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El blog de Angel Arias

Artículos para El Imparcial

Mafiosos, familias numerosas, bodegones y músicos (El Imparcial de Oaxaca)

El 12 de diciembre de 2004 envié al periódico El Imparcial, de Oaxaca (México), esta carta de un personaje ficticio, hablando sobre circunstancias reales. Fueron 20 Cartas, cuya actualidad se ha difuminado parcialmente en el tiempo,... o tal vez nos permitan recuperar un poco la memoria de aquel final de año.
  Querida amiga, estoy seguro de que Vd. habrá estado el día ocho de diciembre en San Juan Chapultepec, dándole cariño a la muy competente virgen de Juquila, pero imagínese por un momento que, puesta a pedir, le hubiera solicitado a la chaparrita de Oaxaca el milagro de que ambos estuviéramos simultáneamente en la Plaza de España, en Roma, que, como le conté en mi anterior correo, es donde yo estuve ese día.

Así que, mientras todo el mundo católico rendía su devoción a la capitana de todas las vírgenes que aún quedan en el mundo, Vd. y yo nos hubiéramos encontrado disfrutando del bullicio de la capital del desorden, es decir, de Roma, y justo en el sitio en donde el día antes el Papa Juan Pablo demostraba su sensibilidad hacia los pobres, leyendo un hermoso poema a la Inmaculada. 

Nosotros habríamos arrojado minutos antes, fieles también a las costumbres paganas, una moneda en la Fontana de Trevi, y no le voy a confesar ahora mi secreto deseo, pero sí le voy a reconocer que utilizaría mi poder de persuasión para que coincidiera con el suyo. Puede que le resulte con esto un poco críptico, pero no olvide que a Roma conducen, hoy como siempre, todos los caminos. Cómodamente aposentados entre el bullicio, yo le iría leyendo en voz alta las principales noticias de un periódico local, traducidas o traicionadas con mis modestos conocimientos de italiano. 

Este viaje conjunto a Italia nos serviría para percatarnos de que en cada país las cosas que preocupan al personal son muy diferentes. Cuando me volví el jueves a Madrid desde Roma, dejé a Silvio Berlusconi pendiente de una decisión judicial que teóricamente podría haberlo llevado a la cárcel, precisamente por un intento de sobornar a la judicatura. Acertaron todos aquellos que daban por supuesto que el juez Franco Castellano, presidente del Tribunal que analizaba el caso, iba a sobreseerlo por prescripción del presunto delito. Enseñando el plumero, había manifestado en primavera que la fiscal Boccasini “tenía manía persecutoria contra el primer ministro italiano”.

Por cierto, prescribir es una palabra mágica que evita entrar en el fondo de los asuntos, salvo en el terreno médico, en donde se hacen muchas cosas no deseadas (por ejemplo, en mi caso, dejar de fumar)  por prescripción facultativa. Desde esa coraza protectora, el líder de Forza Italia ha escapado hasta ahora de imputaciones tan diversas como evadir impuestos, falsificado balances, sobornar a la policía financiera, y otros cuantos delitos de la categoría llamada “delitos monetarios”. Un magnífico trabajo del abogado Gaetano Pecorella, que se ha apoyado muy bien en  el poder mediático de este hombre singular que maneja muy bien lo comercial de la política.  

Toda Italia estuvo el martes pasado en Milán, en la reapertura de la Scala, después de una reforma que ha permitido a este símbolo del buen gusto recuperar todo su esplendor, asistiendo a la triunfal interpretación de la ópera "Europa riconosciuta", la obra de Antonio Salieri con la que se inauguró el teatro en 1778, dirigida esta vez  por el maestro Riccardo Muti. Por allí anduvieron, recogiendo los volantes que se tiraron desde las alturas del teatro, junto al primer ministro italiano, su esposa la ex actriz Verónica Lario, la antaño muy deseada Sofía Loren, y el diseñador Giorgio Armani, codo con codo con una parte importante de la high society italiana. 

Me gusta de Italia, entre otras cosas, su carácter inmutable, porque hace falta mucha filosofía, pongo por ejemplo, para permitir que un individuo se pasee con un Bazoca al hombro por varias calles, en pleno centro de Calabria, antes de pulverizar un coche donde viajaba el capo de una banda rival. Un asesinato con el que la Camorra también pulverizaba su propio record macabro, pues habría provocado 150 muertes violentas en este año, una veintena más que el pasado.

Lo quieran o no, la Mafia siciliana, como la Scala de Milán, la belleza de Florencia y Venecia y la marca Ferrari son emblemas de Italia. Como la Danza de la Pluma de Teotiltlán del Valle, que Vd. me dijo era la obra maestra de la cultura de los oaxaqueños. 

Pero no todo ha sido Italia. Oír a Michael Zimpfer, el médico jefe del Rudolfinerhaus, en Austria, decir que no había ninguna duda de que la enfermedad de Viktor Juschtschenko había sido provocada por un envenenamiento con dioxina, me encogió el corazón, por las implicaciones políticas y criminales que abre el caso. Desde el escape de Seveso, en Italia, en 1976, se conoce bien que este veneno. Es quinientas veces más peligroso para la salud humana que la estricnina, aunque la mujer del político ucraniano apenas si haya podido notar “un sabor raro al besar a su marido”. 

Mucho cariño existe, también sin duda, en la primera familia española, en donde La Casa del Rey anuncio el cuarto embarazo de la Infanta Cristina, duquesa de Palma, prolífica hembra real que dará el sexto nieto a los Reyes a principios del verano. No saben como llamarlo aún, pero si hicieran una encuesta, muy probablemente saldrían vencedores los nombres de Carlos o de Rafael, ya que Carlos Moya y Rafael Nadal, son los líderes mas recientes de la opinión publica de aquí, por haber ganado la Ensaladera de Plata en la Copa Davis.


Desgraciadamente, sin embargo, el protagonista de los últimos días sigue siendo el terrorismo, no tanto por sus consecuencias dramáticas (por fortuna), sino por su amenazadora presencia. La celebración del Día de la Constitución española (el seis de diciembre) ha queda empañado con el estallido de siete artefactos en varias localidades. El Ministro del Interior, José Antonio Alonso, lo tiene crudo, porque justamente hoy el partido del Santiago Bernabeu ha tenido que ser suspendido por una amenaza de bomba.

No hay mucha posibilidad de descanso para el hombre moderno, incluso en la escala muy elemental de la inquietud creada por la explosión de más de 80 móviles en dos años  detectada en los Estados Unidos. Manténgase fiel al correo electrónico, querida amiga. Dichosos Vd. y yo que disfrutamos de las cosas pequeñas sin hacer mal a nadie.

Yo me he comprado una lámina del cuadro ’Cardo y francolín’, por el que un comprador anónimo pagó en Christie’s seis millones de euros. A mi me costó solamente unos euros, pero me ha permitido recordar que 
Juan Sánchez Cotan, su autor, un excelente pintor del barroco español, allá por el siglo XVI, se dedicó a pintar austeros bodegones que fueron llamados bodegones de Cuaresma, ya que, se decía, en lugar de levantar el apetito –que es lo que se supone debe hacer un cuadro con viandas- promovían el ayuno. Pero no se preocupe, querida, yo sigo ahorrando para un viaje a México, en donde confío en volver a verla.

Tenga felices sueños, mi buena amiga. Se que debería haberle hablado también de los premios Nobeles que se distribuyeron en Suecia, pero me va a permitir que se lo cuente la próxima semana.

Carta desde Europa: Apagones, viticultores, académicos y espejuelos

Según mis notas, el 21 noviembre de 2004 envié al periódico El Imparcial, de Oaxaca, (en donde hoy se están viviendo momentos de gran tensión que contrastan con la placidez que entocnes quería reflejar en mis cartas de un personaje inventado hablando sobre crónicas de actualidad), esta Carta, una más de la colección de 20 Cartas desde Europa que componen un testimonio de mis. seguramente, pretenciosas ocupaciones literarias.  Qué le voy a hacer, qué se le va a hacer.  
Mi querida amiga, me quedé atrapado cinco minutos en el metro de Madrid y esto me dió cierto tiempo para observar a los demás. No tengo claustrofobia, aunque creo que ese era el síntoma de algunos de los viajeros con los que tuve que hacer a pié el camino hasta la estación más cercana, siguiendo los rieles. Por segunda vez en este año ardió un transformador en esta ciudad y durante un par de horas rozamos el caos. Mientras nos quejábamos, reflexioné sobre las fragilidades de nuestro bienestar, tan vinculado a la energía, el fluído que es la sangre de nuestra economía.  

Hace unos años hubiéramos podido creer que la inexplicable avería era un aviso del más allá, puesto que estábamos en la víspera del aniversario de la muerte de quien se autollamó  El Generalísimo, artífice por reacción de nuestra actual realidad desatada y bien desatada.  Pero los tiempos han cambiado. Pocos se atreven a defender hoy la oportunidad de mantener los cuatro símbolos (estatuas, efigies o medallones) que aún nos restan en lugares públicos de quien fue durante cuarenta años el centro de todos los tactismos políticos y económicos en mi país, y que, a cada ocasión, contradiciendo el dicho de que “muerto el perro, se acabó la rabia”, está siendo oficialmente denostada.

