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El blog de Angel Arias

Problemas de identidad (1)

Problemas de identidad

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Lo percibió, entre las neblinas y sombras de la mañana, como un revendedor de pañolitos de papel o, tal vez, un inmigrante ilegal que llevara frutas de la rebusca. Uno de tantos desplazados que, aprovechando las detenciones ante los semáforos, te ensucian el parabrisas con una bayeta pringosa y te lastiman con sus miserias.

Exageró la mirada absorta mientras controlaba la intención con la que el rostro se acercaba al lateral del vehículo. Con el codo, cerró herméticamente los accesos al coche. Pero el hombre pasó de largo. No tenía ojos más que para la caja que arrastraba.

 Intrigado, siguió por el retrovisor la evolución del fantasma hasta que el semáforo cambió de color y la fila se puso en marcha. El tipo caminaba con dificultad entre los autos, queriendo atravesar la calle por el sitio equivocado. Tiraba con un cordel de una sencilla caja de listoncillos de madera, llena a rebosar con ramas, latas y otros desperdicios. De vez en cuando, se agachaba. Creyó oírle decir: "Así no llegaremos a ninguna parte, Freya", reconviniéndola.

El desconocido trataba a la caja como su perro y la llamaba con nombre de diosa nórdica. Al llegar a la acera, había izado la impedimenta, salvando el bordillo. Lo perdió de vista, dejándolo detenido ante una farola, esperando a que el objeto-perro se aliviara de una necesidad imposible.

(seguirá)

Agrocultura

La primera vez que encontré la definición de agricultor como "guardián del campo", fue en un libro sobre "La nueva ruralidad en la América Latina", editado en Colombia por la "Editorial Pontificia de la Universidad Javeriana".  Hace un par de semanas se lo oí repetir a Ramón Tamames, en una conferencia que nos dió a los amigos del Club Español del Medio Ambiente en Cañada Real (Madrid).

Uno de los muchos errores con los que se planteó la posición española, desde la ilusión desaforada por entrar en la Comunidad Europea que nos embriagó a todos en las últimas décadas del pasado siglo, tuvo lugar en relación con el campo.

Se ignoró o menospreció, y no se ha corregido hasta hoy la equivocación, que necesitábamos mantener vivo el campo, y que era imprescindible para ello conseguir vinculaciones entre quienes lo habitaban y su cuidado.

La acumulación de errores ha implicado, en una enumeración que no pretendo sea completa, la obligación de la jubilación de los viejos agricultores, a cambio de percibir una pensión, el desprecio hacia la conservación y revalorización del bosque (es decir, del monte, como decimos en el norte), la eliminación de la cabaña ganadera familiar, la ausencia de incentivos hacia el asentamiento en las zonas rurales y, no en última posición, la aparición de dos subespecies del homo asfálticus, autodefinidas como "amantes de la naturaleza".

La primera, la más dañina, supone la alimentación desaforada del ansia de devorar paisajes, instalando en ellas adefesios arquitectónicos, o destrozando, porque no se sienten dueños de ella sino solo consumidores, zonas que, aunque se llaman "reservas" o "parques naturales" son progresivamente dominadas por la feracidad de zarzas, helechos y el crecimiento naturalmente desordenado de la vegetación, y en la que subsisten, en precario desequilibrio, zonas mínimas de esparcimiento, que se ocupan los fines de semana hasta la extenuación de su biología.

La segunda, menos dramática, pero igualmente destructiva, la producen bienventurados económicos que se empeñan en comprar por cuatro perras casas y tierras abandonadas en los pueblos que han dejado de ser agrarios, pensando en ocuparlas un día -que no llega- para estar cerca de la tierra. 

El resultado de tantos despropósitos es la pérdida del campo español. En lo que fueron pueblos florecientes, malviven ahora ancianos pensionistas, que apenas pueden arrastrarse de sus destartaladas viviendas solitarias hasta los pequeños huertos en donde cultivan cuatro berzas y algunas patatas (por ejemplo), limpiando a diario el recinto que llaman comedor, junto a la cocina de leña, porque esperan la visita ocasional de sus hijos, estajanovistas en la ciudad en donde soñaron con su opulencia.

