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El blog de Angel Arias

Temas técnicos

A barlovento: Esperanza de rescate para los mineros chilenos atrapados en mina San José, Atacama

En la tarde de hoy, 27 de agosto de 2010, (a las 16h:15m) fue entrevistadoen directo por el programa de Luis Herrero, de la cadena Libertad Digital, sobre las perspectivas de rescate para los 33 mineros chilenos atrapados a 700 m de profundidad en la mina de cobre y oro de San José, en Atacama.

No soy un experto en temas mineros, ya que mi experiencia profesional como ingeniero de minas me ha llevado por los caminos de la siderometalurgia y la investigación hasta los temas ambientales, que combino con mi formación paralela como abogado.

Sin embargo, y dentro del ánimo divulgativo que pretendo en este blog, trataré de resumir la entrevista, completándola con otra información recogida al respecto, para ayudar a la formación de la opinión del lector.

La noticia de que los 33 mineros se encontraban vivos, después de 18 días bajo tierra, aunque dehidratados y débiles, es una excepcional noticia. Su rescate, que tengo la seguridad de que se producirá con éxito, y que podrá realizarse dentro de unos 60 o 70 días, abrirá un nuevo capítulo de supervivencia de esos esforzados profesionales de la tierra.

Las condiciones de las minas subterráneas excavadas en macizos rocosos primarios son diferentes de las que se padecen en las minas de carbón. En la Mina San José la temperatura es constante, del orden de los 36º C y la humedad, del 98%. Son condiciones duras, pero soportables para el cuerpo humano, si se dispone de agua y de ventilación.

Por fortuna, la cámara en donde se hallan los mineros -y los túneles y galerías circundantes que permanecieron parcialmente accesibles luego del derrumbe que obturó la chimenea de ventilación- disponía de agua (unos 14.000 l destinada a la refrigeración de la maquinaria- y, hasta su descubrimiento, pudieron respirar el aire que quedó atrapado con ellos.

La situación, desde el punto e vista de la supervivencia, ha cambiado felizmente desde que se produjo el contacto con los mineros, ya que, a partir de un conducto de 15 cm se les está pudiendo llevar alimentos (al principio, líquidos isotónicos), medicinas y, no en último lugar, comunicación con el exterior, visual, como acústica.

Desde esta perspectiva, los mineros no se encuentran en condiciones diferentes a los de los secuestrados en una cámara subterránea, o trabajando en un submarino o en una nave espacial. Su mentalización para resistir el internamiento pasa a ser una clave principal para que puedan ser extraídos en condiciones fisicosicológicas aceptables. Deben hacer ejercicio continuado, mantener un espíritu de lucha y de compañerismo, no desesperar. Pensar en que serán rescatados, sanos y salvos.

El procedimiento técnico para conseguir su extracción a la superficie parece el adecuado, también desde el punto de vista de instalar rápidamente un método operativo. La perforadora Strata 950, empleada con éxito en las minas sudafricanas a profundidades superiores incluso a los 1000 m, permitirá avances superiores a los 10 m diarios.

Cuestión aparte la merece el juicio respecto a las condiciones de seguridad con que se llevaba a cabo la explotación minera. Los que llevaron a cabo los trabajos de localización se quejaron de la poca fiabilidad de la cartografía de la empresa. Se ha puesto de manifiesto, también, que la mina carecía de permisos para explotación, retirados como consecuencia de la inspección realizada como consecuencia de un accidente anterior, hace un par de años, que había causado una muerte.

Se han hecho afirmaciones generales sobre la seguridad de las minas chilenas y la tecnología empleada por los ingenieros civiles de minas en las explotaciones del país, que no comparto, al menos, de esa forma descalificadora global.

Tengo constancia de la excelente preparación de los ingenieros chilenos, educados buena parte de ellos, además de en la experiencia de la explotación de muchos años, en las escuelas técnicas españolas, norteamericanas, australianas, canadienses y en la prestigiosa Universidad de Chile. El curso de postgrado sobre Block Caving (la técnica empleada por Codelco en El Teniente, la mayor mina subterránea del mundo, con más de 2.400 km de galerías) es una excelente muestra de su nivel profesional.

