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El blog de Angel Arias

A sotavento: Es la estupidez, economistas

Hace años, mientras departía con otros colegas del sector económico sobre el incremento en la responsabilidad empresarial que venían consiguiendo los licenciados en económicas (los más viejos del lugar recordarán que todos los egresados de las Facultades de Economía eran entonces simplemente economistas), se me ocurrió una idea perversa, que me apresuré a atribuir a un pensador norteamericano inexistente: ¿Garthery? ¿Cholansky?:

"Cuando las empresas empiezan y se necesitan empuje e ideas, se debe encomendar la dirección a los ingenieros; cuando van bien y hasta que empiecen a ir algo peor, es preferible contratar economistas; y cuando van mal, y hay que hacer reducción de empleo y hasta pensar en la liquidación, los idóneos son los abogados. Así que solo hará falta fijarse en quién dirige los destinos de una entidad para saber en qué momento de su vida se encuentra."

No quiero presumir de perspicaz, pero me parece que la reflexión podría también ser aplicable a los gobiernos. La proliferación de altos cargos en la política que provienen de las Facultades de derecho y economía es hoy evidente. Incluso los puestos eminentemente técnicos -digamos, los ministerios o secretarías de Obras Públicas, Minería, Puertos, etc.- son ocupados por abogados excedentes o bancarios de permiso. No estoy, con ello, criticando sus cualificaciones, sino ayudando a detectar el momento en el que se encuentra el ente al que son llamados, la tipología de los problemas principales con los que se verán confrontados durante su gestión, y el grado de naturaleza "defensiva/ofensiva" que deberán aplicar.

Con estos síntomas, y si no existieran otros baremos, se comprende la generalizada sospecha de que nos encontramos en crisis. Ahora, más que nunca. El modelo económico, con su carácter cíclico, se nos dice, ha culminado su etapa y toca una recesión. Los créditos se restringen. La construcción se ralentiza, con los efectos inducidos de prever sobre el empleo, al tratarse de uno de los motores de arrastre de la economía. Los posibles inversionistas se vuelven más cautos a la hora de asumir riesgos, y se refugian en el calcetín, en los bonos del Estado o en la adquisición de tierras, sin descuidar estar al quite de recoger a bajo precio los cuerpos malheridos de los que vayan cayendo, para reanimarlos en los sótanos del sistema...

¿Qué hacer?. ¿Gestionar la crisis, llevándola a su final, o tratar de introducir lo antes posible nuevas ideas, impulsos y modelos, para implementar el nuevo ciclo?. ¿Dejar la batuta a economistas y abogados o llamar a los ingenieros?.

Permítaseme remedar el eslogan de la campaña que llevó al primer Clinton a la Casa Blanca, dándole un giro adecuado a este comentario: "Llamad a un testaferro. La situación reclama la presencia de alguien con juego de cintura para esquivar las bofetadas que nos merecemos todos. Es la estupidez, economistas."

 

1 comentario

Efraín -

Gracias, Angel, por añadir tu comentario en el blog. Me dió pié para leerte. Esta noche seguiré leyéndote. Saludos. Efraín.