Hay una cultura del campo que es imprescindible recuperar, y no tiene nada que ver con lo que se estila en centro Europa, en la que hace tiempo que han dominado la naturaleza para convertirla, exclusivamente, en fuente productiva de las empresas agrarias.

No se ha conseguido con la reparcelación -eternamente inacabada-, no se ha favorecido con la hipoteca que significan ocasionales instalaciones de aerogeneradores en las crestas montañosas, y, por supuesto, no tiene nada que ver con esos proyectos persistentemente destinados al fracaso, de "turismo rural" o "casas de alquiler rurales", en las que los citadinos ambiciosos de consumir paisaje pretenden desintoxicarse de los humos de las capitales, pasando unos días entre lo que fue campo próspero, recogiendo bonsais para sus macetas de salón o llenado los estómagos con chorizos y lacón con grelos comprados en un supermercado abastecido por una multinacional.

Es cierto que el agricultor era el guardián del campo. Pero esa profesión ya no existe. Levantadas las puertas del campo para que entraran los consumidores de lo que va quedando de él, solo nos queda lamentar que hemos abandonado a su suerte una parte fundamental de nuestra naturaleza, y, como no podemos comer asfalto, hemos reducido simultáneamente nuestras opciones de contactar con lo que somos. Biología. Una parte del ecosistema en extinción.

Si apenas nos miramos, ¿cómo vamos a abrazarnos?

La idea partió de Coca Cola, dentro de una campaña bajo el lema "Open Happiness", que comenzó en 2009 y que con la fórmula "Hug me" (Abrázame) encontró una amplia difusión, que es posible que muchos que hayan oído o visto sobre la misma ignoren lo que se pretende con ella: vender más bebidas refrescantes, respaldar con un mensaje concreto que en las burbujas del líquido azucarado se encuentra la felicidad, en una versión comercial del mago de la botella.

Para que la confusión instalada sobre el mensaje no haga perder el sentido económico del eslógan, la multinacional ha instalado varias máquinas donde le pareció oportuno -una de ellas en la Universad Nacional de Singapur, según relató la prensa especializada-, con la inscripción Hug Me, que premiaban a quienes se dignaron abrazar a los gélidos expendedores, como corresponde: con una lata de otro producto de la firma.

Mi propuesta es mucho más sencilla, y la formulo en español: Mírame. Cuando me cruzo, en mi propio país, con otros coetáneos, pocos son los que (me) miran a los ojos. Unos, concentrados en sus pensamientos, dirigen su vista al suelo, como si buscaran la iluminación en el asfalto. Otros, al llegar a una distancia que figurarán prudente, desvían la mirada, incluso hasta retuercen el cuello, como temiendo que mi/su presunta curiosidad les cause alguna molestia.

Qué decir de la manera delicada en que todos ignoramos a esa colección creciente de despojos humanos que jalonan en número creciente (la crisis puede) nuestras aceras, -de pie, sentados o incluso de rodillas sobre ellas-, acompañados de letreros variopintos en los que nos presentan una situación (puede que inventada, pero qué más da) dramática.

Mírame. No tengo pelos en la cara, no soy más que otro ser humano. Y, tal vez, si aprendemos a mirarnos sin temor, podamos plantearnos aventuras colectivas algo más ambiciosas.

Mira Maruxina, mirái, como vengo yo, tralaralará

¿Todavía quedan mineros del carbón?, se habrán preguntado algunos, viendo, por la Tele, cómo se queman neumáticos para impedir el paso en algunas carreteras, o unos grupos de encapuchados se enzarzan en una pelea con bazokas artesanales contra las fuerzas del orden, que es una manera correcta de llamar a la policía antidisturbios.

¿Pero son mineros estos tipos?, se pueden haber preguntado otros, al ver avanzar carretera adelante, con destino confeso hacia Madrid, a principios de julio de 2012, a algunos grupos de hombres con aspecto más bien fondón, portando candiles (lámparas de mina) y cascos en bandolera, y entonando, a ratos, una canción que habla de camisas rojas de sangre y costeros, que parece entresacada del túnel del tiempo.(1)

Quedan mineros y, desde luego, los que quedan en la mina, tienen un trabajo duro. Pero quedan muy pocos, porque la operación de desmantelamiento de la minería del carbón en España (y en Europa) los ha convertido en sujetos de culto para la historia que detalla el progreso y que se va cobrando víctimas en el camino.

