Al socaire: Comunicación y contenidos. Pirámide de autoridad
Ayer, 28 de septiembre, los miembros de la Comunidad empresarial Thursday se reunieron para cenar en AlNorte, después de la conferencia de Ismael El-Qudsi, ‘Search Manager’ de MSN y responsable de Live.com en Microsoft. Hemos hablado sobre muchas cosas. Algunas de las cuestiones suscitadas giraban en torno a la comunicación de información a través de la red, su fiabilidad, y la posibilidad de generar negocio y valores añadidos.
El ambiente informal y distendido que se genera en este intercambio de opiniones, es terreno propicio para que se susciten reflexiones que no es tan fácil generar en los debates formales.
Algunas opiniones se centraron en la aún insuficiente madurez de internet para ofrecer de forma rápida una respuesta integral y fiable a algunos de las demandas del ciudadano normal: agencia de viajes virtual adaptada a las necesidades concretas del viajero que hace la demanda, compraventas fiables entre particulares, etc.
En la información que ayer mismo pude leer en el Eurobarómetro, los consumidores europeos han aumentado su confianza para realizar compras on-line, y más de la mitad de quienes tienen internet en casa han hecho alguna adquisición el pasado año (que equivale a un 27% de ciudadanos habiendo realizado al menos una compra en el período). Sin embargo, solamente el 6% de esos compradores se arriesgan a hacerlo a proveedores de otros países de la Unión distintos del suyo. La razón es, sin duda, la desconfianza en las webs de otros países, y el 68% creen que es muy posible que quien lo hace así pueda ser víctima de un fraude.
Otra de las líneas de discusión derivó hacia la información contenida en la red, y su fiabilidad. Esfuerzos como el de Wikipedia tienen alto interés y valor, pero carecen de entidad cuando se trata de obtener información especializada o tecnológica seria, y los datos están a menudo contaminados de opiniones políticas, errores interesados o versiones no contrastadas. Pero fue atractivo anotar que, si todo el mundo tuviera acceso a internet, y opción de comunicar libremente su información, al cabo de algún tiempo, podría alcanzarse un equilibrio dinámico, en el que los múltiples enlaces entre las páginas webs, y la clasificación de autoridad natural que los millones de opiniones y datos entrelazados formaran entre sí, acabaría construyendo una pirámide social de autoridades.
Algo de eso ya se empieza a vislumbrar cuando se está valorando el número de enlaces que se dirigen a un cuaderno de opinión, el número de entradas, o la cantidad de los comentarios que incluye y la autoridad relativa de los autores que los hacen.Sin intención de resumir la informal tertulia, dejo igualmente constancia de la inquietud que algunos manifestamos sobre el excesivo tiempo que niños y adolescentes dedican a jugar con máquinas informáticas, y a resolver problemas ficticios y juegos sin relevancia cultural. Docentes de muy variados ámbitos han denunciado la escasa calidad de los conocimientos con la que la mayoría de los jóvenes acceden a la Universidad española.
Sin dejar de apuntar como principales culpables a la debilidad de la Logse, a la baja motivación del profesorado y a la crisis cultural del momento, las preguntas que quedaron en el aire podrían enunciarse así:
¿El gran potencial las redes telemáticas, en lugar de servir para transmitir preferentemente informaciones relevantes y contenidos culturales a los jóvenes, no se está limitando a poner en circulación fundamentalmente contenidos anodinos, e incluso perniciosos para la formación?.
¿Estamos ante una nueva manera de expresar la necesidad de amistad, comunicar, de relacionarse, que los niños y adolescentes estarían sintiendo de distinta manera a sus mayores, y sin que la trascendencia de los contenidos les importe?. Ello equivaldría a reconocer la banalización de la sociedad, la inmediatez de sus principios, y puesto que el homo sapiens informaticus no parece presentar ninguna mutación genética, habría que estar atentos a la evolución de ese desprecio sobrevevenido hacia su cultura e historia.
¿Nos hemos olvidado, en fin, de que, igual que no hace mucho se distinguía claramente entre ingeniero de sistemas e informático, sique siendo más importante tener algo que comunicar que saber cómo comunicarlo urbi et orbe?. Porque parece que lo más relevante no es ya saber quién lo sabe, sino que en un universo de confusión en el que se valora tanto al que sabe bien como al que sabe mal, los contenidos informativos corren el riesgo de ordenarse progresivamente al azar.
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