 

Ignoro si más fácil que limpiar todos los restos de ese pasado, pero tengo la impresión de que también será harto difícil, es el propósito de quitar los rastros de contaminación radioactiva de la costa de Palomares, en Almería, en donde subsiste parte del plutonio de cuatro bombas nucleares que cayeron allí pacíficamente en 1966, desprendidas de dos aviones que chocaron cuando se abastecían de combustible. Un momento histórico cuya atención quedó desviada por los ridículos bañadores Meyba –me pregunto si con refuerzo protector de plomo- que llevaban tanto Fraga, entonces Ministro de Interior, como Míster Angier Biddle Duke, el embajador gringo-.

 

Si se pudiera borrar de la historia de la Humanidad todas las afrentas e infamias, y de paso, abominar de todos los dictadores, descubrir las sinrazones de todos los tiranos, posiblemente nos quedaríamos con pocas líneas que enseñar en los libros de texto. Hemos avanzado en muchos campos, pero los problemas principales –qué, por qué, para qué de tanto caminar entre lo oscuro - carecen de respuestas convincentes. Tampoco parece ser esa la preocupación de los que más tienen, mi querida amiga.

 

Un rico inteligente y  pragmático (le acepto que piense que me corroe la pura envidia), Bill Gates, descendió de su Olimpo para pasar unas horas con nosotros, en la lejana Europa. En Madrid, en un programa apretado, pronunció siete discursos en diez horas, se fotografió con la mayor parte de los grandes empresarios españoles, y nos predijo un poco del futuro. Pidió que los poderes públicos le defendieran del software libre,  (el software que se disfruta sin pasar por caja) y contestó las preguntas de tres cibernautas elegidos entre miles (mi propuesta no fue seleccionada: “¿tiene algo que ver la cibernética con la felicidad?”). Hasta presentó un programa informático por el que los bodegueros podrán controlar el ciclo del vino, de pé a pá, desde la vendimia, hasta el descorche. Yo, parapetado en mi ignorancia, lo escuchaba cruzando los dedos y repetía a Garcilaso de la Vega: “no me la toquéis, así es la rosa”.

 

Los atractivos de Barcelona –entre los que cabe incluir el vino- no han sido suficientes para convencer a Juan Villorio de quedarse. Vuelve a México, con los 18.000 euros del premio Herralde 2004 de novela, no sin haber lanzado algunos dardos contra la “carnavalesca realidad política mexicana”, que debe ser una manera de prepararse el adecuado regreso. En su novela El testigo tiene como protagonista subyacente a Ramón López Velarde, (“yo perdono tu flaqueza, y esclavo de tu hechizo, de tu primer hijuelo, dulce amiga, celebraré en mis versos el bautizo”) el magnífico poeta que murió en 1921 de pleuresía por pasear en la noche del México DF hablando sobre Montaigne sin abrigo.

 

No hay que extrañarse demasiado, al fin y al cabo, de que la realidad nos parezca caricatura, y más desde el prisma de la política, porque “la tele es una casa de cristal que nos permite ver la ropa sucia y la basura de todos”. La frase no es mía, querida amiga, sino de su presidente de Vds., y  es una forma indirecta de reconocer que  es difícil que le vean a uno su genialidad cuando está en batín y zapatillas. Pero como ahora la televisión nos permite a cualquier mortal deducir las consecuencias de unos gestos, nos ha parecido a muchos que el Rey Juan Carlos y el presidente Vicente Fox se tienen sintonía positiva. Así lo parece en las fotos que se dejaron hacer en Costa Rica, apadrinando a un neófito que se está situando muy bien en nuestras encuestas de simpatía, Rodríguez Zapatero. Los tres, posando juntos, trataban de demostrar que no tenían razón quienes pensaran que la Cumbre de Estados Iberoamericanos andaba devaluada por las ausencias, y es que, quien más quien menos, todos andan afanados en achicar el agua de sus propios feudos.

 

Ha sido, sin duda, una semana con olor de hispanidad. Lo hubiéramos pasado bien en Rosario, en donde el Diccionario Panhispánico de Dudas fue presentado oficialmente en el III Congreso de la Lengua española. Allí estaba, entre otros ilustres de la pluma, José Moreno de Alba,  que tuvo unas palabras para el efecto Tatarstan, que yo bien creí en un primer momento que sería una clave para entender la situación en la antigua URSS, pero se refería a que la idea del hiperdiccionario surgió en Zacatecas, cuando los académicos comprobaron que no había acuerdo sobre cómo escribir el nombre de esa república soviética. Por cierto, que yo no veo la misma sintonía a la que antes aludí antes, cuando comparo los gestos en torno al presidente argentino Kirchner, que no solo hizo esperar casi dos horas a sus invitados, sino que cerró los ojos cuando un grupo de personas se acercó a la representación española para regalarle unos espejuelos de colores con los que querían recordarles lo que pasó hace quinientos años aunque también les reclamaban ayuda inmediata para empleo, alimentos y mejores condiciones.

 

Empleo y mejores condiciones no se si serán fáciles de obtener por arte de birlibirloque, pero fueron muchos los que se subieron a la tribuna de oradores en Argentina para obsequiarnos con una ración de hermosas palabras, que es barata y sirve de alimento para el espíritu. Lo hizo Carlos Fuentes,  que estaba acompañado de su esposa la periodista Silvia Lemus y, sin duda, del recuerdo emocionado hacia Carlitos, el hijo pintor y poeta que se murió de hemofilia hace unos años en Puerto Vallarta. Me siento cómplice de compartir algunas buenas noches con el maestro mexicano sabiendo que tiene en la mesita de noche El Quijote y el Crátilo, porque eso quiere decir que estamos preocupados, aunque sea a tan diferente nivel, el y yo, Sobre la exactitud de las palabras (que ya usted sabe es el subtítulo de la obra de Platón). Desde esa complicidad inesperada, le veo más sentido, incluso religioso,  a su frase de que “los conquistadores se llevaron nuestro oro pero nos dejaron el suyo, el lenguaje.” 

 

Porque estamos viviendo una época de declive religioso. Me parece que sobre esa apreciación ya hablé con Vd cuando la conocí en Oaxaca, aunque lo que no se me hubiera ocurrido es ligar esa idea con la prohibición de cazar al zorro con perros. Pero Roger Scruton, profesor de filosofía inglés, agricultor y aficionado a perseguir aromas vulpinos con jaurías, por lo que deduzco, ha traducido de esa forma su desacuerdo con la votación que acaban de hacer los plebeyos en la Cámara de los Comunes. “La gente ya no tiene punto de referencia para sus sentimientos, que crecen sin control”. Un tema sustancial para la sociedad británica, seguramente, puesto que hasta la familia real está dividida sobre el particular, ya que el eterno príncipe Carlos discrepa de su madre la reina Isabel, (God save the queen), y no duda en invitar a la desobediencia civil, asegurando que seguirá cazando.

 

Tenga usted muy buenas noches, querida amiga. Permítame antes que le recuerde aquí una parte del mensaje del casi centenario Francisco Ayala, quien también estuvo en Rosario, si bien en este caso  por videoconferencia. Dando otra vuelta de tuerca al lenguaje, afirmó que “poner el nombre a las cosas es transformarlas y crearlas”. No se si la fórmula se puede aplicar al nombre de las personas, pero si yo fuera capaz de recordar el suyo, la recrearía para ponerlo en mi paisaje, y creerme que puedo estar al mismo tiempo en su mundo y en el mío. Suyo atentamente.

 

Carta desde Europa: Toreros, duquesas, archivos y ortizinas

Esta Carta desde Europa fue publicada el 10 de enero de 2005 en el diario El Imparcial de Oaxaca.

  Mi querida amiga, le escribo hoy desde la postración a que me ha llevado un nuevo ataque gripal, o algo parecido, que a mi edad ya no me es tan fácil discernir entre las victorias de los virus y los decaimientos del ánimo. No tengo fiebre, y tampoco se me atragantaron las uvas como a la Duquesa de Alba, Doña Cayetana, que confiesa que nunca pasa de la tercera.

No me duele nada concreto –ni siquiera esa parte del alma a la que nuestro poeta
Miguel Hernández, seguro que en horas bajas,  dotó de sexo masculino-, pero cada vez me cuesta más levantarme de la cama. Mi amigo campesino de Lumbrales (un pueblecito de Salamanca en donde tengo un huerto abandonado), cuando filosofa conmigo sobre ese gusto por yacer en solitario, explica, para él y para mí, “que el cuerpo va pidiendo nicho”.   

Algo ha de ser. El desasosiego de ignorar donde se encontraba exactamente mi hija en estos días de catástrofes, en lo que iba a ser para ellos un viaje de placer por la India y se les convirtió en un sobresalto inolvidable, sentó a mi mesa de Fin de año el fantasma de la soledad con la que conduzco mi existencia.

En mis cartas a Vd. he procurado no referirme a mis estados de ánimo, pero, al fin y al cabo, seguro que en ellas han dejado su huella. La historia de la humanidad, incluso las historietas de los más humildes seres humanos, no solamente refleja la perspectiva de los vencedores, sino el estado de ánimo de sus cronistas.
 

