Problemas de identidad (13)
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Acababan de llegar los directores convocados, cuando Duarte llamó, para dar explicaciones de su ausencia. “-Todavía están interviniéndola. Confío en poder dejar el hospital en unas horas. La dejaré con mi mujer.” Sergio no evitó expresar la sorpresa, pero fue al grano de lo que le preocupaba más: “- Pero, ¿quién está en el Hospital? ¿Tu mujer o tu hija?... Vaya, que se mejoren… Dime, ¿estuviste ayer con los auditores?” “-Sí, claro. Los dejé terminando el informe. Está perfecto”. “-Espera, espera, no tan deprisa. Me dicen que han descubierto irregularidades”. La voz de Duarte no reveló inquietud: “-Tonterías. Simples diferencias de criterio. Ya te contaré”. “-¿Cómo puedes estar tranquilo? Han enviado información a Osaka. Si tienen razón, te juegas la cabeza, pero mi familia, mucho dinero”. “Por favor, Sergio. Confía en mí. Hablamos esta tarde…Disculpa, me llaman del quirófano. Tengo que dejarte. Cuando veo esto claro, vengo para allá”. Duarte se complacía en emplear mal, a sabiendas, los verbos ir y venir en su búsqueda de complicidades con Pablo Serraterra III, que prefería hablar en catalán.
Los directores le estaban mirando, aún de pie. Iba a indicar que se sentaran, cuando Lucía comunicó por el telefonillo que había entrado otra llamada. “Es Amalia Delicado. Te lo cuento como me lo dice: Que ya habló con Japón”. El director de producción, Fernández, recordó algo: “-No te lo comenté antes porque no le di importancia. Ayer llamó esa mujer a la fábrica. Qué voz. Encandila. Es periodista, ¿no? Dijo que era una gran amiga tuya y me pidió el teléfono de tu casa. No te localizaba y quería que supieras que había hablado con un tal Yakumasu. Sabe más de la empresa que un director de departamento”. “-No puedo creer lo que está pasando –murmuró Sergio, y continuó, en voz clara: “-Juro que no conozco a nadie con ese nombre.”
Sentó la sospecha de que le estaban gastando una broma. Cortó secamente el inicio del comentario del Director de Control de Calidad, que trataba de decirle que a él también le había llamado Amalia Sirgado. Estaba viviendo pesadillas paralelas, sin relación aparente, que situaban en un marco enigmático lo que estaba sucediendo aquel día.
“-Vamos a aclarar este asunto de una vez. Pásame la llamada, Lucía.” Y, sin transición, farfulló al aparato: “-¿Quién diablos es Vd.? ¿Qué pretende con sus reiteradas llamadas a esta empresa?”. La hermosa voz contestó:”-Perdona, Sergio. No pretendo incordiar. Si soy insistente, es porque tengo una información de máxima importancia. Llamo desde Londres, y necesito verte personalmente. Con urgencia. Es un asunto confidencial.”. Notó que los directores se sonreían y creían adivinaban sus razones. “-No creo que sea necesario el desplazamiento. Dígame ahora de qué se trata.”. “-¿Estás solo?”.”-Sí”, mintió. Tenía por costumbre hablar con el sistema de manos libres y todos estaban escuchando.”-Mañana mismo estaré en tu despacho con el propietario de la mayor empresa de transporte de mercancías entre España y China. “
Hubo un silencio espeso. “-Mire usted… Esos temas no los llevo personalmente yo. El responsable de Ventas es el encargado de negociar directamente los fletes. El Señor Finsorté.”.”-No queremos hablarte de fletes”. –cortó la voz- “Tampoco queremos comprar la empresa.”. “-Me parecería ilógico que lo desearan, porque no estamos en venta.”. “-No necesitas ocultarlo. Tu director financiero, Duarte, me dijo que estábais preparando el Memorándum de Venta para salir a Bolsa.”. “-Pues se equivocó. Lo siento. Tengo que colgar.”
Colgó con aparatosidad. Todos los directores le apretaban con la mirada: “-¿Qué nos pasa? ¿Nos hemos dejado seducir por una voz y estamos contando nuestros secretos a cualquiera?”. “-No te enfades. Nos hemos limitado todos a ser amables con una amiga tuya.”. “-No conozco de nada a esa caradura. Ni sé lo que pretende.”. “-Pues para no conocerla de nada, ella lo sabe todo sobre ti. Me ha dado recuerdos para tu mujer, Currita, y para tus dos hijas, Pilarín y Montse. Sabe que dejaste de fumar y que te gusta el Rioja más que el Ribera.”, aclaró Fernández. “-Eso son tonterías sin importancia. Lucía se habrá ido de la lengua. Os ha estado engatusando a todos. Prohíbo que se hable con esa interfecta”. Se acordó que el abogado que tramitaba su separación le había precisado que interfecto significaba muerto de muerte violenta, por lo que se corrigió sobre la marcha: “Con esa individua”.
El pequeño López Iriarte se impacientó:”-¿Empezamos la reunión?”. “-El caso es que preferiría que estuviera presente Duarte, porque necesito sobre todo sus explicaciones. Tenemos problemas con la auditoría.” ”--Pues lo dejamos para la tarde, entonces.” Miró a Finsorté, y se corrigió:”-No, no. Quedaros aquí. La haremos sin él.”
(cotinúa)
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