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El blog de Angel Arias

Temas de política general

Jugando en corto: Opiniones políticas sobre la inversión en infraestructuras en época de crisis (PSOE)

Salvador de la Encina, diputado por Cádiz del PSOE, licenciado en Derecho, profesor de Derecho del Trabajo y Presidente del partido en Algeciras, además de su portavoz en la Comisión de Fomento, comenzó su alocución lamentando que no estuviera presente en la mesa Fernando Rojas Urtasún (Director general de Presupuestos), que podría aportar datos más concretos que sirvieran de mejor contrapunto a los indicados por Andrés Ayala. "De toda crisis se sale, -dijo- aunque no se sabe cuándo con certeza".

Para replicar a la crítica de la falta de previsión respecto a la crisis, recordó lo que el ministro portavoz Alonso había dicho esa misma mañana en el Congreso: "Ni siquiera Montero, que es tan listo, al parecer, pudo prever la situación hace un año".

La inversión en política de Infraestructuras es, para de la Encina, numéricamente mayor de la Historia española. Más de 32.000 millones de euros; es decir, más de 5 billones de Ptas. Pasó revisa a continuación a diversas partidas detalladas. El IGAE dedica 9.674 millones de euros para políticas gestionadas por el ministerio de Fomento, de las que 4.220 son para infraestructuras hidráulicas, 570, ambientales y 1.608 millones se destinan a vivienda.

Los 8.000 millones de euros que se dedican al Plan Estatal de Inversión Local han movilizado proyectos de todos ellos: solamente 5 de los 8.112 ayuntamientos no han presentado planes antes del plazo del 20 de enero, justificando su ausencia. Un total de 31.000 proyectos,  que cubrirán 7.997 millones de euros. "Nos ha tocado el gordo", confesó que le había dicho un alcalde. "Se prevé crear 400.000 puestos de trabajo" y, por ello, criticó la referencia al Plan como "un cachondeo" por parte de Rajoy. "Ya se verá lo que se hace dentro de 7 meses, pero significa empleo inmediato. Si en la vivienda, según SEOPAN, se crea un puesto de trabajo cada 5.000 euros, se crearían aquí 500.000 empleos" 

En ferrocarriles, se han empleado 5.629 millones de euros, a ampliar la red de alta velocidad, un 22% más que en 2007. Defendió el ave por la vertebración territorial que consigue. "No se trata de sacar pecho. Creemos que España lo necesitaba". No ve como un motivo de crítica, sino de orgullo, que superemos a Japón en el número de km de alta velocidad.

"Ya en el 92 hubo descalificaciones a esta política", prosiguió de la Encina. "Pero el ave de Sevilla sigue siendo hoy por hoy la línea más usada." Y defendió las inversiones recientes: "En 2008 se pusieron en marcha las líneas  de ave Madrid-Valladolid, Madrid-Zaragoza-Lleida, Madrid-Zaragoza-Barcelona y Madrid-Castilla la Mancha, aunque  -subrayó- también se dedicaron 2.700 millones de euros a las líneas convencionales".

El PEIT contempla una red mallada, no centralizada en Madrid "como fue la intención de la política anterior". Se dedican 5.000 Millones de euros al eje trasversal norte-noroeste, e igualmente a terminar el eje andaluz. Y el ferrocarril es el elemento predilecto para focalizar las inversiones: "De los 250.000 millones de euros del PEIT, el 48% se destinan al ferrocarril."

Respecto a la cuestión de si debe mantenerse o rectificarse el PEIT en época de crisis, y a la crítica respecto al incumplimiento de las previsiones, recuerda que, según datos de la IDAE, en los 3 últimos años se han destinado 49.026 millones de euros (por encima de 16.000 millones/año). En 2009 se producirán 450 km de autovía, completando más de 10.000 km de autovías, siendo el primer país de Europa en esta red. "No para sacar pecho, -corrigió al portavoz del PP-, sino para mejor servicio ciudadano". Y no hay que olvidar el Plan de Mantenimiento de autovías de la primera generación ("de la época del Gobierno de Fe´lipe González") al que se dedicarán 5.376 Millones de euros. Inversiones a las que hay que añadir 1.537 millones de euros para infraestructura portuaria.

