Blogia
El blog de Angel Arias

Al socaire: Mis sugerencias para el futuro alcalde (o alcaldesa) de Madrid

Al socaire: Mis sugerencias para el futuro alcalde (o alcaldesa) de Madrid

Hay consenso, cabe decir, en el que incluso participa indirectamente la oposición, en que Alberto Ruiz Gallardón es el mejor alcalde que puede tener hoy por hoy Madrid. Como sucede en los patios de escuela cuando alguno de los chavales destaca porque ha crecido más rápido que los demás y les saca una cuarta, no tiene quien le tosa. Así parece.

Al menos, desde el otro partido grande nadie se atreve -hasta el momento- a enfrentársele en unas elecciones: unos porque dicen que son sus amigos, otros porque los han reclamado para negocios irgentes de ultramar, aquellos porque ya se ven algo mayores, estos quienes porque no quieren volver, y acullá esotros porque no pueden o no les llaman...

A mí Ruiz Gallardón me cae bien. Salvo en una minucia: me parece una tropelía lo que ha hecho acumulando todas las obras de circunvalación y agujereamiento a Madrid, incluido el adecentamiento de calles en esta legislatura. No nos lo merecíamos. Pero aparte de ese egocéntirco deseo de querer trascender a la Historia como el Carlos IV bis, tiene talla y modales de gran político. Sobre todo, me gusta cuando discursea con elegancia, templando, sin pasarse, dirigiéndose a gente de cultura. No lo veo tanto con boina y camiseta sudada, pero es que tampoco veo así, por ejemplo, a Rodríguez Zapatero.

Y es que tengo debilidad por los políticos que trabajan. También me cae bien Esperanza Aguirre, aunque me gustaba algo más cuando era concejala de Medio Ambiente. Me hacía tilín (intelectual, obviamente) Tierno Galván, sobre todo, antes de ser alcalde, y me ilusiona hoy por hoy Inés Sabanés cuando presenta su programa basado en la acción social-. O, ya para terminar y no hacer la lista larga, me despierta simpatía Juan Barranco cuando me promete con esa voz de fumador que parece prestada de Sabina que algún día participará en las tertulias de mi restaurante... 


Pero ser alcalde de una ciudad tan grande y compleja exige tener muchos y buenos asesores. Ningún candidato o precandidato me lo ha pedido, pero me he propuesto, con la ayuda de aquellos de los lectores de este cuaderno que quieran colaborar, indicarle tanto a Gallardón como a sus opositores/opositoras algunas ideas de lo que deberían hacer para Mejorar Madrid. Son cosas pequeñas, algunas. No reportarán gandes beneficios a nadie, no hablaré de recalificaciones de terrenos o permisos para construir grandes torres o nuevos estadium. No.

Porque Madrid es una ciudad que me gusta más bien poco, y eso a pesar de los esfuerzos que hacen y han hecho mis amigos engatusados por esta villa con artes de ramera para demostrarme que Madrid tiene múltiples encantos. Ya sa sabe: museos, exposiciones, conferencias, contactos de empresa, etc.


En algo les doy la razón: si quieres desayunar fuera de casa todos los días, de gorra, creo que no hace falta más que te pongas una corbata y, enterándote en qué hotel toca hoy cónclave empresarial o acto propagandístico administrativo, te personas, y pasas al salón a tomar café, naranjada y pastas, que nadie te va a preguntar quién eres ni qué haces allí.  "Es el anonimato, estúpidos."


Pero Madrid no tiene comparación con París –los magníficos despertares de la gran urbe, con los mercados de frutas y verduras callejeros, con el crecer acompasado del ruido que acabará siendo una sinfonía total durante el día-. Carece de los estupendos paseos a orillas de un río, de los que gozan, por ejemplo Düsseldorf, Budapest; no tiene el glamour elegante de Londres, ni se asoma a los incomparables programas musicales de casi cualquier ciudad alemana. No tiene la monumentalidad de Roma ni de Atenas, restos magníficos del pasado mezclados con ese caos cotidiano, pero espontáneo, que hace al conjunto irresistible como la miel...
 


Madrid quiere, pero no puede. Es una ciudad desintegrada, con pocos barrios y muchos vacíos citadinos, con escasa vida ciudadana, -hay suficientes acontecimientos culturales, pero la ciudad apenas si los vive-, en la que es un milagro encontrarte a un amigo por casualidad en la calle, y si lo haces, no podrás invitarle a tomar una copa, sino solo prometerle que ya lo llamarás un día de éstos. 


Mi desencuentro con la ciudad será, seguramente, en gran parte, culpa mía, de mis nostalgias provincianas, de ese amor por salir a dar un paseo y encontrarme, sin haberlo preparado, con un conocido y darte la alegría de empaparte de su verdad; incluso echo de menos el cotilleo sobre los otros, para mezclarlo con una osquedad con sonrisitas hecha de ignorancias sobre los vecinos.  


