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El blog de Angel Arias

Temas económicos

Consejos para encontrar trabajo

Obtener un trabajo remunerado es la preocupación mayor para, al menos, 5,3 millones de españoles. Me propongo en este comentario ofrecer algunos consejos sencillos para poder encontrarlo con mayor efectividad.

1. Confróntese con sus debilidades y fortalezas. Es decir, haga un CV para Vd. mismo. Desde luego, su formación académica, si la tiene, es importante, y normalmente, será la forma más general de presentarse, con su título por delante. Pero no es lo sustancial para un posible empleador, especialmente, si se trata de una empresa grande. Son sus habilidades concretas lo que tiene más valor. Si domina realmente un lenguaje informático, si ha participado en algún proyecto importante, si ha pertenecido a un equipo de éxito, éso es más valioso.

2. Trate de conseguir que alguien le avale, no solamente con una "carta de recomendación" estándar (esas que dicen que Vd. no tiene rival en puntualidad y espíritu de equipo no valen para mucho), sino logrando una llamada de apoyo, un comentario concreto sobre sus habilidades y eficiencia, obtenidos por alguien con autoridad o prestigio.

3. No deje de hacer algo, jamás. No importa que Vd. no tenga empleo, nunca baje la guardia. Trate de seguir aprendiendo, mejorando aquello que ya sabe, manteniendo el contacto con el sector del que Vd. proviene o al que quiere pertenecer. Un parado no es sinónimo de alguien sin actividad. Perfeccione sus habilidades: conocer a la perfección un segundo idioma, por ejemplo, es fundamental. Trate de obtener un diploma oficial, pero, al menos, consiga fluidez en esa lengua, hablada y escrita.

4. Redacte cuidadosamente su CV. No siga ni la secuencia temporal de sus actividades o estudios, ni se detenga -en las primeras líneas- en lo menos relevante. Empiece por lo que mejor conoce, por aquello en lo que tiene más seguridad, y acomódelo a la empresa a la que dirige su candidatura. Por favor, elija una foto que le muestre de perfil, sin -reir ni siquiera sonreir-, sin pírcings, vestido formal, bien peinado (salvo que se presente para un cásting específico) .

5. No descarte montar su propia empresa o trabajar como autónomo. ¿Qué proyecto personal cree poder sacar adelante? ¿Con qué socios? Hable con amigos, compañeros de estudios, o de alguno de sus trabajos anteriores y entérese de qué oportunidades les interesan a ellos, y presente las suyas. No todo ha de consistir en montar un restaurante, pero tal vez pueda ofrecerse -dependiendo de su formación- para realizar programas informáticos, calcular estructuras, reparto de mercancías, diseñar elementos, logos o webs,...

7. Utilice las redes sociales. No se presente como quien busca trabajo, sino como aportador de ideas, de colaboración. Haga de su página personal un atractivo especial: escríbala, si tiene suficientes conocimientos en otro u otros idiomas, también en ellos. Añada más cosas, cada cierto tiempo, a ese CV público. Déle actividad, movimiento. Ofrezca también opiniones o consejos acerca de lo que otros hacen en el sector en el que le interesa trabajar. Sea positivo en sus comentarios.

8. Seleccione sus gastos y no desdeñe ningún ingreso. Prescinda de lo superfluo, pero no deje de dedicar dinero a cuestiones fundamentales: mejorar su formación, desde luego, es una de ellas, pero también participar en reuniones, congresos, mantener el contacto con amigos y conocidos. No se abrume; no se deprima; la situación pasará. No pregone innecesariamente que busca trabajo, pero entérese de quiénes pueden necesitar ayuda, de las empresas que estén contratando personal, y ofrézcase, con simpatía y humildad, entregándoles su currículum; haga el seguimiento de lo que pasó con él, sin presión y comunique a su interlocutor, si es así, que ha encontrado trabajo, agradeciéndole su atención.

9. No descuide su indumentaria; no recurra al alcohol ni esconda la cabeza. Vd. no tiene nada de qué avergonzarse...tal vez otros. En cuanto a los ingresos, descubrirá que no necesita mucho para aguantar el tipo. Por fortuna, sin necesidad de mendigar, se pueden reducir muchos gastos y obtener muchos servicios de forma gratuita (internet, lecturas, incluso tentempiés... la sociedad ofrece gratis muchas cosas) ¿Ha pensado en dar clases particulares, hacer trabajos desde casa,...ayudar a ancianos, inválidos, servir como extra en un restaurante, colaborar en una ong, participar en un partido político o en una agrupación con objetivos sociales?...Todo menos deprimirse. Todo menos encerrarse en casa.