Está de acuerdo de la Encina, con el portavoz del PP, en la necesidad de reformar la Ley de Puertos, que ha causado más de 3.000 litigios judiciales, y que crea inseguridad en las tasas y no ofrece adecuado soporte legal. Su reforma daría tranquilidad a los 100.000 trabajadores que están empleados en las distintas autoridades portuarias españolas.

En su enumeración de cifras del Presupuesto, de la Encina, recordó igualmente los 1.574 millones de euros dedicados a aeropuertos. Reconoció el esfuerzo del ministro Alvarez Cascos en Barajas, -que terminó, apostilló, el gobierno del PSOE- y que costó 6.000 millones de euros, y expresó que ahora le ha llegado el turno al aeropuerto del Prat, que se terminará en 2009, a cuya reforma se habrán dedicado 5.000 millones de eruos aproximadamente. A la espera de actualizaciones inmediatas se encuentran los de Alicante, Málaga o gran Canaria.

Defendió el modelo de infraestructuras como "de participación, no de transferencia". Y aconsejó: "No rompamos el modelo de red tipo Aena, la mejor del mundo".

En el coloquio posterior, hubo muy interesantes intervenciones desde la sala. Quizá la que llamó más la atención fue la de Joaquín Valdés, ingeniero de Caminos y master por el IESE que auguró una caída del 10% para 2009 en la pérdida del PIB, y afirmó categóricamente que "el Gobierno toma medidas erróneas sistemáticamente", tanto al eliminar el impuesto del Patrimonio en época de crisis, al haber favorecido un Programa de Viviendas de protección oficial que distorsiona el mercado de la vivienda y genera y moviliza dinero negro, en lugar de modificar la Ley de Arrendamientos Urbanos, por ejemplo, para movilizar los pisos que permanecen inalquilados, reducir los trámites burocráticos -la ventanilla única no se ha implantado-, y liberalizar la construcción de hipermercados, sobre todo en el Levante.

El profesor Garrido le contestó con su opinión de que "afrontar una crisis aumentando el gasto corriente es un error; por el contrario, es una buena opción suprimir el impuesto por el patrimonio que es confiscatorio, y desincentivante; también es una buena medida haber establecido la libertad de amortización para 2009. Y repitió el esquema de su brillante intervención: "La crisis se resuelve bajando impuestos, liberalizando y tomando decisiones de inversión en proyectos de largo plazo".

Pere Macías, de CiU, apoyó la disposición de "parques públicos de viviendas en alquiler y volvió a recomendar la revisión del PEIT, ofreciendo su voluntad de pacto: "Más pactista que nosotros no hay nadie en el mundo".

Jugando en corto: Opiniones políticas sobre la inversión en infraestructuras en época de crisis (PP)

Andrés Ayala, portavoz de la comisión de Fomento del PP, abogado y Consejero de Obras Públicas de Murcia, empezó recordando a Adam Smith. "Hace ya 260 años, atisbó que las inversiones de particulares en infraestructuras ayudan al desarrollo".

No le parece que esa política sea la seguida por el Gobierno del PSOE, presentando cifras que serían contradictorias con las que, más tarde, ofrecería el portavoz de este partido en la misma comisión. "En los últimos años, se ha reducido la inversión: En 2007 respecto a 2005, el 8,43% y las previsiones para 2009 respecto a 2008 implican una reducción del 7%". Sin tener en cuenta la inflación, el crecimiento medio de 2004 a 2009 en inversión fue de solo 3,62%.

Para Ayala, los presupuestos siguen principios contrarios a los que deberían abordarse en una situación de crisis, las inversiones están infladas y la ejecución presupuestaria es insuficiente. Dijo emplear datos de la propia Memoria del Ministerio de Fomento, para lanzar una batería de cifras que deberían apoyar sus asertos:

"Hay un deslizamiento de anualidades" engañoso, pues las menores inversiones corresponde a 2011 y 2012. Comparó datos del "Ministerio y Medio" (en alusión a los tres Medios que abarcan sus competencias, Medio Ambiente, Rural y Marino) para los proyectos A-24 (adjudicado en sept 2008, autovía Lleida frontera francesa) y A-21 (autovía Jaca-límite con Navarra), de inversiones similars (39 y 40 millones de euros, respectivamente). La ejecución se concentra en l2011 y 2012, con cifras totales desplazadas del 92% en esos años.

