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El blog de Angel Arias

A barlovento: Ideas para transformar Madrid en la ciudad ideal

Los habitantes de Madrid se dividen, groseramente, en dos grandes grupos: aquellos a quienes entusiasma la ciudad, y los que la padecen cordialmente. Es imposible odiarla, porque, cuando alguien está a punto de desesperación, surge algún elemento que nos hace perdonar sus faltas, al comprender que ella no es culpable de su estado, sino que han sido los hombres quienes se esforzaron y esfuerzan en hacerla casi inviable.

Madrid carece de centro, de monumentos relevantes, de vida ciudadana realmente compartida. Ha sido destruída múltiples veces, ignorada su historia, convertida en una ciudad de placas, de aquí-estuvo, de vestigios. Le falta homogeneidad arquitectónica, no se han respetado las áreas más antiguas, su catedral -tardía y pretenciosa- ha sido atiborrada de horribles pinturas en honor de un artista muy cuestionable, dios de su entorno.

Madrid es una ciudad bastante sucia, con multitud de obstáculos injustificables para el viandante, mal señalizada, con pocos espacios verdes reales -aunque mucho árbol plantado sin ton ni son-, con grafiteros que campan sin control ni arte, con demasiados vagabundos y barrios marginales muy poco cuidados.

Madrid tiene un tráfico caótico, irreverente con el peatón, incumplidor de las normas más elementales, dado a aparcar en doble fila junto a locales de diversión y restaurantes de lujo. Madrid es ruidosa, con una policía municipal con aires poco profesionales, y mucho reglamento incumplido, plagada de locales de negocio sin licencia consentidos.

Pero Madrid es mucho más. Tiene la mejor concentración de museos en apenas unos centenares de metros de los que ninguna otra ciudad podría vanagloriarse, con obras de un prestigio incuestionable. Para el amante de la pintura o de la escultura, Madrid es un regalo a los sentidos.

Madrid tiene barrios con un ambiente inenarrable. Allí se agrupan gentes variopintas, con buen rollito, con ganas de vivir y manifestarlo. Se puede tomar una copa (o varias) sin que el bolsillo se resienta apenas; se puede comer de fábula por poco dinero, y hay mucho donde elegir; se puede ir de compras y mirar decenas de comercios de moda, de comunicaciones, librerías, etc, viendo mucho en una tarde y teniendo la sensación de haber encontrado siempre algo de calidad y a buen precio.

Madrid tiene un cielo de película, con atardeceres propios de un cuadro de Tiziano, poblada por personajes de El Greco y Velázquez y con apariciones sorprendentes que no igualarían Zurbarán o Murillo.

Madrid está en el centro de casi todo lo español, que acoge con cariño y roturas expone con fervor. Tiene un aire provinciano que entra por los sentidos sin apabullar, pero no está exenta de aires de grandeza, bien fundamentados, en algunas zonas donde se hacen negocios de capital y mejoran las fortunas de los que ya tienen mucho, sin que, por su aire tan abierto, se pueda decir que el advenedizo no encontrará un lugar, si viene con ganas.

Yo propondría para Madrid una modificación sustancial de las calles peatonales, entrar a saco en las direcciones -sentidos, diríamos mejor- de sus calles (eliminando muchas de doble circulación), y creando verdaderos centros para la vida de barrio, con plazas frescas, arboladas y bien cuidadas.

Yo propondría para Madrid una revisión historicista, recuperando de la historiografía algunos monumentos perdidos. No pasa nada. Otras ciudades, que han perdido por la guerra o por la desidia monumentos del pasado, los han reconstruído o reimaginado, y hoy los enseñan con orgullo. Sería una buena ocasión de terminar con esos solares abandonados a la inmundicia y a la espera de la especulación rentable. El Ayuntamiento (y otros poderes del Estado) deberían plantearse esta rehabilitación monumental.

Yo propondría para Madrid sacar los coches del centro, con decisión, y convertir también, estratégicamente, en peatonales, muchas otras zonas. Sería necesario revisar la conexión entre las líneas de autobús y metro, demasiado densas en servicio en ciertas áreas, y descuidada en otras.

Yo propondría para Madrid una nueva indicación de las calles, de los monumentos y zonas de interés turístico (por ejemplo, a la salida del metro, expresando claramente las direcciones de los elementos singulares); eliminaría muchos estúpidos anuncios -mobiliario urbano, lo llaman- que obstaculizan al viandante, suprimiría los bolardos de baja altura, tan peligrosos para las canillas del paseante; crearía zonas wifi en casi toda la ciudad.

Yo propondría para Madrid la plena recuperación del paseo de Manzanares, entroncándolo con la ciudad. Crearía un Plan de estética urbana, señalando los edificios horribles, que estarían condenados a la desaparición, revisando las alineaciones de las fachadas y generando elementos decorativos -se puede hacer tanto con algunos adornos y plantas- en todas ellas.

Yo propondría...

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