 

Carrefour rebaja el iva a los de más de 65 años

Hasta ahora, en muchos comercios (no solamente en los pequeños) y no pocos instaladores, autónomos de la gleba, chapuceristas diversos, talleres de chicha y nabo (pero no tanto) y otras gentes de desigual vivir, te preguntaban si querías factura -se sobreentendía, el documento de control fiscal que están oficialmente obligados a emitir sin trampantojos- y si contestabas que sí, te encasquetaban el iva como contribución adicional a la que te obligaba tu honestidad frente al dañino Estado recaudador.

También existían -y existen- quienes, sin preguntarte nada o abusando de que no llevas las gafas de ver con claridad, te obsequian, en lugar de con factura, con una nota de entrega en la que figura un complemento que llaman iva, pero que es el trasunto ilegítimo de su hermano legal, pero con los mismos efectos para tu bolsillo, aunque provocando el enriquecimiento ilícito del emisor de la engañifla.

Pues resulta que hoy me pasé por un establecimiento de Carrefour que me encontré en el camino hacia una de mis múltiples actividades no lucrativas y en el que, además de vituallas, venden prensa, para comprar mi alimento espiritual impreso, y un desconsiderado dependiente hacia mi juvenil apostura me preguntó si tenía más de 65 años.

No los tengo aún, como saben los que me quieren por Facebook, pero la pregunta me intrigó tanto que le devolví su curiosidad con la mía, para obtener esta respuesta: "Es que los mayores de 65 desde hoy no pagan el iva".

Contemplé entonces la cola de ancianos y ancianitos que aguardaban, con sus papeles indicativos de que "esta nota no sirve como factura", a que se comprobaran sus datos, DNI en ristra y les dieran un carné de socio del selecto Club. Y me salí de allí tratando de elucubrar qué propósito tienen los gestores de Carrefour para asumir, por su cuenta, el pago del iva de las facturas que emitan correctamente a los mayores de 65 años que compren en sus comercios (8 millones de potenciales clientes, según último censo).

He sacado la conclusión provisional de que esta indudable actuación comercial tendrá varios efectos: aumentar sus ventas; animar a los mayores de cada casa a que sean ellos los que se vayan de compras; orientar las ventas de esa cadena polimórfica hacia los productos consumidos por los envejecientes (yogures, pan, frutas, pollo y sardinas, preferentemente, según mi observación ocasional); complicar hasta límites insospechados su contabilidad interna; defraudar un poquito, pero como dios manda; exponerse a la denuncia por competencia desleal y sospecha de dumping; animar a otros competidores a que hagan lo mismo, montando un desbarajuste fiscal de tomo, lomo y verduras; retirar la acción al cabo de unos días, lamentando que la OCU y otros malfactores les acusen de publicidad engañosa; canalizar hacia los mayores parte de las rentas familiares, complicando algo sus declaraciones fiscales; desplazar hacia las partidas de gastos propios de la cadena los 200 o 300 Millones de euros que supondrá la exencíón fiscal unilateral que implica la decisión, con verosímilmente más de cuarenta millones de apuntes contables; etc.

 

Manifiesto España Emprende

Desde la agrupación de jóvenes empresarios que ha encontrado como referencia la feliz denominación de Chamberí Valley, surge ahora una iniciativa espléndida. Un manifiesto indicando las condiciones que precisa España para estimular la creatividad empresarial, especialmente, en nuevas tecnologías.

Animo a apoyar el manifiesto. Sus propuestas son muy sensatas, y merecen ser reconocidas; el estímulo a la juventud emprendedora, a quienes arriesgan para mejorar el futuro, merece la pena. Más, en estos tiempos.

Adhiérete aquí, después de leerlo: Manifesto España Emprende.

Deprecación en la que se reza con los ojos bien abiertos (continuación)

Este post es continuación del anterior y forma un todo indisociable con él.

Creo en la necesidad de que el edificio de prestaciones se sustente sobre una base en la que existan profesionales bien formados en todos los órdenes, no solamente en los universitarios, sino, y muy especialmente, en los que ejercen oficios imprescindibles para nuestro bienestar común.

