenientes de diferentes campos, propició un atractivo intercambio de opiniones.

Se comentó, por ejemplo, acerca del Reglamento Reach y las dificultades de poner en práctica la Ley de responsabilidad ambiental, por su carácter -en ciertos aspectos- instrumentalizador del medio ambiente. Se expusieron algunas razones por las que la cobertura de los riesgos ambientales no agrada a las compañías aseguradoras (aunque la implantación y rápido crecimiento de Willis en nuestro país parece haber sido motivada por esta perspectiva de negocio), lo que ha obligado ya a alguna empresa a hacer depósitos bancarios para poder continuar la explotación.

Se habló de la influencia positiva de los reglamentos de responsabilidad social corporativa respecto a la opinión pública de las empresas, en especial, de la industria química. Alberto Carbajo invitó a visitar el Centro de Control de Energías Renovables de La Moraleja, "única forma de integrar con seguridad la producción de energías renovables", y realizó una propuesta muy atractiva para compensar a las empresas que estén dispuestas a no consumir energía en los momentos de máxima demanda, reduciendo así la necesidad de que entren en producción las centrales más contaminantes del sistema.

No es este el Acta de la reunión. Simplemente, un esbozo sesgado de la capacidad de intercomunicación y buen espíritu que se concentran en el CEMA, que tiene cada vez mayor proyección exterior y reconocimiento. El Premio de la Comunidad de Madrid al Ambiente en 2007 es testimonio de ello y de la labro que realiza su actual Director, Guillermo Koerting, que sucedió a quien escribe estas líneas, responsable del día a día del Club durante los años 2004 a 2006.

No me duelen prendas al afirmar con orgullo que mi actuación económicamente desinteresada en ese tiempo sirvió para dotar por esa vía excepcional al CEMA de un mínimo fondo financiero que le permitiría mejorar algo el músculo que tienen más débil las ONGs, o sea, el del dinero. Porque los pobres también tenemos nuestros momentos de quijotismo.

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