Jugando en corto: Rajoy y Zapatero tienen difícil convencer a quienes no son sus partidarios
En el debate que está a punto de terminar cuando escribo estas líneas, los dos candidatos a Presidente del Gobierno de España han demostrado que saben nadar y guardar la ropa, que es cualidad fundamental para un político.
No han tenido empacho alguno en descalificarse mutuamente, de la manera más directa que puede hacerse: "Usted no merece presidir este país", dijo Zapatero a su contrincante en estas elecciones. "Usted no tiene ninguna idea de la nación española", había dogmatizado poco antes Rajoy, refiriéndose al actual Presidente del Gobierno.
Fue una magnífica confrontación de conocidas posiciones -apelación a solvencia frente a crispación, recíprocamente lanzadas para descalificar al contrario- , pero no resultó motivador para quienes no estaban previamente convencidos. Los dos candidatos presentaron idéntica capacidad de persuasión, misma firmeza, un parecido talante. Si se hubiera tratado de dos testigos aportados por las respectivas partes en litigio, habría que concluir que nada añadieron a la credibilidad de los argumentos, porque ambos pudieron el mismo énfasis en repetir sus versiones, completamente diferentes aunque los hechos que deberían enjuiciar eran, por supuesto, los mismos.
Parecía que ambos se manejaban con informaciones complementarias, y que los datos se pudieran acomodar al antojo para argumentar tanto el pro como los contras de las cuestiones que se dilucidaron. Zapatero y Rajoy son, al margen de sus ideologías, muy parecidos. Tímidos, serios, nada divertidos en su imagen pública: uno no se los imagina contando un chiste, sino sonriendo aquiescentes a las palabras de su interlocutor, menos dados a la polémica enardecida que a la tranquilidad de un paseo por el monte en grupo.
Su currículum los evidencia como dos personas con una amplia experiencia política, que no se arrugarán, por tanto, ante la contundencia del contrario y que saben muy bien que el éxito de una intervención está en poner énfasis en las palabras más que en las cifras, porque los que escuchan, y han de votar, se van a guiar por el tono, por la música y no por la letra.
Algo ha de ser motivo de tranquilidad para los que voten como para los que no lo hagan. Cualquiera de los dos tiene bagaje para ser un buen Presidente de Gobierno, o va a intentarlo al menos. En mi opinión, Rodríguez Zapatero ya lo ha demostrado. En eso, lleva ventaja. Yo, lo que echo de menos es verdadera confrontación de programas, no un debate singular con aires de gran derby que, por su misma naturaleza, no va a servir para que se desequilibren los previsibles resultados electorales de PSOE y PP.
Las terceras fuerzas políticas, por el centro, por los regionalismos o por la izquierda, tienen, pues, sus opciones, no solamente intactas, sino a máxima temperatura. Ellas ganarán las elecciones, porque el debate de los partidos mayoritarios, para los que no estaban convencidos, sigue en tablas.
0 comentarios