Hemos tenido ocasión de escuchar opiniones de representantes de sindicatos, de mujeres de las cuencas y de otros familiares de mineros; hemos oído a la Patronal del carbón, a eruditos y a ganapanes, a listillos y a aprovechados, y, por supuesto, -aunque no siempre con la firmeza que, para bien o para mal, nos hubiera gustado a algunos- a representantes del Gobierno, a alcaldes de las comarcas afectadas y a políticos de las diferentes oposiciones.

Tenemos la impresión de que, no pocas veces, lo que se dice no concuerda con lo que se siente.

Ya lo sabemos, pues, todo o casi todo, los de dentro como los de fuera, los enemigos como los amigos, los aprovechados como los inocentes.

El mundo real de los mineros, como podría también serlo el de los siderometalúgicos, proviene de la fábula, en la que se ha forjado el misterio de conseguir utilidad de la naturaleza, transformándola.

Ambos están, en la realidad, íntimamente ligados -en su dureza y en el proceso técnico-; pero los mineros, en especial, los de la hulla, siempre han sabido estar más unidos y, en general, supieron defender mejor sus reinvindicaciones de seguridad, calidad de trabajo, descansos, retribuciones.

Los mineros del carbón son un residuo, la expresión de una reserva emocional, un reducto en el que se han refugiado los últimos ejemplares de una batalla que hace tiempo está perdida, pero por la que todavía luchan. No tiene que ver ya con la rentabilidad del carbón, ni con emisiones de CO2, qué va. Tiene que ver con cosas mucho más serias: solidaridad, coherencia, respeto a la palabra dada, amistad, asunción de riesgo para mejorar el nivel de vida, ...

Cada vez que canto con mis colegas de la ingeniería, por Santa Bárbara, el himno español de los mineros, me acuerdo del de los mineros alemanes, que he tenido ocasión, también, de escuchar y cantar muchas veces, y que me permito traducir libremente. Hablan, en el fondo, de lo mismo:

"Glückauf, Glückauf, el capataz viene; con su luz brillante en la noche; ya la trae encendida; y vierte su luminosidad; y con ella, viajamos hacia la noche, a los adentros de la mina; allí donde se hace el minero; allí atrapamos la plata y el oro en la noche; de la roca; uno arrebata la plata, otro el oro; allí está en la noche Magdalena con su cabello castaño; ella nos mantiene; ay, ay, querida mía; y allí en lo más profundo de las tinieblas del tajo nocturno, pienso yo en tí; y vuelvo a casa, querida mía, y estalla el saludo del minero en la noche, Glückauf, glückauf" (2).

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(1) El título de este Comentario, traducido al español, es: "Mira, Marujina, mirad, cómo vengo yo, tralaralará". La canción de los mineros (y anexos) españoles la he recogido en otros Comentarios de este mismo blog. Por ejemplo en: http://amarias.blogia.com/2007/041501-a-sotavento-el-pozo-maria-luisa-cubrio-de-humo-langreo.php

(2) Esta es la versión original, en alemán. No he traducido "Glückauf", que es la expresión típica minera para saludarse, y desearse ánimos y suerte:

"Glückauf, Glückauf; der Steiger kommt; und er hat sein helles Licht bei der Nacht, und er hat sein helles Licht bei der Nacht; schon angezünd´t, schon angezünd´t. Hats angezünd´t, hats angezünd´t; es wirft seinen Schein; und damit so fahren wir bei der Nacht, und damit so fahren wir bei der Nacht; ins Bergwerk ein, ins Bergwerk ein. Ins Bergwerk ein, ins Bergwerk ein; wo die Bergleut sein, ja sein; die da graben ja das Silber und das Gold bei der Nacht, die da graben ja das Silber und das Gold bei der Nacht; aus Felsgestein, aus Felsgestein.