Esto viene a cuento, porque desde la vieja Europa estamos obsesionados por descubrir dónde se hallan nuestras raíces comunes, lo cual nos sumerge ineluctablemente en la fantasía. Designada como paradigma de esa introspección colectiva, Cork, una de las poblaciones más antiguas de Europa, en Irlanda, será este año la “capital europea de la cultura”.

La presidenta de este pequeño país desconocido,
Mary McAleese, ha recordado que de la ciudad partieron en el pasado miles de aventureros para descubrir su América particular, en un flujo duradero de inquietudes que incluyó a un antepasado de John Fitzgerald Kennedy, y también a los que empezaron desde allí la única singladura del Titanic hacia ninguna parte.

La ciudad celta ha tomado el relevo de Salamanca, que fue capital de la cultura europea en 2002. Los festejos comenzaron con un homenaje al río Lee, del que la leyenda afirma que se originó con el rastro de la serpiente que huía de
San Finbarr, fundador de la ciudad en el siglo VI, y que, con estos antecedentes, tengo la fundada sospecha de que nunca existió.  

En un ámbito más general, se duda también de la existencia de los tres Reyes Magos, aunque, en contraste, parece cada vez más segura la de Papá Noel. En España, la mayoría de los niños dirigen ahora sus cartas de petición de juguetes a este invento moderno, hijo de la Coca Cola y de la adulteración.

Lejos los tiempos, estimada señora, en que los niños formábamos colas ante
Aliatar, enviado especial de sus altezas celestiales, y, en la víspera de Reyes, creíamos a pies juntillas en la segura omnipotencia de quienes indefectiblemente nos habrían de decepcionar al día siguiente. Primero fue que los rostros de Melchor y Gaspar, recogidos por la televisión en miles de celebraciones simultáneas, se transmutaban en cada ciudad, tomando incluso parecido con alcaldes y políticos locales. La desconfianza aumentó cuando alguien llegó a identificar al moreno Baltasar con un famoso jugador de fútbol, impostor sin ningún parecido con el rostro verdadero de este Rey, tiznado de hollín y con gruesos labios de carmín. Y en fin, todo el encanto se cayó cuando sus Majestades de Oriente abandonaron las carrozas abarrotadas de cajas de colorines, por desfiles publicitarios y grupos de muchachas semidesnudas con botas altas, sayones romanos, tíos con cucuruchos procesionales y otras parafernalias del circo de las vanidades.  

Aquí, en Madrid, este año, el rey Melchor eligió pasearse en un caballo, Baltasar se subió a  un elefante y Gaspar se encaramó a un dromedario. Incluso trascendió que, para conseguir su encarnación humana, hubo que acudir a otro concejal del Partido Popular, porque, rompiendo la tradición, desde Izquierda Unida nadie estuvo dispuesto a travestirse.

Me dicen que en Oaxaca, sus Majestades han preferido montarse en los caballos, pero que les faltaron juguetes porque no contaban con que acudieran a saludarles tantos niños. A quién se le ocurre repartir sus regalos a la luz del día y en plaza pública.
 

Por otra parte, cualquiera sabe lo que puede contentar a los niños de hoy. Con esta afición general a la motorización, me cuentan que hay criaturas que han pedido a sus padres como regalo una moto, destinada a servir como juguete para niños de más de cinco años de edad, que se ha descubierto que puede alcanzar los 50 km por hora. Fue retirada del mercado, pero no descarto ser arrollado cualquier día en una acera por un mocoso con chupete.  

Con este afán por adelantarlo todo, de querer ser adulto a los doce años y empujarnos a la vejez con cuarenta y cinco, no es de extrañar que las rebajas de enero empiecen ya en la mayoría de los comercios en diciembre. Y menos aún que, como se quejan algunos entendidos en el tema, no sean tales, porque, incumpliendo la legalidad, los precios se suben en los días previos para anunciar luego rebajas del 20%. Me ha parecido, sin embargo, ingenioso que un pueblo segoviano, Abades, adelante desde hace años, 24 horas el reloj de la plaza, para celebrar la nochevieja sin tener que sufrir los apagones que se producían ese día de tanto consumo energético. 

Por cierto que en Salamanca andan revueltos, porque una comisión de expertos ha aconsejado al Gobierno que se devuelvan a Cataluña los papeles que estaban en el archivo de la ciudad, incautados durante la guerra civil. El grupo de sabios elegido para remendar la historia y reavivar rescoldos de las dos Españas, estuvo presidido por Federico Mayor Zaragoza, y  entre las explicaciones públicas que se han visto obligados a dar todos sus componentes, me apetece destacarle las de Jose Alvarez Junco, director del Instituto de Estudios Políticos y Constitucionales, que ha dicho que la decisión se basó en razones justas y legitimas, pero que en adelante solo podrán reclamar la devolución del patrimonio aquellas instituciones que “hubieran existido en el momento de las incautaciones”.  

No se si los colectivos magonistas de su hermosa ciudad encontrarán ahí fundamento legal para pedir que se les devuelvan algunos trofeos de la conquista de México. Pero le debo adelantar que el alcalde de la ciudad del Tormes, Julián Lanzarote, ha montado en cólera y defiende la inmovilidad de los papeles, (más de 500 cajones), declarando zona peatonal al barrio antiguo donde está el archivo, que ha protegido con vallas y bolardos, además de con fornidos policías locales.  

Qué difícil resulta contentar a todos. La aprobación del proyecto de reforma del Estatuto vasco, como le dije en un correo anterior, ha abierto un nuevo frente de discrepancias en la España de las autonomías. Con parecidos argumentos, aunque variando las formas, los dirigentes de los pueblos más ricos de mi país, desde el País Vasco a Cataluña, quieren gestionar más dinero desde sus instituciones locales. Javier Rojo, presidente del Senado, la Cámara que debiera haber servido de foro de encuentro para las autonomías, expresa con prudencia que se podrá reformar la Constitución, pero que no hay que romper la “caja única”, símbolo de la solidez y cohesión de España.  

Hermoso regalo de Reyes fueron los 18.000 euros que le supuso el Premio Nadal a Pedro Zarraluki, al elegirse como ganadora su obra, “Un encargo difícil“, de entre 273 novelas. El encargo que forma la trama de la novela no es solucionar el tinglado autonómico, sino matar a un individuo, recluído en la isla de Cabrera en la inmediata postguerra civil. Tres personajes femeninos son los encargados de defender, cómo no, los valores éticos y la armonía. 

Me ha gustado leer que David Summers, cantante del los Hombres G, recomiende Oaxaca como lugar de vacaciones, aunque lo defina sorprendentemente como “un lugar muy hippy, adonde iban los Beatles a fumar marijuana”. Debe haber muchas Oaxacas, o ese lance es un quite por ortizinas, adorno torero muy poco común que prodigó en la Monumental de México Humberto Flores, en esta última Feria. Ya se que Vds. no pueden disfrutar de este espectáculo porque las corridas de toros están prohibidas en su ciudad, desde los tiempos de Benito Juárez, en 1867. Lo siento. Tan duro impedimento solo se lo saltó, obviamente a la torera, Diódoro Carrasco Altamirano, en 1992, entonces candidato a gobernador por el PRI, y al que, ignoro por qué razones celestiales, Dios castigó haciendo que la corrida fuera un completo fiasco.

Hasta siempre, querida Sra. Ya sabe que escribo cada una de mis cartas como si cada una fuera la última. No espero su respuesta, pero, en contrapartida, no me comprometo. La quiero con toda la fuerza de mi imaginación.

Carta desde Europa : Imanes, juegos de azar, dulcineas y santas

Este articulo fue escrito para El Imparcial de Oaxaca el 26 de diciembre de 2004.

 Mi querida amiga, me permitirá que hoy dedique mi correo, además de a Vd.,  a todas las mujeres. No pretendo con ello compensar agravios ni recuperar cuotas mínimas. Mis razones son prosaicas y tienen su seguro origen en que pasé la Nochebuena solo, leyendo a saltos el Quijote y meditando sobre el papel que la mujer juega en mi vida.

Por la tarde, cuando me acerqué al centro de Madrid para gozar del ambiente, pasé  bajo los arcos de iluminación que la austríaca
Eva Lootz colocó en el Paseo de Recoletos. Las luces componen palabras que, según esta artista plástica, están relacionadas con la Navidad, aunque, en mi opinión, abarcan un muestrario tan variopinto que más bien parecen elegidas al azar de un Diccionario. Los transeúntes pueden escoger entre palabras muy distantes como dignidad y lujuria, estupor y garaje, inútil o serpiente, que, en mi opinión, tienen la misma relación con el espíritu navideño que el culo con las témporas (ninguna de estas dos palabras, por las que me disculpo si le ofenden, están en la propuesta luminosa).  

En estas fechas, yo me vuelvo aún más tradicional, y de haber estado Vd. aquí, o alguien de mi familia, habría preparado unas flores de Navidad con la receta de la Tía Petra, una lúcida centenaria a la que llaman así en Miranda del Castañar, en Salamanca, y que todos los años mezcla siete huevos, un tazón de harina, azúcar y un cuartillo de agua para hacer cincuenta delicadezas comestibles que reparte a los vecinos.  

