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El blog de Angel Arias

Dibujos de Angel Arias

Cuadro comentado: Joven descansando en un sofá

Cuadro comentado: Joven descansando en un sofá

La fotografía es mala, y el tono amarillento no corresponde a la realidad del dibujo, realizado en la etapa de Düsseldorf. Tampoco distingo la fecha y el subtítulo, aunque recuerdo que estaba inspirado en el cuadro "El sueño" de Pablo Picasso (1932).

Ha pasado tiempo desde entonces, y el dibujo pertenece en la actualidad a una colección privada. Como no recuerdo el motivo que me sirvió de inspiración, sí quiero detenerme, al comentarlo ahora, en el detalle de analizar los juegos y pretensiones pictóricos a los que, por entonces, me encontraba entregado, a la búsqueda de un estilo propio. En la línea de admiración, a un tiempo, de impresionistas franceses y del post-expresionismo alemán, pero con devoción a Delacroix, Velázquez y Rembrandt. ¿A quién, si no?.

Hoy me encuentro feliz de autodefinirme alineado con una corriente pictórica, de la que ignoro cuántos formamos parte, porque me la he inventado, que llamo de "cultismo neofigurativo".

¿Qué pretendo?. Sentirme, a un tiempo, lejos de lo que entiendo falso arte de Hicks and Co., a su vez heredero complaciente de La mierda de artista de Manzoni y del Opart, y que tanto daño han hecho, me parece, a la creatividad artística y a la percepción del artista; y recuperar la concepción clásica del cuadro, aunque sin necesidad de consumir mucho tiempo en la plasmación de la idea.

Yo, parapetado en mis vivencias y formación, cuento o sugiero historias, pero no me molesto en elaborar mucho el cuadro.. me basta con insinuar lo que quiero decir, esquematizarlo. Eso sí, siempre quiero decir algo: la mancha no me atrae.

También estoy desinteresado por la especulación de los galeristas y críticos de arte a la carta, siempre dispuestos a ensalzar -parece- ante quien no sabe una obra cuyo mayor mérito es haber embadurnado un lienzo. Trabajo discretamente para recuperar la idea como elemento central del arte, y, en especial, de la pitnura.

No estoy solo, pero no somos muchos en la actualidad, porque no estamos en un momento de ideas. A la idea hago sucumbir los demás "detalles" de una pintura, aunque me puedo jactar de que mi formación como pintor no es mala.

Las ideas son, pues, el elemento central de mi pintura. Sobre ellas construyo lo que pinto, tratando de expresar una sensación, generalmente susceptible de diversas lecturas, y en la que, aunque generalmente el punto de partida es la persona, el cuerpo o los cuerpos humanos, los otros aspectos del cuadro -paisajes, mobiliario, incluso las líneas y grafismos del dibujo o de la pintura- vienen a subrayar, poniendo énfasis sobre la idea, que es lo que pretendo reflejar, como una historia, un cuento en clave, que hay que descifrar.

En este dibujo, se ve a una mujer joven descansando, pero también aparentemente concentrada en la búsqueda de su cuerpo, del placer que encuentra en su cuerpo. La evocación del subtítulo "El sueño" -mejor, "Le plaisir", porque el sueño es erótico-, y la devocíón a otro autor, refuerzan la imagen de préstamo. La figura se prolonga y engarza con el sofá; las líneas se entrecruzan formando una sola apariencia escultórica, monolítica, aislada de cualquier otra referencia. Gravita en el vacío, solitaria.

La joven se ha hecho sofá o el sofá se ha constituído en carne humana, invitando al descanso del espectador, que es al que se pretende transmitir, en definitiva, el contagio de laxitud, tranquilidad, reposo. 

Cuadro comentado: Jóvenes de nuestra tribu (2004)

Cuadro comentado: Jóvenes de nuestra tribu (2004)

 Este dibujo corresponde a la colección de aproximadamente 100 apuntes que realicé entre la primera y la segunda quincena de marzo de 2004, bajo el título de "Otras miradas". Me encontraba plasmando una idea que pretendía, a partir de fotografías -generalmente de otros autores- reconstruir nuevos grafismos, otras visiones, componiendo escenas que tuvieran individualmente un mensaje diferente, pero que narraran una historia.

