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El blog de Angel Arias

Dibujos de Angel Arias

Cuadro comentado: La libertad guiando al pueblo

Cuadro comentado: La libertad guiando al pueblo

Este Dibujo, realizado con lápices de colores pastel acuarelables, lo pinté en 1983, durante mi larga estancia profesional en la República Federal Alemana. Por entonces, andaba ocupado pictóricamente en generar series basadas en deformar iconos gráficos producidos por los grandes pintores. De aquella época son representaciones de las Meninas media hora antes o una hora después de haber sido recogidas por Velázquez, o los Susana y los jóvenes, y varios raptos de Europa por Tauros.

La referencia del dibujo que presento aquí es La libertad guiando al pueblo, de Delacroix. Una joven danzante, realzada por una bandera roja que no sostiene, sino que le sirve de soporte, avanza desnuda, en pura expresión de alegría, guiando a un pueblo mucho más pequeño, el cual avanza a peligrosa distancia, mirando con cierta prevención sus piruetas y evoluciones, con riesgo de ser aplastado en el transcurso de ellas.

Contrasta el color y dinamismo de la Libertad con el hieratismo, estructura monocolor y rígida composición de la masa. No falta en ella un guía-intérprete para ese "pueblo", que la encabeza con una batuta y forzada imagen de dignidad, aureolado por las bandas que cruzan su pecho. Se distinguen tambores, caballos enjaezados y niños metomeentodo. Pero solo es la Libertad la que se divierte y baila. El poblacho sigue una línea marcada, en compacto avance.

Me gusta de este cuadro que sea, dentro de mi pintura, una manifestación de mi libertad para deformar conscientemente los cuerpos, expresando justamente otra libertad con mayúsculas. Aplasto, giro, tergiverso ya con absoluta desfachatez, buscando que esos cuerpos estirados o empequeñecidos de antojo refuercen o se subordinen a lo que quiero expresar.

Aquí es evidente el mensaje:... la Libertad se mueve en otras dimensiones. Cromáticamente, la combinación de rojos, rosados, naranjas y azules verdosos me parece sugerente. Pero el dibujo es, ante todo, un elogio a la curva.

 

Cuadro comentado: Grupo de personajes en un jardín (óleo, 1998)

Cuadro comentado: Grupo de personajes en un jardín (óleo, 1998)

Este cuadro, de relativamente pequeño formato (una plancha de tamaño aproximado A3, 40x60), está pintado al óleo e integra una parte de la iconografía de esta época de mi pintura -entre 1990 y 1998. La naturaleza que recreo en el cuadro, aunque imaginaria, tiene como referente concreto el muro y portón de una finca familiar, con el fortísimo contraluz que se produce a primera hora de la tarde, y que siempre me ha hechizado.

En el centro de la composición, una pareja, acomodada sobre una manta-mantel, recuerda a las figuras de la conocida composición de Monet "Dejeneur sur l'herbe", que he representado muchas otras veces. Por cierto, una de ellas, en el cuadro de mayor tamaño de los que he pintado hasta el momento, un óleo de 2x3 m y que terminé en Düsseldorf, en 1983, y que me valió el sobrenombre en el barrio de Oberkassel, donde vivíamos entonces, del Maler-Ingenieur.

La figura del primer plano, tocado con un sombrero hecho de hojas de periódico, lee otro mientras fuma una pipa. La joven de espaldas parece esperar, mirando hacia la reja, la llegada de un ausente, la quinta figura. Pero los árboles son corporeiformes, y, analizados de cerca, se descomponen en múltiples figuras humanas entrelazadas. El muro recoge pinturas de elementos totémicos, caballos y otros animales misteriosos.

En su composición, el cuadro tiene tres líneas verticales básicas y otras paralelas (el enrejado, la figura de pié, el borde de la pared, que junto a las líneas horizontales del césped, la pierna distorsionada de la mujer sentada y el propio muro, resumen un reticulado del que he pretendido que las figuras humanas estuvierancomo prendidas con alfileres.

Ya he escrito otras veces que mis cuadros admiten (así lo deseo, al menos), varias lecturas. Quiero que se vean, también, como composiciones poéticas, como una creación literaria. Una tarde cualquiera, que trascurre plácidamente, con la compañía de los dioses y fantasmas familiares.