Un punto que suscita recelos respecto a las medidas de seguridad que había sido adoptadas en la mina San José es la existencia de una vía de evacuación segura y su independencia respecto a la explotación propiamente dicha. Parece, como se demostraría por las consecuencias del derrumbe, que la vía de evacuación de seguridad tenía puntos comunes con laas galerías de explotación.

Sería temerario pronunciarse desde la distancia y el desconocimiento concreto de la explotación.

De forma general, en lo que se refiere a la legislación sobre seguridad minera en Chile, es reconocido por los profesionales que necesita una revisión y  actualización. Tanto en cuanto al carácter y la metodología en sí -respecto a la mejora de las condiciones de salubridad, higiene y protocolos de seguridad, vías de evacuación y rescate-, como en el endurecimiento de las sanciones y penas a los empresas y directores facultativos que incurran en su incumplimiento.

No pretendo presumir desde aquí de la mayor solvencia reglamentaria de las disposiciones españolas, cuyo RD 863/1985, ha sido actualizado en lo que respecta a la responsabilidad de los directores facultativos y las Entidades Colaboradoras (ECAs) por el RD 249/2010, pero puede constituir una referencia, reforzada, desde luego, con el mejor equipamiento de los servicios de inspección, piedra clave de todo el edificio.

Lo que piensan los ingenieros de los arquitectos

Lo que piensan los ingenieros de los arquitectos

El arquitecto Fernando Navarro, con el que comparto presencias en el Comité de Ambiente de la Unión Interprofesional de Madrid, me invitó a participar en una mesa redonda sobre la Arquitectura del siglo XXI (o algo así), que el Colegio de Arquitectos (COAM, 12.000 colegiados en activo) organizó en el marco de la exposición-concurso Solar Decathlon Europe, que se está celebrando en estas fechas de final de junio en la explanada del Príncipe Pío, a orillas del Manzanares.

En una mesa de bustos parlantes y ante una audiencia formada masivamente por arquitectos, no debería haberme sorprendido que la pregunta que me dirigió el moderador-provocador, Alvaro de Torres, fuera la de "comentar lo que piensan los ingenieros de los arquitectos".

Yo llevaba bajo el brazo, como banco de ideas, las actas de dos de las tertulias que habíamos mantenido, en 2003 y 2004, en el restaurante que fue de mi propiedad, AlNorte, sobre: "Arquitectura y desarrollo sostenible" y "Convivir con Madrid", en la que más de cuarenta personas de muy diversas procedencias profesionales y sociológicas, habíamos debatido, mientras cenábamos, sobre estos amplios temas.

Como tenía -como se nos había advertido a los numerosos ponentes, todos con ganas e ideas para desarrollar horas de inteligente exposición- solo cinco minutos para condensar mi intervención y lo que se me pedía no tenía mucha relación con lo que había preparado, improvisé algunas ideas, fiel al tiempo concedido por el moderador de la sesión (interviniente fundamental en la misma), sobre los arquitectos y los ingenieros. Invito al lector interesado a darse un garbeo por las actas de aquellas tertulias, que deben andar en algún lugar de la red telemática y, si no las encontrara, me pongo a su disposición para enviárselas al correo electrónico que me indique.

Siempre he envidiado a los arquitectos, carrera que eligieron algunos de los mejores de mi promoción del Colegio Auseva, un grupo de nacidos en los años 1947 y 1948 que, vistos los currícula que conformaron aquellos adolescentes de entonces, casi todos catedráticos, notarios, ex ministros o capitanes generales de sus profesiones, aprovecharon bien sus vidas...y la cuerda que aún les queda.

Los arquitectos han sido educados para padecer una esquizofrenia profesional a medio camino entre técnicos y diseñadores y, según las apetencias personales y la coyuntura, se ha decantado en uno u otro sentido, siempre condicionados, por supuesto, por la atención a los deseos de la Administración (plasmados en múltiples leyes, ordenanzas, Planes de ordenación y reglamentos de todo pelo) y lo que les dicta la economía del promotor, los constructores o los clientes finales.