A mitad del camino, cuando llevaba unos treinta dibujos ya terminados, se produjo el atentado de Madrid, y, a pesar del impacto emocional que ello suponia, me propuse terminar el cuaderno, completando la serie, aunque, eso sí, ya marcada por el nuevo acontecimiento, y su análisis.

La libreta resulta, ya pasado algún tiempo, curiosa. Los dibujos se entremezclan con las fotografías, reflejando en algunas ocasiones una gran distancia entre el hipotético modelo y la realización pictórica. En otros, adopto un tono irónico; o crítico; o doliente... de todo hay

Este dibujo tiene por modelo la fotografía de un grupo de jóvenes africanas, que parecen estar jugando a los dados. En el original, -debo escribir que obviamente- las chicas están vestidas. Pero, a pesar del intenso colorido de la escena que me sirvió de modelo, he querido reflejar, con tenues trazos, el impulso de un grupo de muchachas en la pubertad, desnudas. De nuestra tribu, de la tribu de la humanidad como conjunto.

Porque, la historia dibujada de las cien imágenes de mi cuaderno, lo que narra es que todos formamos parte del mismo grupo, y que quien atenta contra uno de los nuestros, mata un compañero, y se suicida, también el mismo. Porque se automargina de nosotros, de nuestra tribu.

Dibujo comentado: La lectora impenitente

Dibujo comentado: La lectora impenitente

Hoy, día del libro, 23 de abril de 2008, lo propio sería glosar la figura de Cervantes, Shakespeare, o de algún otro de los miles de autores literarios que han alcanzado la fama universal. Lo lógico hubiera sido, en todo caso, hablar del libro, de la lectura. O publicar un relato, apuntándose a un homenaje a uno mismo, como si fuera el portavoz de todos los autores.

Yo he seleccionado un dibujo. Uno de mis muchos dibujos. De acuerdo con el título, debería tratarse de alguien leyendo. Aún más concretamente, una lectora empedernida, una lectora impenitente.

Tengo ya en este espacio publicado un dibujo que encaja mejor con la fiesta del día, bajo el título: "El libro de poemas". También dispongo, amigo lector, de un apunte que, representando a una joven leyendo en un aeropuerto, fue titulado por mí de aquella manera.

Pero, buscando hoy esa pintura, encontré esta otra que, de forma alegórica, me parece que representa también la misma idea. Es un "Arbol florido",. Fue dibujado en Ibiza, en 1995. Mi lectora impenitente de hoy es, pues, un "árbol florido".

¿Por qué?. Sin duda, para los escritores varones, conseguir captar la atención de una hembra a la que deseamos seducir representa un atractivo insoslayable. Así hemos empezado todos en nuestra adoleslcencia: escribiendo para seducir.

Cuando uno es un escritor profesional, se escribe para mucha gente, pero es posible que se piense en una sola persona. ¿Qué pensará ella/el de lo que hemos escrito? ¿Le gustará?. Es decir, ¿conseguiré seducirlo?.

El dibujo representa a una joven de espaldas, desnuda, que parece llevar atado a sus antebrazos un árbol frondoso. Pero el título sugiere que la interpretación debe ser contraria: un árbol que tiene por tronco una mujer sensual -lleva ligas, incluso-, a la que está unido por raíces aéreas, por venturosas lianas que entrelazan a ambos. El cabello rojizo de la joven se descompone en nuevas figuras, sugiere otras escenas dentro del cuadro...

La joven es, hoy, la imaginación, y la copa del árbol que ella alimenta con su sangre es la creatividad.

El dibujo está hecho a lápiz, en pequeño formato, aunque lo he ampliado -fotocopiándolo- muchas veces, y lo he regalado a muchos amigos y amigas. Alguno sé que lo tiene, enmarcado, en su cuarto de leer, que es el cuarto de estar -aunque ahora quien reina en esos espacios suele ser la televisión.