He llevado este cuadro a algunas de mis exposiciones (no lo presentaré, sin embargo, esta vez, en Oviedo), pero no está en venta. Tiene muchos sentidos para mí. Y, además, está la iluminación de los árboles y las figuras del centro, como si la luz hubiera conseguido atravesar entre los tupidos ramajes de los árboles (así era, en realidad, para los verdaderos árboles de mi recuerdo, antes de que cayeran víctimas de su proximidad a la casa, desde la que yo dibujaba, y a la que amenazaban con sus largas y extensas raíces.

Cuadro comentado: Cliente americana y servicio a la carta en Panama

Cuadro comentado: Cliente americana y servicio a la carta en Panama

La escena la sorprendí en el Hotel Hilton, en Panamá, en donde yo estaba esperando a unos amigos. La cliente americana leía indolente una guía sobre la ciudad, mientras el camarero le servía una bebida refrescante. Yo había visitado en la mañana el entorno del lago de agua dulce del que se alimenta el canal de Panamá (lago Gatún). 

Era el año 1995, y como mis amigos se demoraban algo, fui tomando un apunte detallado de una escena que se repitió varias veces (algo no le gustaba a la cliente, la idea de perfección del camarero le exigía niveles incomprensibles a terceros; el empleado trataba de seducir a la americana...). Lo que más me apetecía era plasmar que aquel morenito solícito aportaba, sin conseguir llamar la atención de la absorta americana, una combinación creciente de paisajes y atenciones en su bandeja.

No veía yo las casas heterogéneas que se alineaban descuidadas sobre la -entonces, al menos- muy contaminada Bahía. Me apetecía situar a ambos en un paisaje más acorde con mi estado de ánimo, y quise también reflejar dos stuaciones que parecían vivirse independientemente. El camarero miraba ora la copa impoluta, arreglaba una esquina del mantel, traía más snacks y ofrecía más atenciones. Mantenía una actitud que era simultáneamente, diligente y profesional, pero también personal, física (servía desde el corazón). La turista, solitaria,  solo tenía ojos para su diminuta guía de bolsillo. Aparentemente.

¿Qué pensaban ambos sobre cómo terminaría la escena? ¿Qué podría unirlos?. Tal vez mi pintura. Cuando regresé a mi estudio, realicé el cuadro, trasladando del apunte, con cuidado y profusión de colores, mi impresión de la escena. La chaqueta de colorines del empleado, muy vistosa, se confundía con el fondo del cuadro y con el trasfondo de naturaleza a la carta que también me transportó a mí, que me recordé sorbiendo mi daikiri y dibujando con mis lápices de colores un par de silencios llenos de palabras.

El cuadro será expuesto en Oviedo, en la exposición que tengo programada para el día 15 de julio y es significativo de mis pinturas de la época 1994-2000.

Le he puesto un precio de 1.500 euros, aunque para mí tiene un valor sentimental incalculable. Pero los pintores sabemos que desprendernos de las obras que amamos es una manera de comunicar a otros las sensaciones que nos hicieron estar vivos.

Al socaire: Del 16 de julio al 3 de agosto expongo en Oviedo, Sala del BBV

Al socaire: Del 16 de julio al 3 de agosto expongo en Oviedo, Sala del BBV

Si alguno de mis lectores tiene ocasión de darse una vuelta por Oviedo, que lo sepa. Está invitado a tomar una copa conmigo durante la última quincena del próximo mes de julio y hasta el 3 de agosto, en la que expondré una colección de unos cincuenta cuadros en la Sala del BBV, en la calle San Francisco de Oviedo.

Presentaré una colección retrospectiva de aproximadamente 25 dibujos y acuarelas y otros tantos óleos y acrílicos, seleccionados de lo que pinté en los últimos 15 años.

Ni qué decir tiene que aguardo con ilusión esa presentación de una muestra de mi actividad pictórica en mi ciudad natal. Nunca antes había expuesto allí de forma individual, y aunque ya sé que nadie es profeta en su tierra, creo que me debía a mí mismo hacer una presentación en sociedad de esta forma de expresarme que ha ocupado tantos momentos de mi vida.

