Al socaire: En defensa del Tricholoma equestre
El Ministerio de Sanidad y Consumo ha prohibido cautelarmente, por Orden del 28 de octubre pasado, SCO/3303/2006, la comercialización del Tricholoma equestre, revisando el Decreto 2484/1967, que lo incluída entre las setas comestibles. Aduce que en los últimos años se ha relacionado el consumo de esta seta con casos de rabdomiolisis, que es un síndrome causante de lesiones musculares y que puede causar la muerte.
Se suma así nuestro Ministerio a los de otros países europeos (Francia, Italia y Alemania), que han catalogado a esta seta como venenosa o, al menos, como sospechosa. La prohibición agrupa a las tres variedades de esta seta, conocida también como Seta de los caballeros: Tricholoma equestre, Tricholoma auratum y Tricholoma flavovirens. Se invoca el principio de precaución, al amparo de los artículos 24, 25.2 y 26.1 de la Ley General de Sanidad, 14/1986.
Me cuento, sin embargo, entre los que hemos comido y valoramos esta seta como una de las mejores. He seguido en eso las recomendaciones de cientos de expertos que han considerado a "la seta de los caballeros" (su nombre vulgar) como un hallazgo micofágico de primera magnitud.
Mayor autoridad que la mía tiene Francisco de Diego Calonge, presidente de la Sociedad Micológica de Madrid, que se reconoce también degustador de esta seta, y que, en una entrevista publicada en ABC, indica que las muertes a que hace referencia el MSC se produjeron en 2001 en Burdeos (Francia), en personas que la habían estado comiendo con frecuencia y en grandes cantidades. Pero, y ahí viene la discrepancia del experto con las autoridades sanitarias, en su opinión, “fueron recogidas en un lugar que posee un componente tóxico». También puede ser que hubieran sufrido la picadura de un ofidio (esto lo añado yo), ya que no se informó de más envenenamientos desde entonces, y somos miles los que la venimos comiendo impunemente.
Ignoro las razones por las que el Ministerio echa mano ahora de unos datos antiguos, entrando por la tangente en la polémica sobre la delicada cuestión de la comestibilidad de algunas setas, que no en todos los países tienen la misma calidad. Porque, además, aquí en España, esta seta no he visto que se venda en ningún sitio.
En fin, no estoy llamando en absoluto a la rebeldía, porque lo que prohibe la O.M. es su comercialización, pero, sí confirmo que la he comido. Eso sí, siempre en cantidades pequeñas (un par de setas, mezcladas con el resto de la colecta).
Puesto que es una seta bastante abundante en los montes que rodean a Madrid -siempre entre los pinos, en los lugares arenosos-, y ya que justamente he visto bastantes en estos días, resumo aquí mis notas de campo:
Seta de tamaño grande, que puede alcanzar hasta 12-15 cm. Pie siempre más largo que el diámetro del sombrero, cilíndrico, casi siempre curvo, normalmente ensanchado en la base. Sombrero viscoso en tiempo húmedo, de aspecto cerúleo. Láminas de color amarillo fuerte, y sombrero con una decoloración granulada oscura (marrón), más marcada en el centro, donde suele presentar un mamelón. Sin olor ni sabor en crudo. Margen incurvado. El color general es marrón grisáceo, por efecto de las granulaciones, sobre un fondo amarillo o amarillo verdoso. Al corte, la carne es amarillo clara o blanca. Quebradiza, como todos los tricolomas.
Los principiantes las pueden confundir con otros tricolomas: pero esos falsos amigos tienen olor desagradable muy definido (a gas del alumbrado, es decir, a gas metano) o mal sabor (de esos que hacen que haya que tirar todo el guiso, por lo que solo los espíritus masoquistas lo seguirían probando, y a esos la micología aplicada no los protege).
2 comentarios
alberto -
Luis Alvarez -