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El blog de Angel Arias

Temas sobre literatura

Al socaire: La poesía es un alien y Gamoneda su profeta

Al socaire: La poesía es un alien y Gamoneda su profeta

Antonio Gamoneda, un hombre recio, pero sencillo de apariencia, amable en un cuerpo tosco, sutil entre sonrojos, genial con cuatro pinceladas de palabras, recibió, merecidamente, el Premio Cervantes.

Dicen algunos que no leen más que lo que no importa a nadie, que tuvo influencia el que sea leonés, es decir, de la misma tierra que el presidente R. Zapatero. Pero no. La verdad es que nació en Oviedo, como yo. Y ha dicho que la poesía no es literatura.

A  Antonio Gamoneda

Estoy de acuerdo, paisano:
La poesía es un alien
que necesita de un portador para manifestarse.

No es, qué va, literatura, es un flujo,
una esencia que puede adivinarse
escondida entre frases sin sentido,
o mostrarse, espléndida, en toda su belleza¨
en inolvidables momentos de locura.

Ni siquiera necesita a los poetas,
cualquiera puede convocarla.

Basta estar atento al tiempo de su paso,
o captarla cuando huye,
dejar que nos envuelva,
con su perfume de ansias, preguntas
y afiladas caricias.

Por no necesitar, no necesita
ni formas de expresarse, es
intangible, invisible y etérea.

Somos nosotros quienes la forzamos
a quedarse a este lado,
expresando con nuestras voces
su corporeidad imposible;
torciendo su realidad, que es no existir,
la mancillamos, violentándola al cabo.

No la hacemos, poesía,
nos hace como somos,
poemas del azar, torpes ilusos
que no queremos escuchar a qué poetas.

23 de abril de 2007

 

 

Al socaire: Un libro de Cuentos escrito por ingenieros

Al socaire: Un libro de Cuentos escrito por ingenieros

Hace un par de meses, comuniqué, muy orgulloso, que me habían dado el Primer Premio en el Concurso de Relatos convocado por el Colegio de Ingenieros de Minas del Noroeste. Mi relato se titula: "Quince años de viaje sin parar", y narra la aventura personal de un niño minusválido que, con su imaginación, rompe todas las barreras, incluso las que nos limitan la comprensión cabal del Universo.

Como los relatos se presentaban con seudónimo, y el Jurado no estaba compuesto por ingenieros de minas, sino por gentes de la literatura, puedo referirme ahora a las buenas relaciones de amistad, por encima del trivial compañerismo, que me unen con la Junta directiva de ese Colegio profesional, al que estuve vinculado durante mucho tiempo (y del que también fui vocal).

Sorteando lo que es habitual, para testimoniar también de ese forma el afecto que me tienen estos colegas, el Secretario General Técnico del Colegio, Vicente de la Pedraja, me pidió que escribiera el Prólogo del libro que hace unos días vió la luz. Una cuidadosa edición, y un buen ejemplo (salvando el escollo de la presunta petulancia) de que a algunos ingenieros nos gusta escribir.

Me permito copiar aquí los párrafos finales de mi Prólogo.

Si alguien, desde fuera, piensa que los ingenieros no aman la literatura (como muchas otras cosas que no se vinculan de forma natural a la ingeniería), se equivoca. Si alguien opina, todavía hoy, que no hace falta escribir bien para hacer informes técnicos, yerra.  

Aquellos jóvenes que se esforzaban por  lanzar actividades culturales entre sus compañeros estudiantes de la ingeniería, esos novatos perdidos en el tiempo que se reunían para leer versos propios y ajenos en Casa Noriega o que organizaban en recitales en las Escuelas de Minas, no eran una excepción. Sigue habiendo muchos ingenieros de minas que, además de informes y artículos técnicos, escriben para hacer disfrutar y dsifrutan con ello.

No quiero echar la vista atrás, la vierto hacia adelante y pienso que no se puede hablar de que vivimos en un mundo materialista mientras haya ingenieros que escriban como si se tratara de su profesión principal, y que, al leerlos, consigan despertar en sus lectores (como mis colegas han hecho conmigo) los mismos resortes de la imaginación que promueven los buenos relatos. Porque para hacer interesante la literatura, como para hacer buenos cuadros, no solamente hay que saber escribir o pintar bien, hay que tener ideas que busquen ser expresadas.