Al pairo: Por favor, ríanse
Ya escribí en otro momento sobre el tema de la doble moral. Me repito, pero el asunto es jugoso. Tiene muchas vertientes: la de aquellos que ocultan sus verdaderos intereses, aparentando otros; la de quienes recomiendan vivamente comportarse de una forma, cuando ellos están realizándose en contrario.
La vida real está llena de maestros en la doble moral. A algunos, les premiamos incluso con nuestra admiración, les entregamos nuestro afecto, les confiamos la caja donde guardamos lo más preciado. Sus verdaderas intenciones se descubren mal, sin embargo. Saben ocultar perfectamente sus razones, que no son otras que presentar un yo distinto, para dejar que el verdadero se mueva con tranquilidad en los deseados derroteros. Cantan en un sitio y ponen los huevos en otro. En las raras veces que se confiesan, nos desorientan.
El pueblo español, víctima del complejo de inseguridad de casi todos los pueblos latinos, está revisando con ímpetu su historia, en especial la más inmediata. Parece, en particular, que a una mayoría de los españoles que no han vivido la guerra del 36 al 39 y el comienzo de la dictadura, les encantaría borrar aquellos años de un plumazo. Como no es posible arrancarse de cuajo un trozo del pasado, se concentran en borrar de la Historia, por lo menos, algunos de los hechos y honores de quien los dirigió, apuntando a eliminar la figura real o imaginada que se llamó Generalísimo Franco. De momento, le han retirado a este hoy monigote ante el que se arrodilló todo cristo, sus estatuas, le van a quitar los títulos honoríficos universitarios, le vigilan a la familia los dineros y regalos que acumuló, le discuten al prócer los méritos militares que tuvo, las decisiones que tomó, analizan sus manías, sus tics, sus desazones, sus móviles, para negarle todo éxito a él, pero sin que se atrevan a arrastrar con el impulso a toda una época.
Puede que descubran esos revisionistas –que, en general, debo imaginar, no muy ocupados en construir futuros- que Franco ha sido el único causante del levantamiento anti-constitucional, el instigador del juicio sumarísimo e injusto de parte de los vencidos, el asesinato alevoso de miles de republicanos, el espurgo académico de todos los contrarios, la promoción de incompetentes a puestos clave. Puede que sea causa y razón del atraso intelectual de España, de nuestro desánimo estructural, de nuestra apatía visceral. Puede.
Yo creo que no. Porque estoy convencido -lo estamos todos- de que no estuvo solo, ni en sus fracasos, errores y actuaciones paradelictuales y sectarias, ni en sus éxitos y logros. Estuvo muy nutridamente acompañado, y, sin duda, algunos de quienes le secundaron con sus aplausos, son los padres o abuelos de los que ahora quieren adquirir carta de limpieza de sangre borrando de la memoria colectiva al que sus antepasados tuvieron por líder induscutible. Yo no sería partidario de mover la porquería. Como parte de mi experiencia práctica está vinculada a las basuras, tengo presente una frase que figura en el catecismo de todo basurero: "La mierda, cuanto menos se mueva, mejor". Sale más barato.
Si queremos revisarlo todo, lo tendríamos complicado, en mi opinión. Igual que el título de doctor honoris causa a Francisco Franco por la Universidad de Ciencias de Santiago (y de otras) fue otorgado por unanimidad, el dictador contó con el aplauso de una mayoría en casi todos sus actos. Fueron pocos los que se manifestaban en contra, por la cuenta que les tenía. Quiero decir, tanto por la cuenta que les tenía a los que se estaban aprovechando del bote, como a los disidentes que osasen enseñar el careto, y que podían pagarlo muy caro.
Y ahora paso a explicar el porqué del título de este Al Pairo. Acabo de enterarme de que un nuevo artilugio (tecnologia ALR, automatic lip reading) permite leer en los labios con total exactitud, incluso aunque el emisor de la voz no esté situado de frente ante la cámara. Este invento permitirá desvelar lo que los personajes filmados en películas mudas estaban diciendo. El aparato ha sido probado ya con las películas caseras del primer clasificado hasta ahora de los execrables dictadores mundiales habidos y por haber, Adolf Hitler. Y han desvelado, como no podía ser menos, que en su círculo familiar, era un hombre normal: afable, capaz de hacer chistes y con sensibilidad para su enamorada, e incluso crítico a ratos con algunos de sus colaboradores ( se puede ver en: "Hitler's Private World: Revealed", que será emitido por la Five británica)
Si los labios se pueden leer, tal vez se llegue a interpretar igualmente algún día las expresiones de los rostros y sus mensajes. Eso facilitaría mucho la labor de los exégetas de la Historia. Analizaremos lo que pensaba cada uno de los personajes que acompañaban al Caudillo. Me acuerdo ahora de las dificultades de una intérprete en un Consejo Europeo, que estaba traduciendo la complicada fraseología de un interviniente: «El orador acaba de contar un chiste que no he entendido. Por favor, ríanse».
La función del franquismo ha terminado, felizmente. Hemos sobrevivido a sus tenazas. La memoria de los muertos y represaliados por aquella manifestación de la capacidad de odiarse que tienen las dos Españas, ha sido ya rehabilitada. Aquello fue un despropósito. No volvamos a repetirlo jamás. Todo estuvo mal. La Iglesia no tenía que haber apoyado a Franco. La monarquía no tenía que haber huído. La Ceda no tenía que haberse amedrentado. La izquierda debería haber tentado sus apoyos internacionales y actuado con mayor firmeza ante la insurrección. Etc.
Que los muertos descansen en la paz de nuestras memorias. Bájese el telón. Por favor, ríanse. Los que puedan. Yo no puedo, pero, si de mi dependiera, dejaría tranquilos los residuos malolientes de la Historia.
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