Poema (del Libro: Absueltos de todo don)
Primera Precisión de la Forma Amada
La forma que preside las cosas
es la forma que amamos, cáliz tan frágil
donde la mano justifica su empeño.
Anfora de su alma desnuda, el único escollo
que nos separa de alcanzarla del todo.
Al recorrerla a diario, la mano la crea,
modela su carne con los trazos precisos,
la abarca, descubre los pliegues más íntimos,
y al estarla queriendo comprende
y predice con la serenidad de un profeta.
Esta forma tan suave perfecciona la mano.
(Publicado en Edit. KRK; 1989; "Absueltos de todo don. Diversas intimaciones a las formas", Angel Manuel Arias)
5 comentarios
pilar -
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Que un libro de versos merezca el pedestal de ser colocado en la mesita de cada uno, es el mejor regalo que puede hacerse a un autor.
Gracias por esa fidelidad hacia "Absueltos de todo don".
Para aquellos que no conozcan el libro, voy a recordar el Prólogo del libro, en el que me refería a Bousoño (Carlos):
"Hace ya muchos años (era 1968, más o menos), cuatro estudiantes universitarios ovetenses le pedimos a Carlos Bousoño, temerariamente, un prólogo para una selección de nuestros versos. Habíamos leído mucho a Garcilaso, a Gimferrer, a Aleixandre, a Cardenal, a Whitman, ..., y, por supuesto, al propio Bousoño.
Aunque todos seguíamos carreras de ciencias, nuestra afición a la literatura y -con más seguridad- las pocas discotecas que entonces había, nos llevaban a reunirnos una vez a la semana en el semisótano de casa Noriega, situada en el entorno de la plaza de la catedral de Oviedo.
Allí, entre vino tinto, patatas fritas y cacahuetes, pugnábamos por leer nuestros últimos poemas.
Nadie entienda que pretendo encontrar un argumento de autoridad si afirmo que una mayoría de aquellos contertulios son hoy catedráticos de matemáticas, consejeros de administraciones públicas y privadas, gerentes de empresas y doctores ingenieros. Tanto aprecio a los unos como a algunas musas discretas y a otros guerreros perdidos de pista en el devenir de la vida, que no del olvido.
Lo pasábamos muy bien, y nos parecía que cuanto escribíamos era genial, digno de figurar entre los grandes. Vivíamos con fuerza una época mixta de esperanza propia y decadencia ajena.
Dimos algún recital conjunto, manteniendo la escala provinciana, y hasta libamos loor de multitudes en el salón de actos de la Escuela de Minas asturiana, con un show iconoclasta (es decir, pretendimos ese alcance) donde combinamos poesía y música en torno a una escalera de tijera sobre un negro decorado heredado de alguna representación teatral.
He perdido la carta de Bousoño, quizá por haberla guardado demasiado, pero la leí tantas veces en aquellos años que creo recordarla de memoria. Al menos, el párrafo que se refería a mí: "Si tú, Arias, tuvieras varios poemas como los mejores que recoges en el libro, te diría: Publica ya". Es decir, no publiques todavía.
La crítica, amistosa y sincera del poeta mayor, nos dejó durante algunos días un tanto fastidiados, pero no debe ser inculpada de la disolución de nuestra tertulia poética. Muy por el contrario, alimentado del cálido despecho, el grupo aguantó algún año más, incluso después de la marcha de uno de sus más firmes puntales, Tomás Recio, que era un poco más joven pero ya había viajado mucho.
Estaban allí también José Antonio G. Mallol, Elías Escobar, Bernardo Fernández, Pedro Caravia, Pilar Mingote, Jorge Izquierdo, Javier G. Canga,.. A veces éramos casi multitud, agradeciendo siempre los vates contertulios el que alguno de los asistentes se confesara admirador y no creador del ars poetica, porque, ya se sabe, el público mejor son los no-autores.
Si publico ya, no es porque crea que, en estas dos decenas largas de años, haya tenido más inspiración, ganas ni tiempo, para cumplir el consejo del sabio poeta consagrado. Aunque he suprimido las fechas de los poemas, buena parte de lo escrito viene de tiempo atrás.
Lo rescato ahora, porque -obviamente- me gusta todavía. Y también porque, a diferencia de entonces, donde no teníamos un duro, ahora me puedo permitir el lujo de publicar estas cosas para regocijo de los amigos y la alegría de la propia satisfacción, cosas todas que forman parte del juego de la vida.
Son poemas sin unidad temática preconcebida, recogidos de forma ordenada, pero para leer al azar, en pequeñas dosis o tal vez a borbotones.
Poemas escritos desde el placer por encontrar la palabra precisa para insinuar lo que no tiene nombre, lo que no puede ser cabalmente expresado.
El autor
Albert -
Administrador del log -
Tengo que explicar que la razón no fue que, de pronto, el mundo entero tomara consciencia de que se había desvelado un gran poeta. Tampoco estaba previsto así, ya que la Editorial había convenido conmigo en hacer una edición de 250 ejemplares. Pero cuando estaba el libro ya en prensas, la Junta del Colegio de Ingenieros de Minas del Noroeste resolvió hacerse cargo de la edición completa y multiplicar la tirada para convertirla en un regalo para sus colegiados. Por esta razón, el libro no alcanzó las librerías, ni nunca recibí críticas literarias, e ignoro si tuvo alguna difusión adicional, porque la Editorial nunca me lo comunicó. Como daño colateral, alguno de mis colegas me llama "el poeta".
Pero me propongo publicar más poemas de este libro en la log; y, desde luego, si alguien quiere recibir el PDF del libro, con mucho gusto se lo enviaré. (Para conservar oculta su identidad a terceros, pueden escribir a la dirección indicada en la web http://www.alnorte.es
Anónimo -
No dejes, por favor, de incluir más poemas de este libro.