A barlovento: Los empresarios y la política
Se ha anunciado que el Partido Popular ha fichado como segundo de la lista para Madrid, que encabeza el propio Presidente del Partido, Mariano Rajoy, a un peso pesado de la economía española, Manuel Pizarro.
Pizarro fue presidente de Endesa durante un largo período (del 2002 a septiembre del 2007), al final del cual se vió convertido en defensor de la opción de que E.ON se hiciera con el control de la empresa pública, habiéndose antes enfrentado a la OPA de Gas Natural. De refilón, se encontró también enfrente de la alternativa que suponía (y que resultó vencedora) la OPA de Enel y Acciona (gupo Entrecanales).
El desenlace le obligó a presentar su dimisión y esperar a que los nuevos dueños le pusieran de patas en la calle, cobrando efectividad el contrato blindado con el que se había sabido proteger a tiempo (aunque, a decir verdad, y en comparación con otros, su blindaje resultaba modesto... quince millones de euros son una minucia a esos niveles).
Manuel Pizarro es un profesional con un excelente currículum -experiencia en Cajas de Ahorro, en la Bolsa, en la Universidad- y, por ello, hay que felicitar al PP por el fichaje.
Tema delicado será el de su intervención directa (públicamente) en algunos temas cruciales, si llega el caso. El artículo 7 de la Ley 5/2006, de 10 de abril, de regulación de los conflictos de intereses de los miembros del Gobierno y de los Altos Cargos de la Administración, le obligará, si fuera nombrado Ministro, como parece ser la intención si el PP gana las elecciones de marzo de 2008, a abstenerse en temas sustanciales para la política económica:el Plan energético, en cuanto afecte a las eléctricas, o la regulación del sector de telecomunicaciones, en cuanto implique a Telefónica, de la que es consejero aún.
Ya he comentado en otras ocasiones que de las dos opciones básicas para elegir a un gestor de los asuntos públicos, prefiero que los políticos, en lugar de hacer sus dientes definitivos en la Administración del Estado para luego ofrecerse a la empresa privada, se robustezcan en la privada para, en la madurez profesional, aceptar un cargo público.
Manuel Pizarro es, por tanto, y desde esa perspectiva, una óptima opción para dirigir la política económica del país, y un digno sustituto para Rato, así como un serio contrincante dialéctico y práctico para Solbes, que se va a encontrar enfrente a un oponente muy capaz, con lengua ácida y guante de hierro y buen conocedor de los tejemanejes de las relaciones oscuras entre lo público y lo privado. Conocimiento que suele ser, desgraciadamente, ajeno a quienes se mueven fuera de los círculos de influencia del poder, y que consume valioso tiempo y dineros de todos hasta que lo aprenden los recién llegados a la cosa pública, generalmente desde la Universidad y la teoría plúmbea de los libros.
Los empresarios han alabado el prestigio de Pizarro, pero sin mojarse mucho. Porque al capital le importa un bledo quien gobierne si lo hace sin salirse del tiesto de la ortodoxia. Lo explicó bien Luis del Rivero, presidente de Sacyr-Vallehermoso en una reciente entrevista, en una síntesis que gustan expresar todos los que se mueven por las alturas de la política económica e industrial: "el mejor ministro de Obras Públicas," (o de lo que cuadre) "es siempre el del partido que gobierna en ese momento".
(Nota bene.- Sacyr son las siglas de "Sociedad Anónima de Caminos y Regadíos", sugerente nombre para una aventura de largo alcance. Y un apunte: Rivero es compañero de carrera de Florentino Pérez, controlador de ACS y Unión Fenosa, y buen amigo (suyo). Cada vez que comen o cenan juntos y la prensa los descubre, llueven las especulaciones. Como si las personas inteligentes e interesadas no tuvieran otra forma de verse que ante un plato de solomillo al punto en un restaurante caro)
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Chus -
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