Creo, por eso, en la necesidad de educar correctamente en la importancia de su labor y en la necesidad de que la desarrollen con diligencia y conocimiento a policías, guardias, camareros, fontaneros, peluqueros, electricistas, mancebos de farmacia, asistentes sanitarios, cocineros, cuidadores, mecánicos, jardineros, dependientes de comercio, conserjes, agentes imbobiliarios, gestores, bomberos, lampistas, soldadores, torneros, fresadores, mineros, bancarios, fotógrafos, libreros, ...

En fin, creo en la necesidad del trabajo bien hecho de todos aquellos que nos encontramos a diario o frecuentemente como prestadores de un trabajo sustancial para nuestra vida, y a los que debemos, justamente, que nuestro el dinero que les entregamos para que nos solucionen nuestro problema o nuestra sociedad inmediata sea el justo, el efectivo, el útil.

Creo en la importancia del que quienes tienen facultad para ello, controlen, sin amiguismos ni interferencias, las intenciones de avasallar, imponiendo su petulancia, su desfachatez y su ansia de acumular dinero fácil, por parte de quienes utilizan nuestro desconocimiento del verdadero coste de lo que nos ofrecen y la dificultad para medir la calidad de lo que nos dan.

Creo en la sociedad civil, como única forma de controlar, al margen y por encima de los órganos de tutela legalmente previstos, a políticos, ministros, jueces, catedráticos y profesores, asociaciones de empresarios, colegios profesionales, sindicatos y, en general, de todas aquellas instituciones y organizaciones que, rindiendo una función imprescindible para el buen funcionamiento de nuestra sociedad, arriesgan, sin embargo, continuamente, si faltan supervisiones externas, caer en el amiguismo, el nepotismo, la corrupción, la opacidad y, a la postre, en la adulteración y el despilfarro de los medios y los propósitos que se les ha confiado.

Creo en la revisión continua, flexible, ordenada, compartida, de todos los postulados que rigen nuestra sociedad en un momento dado, no porque haya que ponerlos patas arriba, sino porque solo se construye la máxima eficacia desde la transparencia, la coherencia, la honestidad y el saber hacer, que no está reñido, sino al contrario, con la explicación creíble y sincera de porqué no se pueden hacer mejor las cosas y porqué se hacen las cosas que se hacen si no son las más eficientes. 

Creo, como colofón, que solamente si existen intereses ocultos, quienes realizan una función, cualquiera que sea, entienden que solo ellos detentan la verdad, atesoran todo el conocimiento, disponen de la autoridad para imponer su criterio a los demás. Porque quien quiere hacerlo lo mejor posible, siempre habrá de estar atento a las sugerencias de otros, cuando son emitidas con intención constructiva, y han de meditar sobre el origen y consecuencias de las descalificaciones, aunque surjan con el más deplorable de los propósitos destructivos. Las unas, para tenerlas en cuenta; las otras, para poder atajarlas con razones y no confiar que serán destruídas con el silencio.

Acoge, Sr./Sra. este rezo, y ténlo presente en todas tus actuaciones, como yo las tengo o procuro tenerlas con todas mis fuerzas, amén.

Deseos para 2011

Deseos para 2011 Para tí, que por amistad, por curiosidad o por simple casualidad has llegado a estas páginas, mis deseos de que en 2011 seas feliz.

Si perteneces al grupo de aquellos que se cuentan entre mis amigos, estaremos juntos en la aventura de conseguir superar las dificultades, compartiremos las alegrías y nos ayudaremos para soportar los malos momentos, si es que el próximo año nos guarda alguno. Sabes que cuentas conmigo y yo estoy orgulloso de tener la misma confianza en que te encontrarás a mi lado, sumando nuestras fuerzas.

Si no nos conocemos aún y aunque no nos encontremos nunca personalmente en el camino de la vida, permíteme un consejo que espero te sea de utilidad: No te obsesiones con aquello que te preocupa y que no puedas resolver por tí mismo. Confía tus problemas a aquellos a los que quieres, porque te ayudarán a compartir esa carga y, seguramente, alguno encontrará la solución o, al menos, te dirá algo que te sirva de consuelo.

He escogido esta fotografía de unos niños tratando de pescar peces en la desembocadura de un arroyo. Los estuve observando un buen rato y, sin necesidad de que yo les dijera nada, cada vez que conseguían atrapar alguno, inmediatamente lo devolvían al agua.