Desde el punto de vista pictórico, no hay mucho que reseñar: se busca la simbología, y, como boceto extraído de la imaginación, los contornos son algo imprecisos, la figura, esquematizada e idealizada con aires de cómic. En mis apuntes, ya tengo escrito, tiendo al affiche, al dibujo-póster, resaltando con colores fuertes, brillantes, el mensaje, en el que tanto tienen que decir las figuras.

Una amiga me preguntó qué quería decir con el rectángulo amarillo al que se sobrepone la figura femenina. No supe qué contestar. No ofrece luz al cuadro (la iluminación parece provenir del espectador y no de ese foco luminoso). Tampoco se trata de una ventana (aunque en muchos cuadros en los que he representando parejas, él o ella, se escapan por una ventana abierta); pero está demasiado baja, para ser una ventana. El rectángulo enmarca los pechos y el vientre de la joven,que no se ven, sin embargo.

Lo miré atentamente, desde la distancia temporal, y me pareció las manos extendidas ofrecían un soporte real, físico, al árbol. El rectángulo amarillo representaba. por tanto, la tierra, su misión era hacer creíble lo que no era sino un engaño visual. La joven desnuda, en verdad, no estaba atada a ningún árbol; se había plantado ante él y el espectador. El encanto inicial se rompía, así, considerado desde lo factible, descendidos desde la escalera de la fantasía...

Teatro, en suma. Esa forma de literatura que no pretende engañar, porque se construye desde el mismo engaño de la representación, a base del esfuerzo de los actores por acercarnos a una realidad falsificada.

 

Dibujo comentado: Susana y los jóvenes (1983)

Dibujo comentado: Susana y los jóvenes (1983)

Este dibujo corresponde a la serie de recomposiciones de cuadros clásicos, reconstruídos siguiendo un concepto que entonces me resultaba atractivo. Nuevos personajes para los cuadros de viejos maestros, escenas dibujadas o pintadas algunos momentos antes o después de los que habían merecido la atención de los genios consolidados. Así surgieron varias representaciones de Las Meninas, de Velázquez o de Picasso; del Rapto de las sabinas, de Rubens; de La Anunciación de Fra Angelico o El Nacimiento de Venus de Botticcelli; muchos...

Vivía entonces en Dusseldorf, y podía asistir de vez en cuando a exposiciones de Beuys, Kiefer, Baselitz o Immendorf y muchos otros que formaban el grupo dominante en la Kunstgallerie y aquel entorno artístico. Mi trabajo como ingeniero me impedía participar activamente en las manifestaciones del postexpresionismo. No se si me hubieran dejado contribuir en algo, porque carecía de estudio propio, aunque disfrutábamos de una luminosa casa en Oberkassel. Pero los asimilaba a mi modo.

El dibujo que ahora presento está realizado en 1983, y toma como base el Susana y los viejos, transmutados en una pareja de jóvenes atentos a disfrutar de inmediato de la sensualidad de la bañista, que ofrece su desnudo de forma impúdica. Un ave que recuerda a un pavo plumoso completa una escena de contenido onírico.

Realizado a lápiz, en colores suaves, reforzados los contornos con plumilla y bolígrafo, el cuadro forma parte de mi colección particular, y lo he llevado conmigo a varias de mis exposiciones-resumen, porque, para mí representa una fase significativa de mi evolución pictórica.

Cuadro comentado: Bodegón de cabeza con manzana (2005)

Cuadro comentado: Bodegón de cabeza con manzana (2005)

Este acrílico, encajado plenamente en mi actual línea de expresión pictórica, tenía por título original "Bodegón de mujer con manzana", pero su actual propietario, Alberto, me indicó que él veía una cabeza masculina. Respeto, pues, la interpretación de su poseedor, que, además, cuando comparo el cuadro con el apunte previo, encuentro acertada. En la realización rápida al acrílico -con esos retoques al óleo para dar más fuerza a algunas pinceladas que también forma parte de mi manera de pintar-, he endurecido los rasgos del rostro, hecho sobresalir la mandíbula.

