A sotavento: Cómo no montar un restaurante: La financiación (3)
Con sus proyecciones de ingresos y gastos para los próximos diez años, incluída la financiación que necesita su proyecto, puede empezar su periplo entre los bancarios. Recuerde que la financiación propia ha de ser de, al menos, una tercera parte, bastante mayor si su negocio parte de un traspaso y no puede acreditar la propiedad del inmueble.
Si dispone de capital suficiente, lo mejor sería que adquiriese el local en donde va a ubicar el restaurante. El momento específico quizá no sea el idóneo -siempre escuchará argumentos para todos los gustos-, pero la propiedad inmobiliaria, por sí misma, constituye un negocio posible. Así, si crea dos sociedades limitadas -la fórmula más barata y adecuada al objetivo-, una como tenedora del inmueble y la otra como restauradora que alquila el local a la primera, tendrá una mejor cobertura ante las vicisitudes de su aventura.
Recuerde, en todo caso, que a los bancarios les gusta hablar de rentabilidades superiores al 15%, así que peine su evolución del negocio para garantizar sobre el papel esta situación. Un tir del 17% les encandilará. Calcule una financiación externa del 40 al 60% (máxima), y comprométase a que la sociedad restauradora pague un alquiler que permita amortizar el coste de compra del local en unos diez a quince años, no más. Sé que todo esto le sonará a fantasía, pero es lo que el mercado financiero desea ver.
En otro capítulo de este libro me refiero a los aspectos concretos de nuestra propia decisión. Me remito allá si quiere conocer los detalles. Aquí le voy a aconsejar, únicamente, que huya de los amigos bancarios. No le van a ayudar mucho, porque las decisiones de financiación se toman en comité por los Bancos y Cajas de Ahorro, así que calentarán la cabeza, a cambio de muy poco y, en los casos peores (el nuestro), le harán abrigar falsas esperanzas.
El mercado es, siempre, el mercado, y se comporta como lo que es: despiadado con los advenedizos y contemporizador y alegre con los que son juzgados como de excelente capacidad crediticia porque, dada su "solvencia teórica" no necesitan el dinero, y que, son, a la postre, los causantes de los grandes descalabros finacieros.
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