Mi hija que, como Vd. sabe, anda de excursiones por la India, me ha escrito desde un ciber-café de Nueva Delhi para contarme que ha llegado muy bien y que va a pasar el fin de año en Agra. Un lugar muy adecuado para románticos, y más desde el frío con la que este invierno nos anuncia su presencia,  ya que en esa ciudad está el Taj Mahal, el templo de amor que el emperador Shah Jenan mandó construir a la muerte de su esposa Arjumand Banu, que le dió 14 hijos.  

Pero no creo que el recuerdo de tanta fertilidad ni un marco tan impresionante despierten en los jóvenes de ahora los mismos sentimientos que a sus padres. Lo percibo incluso en los juguetes. Las niñas de mi generación se pirraban por poseer una Mariquita Pérez o un Juanito, con su carita neutral de porcelana. Mi hija y sus colegas han jugado con decenas de Barbies, a las que se pasaban el día vistiendo y desvistiendo.

Pues bien: las niñas de ahora, van a jugar con unas miniaturas de sí mismas, porque sus papás pueden encargar muñecas con el rostro y el corte de pelo de sus hijas. Puedo suponer incluso que, si con el tiempo a las nenas no les gusta la cara del juguete de plástico, podrán llevarla al cirujano y ordenar un remodelado de sus facciones.

Una adaptación correctora que será más barata, y menos arriesgada, que el proceso seguido por
Feng Qian, nombrada a sus 22 años Miss Belleza Artificial de China, después de haber sufrido seis operaciones de cirugía estética, sin encomendarse a Mao ni al diablo. Abro mi boca de estupor ante la estupidez humana. 

El que hubiera estado mejor con la boca cerrada, es el imán de Fuengirola (Málaga), Mohamed Kamal Mostaza, que pasó 20 días en chirona por haber escrito un libro, que además no vió la luz, sobre “La mujer en el Islam”. En él instruía a sus fieles varones sobre cómo castigar a sus mujeres sin dejarles cicatrices ni hematomas. Fue condenado por la Audiencia de Barcelona  a 15 meses de cárcel y a  pagar una multa, pero acaba de ser puesto en libertad porque ya no se le apreciaba peligrosidad social.

En realidad, a la inmensa mayoría de los condenados a penas inferiores a dos años, cuando no tienen antecedentes penales, se les suspende la pena, pero el imán se fue al trullo por el escándalo causado por sus declaraciones. La abogada Maria José Varela, portavoz de decenas asociaciones de mujeres que ejercieron la acusación popular, dice estar “horrorizada” por la decisión de excarcelarlo, que es justamente el sentimiento contrario que expresan
Hamen Salah y Radua Kamal esposa, e hija, respectivamente, del convicto, que desean “empezar una nueva vida”, pero no van a cambiar de presunto torturador, porque “siempre han sido felices con él”.  

Esa interpretación del Corán de que el amor con sangre entra, no es nueva, sin embargo. La Corte de Casación de los Emiratos Arabes Unidos ya había dictaminado que el marido tiene derecho apegar a su mujer para disciplinarla, “siempre que los golpes no dañen sus huesos ni deformen su cuerpo. “

Pero desde nuestra formación cristiana estamos autorizados a tirar la primera piedra. La socióloga mexicana Sylvia Marcos, profesora en la Autónoma de México, editora de un libro sobre Religión y Género y beligerante en la materia, nos ha recordado que “las religiones de base cristiana propagan la animadversión a la mujer, situándolas en una categoría inferior, identificándolas como símbolo de la carne, del pecado y de la tentación.” Hace un par de años –creo que con ocasión de la visita del
Papa Juan Pablo II a México en el 2002-, y al par que criticaba al Pontífice su furor canonizante, Sylvia manifestó su desacuerdo agnóstico con haber hecho santas, y, por tanto, ejemplos a seguir, a Elisabeth Mora y Gianna Beretta. La una aceptó hasta morir recibir “las golpizas de su marido” y la otra ofreció su vida antes que consentir en abortar.

Lo que no le perdono a Sylbia es que haya dudado de la existencia de
Juan Diego, porque por ese camino acabaremos negando la existencia de la Virgen de Guadalupe. Con tantas dudas respecto al ideal femenino, comprenderá Vd. que me haya inclinado en esta Nochebuena por la abstracta contundencia de una campesina como Dulcinea del Toboso, preparando ya que el próximo año se celebrará el cuarto centenario de su nacimiento literario. El Quijote, que no prodigaba halagos, dijo de ella que “en ser hermosa ninguna le iguala y en la buena fama, pocas le llegan”.

Aunque si tuviera que elegir un modelo de carne y hueso, me inclinaría hoy por
Pilar Manjón, cuya mirada muy triste nos recuerda a todos que perdió a un hijo en el atentado vergonzoso del 11-M. Contando  su verdadera historia, aprovechó su comparecencia en la Comisión Parlamentaria que investiga los entresijos de esa masacre fundamentalista, para poner a caldo a los políticos, que, en su opinión dolorida, siguen comercializando votos con el dolor de las víctimas. Solo salvó de su denuncia genérica a tres mujeres: Trinidad Jiménez, Inés Sabanés y Matilde Fernández, todas ellas con la misma orientación izquierdista de la compungida madre.

Como yo quiero ser neutral, voy a añadir por mi cuenta y riesgo en la chalupa salvadora a
Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, y afiliada al PP, que, a pesar de las bombas y de la violencia, quiere mantener como máxima seña de identidad de Madrid, “estar abierta a todos y a todo.” 

Usted sabe que había creyentes de que el premio gordo de la Lotería de Navidad tocaría este año en Madrid, pues se pretende detectar una tendencia en el azar para compensar la desgracia con los premios del Bombo. Pero no ha sido así, y la suerte ha vuelto a visitar sin razón social la expendeduría de La Bruja de Sort, en Lleida. Pero si me sigue en el secreto, yo explico en parte tanta suerte porque allí han vendido este año más de 150.000 billetes, superando a Doña Manolita, en la Gran Vía de Madrid, que apenas llegó a los 94.000.

Teniendo en cuenta que el sorteo más famoso de España consta de 66.000 números y que de cada uno se hacen 195 series, resulta que ese pueblo leridano es responsable del 1% del total jugado en toda España. Una inversión, de todas formas, productiva.
 Pero hay quien prefiere llamar a la casualidad para hacerse rico, imprimiendo papeles con las propias palabras,  como Joanne Kathleen Rowling, que ha terminado su sexto Harry Potter, en lo que será un nuevo éxito de las aventuras del niño mago y sus amigos del colegio Hogwarts. La vida de esta escritora, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia el año pasado, es un ejemplo de resistencia a la adversidad. Escribió su primer libro en una cafetería, con su hija mayor en brazos, porque, recién separada y pobre, no tenía otro sitio donde calentarse mejor.  

Le voy a confesar, sin embargo, que a mí me gusta más como escribe Elfriede Jelinek, la austríaca que fue designada Premio Nobel de Literatura en el 2004, y que no se acercó a recoger el galardón en Estocolmo el 10 de diciembre, coherente con su desprecio al fulgor de cualquier recompensa por escribir, que no sea la del aprecio de los lectores. Feminista sin pelos en la lengua, como lo demuestra en sus novelas Deseo o Las amantes, (las dos que yo he leído), es una radical defensora de los derechos humanos,  que protesta de paso por la desaparición del lenguaje en la literatura, porque deja de ser lenguaje cuando se negocia con ello. 

Como de literatura voy servido, esta noche me voy a acostar después de escuchar a Desdémona en la voz de lírico spinto de la desaparecida Renata Tebaldi. Mientras lo hago, trataré de comprender por qué María Callas, cuando le pidieron que opinara sobre ambas, dijo que “no se podía comparar el champán con la Coca Cola”. Pero me temo que no descifraré el enigma. Como me gustan las dos, supongo que de haber conocido mejor a Santa Teresa, tal vez la divo de peor genio hubiera afinado un poco más y repetido sencillamente aquello de “Cuando perdiz, perdiz, y cuando penitencia, penitencia.” No siendo además celoso, ni tampoco buen crítico, y sin capacidad ni ganas para interpretar a Otelo, me soñaré sentado al lado de Verdi, con la cabeza de Vd. apoyada en mi hombro.

Así imagino mi feliz entrada de año, mi buena amiga.

Eutanasia, premios, huracanes y bodas (Carta desde Europa)

Esta fue la Segunda Carta desde Europa, qu escribí el 11 de septiembre de 2004, para el periódico El Imparcial de Oaxaca. Ya sabéis la historia: un profesor español enamorado platónicamente de una mujer casada mexicana... y todo lo demás

   No me podía imaginar que mi promesa fuera a tener los pies tan frágiles. A los pocos días de enviarle mi primer correo en el que me comprometí a escribirle regularmente cada domingo, mi ordenador me abandonó. Se vió atacado por un implacable ejército de virus informáticos, de esos aviesos, muy retorcidos. Me hicieron creer que mis mensajes llegaban normalmente a sus destinatarios, y no tuve sospechas de que nada funcionara incorrectamente, mientras parece que se intentaban apropiar de la información de mis cuentas bancarias, mis números secretos, mis direcciones de correo y hurgaban en mis intimidades.