Jugando en corto: Opiniones políticas sobre la inversión en infraestructuras en época de crisis (CiU)

Este comentario es la continuación a la reseña de la interesante reunión mantenida en el Instituto de la Ingeniería de España (IIE) el 29 de enero de 2009. Me permito aconsejar leer primero la entrada publicada hace unas horas en este mismo Cuaderno. 

Pere Macías, portavoz de CiU en la Comisión de Fomento del Congreso, ex alcalde de Olot y ex Consejero de Medio Ambiente y Política Territorial en Catalunya, habló de la necesidad de calibrar -"por simple decencia"- la dedicación a la inversión de los recursos públicos, en un momento de escasez. Se refirió a la situación generada en el siglo XIX, en donde la inversión en ferrocarriles, dejó sin recursos a la industria pero contribuyó al crecimiento de España de forma determinante.

Cree que las inversiones en ave deberían suspenderse, por reclamar recursos excesivos. Con el coste equivalente a 10 km de ave se podría financiar la reforma de la vía férrea entre Algeciras y la frontera francesa (vía costa mediterránea) para agilizar el transporte de mercancías.

El Plan de Infraestructuras municipales tiene cierto interés, como paliativo en el corto plazo. En una población como Olot, de 25.000 habitantes, supondrá una inversión de 6 a 7 millones de euros. Pero, a largo plazo, es mucho más adecuado, mejorar la productividad. Tenemos en España, el menor incremento en aumento del PIB/h, junto a Italia, de Europa. Deberían priorizarse las inversiones que contribuyan a mejorar el incremento de productividad, pero el PGE-2009 sigue el modelo contrario.

El Presupuesto de Gasto en Infraestructuras para 2009 disminuye la inversión en las SyEP y mantiene en mínimos la CPP (concesiones público-privadas). La licitación de obra pública en 2008, según datos del Seopan ha disminuído respecto a 2007, no superando los 48.000 Mill. euros.

En fin, para Macías, la ejecución de los planes de inversión públicos españoles, acumula una serie de sinrazones, que enumeró esquemáticamente: la obsesiva preocupación por tener más kilómetros de ave que Francia o Japón; la construcción de autovías paralelas a autopistas, sin preocuparse de completar la red y crear mallas de infraestructuras; el abandono del debate nuclear; el abandono de la formación de los municipios, primando el subsidio sobre el esfuerzo; la desconsideración de los tranvías (eufemísticamente llamados metro ligero)  como método de transporte más sostenible que el metro;...

Pidió Macías que se revise el PEIT para adaptarlo a la recesión, se apoye el ferrocarril, imponiendo la tarificación para uso de infraestructuras sin por ello incrementar la fiscalidad, la transforamción radical del ineficiente sistema aeroportuario y la revisión del portuario, y,  desde luego, se reconsidere la construcción de tramos de autovías y vías rápidas paralelas, paralizando la concesión de algunas autopistas, de las que enumeró algún ejemplo (en Catalunya la AP2 Tarragona-Lleida Zaragoza discurre paralela a la autovía)

A sotavento: ¿Quién juzga al juez, vigila a la policía, critica al médico y controla al representante político?

Había dudas, que se han transformado, desgraciadamente, en rudas confirmaciones. El corporativismo domina en la mayor parte de las instancias, convirtiéndolas en corazas impenetrables, que defienden a sus protegidos de cualquier juicio crítico, de toda opinión contraria, que pueda ser emitida por los extraños a la esencia que se cuece en ellos.