Claro, ahora debería escribir también que me gustan los madrileños, que son muy buena gente, que aquí nadie se siente extraño. Pero seamos serios: me parece bien que un desconocido me sonría cuando me contesta que no sabe la dirección de la calle por la que le pregunto, pero me idea de lo que es sentirme entre amigos exige más nivel. 


Empiezo, en fin, mi lista de lo que necesita (o le sobra a) Madrid: 

1. Limpieza profunda de toda la ciudad
2. Retirar todos los coches abandonados de las calles
3. Controlar la mendicidad y el vagabundeo callejero, especialmente en el centro
4. Hacer las aceras transitables, revisando obstáculos, pero cuidando el pavimento, que no tiene por qué ser de baldosas y baldosines con dibujos caprichosos que a la primera resultan levantados por las raíces de los árboles
5. Coordinar las obras de los servicios de la ciudad (teléfono, compañías eléctricas, gas, agua, saneamiento, ya se sabe) para evitar que una y otra vez se levanten las calles y las aceras
6. Eliminar todos los bolardos de la ciudad, que no se para que sirven y segun vox populi han servido para financiar alguna campaña electoral y para aumentar el trabajo de los chapistas.
7. Eliminar todos los inservibles recoge-pilas y marquesinas que sirvan más como soporte publicitario que como protección al que espera y placas anunciadoras (¿mobiliario urbano?) que impiden el tránsito de los peatones sobre las aceras, obligándolos a salir a la calle
8. Hacer la ciudad transitable para inválidos, tanto ciegos como quienes deben servirse de sillas de ruedas. Revisar todos los puntos conflictivos en ese sentido.
9. Instalar escaleras mecánicas en todas los accesos de metro, especialmente en aquellas líneas que conducen desde Nuevos Ministerios a Barajas y desde Atocha y Chamartín a las zonas más pobladas.
10. Revisar todos los solares abandonados, lugares de acumulación de desperdicios, trastos viejos, y, también, lugar de refugio insalubre para desarraigados
11. Rehabilitar los edificios en ruina, que causan y causarán graves desgracias, con un Reglamento específico, especialmente los edificios de más de cincuenta años.
12. Controlar la colocación de depósitos para recogida de escombros, señalando claramente los días en que van a estar en la calle, y evitando colocarlos en cualquier sitio. (Preferibles los sacos de plástico reforzado).
13. Decidirse a demoler totalmente los edificios antiguos sin valor arquitectónico, y sustituirlos por otros nuevos de aspecto similar, realizados por arquitectos y diseñadores expertos en remodelación urbana.
14. Crear varios edificios singulares, de arquitectura historicista. Ya que la ciudad ha visto destruídos la mayor parte de sus edificos singulares, en lugar de llenar la ciudad de restos sin valor, mejor construir referencias visuales, copiando o recreando viejos monumentos. 
15. Regular bien los semáforos para quel, por ejemplo, los peatones no quedemos atrapados en la medianera de las calles anchas. ¿No se podría pensar en los peatones, más que en los coches, y desacompasar los semáforros, de forma que la luz de una mitad de la calle estuviera desfasada medio minuto respeto a la otra?

(seguirá)

5 comentarios

Administrador del Blog -

Anónimo comunicante (así debo tratarle, ya que la dirección electrónica desde la que envía su comentario es imaginario, aprovechándose de que el filtro de blogia es imperfecto):

Respeto su opinión, cuya intención no comprendo, sin embargo. No pretendo convertir este Cuaderno en un debate histórico sobre buenos y malos. En primer lugar, comprenderá que no pretendo incrustar a Ruiz Gallardón en la familia real (al menos, la de los Borbones). Por tanto, al no caber en purismo genético considerarlo familia ni de Carlos III ni de Carlos IV, yo utilizo una licencia literaria, y las licencias son propiedad y responsabilidad del que se las toma.

Por otra parte, el título de mejor alcalde de Madrid se lo dió a Carlos III, según las crónicas, el propio pueblo de Madrid,("el mejor alcalde, el Rey"), allá en su época. Entonces, ni Rodríguez Gallardón ni el recién descubierto candidato del PSOE, Miguel Sebastián, podían haber competido con él.

Carlos IV, que tenía muchas flaquezas, siguió con parecido empeño la labor de su padre en cuanto al embellecimiento de la ciudad. Poco queda de aquello. Pero Ruiz Gallardón pertenece al grupo de activistas que piensan que en Madrid hay que cambiarlo casi todo, para embellecerla. Son alcaldes de muchas obras, gran concepto, sufrimiento ciudadano hoy con la promesa del disfrute mañana.