(El cuadro que reproduzco aquí, un acrílico, pintado en 2007, representa: "Un escultor y su modelo")

 

Dibujo Comentado: Tres tristes tigres gateando en un salón (1998)

Dibujo Comentado: Tres tristes tigres gateando en un salón (1998)

Se trata de un dibujo sencillo de factura, en formato DIN A-1. Representa, de forma esquemática, a tres personas: dos mujeres desnudas, y un hombre vestido, aunque la observación más atenta permitiría ver que los contornos de las figuras están entrelazados, siendo imposible dilucidar a quién pertenecen las piernas situadas en medio del grupo.

Como en la mayoría de mis dibujos y pinturas, el título pretende dar una clave poética o añadir una sugerencia para la comprensión de la escena. Aquí, "los tres tristes tigres" se mueven en un espacio reducido, "un salón", y están haciendo algo que disminuye notalemente su calidad de fieras: "gatean". La referencia al trabalenguas infantil o a la conocida novela de Cabrera Infante parece ser casual: los tres personajes del dibujo están, sencillamente, tristes de verdad, y su fiereza presumible está domeñada por el aburrimiento.

Las figuras se han convertido, en fin, en objeto estético del salón por el que se mueven: el sofá que los une forma parte también de sus cuerpos, que se abren como ventanas en las que unos hacen la prospección del porqué de los otros. Las manos de todos ellos, en un juego de señales cuya interpretación dejo a la imaginación del espectador, componen una estructura de paralelismos y vías de escape que me ha parecido sugerente.

Es un dibujo a lápiz y tinta china, realizado con muy pocos colores. Podría parecer un apunte.

Dibujo Comentado: Niños, por ahora (acrílico, 2006)

Dibujo Comentado: Niños, por ahora (acrílico, 2006)

Tres rostros de adolescentes que pretenden expresar diferentes determinaciones. 

El del centro, manifiesta, claramente, miedo, recelo ante lo que está viendo, y por eso tal vez se parapeta detrás de su compañero. El de la derecha del espectador, refleja una voluntad más resuelta, quizácomo consecuencia de una meditación más reposada del peligro, o tratando de digerir lo que ha visto; puede que lo desprecie. El tercero, esboza una sonrisa triste, un si es no es sarcástica; parece disponerse a comer algo; ignora, si es que de ello se trata, el peligro.

Cuando me propuse pintar un cuadro sobre tres posiciones adolescentes ante la vida (tema que me atrae, y que ya reflejé otras veces), sabía que lo tendría difícil. Aunque no suelo trabajar con modelos, en este caso utilicé multitud de fotografías y algunos apuntes. Quería que los personajes fueran niños mulatos, porque deseaba aprovechar para el mensaje, ese transfondo de inquietud que emanaría de adolescentes que lo tienen, por raza, más difícil. Y, a diferencia de otras veces, en que dibujé niños y niñas, esta vez todos serían varones.

En cuanto a la técnica, sin preocuparme por atender a resolver plenamente lo figurativo, y fiel a mi estilo de representar, sobre todo, impresiones, resolví el tema con pinceladas gruesas de acrílico, sobre las que perfilé, con óleo, algunos contornos. Hay un fondo verde, frondoso, como de selva. Los niños visten de forma pobre, escueta, descuidada. No pertenecen a la élite, no están jugando, no se divierten por lo que ven. Cuando sean adultos, seguramente responderán de otra manera. Son niños, por ahora.

El cuadro tiene formato 45x55 cm.

Cuadro comentado: Los repartidores de cristales (2001)

Cuadro comentado: Los repartidores de cristales (2001)

En la escena pintada, una madre y un niño, cogidos de la mano, avanzan llevando unos estrambóticos cristales. En otras versiones de la misma idea, he dibujado a la pareja siendo sometida a una lluvia intensa de peligrosos trozos de vidrio. 

El caminar de ambos personajes, a pesar de la aparente  despreocupación con que avanzan, sin embargo, no parece pacífico. Al menos, el de la persona adulta, que porta su cristal -más grande- de una forma totalmente inverosímil: su mano izquierda ha conseguido penetrar el cristal para coger la mano de su hijo. Incluso, la manera de soportarlo es muy incómoda, pues está prácticamente en el aire. Si nos fijamos en su rostro, contraído, sus ojos acechan peligros. Contrasta, con la desocupada atención del chiquillo respecto a su carga.