Nuestro sistema democrático, -por supuesto, el mejor de los mundos políticos posibles-, hace, en consecuencia, agua por muchas partes. Los ciudadanos de a pié -todos, salvo los muy escasos que han conseguido, por cualquier medio, encaramarse a una cúspide- nos movemos en la ignorancia de lo fundamental, no sabemos cómo utilizar los mecanismos teóricamente puestos a nuestro alcance, y decaemos, aburridos, la mayor parte de las veces que nos vemos en la imperiosa necesidad de hacer valer nuestro pretendido derecho.

Miremos alrededor, y recapacitemos sobre el alcance de los poderes que nos rodean, y del poco acceso real del que disponemos hacia ellos. Y la escasa capacidad que nos hemos reservado para revocarlos, revisarlos o criticarlos. Jueces, políticos, policías, controladores, médicos, técnicos, agrupaciones, etc., se encuentran protegidos tras una pared defensiva que ellos mismos se han encargado de pertrechar, justamente con los elementos de autoridad que les hemos confiado.

Todos ellos parecen moverse a gusto en perpetuar su propia esencia, utilizar sus cualidades para el propio beneficio o de los de su clase, y, cuando los necesitamos, nos damos cuenta de lo poco que significamos para ellos. Por no decir, claro, del peligro que corremos cuando osamos analizar sus actuaciones, exigiendo que sean sometidas al control externo que garantiza, justamente, la imposibilidad de reproducirse en corruptela-

El acceso a la justicia está abierto a todos, en teoría, pero la justicia es lenta, parcialmente errática y ostentosamente proclive a favorecer al poderoso, al que tiene más dinero para resistir o más influencia para convencer. Los jueces quieren ir a la huelga, porque se han dado cuenta ahora de que necesitan más medios, abrumados porque, ellos que exigen plazos perentorios a los demás, son incapaces de cumplir ninguna previsión razonable...

Pero se han dado cuenta, no por propia capacidad de análisis, sino porque la sociedad se ha indignado de que la falta de diligencia de uno de ellos haya sido causante indirecto de la muerte de una niña a manos de un convicto que andaba suelto por ahí. Que pidan algo más de dinero y que se les mantenga intacto su poder son apenas los accidentes gramaticales en la historia.

Hay muchos otros ejemplos de quienes utilizan la autoridad que les hemos dado prestada para poner defensas y trabas al ejercicio de la libertad o la facultad de control del resto de los ciudadanos.  

Pilotos y controladores aéreos no dudan en irse a la huelga, precisamente cuando más necesarios se hacen los vuelos para quienes esperan disfrutar de sus vacaciones. No importa la que reivindiviquen, sino su voluntad de utilizar como instrumento a los demás, que, por cierto, son clientes de sus empleadores, esto es, de quienes les pagan. Pero se saben fuertes, porque se ven insustituíbles.

La policía, como otros órganos creados para la seguridad ciudadana, ¡cuántas veces parece actuar en la ignorancia supina de quienes son más merecedores de su .protección o auxilio!. ¿Quién no se ha preguntado, mientras lucha para ser atendido por una urgencia con la muralla funcionarial que se le impone delante, qué es lo que hace que se le cuelen ante sus narices otros pacientes, aparentemente menos graves pero más amigos del que toma decisiones?

Y en política, ¿qué defienden tantos elegidos, cuando disputan entre sí el lugar de preferencia en el escenario de las vanidades, si lo que hemos pretendido, al escogerlos, es, ni más ni menos, que lo hagan lo mejor posible, que nos mejoren la situación de todos o al menos de la mayoría, sin haber imaginado jamás que su objetivo común (en tantos casos) era enriquecerse tomando decisiones que les favorezcan con la gestión de lo público?

La democracia necesita, en fin, mecanismos de control para que incluso los que hemos elegido como nuestros representantes, para administrar los poderes que dejamos en sus manos, no se extralimiten. Hay que imaginar, y utilizar cuando existen, los medios de tutela de nuestras libertades y derechos. Incluso contra los que se han creído que porque les hemos aupado allí, ya se han vuelto inmunes e incapaces de sus juzgados.

