Al socaire: Podemos elegir entre una solución global o sálvese quien pueda.
Magnífica segunda parte la de ayer, lunes, para la Tertulia sobre El futuro, ideas para mejorar el presente, que tuvo lugar en el restaurante AlNorte. Se contraría así el dicho de que nunca segundas partes fueron buenas, pero la altura de los intervinientes garantizó un debate ágil y lleno de ideas. El Acta de la reunión será publicada en breve en la web www.alnorte.es.
Quiero destacar dos intervenciones, en esta rápida nota. La de Adolfo Castilla, catedrático de la Politécnica y experto internacional en futurología, quien respondía de esta forma a la pregunta de si cabría una solución global ante el cambio climático, o habría que pensar más bien en el "sálvese quien pueda".
Adolfo Castilla argumentó que las "soluciones en el campo de la educación, importantísimas y necesarias, constituyen por sí mismas un sistema lentísimo; la mentalización de la población por la vía de comunicación del mensaje político, sería bienvenida, pero tampoco tendría efectos inmediatos; la implantación de una cultura de sostenibilidad, en la que creo, tardará también mucho en pronunciarse; igualmente se podría argumentar de la dificultad de implementar a corto plazo medidas de consumo responsable, y muchas otras opciones que, no siendo rechazables en absoluto, no pueden conseguir resultados en el corto plazo.".
Concluyó que, en su opinión, " Hay dos soluciones posibles: la creatividad, para la potenciación de la tecnología; o la inversión de los mecanismos actuales, que nos permita evolucionar en otra dirección."
Otra intervención que quiero destacar es la del Dr. José Martínez, que trabajó hasta hace muy poco en el Thomas Jefferson Hospital en Philadelphia. Dijo en la tertulia : "La población actual espera vivir cien años, y hoy en día se es joven con cincuenta o sesenta años. La cuestión es que hay una tendencia al hedonismo tremenda, todos queremos vivir más, pero para divertirnos más y mejor."
"Esto-prosiguió el eminente hematólogo-me recuerda una frase de Marañón, por la que entendía que le resultaba un contrasentido robustecerse, pretender estar muy fuerte, para no hacer nada. Hay, en efecto, un sinsentido en nuestra sociedad actual. Cada vez tenemos menos años de productividad, en el sentido de utilidad a la sociedad: empezamos a trabajar a los 30 años y ya nos jubilan a los cincuenta y cinco o sesenta. Esta situación es claramente insostenible, y se precisa un cambio de mentalidad. Si te sientes joven, debes seguir trabajando"
Entre las conclusiones que me permití obtener sobre la marcha, estaba la observación del riesgo de que la Humanidad se desdoble en "dos colectividades: el mundo occidental, desarrollado hasta ahora, preso en sus propias contradicciones; y el mundo que llamamos hoy subdesarrollado, en el que deberían surgir rápidamente líderes capaces de convencer a sus seguidores de que de todos los avances tecnológicos disponibles, solamente unos pocos son realmente interesantes (aquellos que sean compatibles verdaderamente con su desarrollo sostenible)"
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