Al socaire: Nuevo sistema de pesos y medidas, ya
Son evidentes las dificultades que existen para manejar el actual sistema de pesos y medidas. No me refiero ya únicamente a las diferencias entre las toneladas métricas americanas y las europeas, que tantos problemas han generado, y generan, en el mercado internacional. Las dificultades a que me refiero son vividas a diario por el hombre y la mujer de la calle (bueno, y de su casa), y, los pobres, tienen que salir del paso como pueden.
Por ejemplo, para indicar que algo pesa más de 20 kg se suele emplear la expresión "pesa un güebo". Las maletas con las que se viaja en avión, para acabar recorriendo en chándal o pantalones cortos los lugares más respetables de la Tierra, si pesan un güebo, tienen que pagar exceso de equipaje. Los pesos ideales para un hombre y una mujer occidentales son 4 y 3 güebos, respectivamente.
Las superficies de los terrenos deben medirse en relación con los campos de fútbol que quepan en ellos, para que todo el mundo entienda a qué nos referimos. "Compró una tierra de 1,5 Ha." tiene menor inteligibilidad que "se agenció un terreno como dos campos de fútbol". Esta medida resulta, por lo demás, sustituta de la vieja medida del día de bueyes que, creo haber leído en alguna enciclopedia que era lo que una pareja de bueyes podía arar en un día, o sea, 1.257 ca (en Asturias), que ya nadie sabe lo que significa, ni siquiera lo que es un buey.
La Tierra tiene 3.869 millones de hectáreas de bosque, que es "un dato algo difícil de manejar" (sic, de una fuente especializada, que omito por respeto, y que prosigue, de forma didáctica). "Si un campo de fútbol mide 75 metros de ancho por 100 de largo, la superficie de bosque existente en el mundo sería la que ocuparían aproximadamente 5.160 millones de campos de fútbol."
La medida "güebo" puede usarse también como unidad de precios a las cosas, si bien, en este caso, se trata de un dato que guarda referencia con el nivel adquisitivo del dicente. No es lo mismo, pongo por caso hipotético, que A. Koplowitz o E. Botín digan "me costó un güebo" (más probable en el caso segundo, aunque creo que es más aficionada al arte la primera), refiriéndose a un original Matisse, que la expresión de medida sea empleada por un mileurista al referirse a la extracción de su muela del juicio, si no consiguió que la intervención se la realizaran por la Seguridad Social.
Hay que advertir que no siempre hay que pagar en moneda lo que cuesta un güebo, como cuando se haya realizado un gran esfuerzo para conseguir algo que parecía simple (volver a atornillar la carcasa de un aparato electrodoméstico, después de haber intentado arreglarlo sin éxito, por ejemplo).
En fin, es necesario acomodarse a los tiempos. Los ejemplos pueden ser muchos. Por cierto, como medida del tiempo, ya para terminar, propongo que se abandone el sistema sexagesimal y se normalicen los años-luz, cuya máxima expresión sería "eternidad", muy útil en expresiones como "esta película dura una eternidad" o "falta una eternidad para fichar la salida del trabajo" (que sería equivalente, en el primer caso, a dos horas de anodinos acontecimientos históricos, o a unos minutos de estar mano sobre mano, en el segundo, y no, como pudiera creerse, a un año-luz elevado a la potencia año-lucésima).
La unidad más pequeña para medir el tiempo sería el "santiamén", que aunque ya nadie sabe lo que significó originalmente, es tan pequeño que dura lo que dura un paquete de hachís a la puerta de un colegio. Diez santiamenes equivaldrían a un "plis-plas", y cien plis-plases a un año luz, por lo que cien años luz serían, aproximadamente, una eternidad. A partir de ahí, ya podría volver a emplearse el sistema sexagesimal.
4 comentarios
belson izquierdo -
Rafa Ceballos -
Me lo apunto. Gracias.
Administrador del blog -
http://centros4.pntic.mec.es/ies.zurbaran/REPERCUTEC/Actividades/Medidas/Historia_de_la_medida.htm
Rafa Ceballos -
Doña María, esposa que fue de Ciriaco, gran cocinera y poseedora de un cuaderno de recetas muy singular, ponía en la que se refería a la pepitoria de gallina "se añade un escrúpulo de azafrán". Cuando le pregunté a mi padre que qué medida era esa, me explicó que se utilizaba en Farmacia y que era algo menos que una pulgarada y bastante menos que una pizca. Menudos vocablos científicos..., y eso que estábamos hablando de polvos. Yo creo que la farmacopea incluye el arte de la cocina.