A sotavento: republicanos, divididos, neoecologistas e ingenuos
La serie de calificativos que se recoge en el título del Comentario no servirá para definir a los partisanos de Izquierda Unida, pero le son aplicables. Al menos, en el sentir de muchos de los que siguen las evoluciones, amenazadoramente de aspecto terminal, de esta formación política.
El asentamiento de la democracia en España ha traído varios efectos colaterales y uno de los más interesantes es la progresiva extinción del espíritu comunista. Aunque se dice que la izquierda del PSOE tiene una clientela fiel de casi 1,5 millones de votantes, la Ley d´Hont, las luchas intestinas y la falta de un programa político pragmático, han convertido en testimoniales a los partidos de la izquierda irredenta, en los que habían probado sus dientes muchos de los que luego poblarían las primeras filas del socialismo.
Para mí, el eje fundamental de la izquierda no gobernante en nuestro país, en este momento, podría ser la cuestión ecológica. Son muchos los temas abiertos en este asunto trascendental, que no pueden ser resueltos desde una perspectiva contemporizadora, a la que, por razones obvias, se tienen que ajustar los partidos mayoritarios. Ser ecologista o verde y ser marxista son cuestiones completamente diferentes.
La defensa de los intereses de los trabajadores ha pasado a mejor vida en una situación de relativa prosperidad económica, en la que un 11% (o más) de los empleados trabajan como funcionarios para el Estado, teniendo un puesto de trabajo fijo, y en el que los parados y subempleados del sistema tienen muy difícil organizarse, además de ser relativamente pocos, en comparación con los asalariados que, aunque no lleguen a fin de mes con holgura, andan en utilitario y veranean veinte días laborables.
Una explicación interesante respecto a lo que sucede, en estos momentos, con los izquierdosos, se puede encontrar en relación con la ostentación del espíritu republicano, que es, y no hay porqué justificarlo de puro evidente, característica intrínseca de la defensa de las igualdades. No cabe identificar, sin embargo, a republicanos y marxistas, pues esa respetable forma de Gobierno que rechaza la genética como llave de acceso a la cúpula del Estado, no tiene color ideológico.
Pero sucede que este carácter reivindicativo, con su bandera incluída, está en las esencias de la izquierda española, ahuyentando así votos de los que asocian el cambio a la forma de gobierno República desde la Monarquía con una revolución. Tal vez IU, después de estas elecciones -en las que vaticino un fuerte retroceso- se anime a recapacitar sobre las esencias de la izquierda de un partido mayoritario que ha secuestrado, para bien, los ánimos reivindicativos de la mayoría de los trabajadores.
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