Me salvó de la catástrofe total lo que creía que era mi condena, un mensaje que sonaba a despedida, porque la pantalla se colapsó: “Has realizado una operación errónea y tu sistema se apagará”.
 Lleno de pánico, llevé el ordenador a una prestigiosa clínica informática. Realizado prestamente el diagnóstico (“qué mala pinta tiene esto”), y después de mantenerme dos semanas sin ordenador, los especialistas concluyeron que el mal era incurable y me propusieron, en fin,  reformatear el disco duro.

Cuando reconocí que no guardaba copias de seguridad de la mayoría de mis cosas, y que en ese trozo de hierro estaba la mitad de mi vida, no levanté la menor compasión, sino que se me miró como a un insensato. Me vi en una situación de completa desazón, y, negándome a hacer irreversible la pérdida de cuanto guardaba, como el familiar del difunto que confía en que todo vuelva a la situación anterior, volví a casa con mi yerto portátil en las manos.

Por fortuna, en el ascensor le conté a mi vecino mi desgracia, y me envió a su hijo para que le echara un vistazo al desahuciado. Lo llevó consigo y al día siguiente reapareció con una sonrisa de oreja a oreja para decirme que había conseguido recuperar la mayor parte de mis documentos y archivos. Entre ellos, querida amiga, su dirección de correo electrónico.
 

Me tiene que disculpar ser tan prosaico, tan poco romántico, pero estoy seguro de que se podrá imaginar que, para un profesor universitario, perder su ordenador es similar a perder un trozo de cabeza. Pero quién se va a molestar en hacer todos los días un back-up de algo que parece indestructible y al que ha protegido con un montón de caros programas de defensa anti-virus que se actualizan automáticamente a diario.

Ahora imagino como será el Apocalipsis. El anticristo es el Gran Virus. Nos hemos hecho dependientes del coche, el teléfono y el ordenador. Sin ellos, somos otras personas, qué digo, no somos nadie.  
 He ido a ver Mar adentro, la última película de Alejandro Amenábar, éxito de taquilla desde su salida, y premiada ahora por la crítica en la Mostra de Venecia, la bella ciudad que parece estar siempre de vacaciones. Este joven director fue discípulo y protegido de Jose Luis Cuerda, quien quedó impresionado al leer el guión de Tesis, escrito cuando aún era estudiante en la Escuela de Cinematografía.

Dicen que la idea le surgió como su venganza del profesor de Realización, que le había suspendido. Aquella primera obra se inspiraba en los snuff movies, que Vd. sabe son películas que registran a personas realizando actos sexuales, que acaban siendo asesinadas.

Las películas de Amenábar  están narradas desde una sensibilidad especial –se ha confesado homosexual, pero obviamente no me refiero a las consecuencias de esa inclinación-, y una parte sustancial de su corta filmografía gira en torno a la muerte.  La película cuenta la historia real de  Ramón Sampedro, un pescador gallego tetrapléjico desde los 25 años, después de tirarse de cabeza en la peligrosa playa de As Furnas, que estaba al lado de su casa. Durante casi 30 años estuvo defendiendo su derecho a morir, a suicidarse. Dada su incapacidad física, sin embargo, necesitaba la ayuda de otras personas, por lo que su deseo se transformaba en una solicitud de eutanasia. Perdida la batalla legal, acabó distribuyendo meticulosamente entre sus amigos y simpatizantes las actuaciones que llevaron a su mesita de noche un vaso de agua con cianuro, que bebió –ante una cámara fija- con una pajita que alguien había puesto en su boca. Miles de personas reconocieron haberle ayudado a morir.

La difusión de su historia, con el dramatismo de las imágenes de su final, en que justificaba una vez más las razones  y se confesaba único responsable de su muerte, abrió una polémica sobre la eutanasia que no se ha cerrado en absoluto, y que la película replantea de forma muy inteligente.
 La interpretación de Javier Bardem es excelente, como la de todo el equipo. Al actor le han dado la copa Volpi como mejor actor. Sampedro-Bardem son seres vitalistas, seductores, y la identificación del actor con el personaje real es tan perfecta que a uno le extraña verle moverse con naturalidad después de haber representado una muerte tan creíble. Nos gustaría reencontrarnos a un Sampedro vencedor, para confesarle que nos ha impresionado.

Al ver la película, me pareció entender que la decisión de querer morir nos afecta a todos, de alguna forma. Nos acecha el momento en que seremos conscientes de que no será posible hacer aquello que más deseábamos. Estamos todos en riesgo de pertenecer a alguna categoría de desalentados. Parados, olvidados y marginados, desengañados, ancianos, locos, enfermos incurables, los muy lúcidos…
 

El presidente del gobierno español, Jose Luis Rodríguez Zapatero, ha tenido que opinar sobre si hubiera ayudado a morir a Sampedro, y ha dicho que no lo hubiera hecho, aunque comprende su decisión. Por cierto, Juan Jose Millás, uno de los mejores periodistas de acá, le hace un seguimiento de varios días que recoge El Pais semanal. Ya se puede imaginar que el político tiene una agenda agotadora, y uno, tan frágil o tan vago, por más que lo vea joven y de buena salud,  cree que le resultará difícil mantener durante toda la legislatura.

Los políticos parecen vivir en un estado de hiperexcitación cuando llegan a un cargo público.
 Me despertó especialmente la curiosidad lo que el periodista escribe sobre la capacidad de la seducción del Presidente. Justamente acabo de asistir invitado a una tertulia en un restaurante de Madrid en el que un grupo de amigos hemos comentado sobre las relaciones duales entre seductores y seducidos. Hemos hablado de que durante siglos, la cualidad determinante del político fue la seducción por la palabra, su elocuencia, su retórica. Es decir, el modelo Cicerón. Los contertulios estuvimos de acuerdo en que los políticos no seducen ya con la palabra,  no les hace falta. El pueblo prefiere elegir como representante al hombre de la calle, a alguien que no destaque en especial, cuya capacidad de verbalización sea incluso vulgar.

Zapatero seduce, eso sí,  con su gesto de desvalimiento al meter las manos en el bolsillo cada vez que se encuentra en una situación nueva, desviando así –dice Millás- la atención de sus titubeos verbales.
 

Estoy siguiendo con interés y alarma las noticias sobre los huracanes que están asolando la zona de las Antillas. Con razón el nombre se ha tomado del vocablo maya para llamar al diablo. Recuerdo bien las imágenes de aquel Gilbert en 1988, el mayor del siglo pasado. No tenemos aquí experiencia alguna de esos fenómenos, y cuando un vientecillo supera los 100 kilometros/hora las autoridades declaran ya máxima alerta. Me impresiona ver las escenas de gente resignada claveteando tablas en puertas y ventanas tratando de impedir que los terribles vientos, no entren en sus casas y lo arrasen todo.

Cuando le escribo esto,
Iván, uno más de la serie de hermanos demoníacos nacidos en este septiembre, ha bordeado Cuba y se encamina hacia Florida. Con su permiso y mi frivolidad, como estoy convencido de que la furia se desvanecerá al rozar las costas mexicanas, yo le propongo ir con Vd., utilizando nuestra imaginación, a la Playa del Amor, en Puerto Angel, a contemplar el oleaje.  

Estamos en el tercer aniversario del atentado del 11-S de Nueva York y han pasado seis meses desde que sufrimos en Madrid el 11-M. Apenas hace unos días, en la ciudad de Beslan, en Osetia (Rusia) otros terroristas eran la razón de centenares de muertos en una escuela donde se celebraba el comienzo de curso. Todos estos muertos, y tantos otros, han sido elegidos como emisarios del odio del hombre frente al hombre. A medida que me voy haciendo mayor (no, por favor, no me venga ahora con que me ha visto muy joven) aumento mi escepticismo.  Me preocupa mucho el aumento de los terroristas, y no me importa que sean bandas a sueldo o guiadas por fanatismos religiosos.

Un historiador británico,
Timothy Garton Ash, opina estos días que no es posible defender la tolerancia sin  luchar y que una buena parte de los terrorismos son explicables, en el sentido de que tienen causas, que son las que hay que eliminar. Conocemos muchas causas, desde luego: la pobreza y las desigualdades, la lucha por las materias primas y fuentes de energía, la ignorancia o el abuso de poder, la intolerancia, la respuesta a la agresión previa, etc.

Por otra parte, los pueblos viejos perdemos mucho tiempo en discutir los pasos previos, las formas, al fin y al cabo, lo menos trascendente. Valga un ejemplo. En el Ministerio de Defensa de mi país están ocupados por examinar las consecuencias mediáticas del rechazo de un aspirante a soldado,  transexual nacido mujer pero actualmente varón según su DNI, que, después de haber superado todas las pruebas de acceso, incluso las psicotécnicas, dejó evidente en el examen médico que sus órganos sexuales seguían siendo femeninos. Así que es posible que tengamos una división transexual, para un Ejército cuya utilidad tantos se plantean.
 

Otra polémica ardiente, ésta en Francia, reside en decidir si las jóvenes estudiantes musulmanas estrictas pueden ser autorizadas a llevar el velo en clase, tal como su religión les prescribe. Usted y yo podemos pensar que hagan lo que quieran, como no nos atreveríamos a opinar si es mejor o peor que otros alumnos vayan con minifalda, pasamontañas, lleven piercing, tatuajes horribles u ofrezcan sus ombligos al aire.