La realidad de su puesto de trabajo la forma las ciudades existentes que son, en esencia, ciudades terminadas. Lo urbanizado ocupa muy poco espacio (menos del 1%, desde luego), del espacio total, en el que el hombre, sin embargo, también ha intervenido, y de múltiples formas. El respeto al ambiente, la necesidad de hacer edificios eficientes frente al ahorro energético o el cumplimiento de las reglas urbanísticas son elementos que se imponen, con carácter creciente, a la labor de los arquitectos, incorporando muchos elementos técnicos que, como sucede también en otras profesiones, no se han estudiado en las Escuelas Técnicas o lo son de forma insuficiente, porque sus condicionandos varían casi en tiempo real.

nte hacia el espacio no ocupado por ellas (la inmensa mayoría) condiciona su crecimiento, no deja mucho espacio hacia la creatividad de los arquitectos, como colectivo. Presionados por el cumplimiento de planes de ordenación urbana heterogéneos, por la necesidad de cumplir presupuestos y plazos, las obras del arquitecto "del montón" no son precisamente ejemplos para la prosperidad, sino, más bien, construcciones de circunstancias, destinadas al objetivo de vivir bajo techo barato.

No hubo debate, a pesar de que, en las intervenciones desde el público -tan interesado o más de exponer su opinión que algunos de los que estábamos en la mesa- sugirieron que la sesión había estado mal enfocada. Lo hubiera sido así, o no, lo cierto es que la cuestión merece, no una, doscientas sesiones. Un tema abierto, y sustancial.

Reflexiones sobre cómo afecta a los ingenieros de minas la propuesta de R.D. sobre visados

El borrador del R.D. sobre los casos en que resultará obligatorio el visado -de manera, se precisa, exclusiva y excluyente- está suscitando comentarios muy negativos por parte de los Colegios profesionales técnicos, que se quejan, de forma prácticamente unánime, de que el Gobierno no ha atendido a sus propuestas y que, en la forma como ha sido redactado, supone una seria dificultad para su funcionamiento futuro, al privarle de ingresos sustanciales.

En estas notas, reflexionaré exclusivamente sobre la afección del R.D., al colectivo de ingenieros de minas, si se publicara en su tenor actual. Por supuesto, las confecciono bajo mi exclusivo criterio, sin que quepa interpretar en ellas posición oficial de los ingenieros de minas.

Lo hago, sobre todo, porque, al haber sido citadas en el R.D. algunas disposiciones relativas al ámbito minero, profesionales de otras ramas de la ingeniería, o de otros colegios profesionales, e incluso del propio colectivo de la ingeniería de minas, interpretan que los Colegios de Ingeniería de Minas no se verán afectados, o lo serán en menor medida."

No es así, en absoluto. En primer lugar, porque los ingenieros de minas no estamos, ni mucho menos, circunscritos al ámbito minero.

Una parte muy importante estamos dedicados a otros sectores, de los que el industrial, el energético, el químico, los residuos, los tratamientos de aguas o la rehabilitación ambiental, son solo algunos ejemplos. Como ha sucedido con todas las ingenierías, la crisis sectorial específica y la polivante formación de los ingenieros, nos ha hecho versátiles y aptos para buscar el cocido donde lo hubiera.

La crisis del sector naval, recordarán los más canosos - o más calvos-, llevó a bastantes ingenieros navales a la siderurgia, a la informática o al campo de la energía (entonces, la nuclear era prometedora y se necesitaban buenos calculistas). La masiva oferta de ingenieros industriales no impidió, desde luego, que el campo cada vez más reducido de la ingeniería minera en España, implicara la incorporación de muchos colegas en ámbitos que, por la simple denominación de la carrera, podrían aparecer como feudo de los industriales.

Ninguna ingeniería salvó sus competencias exclusivas y ninguna pueda hoy jactarse de tener un ámbito propio que no esté en crisis o en entredicho.

¿De qué nos sirve a la mayoría de los ingenieros de minas tener la exclusividad de la explotación minera, si no estamos trabajando en la mina? ¿Aprovecha a los ingenieros aeronáuticos saber diseñar aviones (supongo) si no se fabrican o en escasa medida? ¿Tienen los ingenieros de armamento goce especial por saber que podrían haber sido formados para dirigir fábricas de misiles de cabeza nuclear, si tuviéramos posesión en nuestro país, en donde se desprecia la investigación, de esa teconología?

No voy a extenderme en la concreción de una evidencia.