 

Jugando en corto: El otro discurso de Navidad del Rey (2)

Hace dos años caí en la temeridad de proponer algunas ideas para realizar un discurso de Navidad distinto para S.M. El Rey Juan Carlos. Sugería que su alocución tuviera menos carácter plumbífero y más relación con las preocupaciones actuales de la sociedad española, acercando al pueblo llano -sin pasarse de cercanías, siempre tan apetitosas para quienes se dedican a criticar las desnudeces de las instituciones- esa figura sacralizada por la Constitución de 1978.

No pretendo desmitificar, sino reclamar su condición de elemento de carne y hueso para la Monarquía, a diferencia de otros símbolos etéreos como la Patria, la tradición o la cultura, antaño respetados y hoy sometidas a un proceso galopante de desmitificación, tan dañino como irreflexivo.

La disertación regia, aprovechando su excepcional difusión mediática, debiera servir para lanzar algunos mensajes directos sobre lo que se espera desde las alturas que será el futuro de los súbditos. Serían de agradecer algunas claves, a la manera de regalo de los Reyes Magos, que orienten a la ciudadanía sobre el rumbo institucional en los próximos años, aderezado todo ello con el compromiso del propio Monarca para involucrarse, en la medida en que lo permita la progresiva liberación de la coraza constitucional, en el proceso de democratizar el futuro acceso a la Jefatura del Estado.

Cuando un alto mandatario investido de armiños y oropeles se dirige hacia sus conciudadanos, llámese Su Santidad o la Reina de Inglaterra, pretendiendo estar al lado de los que sufren, corre, desde luego, el alto riesgo de aparecer como un falsario. Pocos habrán olvidado aquello del annus horribiliis de Isabel II, y todo porque se le había quemado parte de uno de sus Palacios y la diosa fortuna le había librado de una ex- nuera a la que ni ella ni su querido hijo tenían en mucha estima.

D. Juan Carlos se ha dotado, con el paso de los años y el distanciamiento respecto al régimen que le dió cobertura inicial, de bastante credibilidad formal y un alto grado de simpatía, combinados con complicidad y respeto hacia sus salidas de tono divino para caer, incluso estrepitosamente, del lado humano.

Sus problemas y los de su familia -incluídas las políticas- no parecen exactamente idénticos a los del resto de los españoles -no me parece que tenga dificultades para llegar a fin de mes con su sueldo actual-, pero no se le puede negar sensibilidad para captar la problemática de los suyos y los de sus allegados. Sus apariciones públicas como jefe de estado le han servido para dotarle de autoridad pragmática para que sus mensajes puedan calar hondo en la ciudadanía, y no solamente, entre la mayoría sencilla -que no simple- de devotos juancarlistas.

Son muchos los que le siguen las parábolas, sus tropiezos y milagros tanto en el Hola como en los demás periódicos, cadenas de TV, emisoras y revistas, siempre respetuosos con las debilidades humanas de la realeza.

¿De qué puede hablar, si se decide a cambiar contenidos y tonos?.

Sin que la relación que ofrezco a continuación implique orden de prioridades, podría referirse D. Juan Carlos al terrorismo nacional y a la repulsa a la identificación entre terrorismo e independentismo. Lo va a hacer, sin duda, pero tendría que dar un golpe de tuerca al mensaje.

Los terroristas no solamente no merecen ningún amparo, sino que no defienden interés alguno que sea asumible sin situarse al margen del derecho e incluso de la ética más elemental. La monarquía, como símbolo de la unidad del Estado, ha de insistir en el reconocimiento expreso del retroceso que ha significado para la convivencia general y para la economía del Pais Vasco, la persistencia del fenómeno ETA.

En el País Vasco, ETA tiene muchos cómplices, seguramente la mayoría, dirigidos por el miedo. El Estado no tiene miedo de los que predican el terror, y S.M. debería demostrar que no lo tiene, amparado con el apoyo de todos los ciudadanos de orden, prodigando su presencia en el País Vasco y demostrando así el aprecio directo a las víctimas y sus familiares y el desprecio a los terroristas.