Pensé que los peces, si tuvieran consciencia, pasarían un mal momento mientras se encontraban en la red. Sin embargo, estos niños no parecían tener intención de hacerles daño. Solo pretendían divertirse un rato. En el cubo que llevaban no introdujeron nada, y permaneció vacío todo el tiempo.

Te deseo que sepas escabullirte de las redes y, si tienes la mala suerte de ser atrapado por alguna, los dioses de tu aldea te vuelvan a entregar, incólume, al río en el que puedas seguir nadando libremente, en paz contigo y con los tuyos, hasta conseguir alcanzar el mar inmenso, con la satisfacción de haber cumplido los objetivos que te hayas propuesto.

La hora de los sensatos y el arroz

Mis hijos me han regalado el "otro" libro de Leopoldo Abadía y, claro, me lo he leído, antes de devolverlo a la librería para cambiarlo por uno de mariposas, setas, animales o flores (amenazadas de extinción), que son los que más me gustan.

Cuando vea a Leopoldo tengo que invitarle a un café, para resarcirle de los derechos de autor que le he birlado.

También puedo justificarme pensando que él tampoco me da a ganar ní un euro, porque no compra mis libros, pero se que esta sería una explicación muy torpe. Abadía no utiliza mis libros y artículos, ni para alabarlos, ni para utilizarlos en una miserable cita y ni siquiera para ponerlos a parir, que es lo que yo voy a hacer (en este paritorio público) con este comentario.

"La hora de los sensatos" es el título del libro de 195 páginas con el que la editorial que ha publicado "La crisis Ninja" ha pretendido continuar la carrera del éxito iniciada por ese Dr. Ingeniero Industrial retirado (nació en 1933), que no ha perdido, ni mucho menos, su capacidad de pensar, y que, a pesar de los imaginables achaques, hasta le queda bastante sentido del humor en la recámara.

Pero el libro no es libro, sino más bien, es un librito. Porque aunque se propone, ni más ni menos, que responder a la pregunta de qué hacer si, de pronto, nos (le) nombraran Presidente del Gobierno de las Españas (el plural es mío), la respuesta no es tal, sino un conato de metodología sobre cómo evitar el personalismo y tratar de infundir ganas de trabajar y conseguir estimular a esos 23 millones de personas que en las estadísticas se recogen como "población activa".

Esperaba más de "La hora de los sensatos", especialmente porque parecía que el profesor Abadía -uno es profesor hasta que se muere, si lo ha sido una vez- iba a poner en la cancha la necesidad de tener en cuenta los consejos de los mayores.

Más bien lo que se pone en circulación es la importancia de dejarse guiar por las mujeres, en especial, las propias (no en el sentido de posesión, sino según el derecho civil y, por la época del casorio de Abadía, especialmente, el derecho canónico), y dialogar mucho, y tener en cuenta a todo el mundo, porque todos tienen que contribuir, en la medida de sus fuerzas, para sacarnos del agujero en donde aún no nos hemos aclarado bien de cómo hemos caído en él, y por culpa de quiénes.

El día clave del programa del presidente de Gobierno Abadía me parece que es el tercero, cuando convoca a los empresarios y Bancos de ese país imaginario llamado España real, para tener una reunión.

Pero resulta que, en lugar de exigirles que participen sin milongas en concretar el modelo de desarrollo, detectando y ayudando a detectar oportunidades para sus clientes -públicos y privados-, poniendo en circulación continua lo que han captado de los ahorros, plusvalías y actividad de todos -que ellos llaman su pasivo-, pues más bien parece que se va a tomar una copa con ellos.

No de otra forma caabe intepretar que, después de recordarles los beneficios que han conseguido a base de especular con productos financieros que solo ellos entienden bien, de cargar, a la chita callando, costes a sus depositarios cada vez que éstos retiran su dinero (de ellos) de sus cuentas, les pide que "se arrepientan de sus pecados" y que se pongan el sueldo que les parezca, pero que no lo hagan público.

No quisiera creer que Abadía pretende dar la impresión de que, a los sensatos, se les/nos ha pasado el arroz y que solo queda confiar en los insensatos para que nos saquen de aquí o -más probablemente- nos estrellen a risotadas contra el muro de su estulticia.