La representación está clara: una cabeza que sostiene una fruta -¿realmente una manzana?-, remedando esos apetitosos cochinillos asados que se ofrecen en los restaurantes castellanos. No es una naturaleza muerta, no he pretendido que la cabeza parezca la de un cádáver. Quise dibujar una cabeza durmiente, pero ofrecida de forma apetitosa a quien la contemple dormida.

Las pinceladas son ágiles, fuertes, contrastadas. Los colores, fauvistas, están al servicio de realzar sin miramientos el dramatismo-inquietud de la escena. El paisaje del fondo se pliega ante los contornos del perfil del rostro. El ojo izquierdo de la figura parece iluminado por un fuego o una luz que estuviera abajo, quizá aoyado en el suelo en donde la cama (¿o la bandeja?) descansa.

Uno de mis mejores acrílicos, posiblemente. Imagino que es obra de madurez, la encuentro con poesía. En todo caso, ha sido uno de los cuadros más comentados en mi reciente exposición en Oviedo.

Cuadro comentado: Las provocadoras del amor

Cuadro comentado: Las provocadoras del amor

En 1980, cuando apenas llevaba un año en Düsseldorf, pinté a la acuarela esta idea sencilla: un trío de jóvenes que provocan a un toro, corriendo ante él, utilizando los capotes como señuelo hacia sus cuerpos seductores. Una de ellas, cumplido lo que parece su objetivo, está siendo corneada por el astado, y vuela por los aires. Su aparatosa cogida no parece detener a sus compañeras que, sin volver la vista atrás, siguen corriendo en júbilo.

La imagen lo explica todo, y el título no viene sino a subrayar el concepto expresado: mujeres provocando al amor, para dejarse atrapar, empleando su carnalidad como reclamo.

Después de 27 años, el cuadro me sigue pareciendo equilibrado en su composición y su mensaje, aunque con una lectura actual podría parecer ligeramente machista -"las mujeres provocan; ellas son culpables de la pasión que levantan"-, mantiene una carga de sensualidad que, por lo que me han dicho, resulta sugerente tanto a hombres como a mujeres.

Las dos jóvenes de primer plano pisan unos floripondiosos matorrales llenos de colorido, y la mayor intensidad del que figura más adelantado, contribuye efizcazmente al juego de la perspectiva. Estos matojos son, a su vez, el necesario complemento al capote que subraya como un lápiz rojo la cogida gozosa de la mujer que está en segundo plano.

Técnicamente, el cuadro está pintado a la acuarela y reforzado con rotuladores de colores. Los cuerpos de las muchachas, el aire de sus capas, junto con el toro y la joven corneada (en actitud de quien se lanza, jugando, a la piscina9, componen un interesante equilibrio, subrayado por la muleta caída en el suelo.

En Düseldorf, en la Escuela de Artes y Oficios, gobernaba Joseph Beuys; yo me acercaba por allí, me dedicaba a ver sus exposiciones y las de sus discípulos, tomaba apuntes, y, sobre todo, vendía vigas de ala ancha a los alemanes e incluso, desde el puerto de Vlissingen, a todo el Mercado Común.

El director de personal de la dirección comercial de Ensidesa, en la que yo trabajaba entonces, era Evelio Mañas, buen amigo, excelente profesional e interesante pintor, que admiraba mi oportunidad. "Cómo te envidio, Angel, aquí se aprende mucho". No nos referíamos a la siderurgia ni a la técnica; hablábamos del ser humano. Eran tiempos, con el perdón de Gabriel y Galán, para hacerse de acero las almas.

Cuadro comentado: Zoco en Amán (2004)

Cuadro comentado: Zoco en Amán (2004)

En la primavera del 2000, visité Jordania. Pasé algunos días en Amán y tomé varios apuntes del mercado central. Del mismo viaje, guardo anotaciones de Petra, dibujos de los desiertos por donde se movió el Lawrence de Arabia de ficción, y otros esquemas de madrazas, camellos y gentes con chilaba.

