A barlovento: La microbiología aumenta de tamaño con el tiempo
El profesor Andrew Ball es un científico australiano que trabaja en la Universidad Flinders, en biotecnología ambiental. Entre otras líneas de investigación, en la biodegradación de hidrocarburos. El día 5 de mayo de 2009 pronunciará una conferencia en la Universidad de Alcalá.
La profesora Kety Arias es una científica española que trabaja en la Universidad de Alcalá en biotecnología ambiental. Lleva 30 años dedicada a la biología, fundamentalmente, como microbióloga. En la actualidad, uno de sus equipos de trabajo está concentrado en mejorar el aprovechamiento de la biomasa lignocelulósica y en el desarrollo de estrategias oxidativas para la eliminación de contaminantes, utilizando microorganismos ligninolíticos.
Los profesores Arias y Ball han iniciado el intercambio de experiencias en el desarrollo de determinados procesos microbianos. Por ejemplo, aquellos que utilizan las enzimas lacasas de algunas actinobacterias, para oxidar determinadas unidades fenólicas. Incluso permitirían la oxidación de compuestos no fenólicos, si se combinan con mediadores redox.
Para la gran mayoría de los seres humanos, ocupados con las cosas del corto plazo, aquellas que se puedan disfrutar de inmediato por los sentidos, lo que hacen estos profesores -y muchos otros, por supuesto- no se entiende y, por tanto, no despierta interés.
Imbuídos de un mismo espíritu de la urgencia de concienciar a los jóvenes en la importancia de la investigación y del trabajo multidisciplinar, en particular, en lo que se refiere a la protección y recuperación de medio ambiente degradado, estos investigadores, distantes geográficamente, pero muy próximos en sus inquietudes y su capacidad de trabajo, salen frecuentemente de los laboratorios para hacer apostolado en un mundo de escépticos, indolentes, incrédulos. No solo de sus alumnos.
La profesora Kety Arias es hermana mía. En casa, siempre la llamamos Maru.
La revista digital de la Universidad de Alcalá publica una entrevista con ella. Un destello en la oscuridad. La microbiología está obligada, en este país, a crecer en lo oscuro, luchando contra el abandono y la ignorancia. Se desarrolla, en estos sitios, gracias a la tarea callada y continuada de equipos como el de la profesora Maru Arias, que tiene que sacar dineros para sus becarios, sus aparatos de laboratorio, de debajo de las piedras.
Como otros investigadores y, en especial, los microbiólogos. Lo que más duele es que no piden dinero para hacer lo que les gusta -que por supuesto que sí-, sino lo que necesitamos todos.
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Kety -