No crea que en España estos problemas de la observancia religiosa nos son ajenos, ya que el número de inmigrantes ha subido de manera impresionante, y alcanza los 3 millones de personas, de los que se cree que 1 millón son irregulares, y las diferencias culturales y, por tanto, religiosas, empiezan a hacerse sentir. El Gobierno ha creado la vía del “arraigo social” para legalizar a los extranjeros que demuestren que llevan un año trabajando ilegalmente, si denuncian a su empresario, buscando el “borrón y cuenta nueva”.
 

Me han comentado en Secretaría de la Facultad donde doy clase que este año aproximadamente un 10 % de los alumnos inscritos son musulmanes, y que varias organizaciones han protestado por la celebración religiosa confesional católica del comienzo de curso, y que demandan la suya. Yo preferiría que las celebraciones públicas se hicieran aconfesionales. Reconozco el magnífico boato de una boda religiosa, pero también debo decirle que las bodas civiles han mejorado muchísimo. He asistido recientemente a una en la que se leyeron escritos muy ocurrentes sobre los novios, se distribuyó una copa de cava por el Ayuntamiento y el concejal improvisó una magnífica homilía sobre la fidelidad y la vida en común que no tenía nada que envidiar las que hubiera podido prenunciar el mismo padre Feijoo.  

Se casa Laura Ponte, una de nuestras top modelos, con un hijo de la infanta Doña Pilar, hermana del Rey. Los miembros de las familias reales están consolidando su tendencia a casarse con plebeyas, demostrando sus gustos eligiendo hermosos ejemplares de la raza, con las que antaño se limitarían a ejercer su derecho de pernada . El príncipe Felipe, al haberse casado con la ahora también princesa Letizia Ortiz, periodista asturiana, abrió las puertas del cuento de hadas a las familias normales (con su muestrario de matrimonios fracasados, padres separados, abuelos taxistas, estudios en escuela pública, veraneos en el pueblo, partidas de tute.  etc).

Lejos los tiempos en los que la sangre azul buscaba a miembros de otras familias reales para fortalecer vínculos de Estado y defender el status. Ahora los vástagos de las monarquías, en indudable decadencia, no se recatan en reconocer que persiguen los mismos ideales que los demás humanos, repitiendo que son iguales a nosotros. Supongo que son conscientes de que nos están poniendo en evidencia, pues no parecen saber en qué consiste su papel de ser abejas reina de nuestra colmena. Nos dicen también que el mejor sitio para aprender a ser príncipe o princesa, son las Universidades. En lo demás, como escribiría
Andersen, no les importa que el pueblo vea que van desnudos.  

Confio en que mi ordenador no se vuelva a estropear, y pueda enviarle mis correos todos los domingos, sin problemas, a partir de ahora. Ya sabe que no espero su contestación, pero unas palabras, unas simples palabras, me harían pensar que me lee, que aquellas magníficas noches en Oaxaca no fueron un sueño ni un delirio de mi imaginación. Espero que no le haya molestado, sino al contrario, que esta mi segunda carta sea tan larga. Tengo tantas cosas que decirle… Suyo afectísimo.

Carta desde Europa: Cardenales, gays, alcaldes y empresarios

 

La quinta Carta desde Europa fue escrita el 3 de octubre de 2004, para ser publicada de inmediato en el diario El Imparcial de Oaxaca. Cuando la releo hoy, me parece simpática la manera que entremezcla dos temas que la actualidad caprichosa (más aún que yo mismo como autor) ha vuelto a unir, aunque no tienen más relación que su coetaneidad. Por una parte, las elecciones en Mexico, en la que Lopez Obrador (del PRD) -entonces alcalde de Mexico DF- compite con Calderón (PAN) y Madrazo (PRI) por la Presidencia. Por otra, la celebración del día del Orgullo gay.

Ya saben los seguidores de este blog que las Cartas están supuestamente escritas por un profesor español, enamorado platónicamente de una oaxaqueña, de la que ni siquiera es capaz de recordar el rostro, ni las circunstancias en las que la conoció, si es que eso le sucedió alguna vez.

El pasado domingo dejé el ordenador de mi despacho encendido con la carta que le había dejado a medio escribir, y mi hija la descubrió. Desde entonces le ha dado por sospechar que estoy enamorado y no para de lanzarme indirectas del estilo de “aféitate mejor” o “tenemos que encontrar tiempo el próximo fin de semana para comprarte ropa”.

He intentado explicarle, para desviar su atención, que las notas que su perniciosa curiosidad había descubierto, no estaban destinadas a un personaje real, sino que –y usted me perdonará, querida amiga-  eran una simple creación literaria. De momento, no me ha creído, y persiste en su ingenua vigilancia con la intención de descubrir, qué se yo, una mancha de carmín en mis camisas. No le diré la verdad. Quiero conservar solo para nosotros el recuerdo de nuestros paseos bajo la luna de Oaxaca. Aunque  tengo que confesarle que su rostro se me desdibuja a veces – ¿eran sus ojos verdes o castaño almendrados?-.
 

Bueno, me dejo de circunloquios y paso ya a contarle cosas de acá. No siempre se bien cómo seleccionarlas, y también me pregunto si lo que me llama la atención a mí será lo que le gustaría conocer a Vd. Soy consciente de que la mayor parte de las noticias le serán bien sabidas, pero me hice a la idea de que sabrá encontrar algo de mí en ellas, de la misma forma –ay- que el desnudo de la persona amada no es para su amante igual a ningún otro, precisamente por ser el suyo.  

El gobierno español aprobó un proyecto de ley para reconocer los mismos derechos a las parejas de homosexuales que a aquellas otras que se forman según el modelo ordenado por el Dios de la Biblia. Eso supondrá, en sus aspectos pragmáticos,  la modificación de catorce artículos de nuestro Código civil, lo que ha levantado mucha polvareda. La eliminación de barreras para que las más de 15.000 parejas de hecho homosexuales se casen “por lo civil”, no contará con el pleno apoyo de la oposición, que no está dispuesta de momento a admitir que los invertidos puedan adoptar hijos. Beatriz Gimeno, presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales, celebró el proyecto y calificó la postura de los populares, por exigüa, de “oferta de fin de semana congresual”.  

La medida es una demostración de la fuerza del colectivo gay. Porque otras parejas de hecho no cuentan con el mismo apoyo e interés, a pesar de que algunas, están muy necesitadas de atención pública. Hermanos solteros o viudos que viven juntos durante décadas, ayudándose uno a otro y a veces en situación precaria; amigos que sin ningún objetivo sexual se han decidido a compartir su existencia; cuidadores de incapacitados y sus pupilos, etc.  

Malos tiempos, por lo demás,  para la Iglesia católica, que junto a la amenaza de que se revisarán las aportaciones estatales para su sostenimiento, (o, al menos, de que se les equipare en tratamiento con otras religiones mayoritarias), tiene que asimilar la supresión de la asignatura de Religión en el bachillerato, sustituída por la más genérica de Historia de las Religiones. El cardenal Julian Herranz, presidente del Consejo Pontificio para los Textos legislativos, dice que estaos movimientos están inspirados por  un “fundamentalismo laicista”. Otros prelados, más prudentes, prefieren callar o negar cualquier tensión entre socialistas y católicos.  

Este fin de semana, como estaba previsto, Mariano Rajoy ha sido elegido presidente del Partido Popular, en el Congreso correspondiente, con lo que la cúpula de esta asociación política completa una imagen de triunvirato con resonancias bíblicas, ya que tendrá tres presidentes: los otros son Manuel Fraga, en horas bajas  por la rebelión de algunos de sus principales en Galicia, y José María Aznar, presidentes ad honorem. Este último, fiel a su papel de azote de la tranquilidad, lanzó un discurso de clausura recordando a las dos Españas, que me puso a ratos los pelos de punta, o, como diría el hijo de mis vecinos, “los pelos como escarpias”.  

También se celebró el Festival de cine Erótico de Barcelona que no merecería –ni por entidad ni por el respeto hacia Vd.- que yo lo mencionara aquí sino fuera porque esa industria crece con fuerza y ha ocupado muchas páginas y comentarios, además de que porque el español Nacho Vidal es una de los porno-estrellas más afamadas en ese mundo. Cuenta ufano que se ha hecho una reproducción de su órgano más preciado en chocolate (no el cerebro), y promete que el 10% de los ingresos irán a parar a asociaciones de mujeres víctimas de malos tratos. Poca ayuda debe ser. Particularmente, y a falta de ideas mejores, prefiero que se impulse la industria pornográfica que la de armamento. Porque aunque no faltan ideas para impulsar la política industrial, los expertos tampoco se ponen de acuerdo en este tema.

Mire si no, las reflexiones de
Michael Klein, vicepresidente de desarrollo del sector privado del Banco Mundial, que al presentar el Informe anual sobre el Clima de inversiones de 2005, defendió la  necesidad de la intervención gubernamental en las estrategias de desarrollo, para proteger las industrias nacionales.  Y, si lo entendí bien, puso como ejemplo del riesgo de descuidarse a México, que, después de haber hecho fuertes reformas macroeconómicas e importantes privatizaciones,  ahora tiene que enfrentarse al capitalismo salvaje de Extremo Oriente.