Tal vez estas someras explicaciones sirvan para vislumbrar que los cristales representan la vida: un vulnerable vidrio a medida que avanzamos y que solo la maternidad ha conseguido traspasar, por la descendencia. Una metáfora sencilla, pues, representada de la forma esquemática a que acostumbro en estos apuntes de viaje.

El dibujo, realizado en DIN A5, forma parte de uno de los Cuadernos que me acompañaron durante los meses en que mantuvieron alguna hoja en blanco y que ahora son, un poco (ya lo tengo escrito) el Diario ilustrado de mi vida y de lo que ví en ella.

Desde el punto de vista de la composición, las figuras están recortadas como si, ellas mismas, fueran también cristales, reforzando la idea de la fragilidad. He empleado pocos colores, y todos ellos sauves. El rojo del pelo de la mujer y una ¿herida? ¿cuchillo? en su muslo son las dos únicas notas vivas en en entorno de verdes olivas y azules celeste. La madre se cubre con una gigantesca pamela que ayuda a componer, un tríptico aéreo, en el que su cuerpo sería la hoja central y la charnela principal.

Por otra parte, el paisaje que se intuye a través de los cristales no es prolongación ni guarda referencia con el que dibujé encima de ellos. El mundo real, se insinúa, es diferente al que esos repartidores de cristales dejan tras sí.

Y, en fin, ahora cabe preguntarse: ¿Por qué son repartidores? ¿A quién reparten sus cristales?. Mi respuesta hubiera sido: reparten su propia vida, su esperanza de futuro, y la proyectan hacia el espectador, el hombre que las mira. A partir de esta confesión, seguro que el observador, si le apetece, puede seguir elucubrando sobre otras consecuencias. Porque las hay. Mis dibujos no son simples, aunque a veces lo parezcan.

 

Dibujo Comentado: Ideas para hacer el amor

Dibujo Comentado: Ideas para hacer el amor

El representado aquí es un dibujo realizado a lápiz y bolígrafo de tinta negra, de pequeño formato (A5), tomado de una de mis "Libretas de campo". Lleva fecha: 20.02.96 y el título parece equívoco, en relación con lo que representa: "Ideas para hacer el amor".

Pretende simbolizar, esquemáticamente, lo que es evidente para experimentados: los enamorados -y más, mucho más, los que lo fueron- se hacen daño a veces. Rota la cáscara del amor, en la que se han tejido tantas connivencias, son capaces de acuchillarse, de intentarlo al menos. Hablo desde la perspectiva sicológica, algo que no es tan fácil de detectar externamente y, por ello, cae fuera del reproche penal.

Así los he dibujado, enzarzados en una pelea íntima que quiero suponer del mejor final previsible: otra vez retornarán a su nido de amor, lo harán nuevamente, recuperarán las sintonías perdidas.

El cuchillo que (¿ella? ¿el?) esgrime no será utilizado, por supuesto, porque no se trata de representar la violencia de género, sino una disputa simbólica de pareja (¿son dos mujeres las que se pelean?). Las marcas de uñas en la espalda de uno de los personajes son solo una indicación de que el arrebato tiene múltiples lecturas.

Por cierto, hace un par de días leía que una de las inconsistencias del español es la referencia a "hacer el amor", que es un eufemismo, como todo el mundo sabe, y que provoca la sonrisa o el estupor de algunos que quieren aprender las leenguas europeas desde otras latitudes. Supongo que nosotros lo habremos incorporado del francés, y no quiero abrir la puerta a los chistes fáciles, aunque to make love, faire l´amour, macht die Liebe, etc, son bien entendidos en estos predios.

Puede que no sea nada preciso decir "hacer el amor" cuando lo que hacemos es practicar el sexo, pero me parece que ser demasiado evidente en la expresión del acto que ejecuta una pareja -o una multitud-, además de introducir un elemento que, para ciertas delicadas mentes, resultaría grosero, sería restringir erróneamente a lo carnal algo que involucra a toda la persona, aunque se haga sin amor.

La pareja que se enzarza en esa disputa entrañable que solo pueden representar dos enamorados con precisión, ellos solamente, saben lo que es, de verdad, hacer el amor. La deliciosa soledad de dos en compañía. Porque nadie hace el amor consigo mismo, por mucho que se idolatre; en ese caso, se masturba.