Unos años después, dibujé al acrílico, en formato 40 x60, este cuadro  con el quise reflejar el abigarramiento de un zoco árabe. Al igual que me propuse en los cuadros de El rastro de Madrid y en algunos otros en los que pinté multitudes, la idea era acumular personas que están haciendo cosas diferentes, cada una de ellas absorta en su trabajo, aparentemente sin reparar en lo que hacen los demás. La vida misma.

Hay aquí un desorden muy evidente, pero el observador atento podría descubrir que la composición tiene claves formales. Aquí recojo dos. En primer lugar, se pueden identificar en la pintura muchos de los personajes, que cuentan sus historias: la mujer joven con el niño (tipo Madonna tradicional, con su jesusito en actitud provocadora), la compradora con burka discutiendo ante el vendedor de frutas la calidad del producto, el ciego con bastón y campanilla pidiendo limosna, los dos conversadores sobre temas triviales, el portador de un trozo de carnero sangrante y goteando, los niños pedigüeños, el observador indolente, la pareja de turistas acompañada del toro de su soledad, el tipo con aire de profeta que parece predecir la hecatombe basado en quién sabe qué peligros, el joven que lleva un armario para amueblar su casa, ...

En segundo lugar, esas historias reales o inventadas se pierden cuando se integran en el grupo, diluyéndose en el caos. Las figuras se van desdibujando hasta resultar muy confusas, y fuera del triángulo compositivo cuyo vértice es la pareja de turistas con el toro, toman un aspecto fantasmagórico. 

El río fluyente que tiene su comienzo aproximadamente en la mitad del cuadro, y que se desparrama impetuoso hasta ocupar el borde inferior, tiene espectadores. Hay más personas al margen de ese espacio acotado, entre  los arcos con luces de colores brillantes. Ese mundo abigarrado de las primeras líneas, con elementos muy concretos, pierde sentido al fondo, se hace abstracto.

Realizado sobre tabla, al acrílico reforzado al óleo, este cuadro adquiere nuevas características con los cambios de luz, al estar compuesto de miles de pinceladas de colores diferentes. Realización impresionista de un mensaje expresionista. Y, ya se sabe, todo es del color de la luz con que se mira.

Cuadro comentado: Paisaje sobre el río Pigüeña

Cuadro comentado: Paisaje sobre el río Pigüeña

Había decidido volver a la Meseta, después de cumplir con mis compromisos en Asturias, siguiendo un camino nuevo, aunque supusiera dar un rodeo. Me dirigía hacia Pola de Somiedo, por la ruta del Belmonte asturiano, y acababa de dejar el lugar de Aguas Mestas, en donde se unen en Narcea y el Pigüeña, lugar de "pescatas" inolvidables, agrandadas en el recuerdo con el paso del tiempo y la imposibilidad de repetirlas.

El día estaba inestable y empezaba a cundir el otoño; amenaba, por momentos, tormenta, pero -el tiempo juguetón de las Asturias- al rato el sol se atrevía entre las nubes. Caía la tarde.

Tuve de pronto el imparable deseo de pintar aquella sensación. Aparqué el coche en uno de los pocos lugares en donde se puede hacer en aquella tortuosa carretera, y cogí una de las tablas que llevaba en el maletero, los botes de pintura, los pinceles. De rodillas en el suelo, pinté este paisaje, con arrebatos de impresionista apresurado.

Este es uno de los cuadros que expongo en Oviedo, (del 13 de julio al 3 de agosto). Por lo que tengo oído de los visitantes a la Exposición, estos paisajes gustan. Llevé solamente tres; tal vez me decida a hacer una muestra solo de paisajes. No hay misterio en este tipo de cuadros (acrílicos con retoques posteriores de óleo, casi todos). Qué digo, sí que lo hay: la fuerza de la naturaleza tomando al asalto mi sensibilidad, mi deseo repentino de domeñarla, queríendola.

(Tengo que agradecer muchos comentarios a mis cuadros y a la Exposición. Quiero destacar especialmente, porque está hecho por alguien que no me conoce personalmente, pero con el que me une una gran simpatía, surgida de la blogosfera y de las afinidades, el comentario de Chus, de Parada del 2. )