Apertura al exterior de su bello país que, con seguridad, no será en este preciso momento compartida por algunos directivos de Equipamientos Urbanos de Mexico, filial de Fomento de Construcciones y Contratas, el grupo español del que es propietaria principal Esther Koplowitz, que han sido detenidos en Mexico DF por romper unas losetas en el Paseo de la Reforma, para colocar una marquesina. No es que fueran unos vándalos más de los muchos que proliferan en su país y en el mío y que tanto destrozan, sino que pretendían cumplir un contrato del municipio adjudicado hace años y que Andres Manuel Lopez Obrador, alcalde actual, se niega a admitir, porque le parece demasiado ventajoso para la empresa. Seguro que a Cristina Barrios, embajadora de España, estos conflictos entre güevos y poderes no le harán ni pizca de gracia, y preferiría que nada empañase las buenas relaciones.  

Con alivio se vivió en Italia, como puede imaginarse, la liberación de las dos italianas secuestradas en Irak, las dos Simonas, Terretta y Pari, cooperantes de la Organización No Gubernamental, Puente a Bagdad. Se especula que el gobierno italiano ha pagado más de un millón de dólares por el rescate, además de desplegar una gran actividad negociadora. Las dos chicas, no se si afectadas por el síndrome de Estocolmo o por el de Bagdad, dicen que las trataron muy bien, que les regalaron una caja de dulces, les pidieron disculpas, y hasta les regalaron un Corán comentado. Desde que nos intentan convencer que terminó esa guerra, más de cien civiles extranjeros han sido secuestrados en Irak, y la cuarta parte fueron asesinados.  

No estamos en un momento optimista, y no descarto que una de las razones pueda ser que dormimos poco. Algunos acontecimientos, desde luego,  han aumentado nuestra intranquilidad. Según el estudio de una empresa sueca de muebles, los españoles estamos apenas siete horas en la cama, nos acostamos después de las doce, y la mayor parte de las veces, lo hacemos solos. Es como si me hubieran visto por una rendija, querida amiga.

Con todo mi afecto, hasta la próxima semana
  

Carta desde Europa: Americanos, aceites, desnudos y cocineros

El 7 de noviembre de 2004 el periódico El Imparcial, de Oaxaca, publicaba esta Carta desde Europa, la décima de la serie. Con la licencia que me concede el paso del tiempo, las presento ahora desordenadas, atemporales, un poco trasnochadas, para que los seguidores de esta blog puedan disfrutar (si así es, si así os parece) con ellas.

Resulta que todas las mañanas, cuando tomo mi tostada de pan con aceite de oliva y mermelada de moras junto al café con leche, me estoy medicando. No es ya, mi querida amiga, porque esté ayudando al correcto funcionamiento de mi tubo digestivo, sino porque, además, estoy favoreciendo al corazón. Así lo ha determinado, después de profundos estudios, la Agencia del Medicamento y la Alimentación de USA, concluyendo que el aceite de oliva reduce el riesgo de padecer enfermedades coronarias.

Esta  recomendación, sin embargo, pasará casi desapercibida a los consumidores de la Unión Europea, porque no podrá reflejarse en las botellas de aceite que se vendan aquí. De acuerdo con la legislación, equivaldría a transformar el aceite en medicamento y, entonces, habría que comprarlo en las farmacias y no en el supermercado o en la tienda de la esquina.
 

La noticia puede que se deba a una simple casualidad, pero yo la interpreto como un paso interesante en el camino de la mejora de las relaciones entre España y USA, una vez que está fuera de dudas que el presidente Bush mantiene su poder sobre el mundo con el apoyo de la “Norteamérica profunda”.

Por cierto que a algunos, con esto de las elecciones, se les ha visto el plumero. Por ejemplo, un periódico de tanta difusión como El País estuvo dando como ganador a Kerry en las principales ediciones del martes. Tuvo que pedir perdón, por su arriesgado wishfull writting.
 Este impulso por adelantarse a la noticia, siendo los primeros en darla, ha llevado a la prensa europea a opinar sin empachos sobre la sucesión de Yasir Arafat, a quien se da por clínicamente muerto en un hospital de Paris.

Puede ser, como algunos especulan, que se le esté sosteniendo con vida artificialmente para dar tiempo a que en Palestina se pongan de acuerdo para una transición pacífica. Pero me parece muy misterioso que el sonriente rais que tomaba el avión para recibir tratamiento en uno de los mejores hospitales militares del mundo se haya convertido en un presunto cadáver al que incluso se le niega el enterramiento en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén.

Me puedo imaginar al enfermo siguiendo atentamente los comentarios y especulaciones sobre su muerte, haciendo sus anotaciones.
 Con tantos conflictos por resolver en el mundo, está muy bien que los gobiernos se gasten dineros en investigar todo aquello que no tenga nada que ver con el armamento, incluso aunque su inmediata aplicación práctica no sea evidente.

Un grupo de científicos de Albacete, capitaneados por
Laureano Gallego, ha descubierto un comportamiento claramente machista en las ciervas. Resulta que estos animales cuando tienen una cría macho le dan más  leche y con más proteínas que si paren una hembra. No debe Vd. creer que el equipo de la ciudad de las navajas pretende denunciar ese favoritismo, sino que, por el contrario, lo que van a hacer es estimularlo. Porque la intención que les guía, después de casi diez años sacándoles sangre y ordeñando a horas intempestivas a las pobres madres, es conseguir que se produzcan más ciervos machos para abatirlos en muy rentables cacerías organizadas. Carne apetitosa la de los cérvidos de granja, muy apreciada en los restaurantes europeos.

Tengo anotada una receta de paletillas de ciervo maceradas en vino y guisadas con santa paciencia, para acabar en el plato acompañadas de membrillo y escalonias confitadas. Creo que su autor es el cocinero catalán
Santi Santamaria, y le juro que con solo leerla ya activo mi secreción gástrica.

La plana mayor de los cocineros vascos, en cambio, seguro que activó en esta semana sus centros de producción de adrenalina, ya que fueron llamados a declarar en los Juzgados –en algún caso como imputados-. Allí estuvieron
Berasategui, Arguiñano, Arzak y Subijana, a los que la lengua de un etarra señaló como pagadores del impuesto revolucionario, lo que en España es delito. 

Como en estos correos a veces aprovecho para confesar mis culpas, y aprovechando la nota gastronómica, me acuso de que en otro tiempo me gustaba mucho la sopa de tortuga. Compartía esa afición, por lo que sé, con los indios huaves, pero ahora, desde que se protegen a estos animalillos, tengo que contentarme con simples sucedáneos. Perdóneme la falta de sensibilidad, pero es que cuando veo la filmación de miles de tortuga hembra emergiendo del Pacífico para desovar en la Playa de la Escobilla, no puedo evitar acordarme de lo bien que sabe el animalito.

Por eso, espero que
Cuauhtemoc Peñaflores Salazar, director del centro de la Tortuga en su país, confirme que su programa de defensa del quelonio ha sido un éxito y que, puesto que la especie no corre ya riesgo de extinción,  en un gesto supremo de amor, vuelvan a las ollas. Aquí en Madrid, el puente de la Almudena (ya sabe, la virgen patrona de Madrid)  ha reducido bastante el tráfico de la ciudad. Los motorizados deben andar recorriendo kilómetros por otros lugares, aprovechando que el coste del petróleo ha bajado algo, porque la ciudad parece más vacía.

Como yo soy un enamorado del transporte público, el vaivén del precio de la gasolina me trae casi al pairo. Comprendo, eso sí, que la mayoría celebre las fiestas de las grandes ciudades, escapándose de ellas. El placer de conducir un buen coche no será, con todo, similar a lo que el nuevo director de Pemex,
Luis Ramírez Corzo, llama –en carta a sus empleados-  “sentir de nuevo el orgullo de ser petroleros.” Más bien parece una indirecta hacia el cesado Rafael Muñoz,  su antecesor, en el supuesto de que, como le acusan, haya cargado a la empresa las operaciones de cirugía estética de su esposa. No tengo el placer de conocer a la señora, ni antes ni después de la operación, pero podría entender que, ya que estamos en el imperio de la imagen, los gastos de estética de los ejecutivos de las grandes empresas sean abonados por todos los accionistas. 

Yo pagaría algo para que los mexicanos mejorasen la imagen de España, muy necesario según una encuesta del Real Instituto Elcano, preocupado por detectar lo que se piensa de mi país en América Latina. Ustedes figuran entre los que menos nos quieren, pues solo un 30% de los mexicanos nos conceden una valoración aceptable. Como la misma encuesta pretende convencernos de que a los que más quieren son a sus vecinos del norte, tengo motivos para sospechar de la sinceridad de las respuestas.  

Me gustaría terminar con una petición doméstica, y es que le agradecería que, si por fin se decide a escribirme unas líneas, me diera argumentos para convencer a mi hija de que se case. No me corre prisa, pero me ha alarmado conocer que el 85% de los jóvenes entre 24 y 30 años viven con sus padres. Con sinceridad le digo que no se me ocurre qué es lo que puede mover a la juventud a emanciparse. Aunque sin aplicación al caso, tomo nota del argumento que esgrime Elton John para casarse con su pareja, el diseñador David Furnish: le preocupa que quede en la ruina cuando se muera.