Hoy, las ingenierías compiten en casi todos los ámbitos, subsistiendo apenas algunos reductos específicos, defendidos, más que por la competencia académica, por la defensa legal de ciertas competencias exclusivas y por el apoyo de responsables de la Administración pública que tienden a defender la prevalencia de sus propios colegas de profesión.

Puede que algunos ingenieros de caminos se hallen satisfechos de saber que tienen el control de la obra pública, pero aseguro que la mayoría de los "camineros" no se dedican a hacer autopistas, ni presas, ni trenes de alta velocidad. Se buscan la vida como pueden, con su bagaje académico a la espalda. Sí, igual que los ingenieros de minas, que también hemos oído en las aulas a algún iluminado aquello tan chusco de "después de Dios, el ingeniero".

El Real Decreto indica en su art. 2 que "es obligatorio obtener el visado colegial, cuando deban presentarse ante las Administraciones Públicas, únicamente sobre" determinados trabajos profesionales (todos y solos):

1. Un grupo de cuatro tipos de proyectos, con referencia a la Ley 38/1999, de Ordenación de la Edificación.  Por cierto, entrando de lleno en la confusión sobre el concepto de "edificación", ya que la Ley deja el término lleno de interrogantes respecto a su alcance.

2. Un grupo de proyectos que suponen el empleo de explosivos, acogiéndose al Reglamento de Normas Básicas de Seguridad Minera, R.D. 863/1985, -en el que se cita, expresamente, las responsabilidades, muy complejas, del "director facultativo con la titulación exigida por la ley"- y al Reglamento de Explosivos, R.D. 230/1998, así como a un futurible Reglamento de artículos pirotécnicos, referenciado con las enigmáticas siglas "aprobado por Real Decreto xxxx/2010 de xx de xxxx""

3. Los proyectos de aprovechamiento de recursos mineros, previstos en los art. 85y 89 del Reglamento General para el Régimen de la Minería, R.D. 2857/1978. En ambos artículos del R.D. se cita, expresamente, como "titulados competentes" a los ingenieros de minas. Y, finalmente,

4. El proyecto de infraestructuras comunes de telecomunicación de edificios, aprobado por R.D. 401/2003.

Ante la exigüa relación, cabe preguntarse, porqué se han seleccionado estos trabajos exclusivamente. Imposible conocer la mente del legislador, pero sí se pueden adivinar algunas razones:

a) Para el caso de los proyectos enmarcados en la Ley de edificación, prolijamente citada, la presunción de riesgo para personas y la posible presión de los Colegios de Arquitectos para que, defendiendo que su visado ofrece garantías como "medio de control más proporcionado", se mantenga la actual situación.

b) Para el caso de los ingenieros de telecomunicaciones, la presión del Colegio de Ingenieros deTelecomunicaciones defendiendo la complejidad de las técnicas empleadas.

Y, ¿para el caso de los ingenieros de minas?. No se me ocurre otra razón que, sobre todo, ha primado el miedo del legislador a hacer asumir a las oficinas públicas los riesgos que se derivan de la dirección facultativa, en las complejas y difíciles actividades mineras. No descarto tampoco que alguno de los eficientes colegas ingenieros de minas que están ocupando las Direcciones de Minas hayan puesto sobreaviso a sus superiores políticos del fregado en que se meterían, de no haberlo hecho así.

Pero el consuelo para los Colegios de Ingenieros Superiores de Minas ha de ser escaso.

Ante todo, a partir de la implementación de Bolonia, el grado de ingeniero de minas podrá responsabilizarse de la explotación, en competencia absoluta con los ingenieros superiores de minas, que quedan destinados al olimpo de la ingeniería en general.

Y, después, porque los visados que se presentan a los Colegios de Minas, en esta época de crisis económica, han disminuído fuertemente y -atención- habían adquirido una fuerte proporción en una de las especializades de nuestra carrera, la energía, por el impulso a las energías renovables, a los ciclos combinados, a la exploración y a las instalaciones de producción de energía primaria y electricidad. También, por supuesto, en proyectos relacionados con el ambiente, los recursos hídricos y los residuos.

