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El blog de Angel Arias

Problemas de identidad (9 a 10)

9

La sospecha de que pudiera ser cierto lo que el equipo de imberbes decía haber detectado y que Duarte estuviera fugado, ampliaba su recorrido. “-Lucía, ¿qué piensa Vd. de Duarte?”. “-Es buena persona. Algo inocente, pero trabajador y buen compañero”. “-¿Qué quiere decir con eso de inocente?”. “-Pues…un hombre que no tiene ojos más que para el trabajo y su familia. Una persona ética. “. “-Pero, vamos a ver Lucía. ¿Quiere convencerme de que no se le ha insinuado a Vd. en estos quince años que lleva con nosotros? ¿En ninguna fiesta de empresa? ¿Ninguna tarde de primavera después de tomarse unas copas al salir del trabajo?”. “ -Qué cosas tiene Vd. don Sergio. En esta empresa somos como hermanos. Con mirarnos a los ojos ya sabemos el humor que traemos.”

”-Pues estos jóvenes que acabo de echar del despacho me quieren hacer creer que Duarte es un chulo financiero que ha estado metiendo mano en la caja de la empresa”, expresó, con retintín. ” -¿Duarte? No puedo ni imaginármelo. Nació con la compañía. A Vd.  lo considera un hermano. “. “-Sí, estoy de acuerdo. Solo que a veces, arrastramos una caja con desperdicios, creyendo que es un perro, y solo es eso, una caja. No cambia aunque nos detengamos con ella ante una farola pretendiendo que haga sus necesidades.”. “-No le entiendo bien”. “-Hay días en que ni uno mismo se entiende. Tengo la cabeza espesa.”. “ -¿Le traigo una aspirina efervescente? “.“-Tráigala. Si en quince años Duarte no ha intentado ni siquiera tocarle un poco el culo, empiezo a creer que es un degenerado”.

Lucía se fue, recogiendo las tazas de café.” -¿Se cree Vd. que todos son de sangre caliente en esta casa?”

10

Miró por la ventana. La calle se había poblado con el trajín de media mañana. Desde el quinto piso, disfrutaba de una visión privilegiada. Era el mismo despacho que había ocupado el bisabuelo, cuyo espíritu suponía gravitando entre los papeles más viejos. ¿O preferiría encontrarse en el que ocupaba Lucía, la fiel secretaria?

Iba últimamente poco por “la fábrica”, como llamaban, genéricamente, desde la central, a las explotaciones y talleres. En la pared izquierda, colgaba una foto del edificio que servía como Laboratorio de Primeras Materias, con las navetas para desmuestre; se distinguían, al fondo, las estaciones de machaqueo y clasificación. En la pared de la derecha, se encontraba otra del mismo tamaño, aunque ésta a todo color, de un almacén, tomada desde el ángulo que permitía ver las mesas de envasado y una tolva de carga. Podía poner rostro a casi todos los trabajadores de la empresa. No faltaría quien, ahora mismo, estuviera pensando en él. El talismán protector.

Tomó del montón de la mesa la carpeta que había dejado Lucía. Titulada: “ASUNTOS URGENTES”, estaba prácticamente vacía.

Razonó que Duarte podría no ser tan inocente, pero no podía haber hecho solo tamaña manipulación de datos. En su departamento había cinco personas, fieles a la empresa. Desde la venta a los japoneses, cada año se hacía una auditoría externa… Claro está que era el propio Duarte quien contrataba a los auditores y quien se entendía con ellos...

El primer documento reclamaba la entrega de varios sacos en una remesa a Grecia. Lucía había escrito: "Gaspar lo está resolviendo". El siguiente era la carta del proveedor de las ensacadoras para el producto Gastrolin, interesándose por los derechos de aduana en Liberia. Nuevamente, un postit anunciaba que el asunto había sido trasladado; esta vez, a Casal. El capataz del turno de noche informaba, en el último, que un motor de una mesa clasificadora había estado parado tres horas, sin que la producción hubiera quedado afectada.

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