Der eine gräbt das Silber (Silber, Silber), der andre gräbt das Gold (ja das Gold); doch dem schwarzbraunen Mägdelein bei der Nacht, doch dem schwarzbraunen Mägdelein bei der Nacht; dem sein Sie hold, dem sein Sie hold. Ade Ade, Ade Ade; Herzliebste Mein; Und da drunten in dem tiefen finstern Schacht bei der Nacht, und da drunten in dem tiefen finstern Schacht bei der Nacht; da denk ich dein, da denk ich dein. Und kehr Ich heim, und kehr ich heim; zur Liebsten mein, ja mein; dan erschallet des Bergmanns Gruß bei der Nacht, dann erschallet des Bergmanns Gruß bei der Nacht; Glückauf Glückauf, Glückauf Glückauf.

A lo que se suele añadir, por los mineros:

Wir Bergleut seins, seins kreuzbrave Leut! denn wir tragen ja das Leder vor dem Arsch bei der Nacht, denn wir tragen ja das Leder vor dem Arsch bei der Nacht; und saufen Schnaps, und saufen Schnaps.

Y por los siderúrgicos:

Wir Hüttenleut seins, seins kreuzbrave Leut! denn wir tragen ja das Leder vor dem Bauch bei der Nacht, denn wir tragen ja das Leder vor dem Bauch bei der Nacht; und saufen´s auch, und saufen´s auch.

Por cierto: la Magdalenita de las canciones folclóricas alemanes tiene los ojos marrón oscuro, no el pelo; me he permitido esta licencia.

 

Se buscan líderes para laTercera Transición. (4. La visión de Antonio Garrigues Walker)

Se buscan líderes para laTercera Transición. (4. La visión de Antonio Garrigues Walker)

(Con este Comentario, termino la reseña del encuentro sobre La Tercera transición, en la que la plataforma KnowSquare invitó a cuatro relevantes personalidades de la Primera a expresar su opinión sobre el momento que se estaba viviendo en España).

Antonio Garrigues Walker no es la primera vez que comienza su intervención citando a Ortega: "Lo que nos pasa es que no sabemos lo que nos pasa". Inmediatamente después de esta frase, atribuyó parte del dramatismo con que enfocamos nuestra propia situación a que "nos falta la medida de lo que está sucediendo fuera de España".

En este sentido, su pertenencia a distintos Observatorios internacionales, como el de Transparencia Internacional, le proporciona material de análisis de primera mano. No somos el único país con necesidad de realizar su transición.

Japón, por ejemplo, "ha tenido que recomponer sus fuentes de suministro de energía, sin tiempo para planificación, renunciando a la energía nuclear", después del terremoto de Fukushima. En la última reunión del Observatorio Transparencia Internacional, "China se quejó de la falta de crecimiento europeo y norteamericano, y anunciaron que bajaban sus perspectivas de crecimiento propias del 12 al 8%", además de detectar un "crecimiento geométrico de la corrupción". El caso de India es similar, con un recorte de las previsiones del 8 al 5% en su crecimiento.

"Todos estos países", expresó Garrigues, "tienen que realizar, en efecto, su transición".

Pero, además, el análisis del caso de Estados Unidos -en una situación que definió como "apasionante"- permite detectar que "se encuentra con la mayor radicalización política de su Historia, que está afectando hasta la convivencia social. El presidente Obama, desde el poder Ejecutivo, ha intentado tres grandes reformas: la financiera, la de la política de emigración y la social", cosechando feroces oposiciones, en un país con "145 millones de personas sin derecho a la asistencia médica" pública, debido a que el poder legislativo está en manos del partido republicano, contrario a las medidas. Y el déficit de Estados Unidos es de "trillones de dólares", por lo que es lícito preguntarse, si dependemos de la solución a los problemas norteamericanos, "¿cuándo vamos a salir de esta crisis?".

Expresó Garrigues que "el espectáculo que estamos dando los europeos es fascinante, pero muy triste. Todos las colectividades necesitan de un liderazgo, y Europa lo necesita". Pero, como suele decirse: "¿cuál es el número de teléfono de Europa?"

Las contradicciones europeas alcanzan a la sintonía de los gobernantes con sus votantes. "Merkel ama a Europa, pero sus ciudadanos, no. En los países de Centro-Europa existe la convicción de que los del Mediterráneo no damos un palo al agua". La falta de peso europeo es también un hándicap. "Los americanos tienen un poder militar -son capaces de mantener cuatro guerras a un tiempo- y tecnológico del que no disponemos en Europa", afirmó Garrigues.