Se impone, pues, una reflexión cuidadosa sobre el futuro de los Colegios de Ingenieros de Minas. En mi propuesta, debiera avanzarse en un Colegio único, en la construcción de un visado de gran calidad, dotando al Colegio de los medios adecuados, y en la alineación, junto a los demás Colegios técnicos, en una postura común. Tenemos los mismos problemas, y debemos convencer a la Administración de que no somos enemigos, sino colaboradores eficaces; y aún más, si se nos abren perspectivas de futuro.

A barlovento: Manifestación de los Colegios profesionales contra el Gobierno

A barlovento: Manifestación de los Colegios profesionales contra el Gobierno

"Zapatero, estás avisado/no suprimas el visado", fue el eslógan más coreado por los manifestantes -seguramente, más de 5.000- que, convocados en la Plaza del Sol de Madrid, se desplazaron hacia la sede del Ministerio de Economía, en Alcalá, para protestar sobre el borrador del nuevo Decreto Ley sobre Visados profesionales.

El desencuentro entre las profesiones técnicas y el Gobierno de Zapatero ha alcanzado fuertes proporciones y admite, como todo en la vida, diferentes matices. La supresión de la colegiación y del visado obligatorios, que son el alimento principal de los Colegios profesionales, se complementa, -en cuanto a las medidas lamentables que adopta una Administración que en casi todo lo que toca ha acabado mostrando o incompetencia o desaliño-, con la interpretación estrambótica de los acuerdos de Bolonia.

La Ley Omnibus abrió el camino de bombas para los Colegios profesionales, en especial, los técnicos, al incorporar la modificación de casi cuarenta leyes que afectan a los servicios y a su gestión, con la excusa administrativa de que el Estado estaba obligado por la Directiva comunitaria de  Servicios, transpuesta a nuestra sistema jurídico como Ley Paraguas.

Edelmiro Rúa, que leyó el manifiesto conjunto, supongo que como Presidente de la UPCI, y en su condición de ingeniero de Caminos y ayudante de Obras Públicas, ante la puerta del Ministerio de Elena Salgado (Elena Salgado/ deja como está el visado), celebró el éxito de la manifestación y advirtió de posteriores medidas si el Gobierno seguía haciendo que oye, pero sin escuchar, a los Colegios técnicos.

Y es simple lo que se pide: trabajar desde la actual situación, perfeccionándola, reforzando la garantía que suponen las intervenciones de estas instituciones sobre los proyectos de sus colegiales. Porque los Colegios profesionales son parte de la sociedad civil, representan la condensación de lo más cualificado y plural, y, si algo han venido demostrando, es su independencia de los partidos políticos, precisamente por su pluralidad,

Solo hacen daño a quien lo hace mal, porque lo delatan. Una razón muy a tener en cuenta si el afectado por la crítica quiere suprimir sus medios de vida, alegando que le obligan desde Bruselas y que el beneficiado va a ser el usuario final de proyectos y servicios que verá rebajado el coste.

Ni Bruselas obliga a tal despropósito ni el usuario va a beneficiarse -al contrario- por un ahorro del 0,03%, que merma la seguridad y control de los proyectos.

En la manifestación había colegiados y alumnos de todas las ramas de la ingeniería y de los diferentes colegios técnicos. De la ingeniería de minas éramos pocos. Muy pocos. Parece que en la reunión del Consejo del día anterior se había manifestado que no resultábamos afectados, ya que se preveía el mantenimiento de los visados para proyectos mineros, de explosivos y relacionados con la seguridad de las explotaciones.

Error, craso error. La inmensa mayoría de los ingenieros de minas no estamos ya trabajando en la minería. Y, además, con la aplicación de los acuerdos de Bolonia y el desmantelamiento de la ingeniería superior de minas, deberían de haberse dado cuenta en Ríos Rosas de que los beneficiados son, sobre todo, los ingenieros técnicos de Minas.

Las explotaciones mineras y la legislación ambiental

Con excelente sentido de la oportunidad, el Grupo Garrigues organizó el 20 de abril de 2010, en su Auditorio de Madrid, una Jornada sobre Minería y Medio Ambiente, bajo la fórmula de "desayuno de trabajo", un tanto misteriosa referencia que consistió, por lo visto y oído, en presentar varias lecciones magistrales y ofrecer un café con bollos a los asistentes, al final de las dos horas largas de exposición.