La incoherencia creciente entre las autonomías, con el riesgo permanente de desmembrar la solidaridad regional es otro de los puntos de máxima vigencia que merecerían una observación en profundidad desde el discurso real. El Rey tiene que reclamar la reforma del Senado, como una necesidad de articular definitivamente el Estado de las autonomías, y de trasladar a las Cámaras legislativas, no los intereses particulares o peculiares de cada una de las regiones, sino el foro de discusión y toma de decisiones del conjunto del Estado. El Senado ha de ser el apoyo concreto del Gobierno central, su escenario de propuestas y contrapropuestas, caído el Congreso víctima de los partidos.

La cuestión de la crisis y las responsabilidades derivadas, siempre en relación con las posibilidades de recuperación, tiene que ocupar un lugar predominante del discurso. Ante todo, porque es la mayor de las preocupaciones actuales de los españoles, que lo vinculamos a la pérdida de poder adquisitivo, al crecimiento del paro y a la incredulidad respecto al funcionamiento de las instituciones económico-financieras y los mecanismos de control.

No sé dónde tiene invertidos sus ahorros D. Juan Carlos, aunque supongo que los grandes fraudes que aparecieron a la luz en este año que termina le habrán afectado algo. Al fin y al cabo, todas las grandes familias comparten información sobre las finanzas.

Esta parte de su discurso puede tener, por ello, la máxima credibilidad, si consigue trasladar su indignación acerca de cómo la mentira, la falsedad en los que se suponían controladores de la seriedad del mercado de capitales, han provocado la volatilización de cantidades ingentes de recursos y el giro en la tendencia de bienestar.

No creo que D. Juan Carlos sepa mucho de economía, -tampoco es que sea necesario, porque los que más saben, son los que más han errado-, pero puede ser interesante que manifieste que no cree en el mercado libre. Si Bush lo ha reconocido, algo debe estar fraguándose en la cocina financiera mundial. A los mercados hay que ponerles trabas, precisamente para evitar que la ambición desmedida provoque desequilibrios imposibles de atajar desde el Estado, y zonas oscuras que se escapan a sus conroles, y favorecen la especulación y las gnancias desorbitadas.

Creo que podría ser simpático que al final de su discurso -no haría falta que demostrara tan a las claras que lo está leyendo; tome algún ejemplo de Barak Obama y de la escuela de seudoimprovisadores americanos- lanzara un "Visca la Monarquia y Mort al Tardá!", explicando ipso facto que, para lo primero, es lo que hay hoy por hoy, y para lo segundo, no se trata de pronosticar ningún mal a este político catalán un tanto estrambótico, sino, por el contrario, de desearle larga vida en la leal oposición republicana.

Si, en fin, quisiera S.M. ser mucho más innovador, podría anunciar su abdicación, superada ya la edad de la jubilación para los mortales de sangre más contaminada, evitando que, por haberse prolongado la demora, adquiera el genuino significado chino (xùn: abdicar, en chino mandarín: irse de un sitio dejando en su lugar al nieto)

Jugando en corto: ¿Gestión pública o privada? ¿Dónde?

La crisis económica que estamos padeciendo, de límites aún imprecisos -pero, desde luego, muy grave- ha puesto nuevamente sobre el tapete la cuestión de si la gestión privada es mejor que la pública o viceversa. En relación con este tema, se replantea igualmente la eficiencia del mercado para la asignación de recursos.

Claro que la respuesta no es única, pero la experiencia anima a proponer la adopción de unos cuantos postulados generales:

1. La Administración pública, es decir, la ciudadanía a través de quienes ha designado como garantes de sus derechos, no debería jamás renunciar al control final ni a la supervisión indirecta.

Independientemente de que la forma de gestión elegida para un sector o una actividad sea pública o privada, la supervisión última que confirme que la tarea se realiza de acuerdo con las leyes y los objetivos marcados, habrá de ser pública, -en el sentido de independiente- y, por lo tanto, los depositarios de esa función de control, removibles y sujetos a mandato finito. De cualquier otra forma, se acabarán convirtiendo en un poder independiente: los poderes corrompen y el poder absoluto corrompe absolutamente.