Con la intención de dotar de optimismo y realismo a su mensaje, Garrigues apuntó que "es un error creer que España es el peor país del mundo, pero si lo seguimos creyendo, estamos perdidos."

En la confianza en el esfuerzo personal "está la clave para salir de la crisis. No hay recetas", más que, tal vez, "no gastar más de lo que se tiene" y tener confianza. Hay un fundamento histórico para esa confianza, y es que "la Humanidad es una sucesión de procesos de crecimiento que acaban en crisis, porque todas las burbujas explotan", ya que "las crisis ponen de manifiesto los problemas".

Terminó Garrigues con una previsión: "Este año acabará la crisis, y en el 2013 empezaremos el crecimiento".

 

Se buscan líderes para laTercera Transición. (3. La visión de Miquel Roca i Junyent)

(Este Comentario forma parte de otros con el mismo título genérico y, además de constituir una unidad junto a ellos, convendrá advertir al lector de que la responsabilidad de la reseña y, por supuesto, de la selección de las opiniones de los ponentes y, en su caso, de las valoraciones recogidas, es exclusivamente mía).

Miquel Roca i Junyent, que puntualizó, ante todo, su convicción de que "transitar, transitamos siempre", se preguntaba inmediatamente después: "¿Dónde está esta Tercera Transición?" y, para abundar en la duda, expresaba que, contrariamente a lo que podría argumentarse de las dos anteriores, "en la tercera no tenemos ninguna idea, porque" (los españoles) "la vamos a compartir, como mínimo, con los europeos y,a demás, en el contexto de uan crisis generalizada. Quizá somos más europeos que nucna, porque tenemos problemas comunes."

Su posición personal supuso calificar como "más importante la crisis política, institucional y de valores", que la económica. Y, además, "saldremos diferentes de cómo entramos en ella".

Después de esta primera valoración, Roca indicó que "nos están saliendo los peores genes de nuestra tradición histórica. Hemos sido muy malos para acordar y fantásticos para confrontarnos"; con una ironía que utilizaría en otros momentos de su comentario, recordo que "los brítánicos expresan en español los términos que se vinculan con la confrontación", reservándose en su idioma los que implican llegar a un acuerdo. "Es tan fácil y tentadora la confrontación; porque ser diferente, es lo más sencillo".

Mantuvo la ironía -y arrancó risas del auditorio, totalmente entregado a estas alturas, por el atractivo de lo que se estaba expresando por los conferenciantes- para referirse a que "Zapatero cumplió su programa: "Si vosotros no vais, vuelven ellos", y, para reforzar la idea de que "el progreso se declina en las tonalidades intermedias", concretó que "los políticos son reflejo de nosotros mismos: es un castigo decisivo" (nuevas risas del auditorio).

Desgranó Roca algunas de las razones por las que reflejó las contradicciones del actual momento. "Nuestros hijos se encuentran un país más y mejor equipado"; si antes los españoles tenían que emigrar "con una maleta de cartón", ahora son codiciados por su preparación técnica. "¿Nos hemos creído -inquirió- lo de la globalización, o no?". Incluso tuvo unas palabras, sin necesidad de nombrar a nadie, para quienes remueven cenizas del pasado convulso, actuando aparentemente bajo el lema de "Como yo no estuve, y me lo perdí, voy a inventariar".

La solución inmediata a la crisis le parece "irrelevante: si no se arregla España, puede ser el balneario de la decadencia. Pero nuestro reto es otro, y afecta a la innovación, a la inmigración, el empleo, etc. y no depende de la crisis, sino de las voluntades colectivas".

 Y aquí detecta Roca nuestro problema principal. "Las sociedades civilizadas son las capaces de captar lo importante de cada momento. ¿Es este, por ejemplo, el momento de recordar la soberanía española sobre Gibraltar?". Con ocasión del sexagésimo aniversario de la coronación de Isabel II de Inglaterra, en lugar de reflejar nuestro disgusto no compareciendo, "podíamos haber pactado con los británicos, por ejemplo, que mañana, cuando se abra la Bolsa de Londres, no seas tan duro con nosotros".

