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El blog de Angel Arias

Carrefour rebaja el iva a los de más de 65 años

Hasta ahora, en muchos comercios (no solamente en los pequeños) y no pocos instaladores, autónomos de la gleba, chapuceristas diversos, talleres de chicha y nabo (pero no tanto) y otras gentes de desigual vivir, te preguntaban si querías factura -se sobreentendía, el documento de control fiscal que están oficialmente obligados a emitir sin trampantojos- y si contestabas que sí, te encasquetaban el iva como contribución adicional a la que te obligaba tu honestidad frente al dañino Estado recaudador.

También existían -y existen- quienes, sin preguntarte nada o abusando de que no llevas las gafas de ver con claridad, te obsequian, en lugar de con factura, con una nota de entrega en la que figura un complemento que llaman iva, pero que es el trasunto ilegítimo de su hermano legal, pero con los mismos efectos para tu bolsillo, aunque provocando el enriquecimiento ilícito del emisor de la engañifla.

Pues resulta que hoy me pasé por un establecimiento de Carrefour que me encontré en el camino hacia una de mis múltiples actividades no lucrativas y en el que, además de vituallas, venden prensa, para comprar mi alimento espiritual impreso, y un desconsiderado dependiente hacia mi juvenil apostura me preguntó si tenía más de 65 años.

No los tengo aún, como saben los que me quieren por Facebook, pero la pregunta me intrigó tanto que le devolví su curiosidad con la mía, para obtener esta respuesta: "Es que los mayores de 65 desde hoy no pagan el iva".

Contemplé entonces la cola de ancianos y ancianitos que aguardaban, con sus papeles indicativos de que "esta nota no sirve como factura", a que se comprobaran sus datos, DNI en ristra y les dieran un carné de socio del selecto Club. Y me salí de allí tratando de elucubrar qué propósito tienen los gestores de Carrefour para asumir, por su cuenta, el pago del iva de las facturas que emitan correctamente a los mayores de 65 años que compren en sus comercios (8 millones de potenciales clientes, según último censo).

He sacado la conclusión provisional de que esta indudable actuación comercial tendrá varios efectos: aumentar sus ventas; animar a los mayores de cada casa a que sean ellos los que se vayan de compras; orientar las ventas de esa cadena polimórfica hacia los productos consumidos por los envejecientes (yogures, pan, frutas, pollo y sardinas, preferentemente, según mi observación ocasional); complicar hasta límites insospechados su contabilidad interna; defraudar un poquito, pero como dios manda; exponerse a la denuncia por competencia desleal y sospecha de dumping; animar a otros competidores a que hagan lo mismo, montando un desbarajuste fiscal de tomo, lomo y verduras; retirar la acción al cabo de unos días, lamentando que la OCU y otros malfactores les acusen de publicidad engañosa; canalizar hacia los mayores parte de las rentas familiares, complicando algo sus declaraciones fiscales; desplazar hacia las partidas de gastos propios de la cadena los 200 o 300 Millones de euros que supondrá la exencíón fiscal unilateral que implica la decisión, con verosímilmente más de cuarenta millones de apuntes contables; etc.

 

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