Tendremos que esperar al tercer libro, en donde se nos explique lo que le quedó a Abadía en el tintero, que debe ser mucho. O deberé dedicar este verano a escribir yo mismo uno, que nos vuelva a poner a los sensatos en el lugar de las ideas de su propio tenor, reducto del que nos echaron, pero que nunca debiéramos haber abandonado, aunque fuera de okupas.

Jugando en corto: España, país pobre, de gente rica

De los gloriosos tiempos de Ensidesa, la fabricona que, con Hunosa, tanto ayudaron a que Asturias configurara su perfil de autonomía industrialmente sobredimensionada y económicamente subvencionada, recuerdo una anécdota que le gustaba comentar a mi tío Juan Manuel F. Carrio, entonces jefe de Laboratorio de Baterías de Coque (o Cock, e incluso, cok).

Ensidesa había transmutado la asesoría de los norteamericanos de Armco, propiciada en su momento por Ricardo Díez Serrano, acogiéndose a la tutela tecnológica de la Nippon Steel Co., que habían desembarcado con algunas curiosas propuestas. Una de ellas era la de situar gallinas en las plantas de producción, para que los trabajadores pudieran distraerse ofreciendo comida a estas aves de corral. A la manera -se decía- de esos cuartos provistos de punching ball en los que, dándoles mamporros a sacos de boxeo con la efigie de los jefes, se liberaban las tensiones del curro.

Los japoneses eran gente observadora, y voluntariosa, y se acomodaron rápidamente a la vida de disipación extralaboral que ofrecía la, entonces, floreciente Avilés -previa al Centro Niemeyer-. Cuentan las crónicas que algunos de los industriosos colegas nipones dedicaban las noches, en demasía, a libaciones y francachelas, que disminuyeron rápidamente su alto espíritu laboral, pero les ayudaron a pasar los meses lejos de su patria.

Mi tío cuenta que en una de las reuniones que periódicamente se mantenían para intercambiar experiencias y tomar las pertinentes decisiones de mejora, uno de los japoneses ilustraba la diferencia que había constatado entre ambos países, con una frase de antología: "Japan, rich country, poor people; Spain, rich people, poor country" (Japón, país rico, con gente pobre; España, país pobre de gente rica").

Seguimos siendo así. No de otra forma se explica que, a pesar de la crisis, el español siga empeñado en el disfrute de vacaciones largas, que paralizan completamente la actividad del país y que, si puede como si no puede permitírselo, prefiera viajar a países exóticos y muy lejanos. 

Fuera de esos períodos vacacionales, que siguen siendo tomados en tropel, nadie creerá que la productividad haya mejorado: dénse una vuelta por oficinas funcionariales, bancarias, empresariales de todo tipo y, si desean sufrir más, váyanse por las cafeterías y bares de las proximidades, porque sigue sin perdonarse la larga pausa matinal, aunque habría que suponer que, debido a los masivos despidos, habría mucho más trabajo para cada uno. Qué decir de la serpiente de la corrupción, instalada sin rubor entre la clase política (y, por pura obviedad, en su cómplice necesario, la empresarial), que nos hará sospechar con fundamento sobre la dimensión de la economía sumergida (aunque lo sea ahora un poco menos).

Todo indica que, frente a la situación de desánimo colectivo, individualmente los españoles parecen disfrutar de una situación económica sólida, conseguida de forma tan misteriosa como envidiable. País pobre, gente rica.

Quizá la burbuja aún no ha estallado del todo. Ojalá no sea así, pero sospecho que nuestra Arcadia alegre y confiada sigue dándole la espalda a la realidad, posiblmente confiada en que Alemania, Francia y Estados Unidos la saquen de la crisis. Prefiere dormirse en los intangibles, manejando con soltura términos abstractos, como alianza de civilizaciones, lucha contra el cambio climático, desarrollo global, defensa de la biosfera, etc.

Jugando en corto: Porqué en España las crisis son más profundas

La respuesta inmediata a la pregunta es que en España las crisis son más profundas porque estamos en crisis permanente. Carecemos de la capacidad colectiva para remontarlas, sencillamente por nuestra falta de disciplina, combinada con el propósito recurrente de hundir a todo aquel que destaque lo más mínimo.

Seguro que el lector tiene sus propios ejemplos. Sin necesidad de remontarse a períodos históricos anteriores, dejaré puesta de maniifiesto la pérdida de tiempo que se produce, continua y obstinadamente, en discusiones inútiles, en precisiones sin futuro.