En el público, había responsables de explotaciones mineras y del Instituto Geominero, licenciados en derecho, ingenieros de minas y geólogos y socios y asociados de Garrigues y algún bufete competidor. Introdujo las exposiciones Santiago Garrido y, junto a Marcos Posada y Olga Serrano (asociados de la firma), dieron el toque práctico y el color de la Administración pública Ignacio Molina (de la DG de Medio Natural de Castilla y León) y Carlos López Jimeno (Director de la DG de Industria, Energía y Minas de Madrid).

Las intervenciones estarán, supongo, publicadas en la web de Garrigues, así que esto me excusa de detallarlas. Baste indicar, para advenedizos, que la Ley de Minas establece en su art. 122 (en su versión de 2007) los límites de compatibilidad de las explotaciones mineras en espacios naturales, y que es creciente e imparable la tendencia a la prohibición de las explotacines mineras en zonas protegidas por la Red Natura 2000, interpretada de forma variada y restricitiva por las CCAA españolas, sacrificando los intereses de la especie humana, e incluso, en apreciable medida, su supervivencia, a las demás especies animales y vegetales que se consideren en extinción por la primera.

La asignación de espacios protegidos por la Directiva Habitats es desigual en Europa. La Red Natura supone la atribución de los siguientes porcentajes, por ejemplo: Alemania: 13,4%; Inglaterra: 12,3%; Francia: 8,7%;Italia: 21,5% y España: 38%. Merece un análisis, supongo, que Alemania, que tiene más de 5.000 espacios protegidos, los haya designado dispersos y de relativa insignificancia superficial, en tanto que nuestra concienciada y posiblemente inocente Administración haya dispuesto largos corredores de tránsito para especies como el oso o el urogallo que los españoles hemos visto solo en fotografía (y, además, tomadas en otros enclaves geográficos, no en los que se protegen con nuestro dinero).

Ignacio Molina se esforzó en presentar las dificultades -y su orgullo de experto- para compaginar, por ejemplo, la explotación minera de Laciana que da/daba sustento directo a 3.000 seres humanos con los mecanismos der Evaluación ambiental que preconiza la Ley 42/2007 de Patrimonio Natural y Biodiversidad, la Ley 5/2007 de Parques nacionales o la Ley 6/2010, de modificación de la Ley de Bases para la evaluación de impacto ambiental (por cierto, por sexta o séptima vez). Situación que, por cierto, está denunciada ante el TSJ europeo por alguno de los muchos grupos de defensores de los animales.

Me gustaron las exposiciones, documentadas y ágiles. Mi ilustre colega en la ingeniería de minas Carlos López Jimeno estuvo, como es norma en él, didáctico y serio en la necesidad de explotación de los recursos mineros combinando la forma sustentable con lo pragmático. Defendió el análisis de alternativas para la óptima ubicación de las explotaciones de áridos y la reconsideración de las fariseas posturas nimby, que tanto influyen en algunas decisiones ambientales.

Puso López Jimeno de manifiesto que la sostenibilidad social es la olvidada en muchos proyectos de recuperación de terrenos y que, desde luego, restauración o recuperación no significa plantar vegetación. También expresó la alegre consideración como "materiales inertes" de todos los estériles de excavación, y resaltó la importante demanda de espacios para depósitos que implica la proliferación de obras de infraestructura.

En un próximo post expondré una visión sistemática sobre la cuestión, a partir de las notas tomadas en la Jornada y mis propias reflexiones sobre este importante asunto, que ocupa una parte significativa de mi actuación profesional como ingeniero y abogado y en la que, aunque no me considero experto -el terreno es movedizo- sí me puedo autodefinir como estudioso de la cuestión.

A barlovento: Brotes verdes en la tecnología virtual

Jugando largo: La Tierra, para el que la trabaje

En los días finales de abril y principios de mayo de 2009, dos ingenierías de las nueve que componen el elenco de asociaciones agrupadas en el Instituto de Ingeniería de España, han presentado sus fortalezas ante la sociedad. Hablo de los ingenieros de montes y de los de minas, dos de las ingenierías de la Tierra, así, con mayúsculas, pero también de la tierra, con minúsculas, por la índole peculiar del medio donde fundamentalmente trabajan.