Me temo que a esta ciudad, convertida en pasto de iconoclastas en el empeño de dotarla de identidad arquitectónica, aún le saldrán más aspirantes a ser su "mejor alcalde".

Zingua -

Carlos IV ofrece una comparación desafortunada. Aunque no me caiga muy bien Ruizga, no creo que se merezca ser comparado con el rey que vendió España por cuatro cuartos y un cómodo retiro en Biarritz, y que encima nos dejó el regalito de su hijo, "el deseado".

Rafa Ceballos -

Me rindo.
¿Hasta qué punto las tenencias de alcaldía son autónomas? ¿Por qué existen diferencias abismales entre determinados distritos madrileños?

Administrador del Blog -

No te doy la opción de estar en desacuerdo conmigo. Cuando escribí que Gallardón trataba de emular a Carlos IV haciéndole un bis, no estaba actuando en confusión, sino en la idea de que lo que pretendía nuestro alcalde era ser una repetición del hijo de Carlos III, llamado "mejor alcalde de Madrid", y que se dedicó a completar la labor iniciada por su padre, según decían los libros de Historia de España que estudiábamos los chavales de nuestra generación.


En cuanto a lo de retirar los vehículos abandonados en la calle -o, valga para el caso, los utilizados como "segunda vivienda permanente", o los que se alinean en las aceras en las proximidades de quienes los usan como ampliación del propio taller de reparación, o los que, también ocupando espacio público de forma permanente, hacen de las calles locales de exhibición de coches a la venta, etc-, parece ser que han empezado por tu barrio la acción de retirada, denunciada tantas veces por muchos ciudadanos, según me consta. En el mío, aún no llegaron. En mi paseo para comprar los periódicos (barrio Ciudad Lineal), me encuentro, diariamente, unos cuantos de las distintas características aquí enunciadas.

Ya no digo nada de esa otra picaresca de los que, con la connivencia de las gentes de la ORA, acaparan los espacios en torno a sus locales de negocio, aparcando en ellos los coches de sus familiares y empleados, para poder tener lugares en donde dejar luego los de los clientes. Puedo preguntar: ¿Por qué en algunos lugares se toleran coches en doble y triple fila, sustemáticamente?

Respecto a la apertura de zanjas, la Ordenanza tampoco debe servir para ser cumplida en ciertas zonas: conozco una, que me es muy próxima y que me duele en el bolsillo y en el alma, en la que han renovado sucesivamente el pavimento -cambiándoles, varias veces y sin que la razón fuera su desgaste, las baldosas-; colocado y quitado bolardos y alcorques; abierto una canaleta para conducir la toma eléctrica desde una casa rehabilitada como oficinas al transformador subterráneo seguramente ya obsoleto; además de colocar y descolocar andamiajes que quedarán por meses, para limpieza, arreglo, pintado, sostén de algunos edificios, utilizando, por añadidura, la calle y las plazas como zona de acopios y área auxiliar de obra, etc.

En mis escritos a las autoridades municipales y centrales (algunos edificios afectados son monumentos nacionales), he recibido, impuntualmente, el silencio administrativo por respuesta. Pedía, seguramente, algo imposible: que me informaran con antelación de las próximas aperturas de zanjas, comienzo de obras de remodelación o colocación de andamiajes, y la duración de las mismas...

En cuanto al tema de la educación ciudadana, también estoy de acuerdo contigo. A los españoles nos faltan varios cursos de respeto y educación cívicos; y me temo, por lo que observo, que cada año que pasa, se nos incorpora el déficit de más lecciones hasta llegar al nivel del que se diría disfrutan los ciudadanos centroeuropeos.

Rafa Ceballos -

Por primera vez no estoy de acuerdo contigo. Sí lo estoy, en la generalidad del artículo; pero hay pequeñas cosas en las que discrepo, con independencia de la errata referente al mejor alcalde de Madrid que fue Carlos III, ya que Carlos IV sólo se ocupó de la remodelación de la Plaza Mayor.

Por lo que se refiere al punto 2, este verano se han incoado 8272 expedientes de retirada y se han llevado a las dependencias municipales más de 6500; entre ellos uno de mi propiedad por el que estoy peleando para que me dejen recuperarlo.

Por lo que respecta al punto 5, es notoria la mejoría experimentada con la Ordenanza que se refiere a no poder abrir zanjas para nuevas canalizaciones si no han transcurrido cuatro años desde la última apertura, etc.

Con los solares pasa tres cuartos de lo mismo.

Es cierto que no se cumplen las Ordenanzas y, sobre todo, que falta mucho por regular; pero también es cierto que la indisciplina individual y colectiva es grande y que las cosas deberían empezar por lo particular, es decir, por nuestra educación y responsabilidad ciudadana.

Espero, con algo más de disponibilidad de tiempo seguir comentado este "Al socaire".