Hace diez años empecé a escribir un libro sobre restauración
En febrero de 2002, hace ahora diez años, inaugurábamos el restaurante AlNorte, en Madrid, que tenía el propósito de convertirse en una referencia culinaria para la cocina del arco atlántico (algo así como un contrapunto más sólido a la cocina mediterránea, pero con consciencia de formar parte del mismo océano gastronómico) y que, cuando nos quedamos -junto a mi mujer, María Jesús- como únicos propietarios, quise derivar, no menos temerariamente, para hacer de él, también, un lugar de encuentro propicio para el intercambio cordial de opiniones, en unas cenas-tertulia mensuales, y que se prolongaron durante cuatro años.
Hoy, ese restaurante no existe. De aquella experiencia, que enriquece mi currículum, en lo afectivo y en lo profesional (nada hay equiparable a dirigir una empresa con diez puestos de trabajo por los que pasaron más de cien personas), quedan varios testimonios escritos.
Uno de ellos, es un libro: "Cómo (no) montar un restaurante", del que he publicado en este blog varios capítulos, que aparecen en la sección "Temas de Restauración".
Otro testimonio, son las actas de las más de 50 tertulias-gastronómicas, en las que participaron más de 300 personas de la vida cultural, social, técnica, administrativa o jurídica (sin ser exhaustivo en esta clasificación). Algunas de esas actas también han sido incluídas aquí, en este mismo espacio ("Tertulias de AlNorte"), y las más de 800 páginas de esas reseñas son un documento inestimable para conocer el tratamiento que los contertulios dieron a una multitud de temas, tan amplia como lo fue el número de encuentros.
En una buena parte de esos encuentros, disfrutamos los asistentes del colofón que proporcionó mi colega y amigo, mago profesional, además de ingeniero de montes prestigioso, Rafael Ceballos, al que debo desde entonces un imperecedero testimonio de gratitud. Rafa preparó, de acuerdo con los temas que se trataron, no menos de tres juegos de magia de cerca, que nos deleitaron y asombraron, cerrando con un broche especial cada una de aquellas cenas con debate.
Hay otro testimonio escrito, que son los dos libros en los que algunos de los que nos visitaron dejaron escrito que volverían. Si no lo han hecho, ya no podrán hacerlo, pero estarán para siempre en mi memoria, como parte de un acontecimiento personal inolvidable.
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