 El objetivo, que expresó Manuel Acero, ingeniero industrial especializado en centrales nucleares, Presidente del Instituto, es acercar a las ingenierías al mundo del periodismo y al público en general. Hacerlas, en fin, menos transparentes.

Es un propósito noble, que, de momento, no cuenta con el respaldo masivo que cabría esperar de los propios ingenieros. Asistí a ambas (a la los mineros, como ponente), y aunque los de montes ganaron ligeramente en presencia, los claros del salón de actos eran demasiado marcados. No es fácil mover a los técnicos en la defensa de su propia imagen, y mucho más difícil parece acercar a los legos a comprender qué hacen los ingenieros.

Y es una lástima que no exista tal interés, porque el esfuerzo de los conferenciantes en contar la variedad de sus cometidos profesionales era evidente. Quedó reflejada la pluralidad de destinos, la versatilidad de los trabajos, la profundidad de los contenidos. También se puso de manifiesto que las ingenierías caminan con una cierta convergencia, al menos en los aspectos ambientales, energéticos y nuevas tecnologías.

Ser ingeniero de minas o de montes significa cada vez menos como referencia hacia el saber hacer profesional. Seguro que, en la medida en que las restantes ingenierías desplieguen sus quehaceres y conocimientos reales, ese conjunto intersección por el que competimos, con éxito, los ingenieros de todas las ramas, será puesto aún más cerca de la luz de los celemines.

Hay que sacar a las ingenierías del armario, por supuesto. Y las propias ingenierías tienen que dilucidar qué nombres ponen a los caminos del futuro, que son muchos, algunos inexplorados aún, porque la velocidad con la que se desarrollan los nuevos saberes es impresionante. Nanotecnologías, materiales cerámicos o de características impensables, cooperación con otras ciencias que se creían incompatibles o al margen (biología, medicina, economía, derecho...).

Las viejas autopistas ingenieriles -en metáfora- que, como es bien sabido, partieron del tronco común de los Ejércitos, mantienen denominaciones que no ayudan a clarificar ni lo que hacen, ni cómo lo hacen, ni a dónde van, los vehículos lanzados a toda velocidad de las tecnologías de alto nivel, de las que tan necesitado estará siempre un país que base su bienestar en mejorar el desarrollo. De todos.

Ecónomo-ingenieros, tecnólogos juristas, biotécnicos, informatelecos, tecnomédicos, ecoambientalistas, ingenieros tecnocerámicos, ingenieros nucleares, estructuralistas, ordenadores del territorio, paisajistas, ingenieros de la comunicación, técnicos de desarrollo, ingenieros consultores, tecnofísicos, tecnoquímicos, tecnomatemáticos, ingenieros de fluidos, especialistas en energía de fisión, ...

¿Sabremos romper aguas, inundar los campos de un no-saber aún infinito? ¿Nos dejarán, les formaremos, les tenderemos puentes en lugar de poner diques y zanjas para que los demás no pasen?

A barlovento: La inversión en infraestructuras en época de crisis

Como saben los seguidores de este blog, no suelo hacer conexiones con el que alimento como "segunda marca" -en esa necesidad, no siempre fácil de mantener, de separar los comentarios más formales o personales de los que pueden tener aplicación general-, pero, en esta ocasión, el tema me parece de máxima actualidad e importancia, para hacer aquí una reseña más detallada de lo comentado ya en Al socaire.

Trato, pues, aquí también, de la reunión que se mantuvo el pasado 29 de enero de 2009 en el Salón de Actos del Instituto de la Ingeniería  de España, que preside, desde hace poco, y con inconfundibles nuevos y salutíferos aires, Manuel Acero. Las conferencias se dedicaron a "La inversión en infraestructuras ante la crisis", y fue organizada por un colega, ingeniero de Caminos, amigo desde hace muchos años, asturiano, empresario de probada capacidad, José Angel Blanco.

Ya Acero, en su intervención de presentación, anunció, recordando la intervención magistral de Villar Mir en la Real Academia de Ingeniería, que "no debiéramos perder el camino de Europa" y que no veía que "nos hubiéramos lucido en las reacciones ante la crisis".