Si Vd. tiene la (mala suerte) de pertenecer a algún Comité, reconocerá conmigo que una parte importante de cada reunión se pierde en corregir la propuesta del Secretario, añadiendo o quitando frases e incorporando matizaciones a lo dicho que deberían ser precursoras de una difusión mundial de lo allí tratado. Nada de eso, una vez que se ha discutido hasta la más apabullante saciedad sobre lo que se dijo en la reunión anterior y cómo quedó recogido, es raro que alguien se preocupe del cumplimiento de los acuerdos, si es que los ha habido.

Cuando estuve trabajando en Alemania, el equipo de empleados germanos que tenía a mis órdenes me pidió, a los pocos días de mi llegada, una Norma de empresa. Como mi empresa matriz no la tenía, me apresuré a redactar una, aprovechando el siguiente fin de semana. No hubo ninguna objeción y, buena o mala, sirvió como guía de actuación, hasta tanto en cuanto, y generalmente como consecuencia de sugerencias muy atinadas que venían del propio grupo, me parecía necesario modificarla en una nueva versión.

Esto sería imposible entre nosotros. Muchas veces he tenido ocasión de escuchar al recién nombrado que su antecesor le dejó tierra quemada y un vacío en los anaqueles. Pocos temas pendientes se transmiten del cesado o ddimitida al sucesor, incluso, por lo que tengo entendido, cuando hay cambio de ministros o secretarios de Estado. Lo normal es que no haya normas y que, cuando las hay, nadie las conozca ni, por lo tanto, las siga.

Pienso que tanta información despilfarrada y tanto tiempo empleado en nimiedades -todo con la misma razón original, el desprecio al trabajo del otro- tienen su castigo en que nuestra sociedad es raras veces capaz de contar con los mejores en los puestos clave. Los agota, o los mata, antes de que adquieran su madurez, y, de forma natural, acaba seleccionando, por sublimación, a los que menos se han significado en la batalla por estar arriba.

Porque, eso sí, nadie tiene más méritos que uno mismo, los hijos de los demás no llegan a los zapatos de los nuestros y nuestros nietos son genios comparables al mismo Einstein.

Ahora que está de moda defender el mercado, justo es decir que en España nuestro mercado no funciona bien. Está lleno de imperfecciones de muy difícil corrección, atenazado por el gran peso de la contratación pública, el miedo a la iniciativa privada y la existencia de cárteles, grupos de presión y amiguismos, no siempre transparentes.  

Como el debate es escaso, y, cuando se produce, está contaminado por los que más chillan -algo ocultan, claro- , la opinión pública se nutre demasiado de falsedades, intuiciones, y amores, odios y rencores construídos en circunstancias del todo emocionales. Se puede pasar del "te quiero un güebo" a "este tío un cabrón con pintas" en cuestión de segundos; se podrá ensalzar a alguien como si hubiera sido ungido de la divinidad y, al rato, a sus espaldas, ponerlo a caldo, o sea, al caer de un burro y destruir cuanto haya hecho.

Habrá más razones, sin duda, por las que las crisis en España son siempre más profundas, y la recuperación más tardía. Los que están gobernando las ocultan, los que están en la oposición las descubren tardíamente y no dan soluciones, y, en fin, se pierde demasiado tiempo en el diagnóstico -en el que somos expertos-, pero no se analizan las soluciones, ya que no se escucha a los expertos, la opinión de cualquiera tiene el mismo valor, y, aunque el barco se esté hundiendo y el agujero aparente, los marineros discutirán si hay que atender primero a achicar por la popa o por laproa.

Por eso, y hasta que nos curemos de este afán colectivo por disparar a todo el que se mueva (haya o no foto), solo cabe esperar que otros países hagan de locomotora. Ni los alemanes, los norteamericanos o franceses son más inteligentes. Su historia está repleta de hechos despreciables, de aprovechamiento del débil, de invasiones, rapiñas y odios como los que jalonan la nuestra. Ah, pero cuando han reconocido a alguien como líder, se dejan guiar por él con los ojos cerrados. Hace algunos años, a la conquista a bombazos del resto de Europa y del mundo, pisando lo que hubiera menester. Hoy, aceptando las reglas de juego, en lugar de preocuparse por descubrir en qué nos perjudican más, desde fuera de la mesa de apuestas.