Al socaire: La Fundación Orange patrocina el libro Web 2.0 sin reparar en Gastos 1.0
En la presentación del libro de Antonio Fumero y Genis Roca, Web 2.0, que presentaba la Fundación Orange -antes France Telecom- se consiguió una presencia multitudinaria.
Los autores atribuían la asistencia masiva a que al final nos iban a invitar a un cóctel -en el Hotel Urban, y muy bien servido e imaginado-, pero era solo una broma. El libro es muy interesante (los que habíamos tenido la fortuna de conocerlo al poco de salir del horno, lo sabíamos), y la recepción fue, en efecto, espectacular, pero el atractivo seguro del encuentro estaba en la personalidad y conocimientos de los autores y en la calidad de sus mentores.
Había mucha gente conocida por mí, y eso me demuestra que estoy en sintonía con esa onda atractiva de los surferos de la web, en donde andamos mezclados internautas de nuevo y viejo cuño: unos haciendo dobles piruetas mortales y otros estrellándose de narices con los patines y las artimañas de andar por casa.
Porque en la Web 2.0 hay categorías, claro, como en todo. En la primera división militan, como cerebros de honor, Fernando Sáez Vacas y Luis Arroyo Galán que estaban allí, y que eran venerados con especial devoción, incluso con algunas inclinaciones de cabeza respetuosas, que no en vano había muchos alumnos de ambos entre la grey.
Fernando tenía incluso bastante que ver con los entresijos del acto, pues había aportado algo más que una contribución especial. No se por qué no se sentó en la mesa de autores y habló, como bien sabe hacerlo. Es el autor de casi la tercera parte del libro y está citado en la bibliografía diez veces.Yo les saqué la foto cuando estaban juntos, hablando de quién sabe qué, y fui avisado por Antonio de que los progenitores de la web2.0 en España estaban de cháchara.
Me pareció que era obligado dejar constancia de su presencia en el evento. Les pillé por sorpresa, lo que justifica la cara de estupor del primero; el segundo, que está regalando su tiempo libre a la Fundación Cibervoluntarios, de la que es vicepresidente, acababa de eliminar por primera vez la mancha de grasa que se le había pegado a la camisa, lo que explica que la sonrisa se superponga a la sorpresa del ataque del paparazzi.
El mundo de la Web 2.0 que presentan Fumero y Cía es complejo, apasionante y tan dinámico que, para atraparlo, deberían haber parametrizado el desplegable de la cubierta, en el que hacen la foto-fija de ese espacio extragaláctico. Entre otros submundos, la Web 2.0 "promesa de una visión realizada: la red convertida en un espacio social" (copio a Antonio Fumero) tiene un escenario en el que yo mismo me he situado al escribir este Cuaderno, que es el de la blogosfera, o sea, las weblogs (esquina superior izquierda, según se abre).
Aunque, al parecer, hay más de sesenta millones compitiendo por captar la atención de los lectores (que, modestia aparte, somos fundamentalmente, para la mayoría lo constituyen nuestros amigos y nosotros mismos, pues tocamos a seis seguidores como media), algo me está diciendo desde que me metí en este campo que, el futuro pasa claramente por aquí. Yo puedo estar equivocado al poner a pasear mi ego por las weblogs, pero sesenta millones de personas, no.
Esta forma de "expresión, comunicación y socialización", como escribe Antonio, no tiene aún límites conocidos. Y bien se trate de un "multiformato de publicacion en la Web", como dijo el propio Fernando -supongo que en una de sus clases cultas en la ETS de Telecos- o una "herramienta de publicación para tontos", como arriesgó a escribir Alberto Knapp en La coctelera, tiene gancho hacia el más allá, que es donde ponemos nuestras vidas cuando tomamos una cerveza con los amigos.
Mucho y de gran interés es lo que en las páginas del libro Web 2.0 han escrito estos profesionales de la comunicación, casi venerados por los fieles que ocupan este santuario ateo, pero con muchos profetas y santones, de las neo-tecnologías. No les arredra ni su juventud ni lo movedizo de las arenas en que se mueven, y hasta, como explicó primero Genís y completó Jesús Encinar, que hacía de invitado, convencen de que se puede y debe hacer dinero manejando bien los hilos de Penélope 2.0.
Manuel Gimeno trató de poner en solfa con su ironía (como Antonio dijo que las páginas eran para romperlas, triturarlas, despedazarlas, criticarlas, puntualizó que eso se podría hacer con las de Fumero, ya que este lo autorizaba así), pero aconsejaba sobre todo leer el libro. Que, para los que no lo tengan en papel todavía, pueden bajárselo gratis de la red. Y que lo disfruten y apliquen.
Porque si hay que llenar de contenidos la blogosfera y no solo crear ruido en ella, en él se contienen montones de sugerencias.
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