2. Los funcionarios públicos no deben perpetuarse en el ejercicio de sus funciones de administración y control.

¿Cómo evitarlo?: la mejor manera, sería sometiéndolos a contrato laboral similar a los demás trabajadores. Pero, al menos, la movilidad, la evaluación y la formación continua, han de ser servidumbres ligadas al puesto. Aunque se han defendido las ventajas de la categoría laboral de funcionario como garantía de su independencia, si no existen otros controles, la afirmación es una ingenuidad. La falta de competitividad y la dejación del control sobre la eficacia de la tarea encomendada, hace que se degenere en el ejercicio de las funciones, cayendo en la rutina y en el deterioro, cuando no en la corrupción. Esto vale tanto para los que desempeñan actividades de control de otros, como para quienes desempeñan un servicio público o su trabajo se realiza en una empresa cuyos gestores y responsables máximos son designados por sus filiaciones o simpatías políticas.

3. El mercado es eficiente para la distribución de recursos únicamente cuando la oferta y la demanda gozan de similar libertad para establecer sus intereses.

En otro caso, vencerá, sesgando la eficacia, quien controle más grados de libertad o tenga más poder para definirlos. Una asociación de consumidores puede distorsionar, desde luego, el mercado, reduciendo márgenes a los oferentes y arruinándolos; pero lo más frecuente es que los más poderosos de la oferta se agrupen, de forma generalmente subterránea, para concertar prácticas abusivas. Solo una administración pública vigilante, y con información directa, puede vencer tales vicios de comportamiento, y para ello, hay que crear mecanismos independientes, estructuras de control flexibles y leyes y reglamentos con sanciones disuasorias para los que infrinjan la normativa.

Jugando en corto: La escisión en el Partido Popular español

Sigo la carrera política de Mariano Rajoy desde hace bastante tiempo, y empiezo este Comentario reconociendo que me cae simpático. Tiene aspecto de buena persona, y un aire ligeramente bobalicón que no ayudan a desmentir sus problemas de dicción.

Podríamos perfectamente ser amigos, aunque en algunos puntos estaríamos en completo, pero cordial, desacuerdo.

Su discurso es inteligente, no le gusta improvisar ni llevar la contraria sin estar seguro. En lo que parece provenir de sus propios raciocinios y sentimientos, le encuentro una línea argumental moderada y documentada. No tengo dudas de que, además de parecer honesto, lo es.

Sería (hubiera sido) un buen presidente de Gobierno. No quiero decir con ello que lo hubiera preferido a Rodríguez Zapatero, pero lo hubiera apoyado lo mismo.

Rajoy ha sido víctima de infundios múltiples, que aguantó sin salirse de las casillas. Para un periodista? con irrefrenables ímpetus mediáticos, fue y es Maricomplejines, además de incompetente y ¿traidor?. Fue in illo tempore tildado de homosexual, cuando llamar así a un hombre tenía el propósito exclusivo de descalificar, de insultar; hoy en día, hay quienes mantienen que se casó como un acto de sacrificio por el partido. 

Tiene una mujer sensible y de aspecto encantador, que se mantiene al margen de la política para poder llorar de vez en cuando sin tener que dar explicaciones...y que, puedo imaginarme sin temor a equivocarme, le sirve de importante ayuda para desahogar con ella los desplantes y zancadillas de unos y otros. En especial, recuperarse algo de las incongruencias a que le obliga mantenerse como fiel al núcleo más duro de la derecha carpetobetónica.

Los que no lo conocen, podrían dudar de su competencia, de su carácter, de su preparación. Yo, desde luego, no.

Se hacen chistes sobre Rajoy en cantidad tal que, entre los políticos españoles, solo resulta superada por una víctima favorita, en su momento, de la estupidez colectiva, (ahora, por supuesto, cuando reivindicarlo ya no hace daño a nadie, reconocido casi como un coloso), Fernando Morán.

Hoy, Rajoy está viviendo una aventura insólita. La que generan aquellos compañeros de su propio partido que, deseando desposeerle del liderazgo, no tienen empacho en disparar contra él con munición de tal calibre -y con tan poca puntería o argumentación, si es que exclusivamente ese fuera el objetivo- que están dividiendo en dos grupos a su formación política: los partidarios y los no partidarios de Rajoy.