El economista Gregorio Garrido se refirió a que el presupuesto de Infraestructuras (capítulo 6, inversiones reales) implica un ajuste del 10%, en línea de austeridad. En este sector, la tradición admite que por cada millón de euros de producción directa, se generan unos 300.000 euros de inversión inducida en proveedores, y que por cada dos empleos directos en construcción, se arrastra otro indirecto.

La cuestión es, para Garrido, que el análisis no debe hacerse desde la demanda, sino desde la oferta, distinguiendo entre las inversiones realmente necesarias, y separando las de carácter económico (por ejemplo, las que solucionan cuellos de botella en las infraestructuras o las que suponen colmatación de las redes existentes) de las de carácter social (como serían la construcción de colegios, polideportivos, mejora de accesos, etc). Los efectos de las primeras permanecen, las segundas, tienen un carácter más coyuntural.

Igualmente, cabe plantearse si las inversiones públicas o privadas son complementarias o sustitutivas y el carácter de retroalimentación que impliquen. Si no se tiene en cuenta esta realidad, realizándose desde la inversión pública proyectos innecesarios, se producirían efectos negativos sobre el sistema.

Respecto al tema concesional -"tan de moda", precisó Garrido-, ha de precisarse que aumentan la prima de riesgo de los proyectos privados. A la postre, el crecimiento económico depende tanto de las capacidades públicas como privadas, lo que obliga a no perder de vista las interacciones entre ambos.

Observando la situación desde la demanda, por cada punto de pib se pierden 200.000 empleos. De aquí la duda que planteaba el conferenciante: ¿La actual coyuntura es un momento adecuado para la inversión en infraestructuras?. Técnicamente, se puede demostrar -dijo- que "es mejor no invertir, porque la crisis reduce por sí misma la congestión de infraestructuras, al disminuir sus usos"; y, como la disponibilidad de recursos se reduce -la economía trabaja siempre con recursos escasos-, hay que extremar la precaución respecto al futuro de las infraestructuras que se proyecten.

No parece prudente, sin embargo, que se reduzca la inversión en las infraestructuras cofinanciadas por los fondos europeos (que, sin embargo, se ha disminuído en un 40 a 50%). La crisis será, probablemente intensa, y, cuando más dure, más tiempo costará salir de ella. Cabría, por ello, aumentar el capítulo de lo cofinanciado, que resulta menos gravoso a los presupuestos propios y resulta ser una medida procíclica. También debe argumentarse que es mejor pagar por trabajar que no aumentar el número de desempleados recibiendo prestaciones del erario público.

Los momentos de crisis son los mejores para invertir, porque se disfruta de menores precios, al abaratarse los costes, obteniéndose mejores ratios de efectividad para la obra pública). Las decisiones públicas de inversión han de estar enfocadas a la contribución que posibiliten para mejorar la productividad -uno de los hándicaps de nuestra economía- y a la reducción de costes en el sector privado, concentrando las actuaciones en las que sean estrictamente necesarias, y destinadas a cubrir cuellos de botella, dando prioridad a los análisis coste/beneficio.

Respecto al Plan de Infraestructuras a los Ayuntamientos, es una medida atractiva como método para ayudar a superar la crisis, pero, dado el escaso tiempo para elegir los proyectos, desde la óptica de los costes, plantea serias dudas. Las empresas se verán obligadas a contratar personal que esté en el paro, para llevarlos a cabo, con lo que -posiblemente- no puedan solucionar con ellos sus problemas económicos. Además, esos proyectos presentados con urgencia, corresponden, en general, a aspiraciones municipales con visión cortoplacista, lejos de la satisfacción de necesidades estructurales.

En su conjunto, la inversión de un 4 a 4,5% del PIB en infraestructuras, corre el riesgo de ser "flor de un día", como todas las políticas del tipo "stop and go".

En resumen, pues, debería perseguirse el equilibrio entre gasto corriente e inversión, entre la movilización de los capitales públicos o privados (evitando el efecto exclusión, o cleaning out, tan pernicioso, pues lo que gasta un agente se lo resta a otro. Las inversiones públicas, al tener carácter plurianual, no se deberían acelerar en época de crisis, pero tampoco pueden reducirse, pues garantizan el futuro.