Aún dejó en el ambiente otras cuestiones respecto al sentido de oportunidad español: "¿Es el momento de acudir al filón anticlerical para obligar a la Iglesia a pagar el ibi?". Es responsabilidad de todos no desorbitar o desenfocar las prioridades, porque, si no detenemos la espiral, "dentro de poco volverá a resurgir la enemistad eterna con Francia", olvidándonos, en fin, de la solución a los problemas principales.

Ya en el coloquio, Roca concentró su mensaje: "Consuman, que los que tengan dinero, lo gasten". Y, además, apeló a la necesidad de complicidad de los medios de comunicación para recuperar mensajes optimistas, sin incorporar matices destructivos. "Por tercera vez hemos bajado el índice de paro. ¿Es necesario añadir "pero menos que el año pasado en esos mismos meses"?" No, claro que no.

(continuará)

 

 

Se buscan líderes para laTercera Transición. (2. La visión de José Manuel Otero Novas)

(Este Comentario es continuación del anterior, con el que forma una unidad).

José Manuel Otero Novas fue el causante involuntario de que el comienzo del acto se retrasara unos minutos, pues se encontró "metido en un atasco"; Garrigues Walker, que tiene un sentido del humor a flor de piel, cuando la moderadora María Eugenia Cadenas anunciaba la causa del retraso, expresó la confianza, acogida con risas, de que "el atasco fuera circulatorio".

No hay, por supuesto, atisbos de atasco en la argumentación expuesta por Otero, para el que "la evolución del ser humano no es indefinida", y, como la del cosmos "es cíclica" (dejó abierto un resquicio a la evolución técnica). Y así llegó en los primeros momentos de su alocución a delimitar su postura: "las tendencias serán las de anteayer, no las de pasado mañana".

Tampoco ahorró tintes negros para definir lo que nos está pasando: "La crisis económica es peor que la del 78; es como la de 1929; el tratamiento previo ha sido, además, el mismo. Ninguna autoridad ha querido pinchar la burbuja, y, como entonces, una vez que ha estallado, aquéllas empiezan a reunirse y a adoptar medidas de forma nerviosa y contradictoria". Y no disculpó ni al Gobierno de Zapatero ni al de Rajoy, aunque dijo apoyar a los Gobiernos "porque algo hay que hacer, para evitar entrar en pánico que es lo peor".

Se planteó varias cuestiones, que mantuvo como interrogantes sin respuesta: ¿Más euro?...En aquella crisis del 29 que tomó como referencia, los políticos se encontraban prisioneros del "patrón oro", al que les parecía imposible renunciar. ¿Más Europa? ¿Por qué?.

Tendríamos, para Otero, "seis grandes problemas que nos van a estallar todos juntos". No alcancé a detectar, en su plática, los seis problemas concretos, que no enumeró sintéticamente el ponente.

Desde luego, el endeudamiento fue uno de ellos ("tenemos que pagar más del doble de lo que valemos; en el 2010 el endeudamiento era del 200% del PIB, entre la deuda pública y la privada; hoy ...estaremos en el 300%"...la solución no puede ser "más deuda").

En relación con la idea que parecen defender algunos, de "volver a la situación de 2004-2005", expresó que "esto significaría aumentar más el paro; estamos financiando a Alemania y a Francia", que son los países en donde compramos al exterior fundamentalmente.

Lo que llama la Constitución "Estado autonómico" se ha "quedado no sé dónde. El esquema federal está superado desde 1993" y "estamos en la senda soberanista", en un esquema "que nos lleva a la destrucción".

Completó su visión afirmando que "el Gobierno de España es visto externamente como incapaz de gobernar, porque carece de los instrumentos, ya que los ha perdido." En Cataluña, algunas voces vuelven a solicitar el "cierre arancelario".

Y advirtió, pesimista: "Todas las veces que hemos encendido el fuego de la autodeterminación, hemos acabado en sangre".