Hemos vivido ya momentos parecidos en otros partidos, como paso previo a su descomposición.

Para quienes siguen este Cuaderno y me conocen a mí, no sorprenderá, espero, mi confesión de que será bueno que el PP se desprenda de su parte más reaccionaria. Allí seguramente, no hay muchos votos, pero sí demasiado ruido. Y, en cambio, hay mucho que ganar desde un centro derecha moderno, eficiente, activo.

Y no pasaría nada, -al contrario-, en conseguir la mayoría para gobernar en coalición con varios partidos de la derecha en relación con ese espectro móvil que es el centro de la ideología de los votantes. 

Si el PP se rompe, por ejemplo, en dos, se podrían formar dos formaciones relativamente fuertes. En una, podrían expresarse, y matizarse, las ideas de Esperanza Aguirre, María San Gil, de Alvarez Cascos, de los Fulano Pérez o Mengano González.

La otra, nos serviría a los posibles votantes para conocer mejor lo que da de sí la cintura progresista del tándem Rajoy-Gallardón.

Para el resto de los que no votan al PP en la actualidad, la escisión serviría para contar con partidos en la oposición al PSOE que defiendan intereses ciudadanos que el actual partido en el Gobierno no representa, pero que son legítimos, necesarios, urgentes.

¿Es necesario ser católico para ser Presidente de Gobierno de España?

El magnífico "funeral de Estado" especial que se le tributó al Ex-presidente Calvo-Sotelo, con la presencia de SSMM, Presidente de Gobierno, ministros y ex-ministros, así como el líder de la oposición y múltiples autoridades y representantes del empresariado y hasta del folklore, plantea obviamente la cuestión respecto a la confesionalidad subliminal de nuestro Estado de derecho, constitucionalmente, aconfesional, o, con otras palabras, -preferidas por los burgueses progresistas, incluídos los miembros del Gobierno socialista-, laico.

Era la primera vez que la fórmula de "funeral de Estado" se aplicaba a las exequias fúnebres de un ex-presidente de Gobierno y, por tanto, fue la primera vez que el protocolo tuvo que lucir en todo su esplendor, boato y parafernalia

En anteriores ocasiones -fundamentalmente, en los actos de homenaje póstumo a los funcionarios asesinados en misión de servicio-, mucho más discrtetos, la cuestión de la confesionalidad estatal se pudo mantener soterrada bajo los afectos y solidaridad que se trataba de poner de manifiesto, y , por ello, representantes del Estado y del Gobierno asistieron a los funerales católicos sin que se suscitara la necesidad de muchas explicaciones.

Con gran practicidad, en otros momentos paradigmáticos de nuestra versatilidad confesional, hasta la vicepresidenta se había puesto mantilla para presentarse ante el Pala, y el Sr. Bono comulgó con ruedas de paella sin importarle un ardite la ortodoxia de la religión que dice profesar.

Pero, ahora, viendo a prácticamente todas nuestras fuerzas vivas moviéndose al hilo de la batuta del cardenal Rouco-Varela en torno al ilustre difunto, cabe preguntarse: ¿Sólo era posible un funeral de Estado católico? ¿Hay que ser católico para ser presidente del Gobierno español?. ¿Debe un funeral de Estado acomodarse a las creencias de la persona a la que se pretende honrar, o se tendrán que subordinar esas creencias individuales -respetabilísimas en su  intimidad- a la superior autoridad de un esquema de protocolo estatal? 

Se puede entender así, mientras quedan en el aire las preguntas, la cara de mala leche del presidente de Gobierno español durante el funeral de Estado. ¿Estaría meditando si convendría no levantarse en todo el acto, como realizó, con valentía juvenil, un doce de octubre cuando pasaba ante la tribuna la bandera norteamericana y el estaba en la oposición y había fuerzas españolas en Irak? ¿Tal vez trataba de quitarse de la mente el fantasma de lo que podría suceder en su propio funeral de Estado, -por supuesto, en lo que deseo no suceda hasta dentro de muchos años-?.

Parafernalia, parafernalia, cuántas incongruencias se cometen en tu nombre.