Lo que me gustaría es tener el poder de convicción del cantante, que ha conseguido que
Sarah Ferguson (la ex del príncipe Andrés de Inglaterra) pose desnuda para un almanaque, a sus 45 años, apoyando su Fundación de lucha contra el sida. Hoy me voy a tomar un guiski antes de irme a acostar, querida amiga. Empieza a hacer algo de frío, y el consumo moderado de alcohol siempre me ayuda a enfriarme la cabeza.  

Carta desde Europa: Toreros, metrosexuales, exploradores y vírgenes

El 23 de octubre de 2004 envié al diario El Imparcial de Oaxaca este artículo, entonces de actualidad. Una de las cartas que un imaginado profesor de una de las Facultades de Derecho  de Madrid enviaba a una mujer que tal vez no existía, en Oaxaca, México.
 Me ha entrado algo de desasosiego al imaginar que, después del tiempo transcurrido, a lo peor, mi rostro se le está desdibujando. Pensé en adjuntarle una fotografía, pero solo tengo las que me sacaron hace unos veinte años para el carné de la Universidad, y éstas, más que recordarle como soy ahora, creo que le moverían a confusión. No le cuento esto para que en un arrebato me intente persuadir con cuatro líneas de que me recuerda bien como soy, y que soy güero o  tirando a moreno. La tengo por mujer de su casa, muy ocupada, y a buen seguro que su esposo no tomaría bien saber que se cartea semanalmente con desconocidos. No nos valdrá entonces pretender demostrar que nuestra correspondencia es más casta que mi piolé de montaña, que la dirección de los correos es unilateral, y qué se yo cuanto más, que bien sé que corro el riesgo de terminar atravesado por una bala mal encontrada.

Así que siga Vd. en su papel de lectora, que yo le seguiré contando historias de acá sin que me preocupe no obtener respuesta.
 Tampoco pretendo que Vd. me vea, a mis años, como un metrosexual, según la definición que Mark Simpson consagró hace años para llamar a algunos urbanitas que se empeñan en contradecir el dicho popular de que “el hombre y el oso cuanto más feos, más hermosos”. Yo ni me pinto las uñas, ni me pongo afeites, ni aspiro a gustar tanto a los hombres como a las mujeres, porque me conformo con agradar a alguna hembra de ese 35 o 40% que la naturaleza todavía me mantiene como complementario.

Además, poco tengo yo que ver con los prototipos de ese subgénero. Me miro en el espejo y no me encuentro parecido ni con el actor
Brad Pitt, ni con el futbolista-showman Beckhan ni, a escalas más locales, con el presentador español Jesús Vázquez, o los políticos mejicanos Jorge Castañeda o Santiago Creel, por ponerle una lista corta de algunos a quienes están  encasillados como sus genuinos representantes. Yo soy un seudointelectual bastante feo, que en invierno duerme con calcetines y que al volver a casa por las tardes, entre los malos humos de la ciudad y los que me generan los disgustos, puedo tener el mismo aspecto desaliñado que si acabara de batirme el cobre -y perder- por una piñata. 

Lo que sí le reconozco es que soy un sentimental. Como el Marqués de Bradomín, el personaje recreado por Valle-Inclán, yo me veo feo, agnóstico y sentimental. Me ha conmovido, por ejemplo, que el marroquí Hicham el Guerruj, que fue campeón en las olimpiadas de Atenas en dos carreras, haya confesado su convicción de que el deporte es la mejor manera de unir a la Humanidad. Imagino a mandatarios resolviendo sus eventuales diferencias a ver quién hace más hoyos de golf con menos golpes, en lugar de ordenar a sus ejércitos que agoten las existencias de misiles en las cabezas de otros.  

También me hizo segregar “adrenalina de la buena” oir al oncólogo Joan Masagué, que igualmente recibió un premio Príncipe de Asturias estos días, afirmar desde su amplio saber, que el 60% de los cánceres ya se curan. Porque a mí lo que me gustaría, querida amiga, a pesar de lo que me quejo y ya que supongo no se van a olvidar de llevarme al otro barrio, sería morirme muy viejecito. No tengo buena relación  con la Parca. Todo lo contrario de lo que les pasa a ustedes, que juegan con la muerte como su juguete favorito, al decir de Octavio Paz. 

Por cierto que el nombre metrosexual no hace referencia a ninguna medida, sino que se deriva metro, que es madre, en griego. Creo que es porque estos modernos narcisos conservan también en su ego restos de un complejo de Edipo mal curado. El metro es, además, una medida que se ha quedado algo anticuada, porque por se habla ahora de nanotecnologías y años luz. Aunque, como siempre, para medir las cosas de todos los días, nos basta con lo que va desde el pulgar hasta el pie.

Para mí, la medida de más utilidad, es el jeme (que no necesito recordarle es la distancia entre el dedo pulgar y el índice, teniendo la mano muy abierta).
Gabriel García Márquez emplea, con la intención de mantenerlas vivas, palabras como ésta en su última novela. Memoria de putas tristes, cuenta la historia de un nonagenario que quiere celebrar su cumpleaños poniéndose en las benditas manos de una adolescente virgen. El rijoso y muy arriesgado vejete, a quien su afición a las señoras de alterne restó el tiempo imprescindible para casarse como Dios manda, se hace acortar un jeme sus pantalones juveniles para ajustarlo al cuerpo encogido. Imprescindible medida esta del palmo que también usaba al parecer Moctezuma, porque ofreció a Cortés unos collares de camarones dorados que medían un jeme.  

Me satisface ver que la gente mayor mantenga intacta su creatividad, en estos tiempos en que el Alzheimer acecha y ni nos deja recordar donde hemos dejado las gafas. Lo que ya no está tan fácil es mantener el poder, mérito conseguido al menos por dos ancianos de distinto pelaje ideológico que se han caído algo estas semanas.  Manuel Fraga y Fidel Castro, son personalidades fuertes que no están dispuestas a ceder los trastos, expresión muy torera, como sabe. El cerebro les funciona, desde luego, bastante mejor que sus piernas, y les aconseja desconfiar que alguien pueda servir al bien común mejor que ellos. Parecen restos sociológicos de un pasado extinto en el que los mayores eran los jefes de la tribu. No encuentran sucesor, dicen. Mi diagnóstico es que a su alrededor habrá crecido una corte de aduladores, aprovechados y nostálgicos, y esa mezcla ha quemado los liderazgos de un par de generaciones.  Por eso ellos van a morirse con las botas puestas. 

A mí me gustaría morirme en la plaza. No, por supuesto, como torero, sino como el toro. Y en sentido figurado, ya me entiende. Me encanta pensar, copiando a Luis Rosales en unos versos que sirvieron para hacer análisis sintácticos en todas las escuelas de la posguerra española, que “como el toro me crezco en el castigo”.

Soy aficionado a las corridas de toros y mi padre me enseñó a distinguir los naturales de las largas cambiadas, pero es que además los toros me parecen un espectáculo  lleno de metáforas. Por eso me alegra que China, haya sido escenario de la primera corrida de toros que se celebra en Asia, porque de ese gusto no pueden venir más que cosas buenas. Fue en Shangai, y, por cierto, querida amiga, los animales se trajeron desde México en avión, porque las reses españolas siguen vetadas desde los tiempos de las vacas locas. Es una pena que hayan suprimido a última hora la muerte del animal en presencia del público, y hayan matado al morlaco detrás de bastidores, simulando la suerte con una banderilla blanca. Ya sé que ojos que no ven, corazón que no siente,  pero es aconsejable vigilar de dónde sale el animal que te comes, y seguro que a los chinos les acabará encantando, como a mí, el rabo de toro de lidia. Que, por cierto, lo preparo para chuparse los dedos, si me permite la petulancia.

Una alternativa a la de morir en la plaza sería perderme en el hielo, y que me descubran  -si es caso- al cabo de 5.000 años. Tal vez era esa la intención del explorador
Helmut Simon, descubridor del “hombre de los hielos”, Ötzi, en un valle del Tirol, que desapareció hace dos semanas por los Alpes. Pero como ahora con las nuevas tecnologías no se respeta casi nada, al infortunado austríaco lo  descubrieron hace un par de días y a estas alturas supongo que ya lo habrán incinerado. 

Bueno, me voy a la cama. Ya se imaginará usted después de lo que me conoce, -porque escribir es un striptis intelectual- que yo asocio ese mueble tan útil al hecho de dormir, aunque admito que tiene otras utilidades, alguna de las cuales me gusta más que el chocolate. La cama está en el mensaje subliminal de un informe que se dió a conocer esta semana, que se atreve a poner en un ranking de frecuencia a más de cuarenta nacionalidades. Los españoles, así, en global, sin indicar cuál sería su origen autonómico, estamos un par de jemes por encima de la media mundial, con unos 120 coitos al año. Claro que la información proviene de una empresa fabricante de preservativos. No se si intentan animarse ellos mismos viendo un mercado con gafas de color rosa, o pretenden empujar a los clientes para que sean más competitivos. Pero yo miro a mí alrededor y veo que por aquí la gente solo habla de fútbol.

Así que buenas noches, querida amiga.