(continuará)

Se buscan líderes para laTercera Transición. (1. La visión de Ortega y Díaz Ambrona)

Aunque mi valoración puede parecer interesada, pues pertenezco al Consejo Editorial de KnowSquare, lo digo como lo siento: La propuesta resultaba prometedora y las expectativas se cumplieron. Y me apresuro a decir en descargo de mi presunta petulancia que no tuve más participación en el acto que los dos minutos de presentación de esa plataforma singular que es la Plaza del Conocimiento, por amable cesión del protagonismo por parte del inventor del proyecto, Juan Fernández-Aceytuno. (1)

Juan Antonio Ortega y Díaz-Ambrona, José Manuel Otero Novas, Miquel Roca Junyent y Antonio Garriguez Walker fueron, por este orden, los intervinientes en una propuesta de reflexión acerca de una posible "Tercera Transición" española, una manera sintética de referirse al tercer acto del camino por la modernización que tuvo sus dos primeros momentos estelares en el pacto político que se concretó en la Constitución de 1976 y en la aceptación del euro como moneda única (como final de un acto de conversión europeísta que se iniciaba con la entrada de España en el, por entonces, aún selecto club llamado Comunidad Europea).

Ortega, que ofreció quizá la visión más esquemática, después de negar la mayor ("uno no sabe muy bien dónde se está: como a Bankia, no me salen las cuentas"), se concentró en el análisis de "los parámetros que se dieron en la Primera transición", para resaltar que "la mayor parte, ya no están en vigor".

Eran éstos, para Ortega: La idea de concordia, diálogo y reconociliación, con el objetivo de consenso y concesiones recíprocas, que se manifestó en los Pactos de la Moncloa, en la Amnistía política de septiembre de 1967, en la Constitución -con sus concreciones de monarquía parlamentaria "República coronada"-, la aconfesionalidad religiosa, el modelo educativo y la política territorial.

Esos consensos de entonces se encontrarían hoy "bastante rotos: mucha gente no vemos por dónde se ha de salir", y concretó su apreciación del momento en que se encuentra: "el asunto Garzón ha vuelto a mover el acuerdo de amnistía"; se confunde el Estado aconfesional con el laico ("hubo gente que se sorprendió,, en el funeral de Leopoldo" -Calvo Sotelo- "de que fuera posible un funeral católico en un Estado laico"); hay una crisis en lo autonómico (citó un encuentro con Jordi Pujol, ex president de la Generalitat, en el que le había confesado que "no veía clara la ubicación de Cataluña en España"...preguntándose Ortega porqué "una persona tan inteligente había tardado tanto tiempo en llegar a esa conclusión y porqué había llegado a ella"); la Monarquía "también tiene quiebras, aunque quizá menos que otros" consensos; y "no parece que los grandes partidos se entiendan".

La conclusión de Ortega después de referirse a que "hubo una generación de la transición que nos vamos despidiendo, nacida entre 1930-1945, que les decimos adiós, debe tomar el relevo la generación de 1960 en adelante".

Estamos, diría después en el coloquio el conferenciante, "en una fase reconstituyente", pero, aunque la Unión Europea está gravemente herida, debemos ser "conscientes de que formamos parte de Europa", cubriendo el "déficit del discurso político" con aportaciones desde la sociedad civil, pero sin caer en la "burbuja tertuliana".

(continuará)

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(1) La Fundación Lázaro Galdiano, que dirige Elena Hernando, ofreció su Salón de Actos el 6 de junio de 2012 para acoger a los más de 150 asistentes, inscritos previamente. María Eugenia Cadenas, directora de Síguete y responsable del proyecto Coach en Knowsquare se encargó de las presentaciones y de moderar un conato de debate, porque la necesidad de Roca de coger el avión para volver a Barcelona ("servidumbre de los que vivimos en provincias", dijo), acortó los tiempos, aunque los conferenciantes se ajustaron bien al esquema inicial, y expusieron con brevedad y concisión sus ideas. 

Juan Fernández-Aceytuno cerró el acto, con unas palabras emotivas, agradeciendo la asistencia y la riqueza de los argumentos expuestos, entregando a los conferenciantes un regalo especial: la sucripción por un año a la Plataforma KnowSquare. Sobre la mesa quedaba, para un análisis sico-sociológico, el dibujo que Antonio Garrigues había dedicado a María Eugenia Cadenas.