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El blog de Angel Arias

Jugando en corto: Entre paisanos

 I

El 16 de julio (ayer, como quien dice) inauguré en Oviedo, en la Sala del BBV, una Exposición de mi pintura. Para quienes no conozcan la ciudad, el local está en el centro, en la almendra del Oviedín del alma (mejor habría que decir, la avlana). Por esa zona pasa, a lo largo del día, toda la ciudad y una mayoría de Asturias, y contando con el tantán de la selva y el boca-oreja, tengo garantizado el éxito de público.

Me pasé la mañana, ayudado por la familia y algunos amigos, colgando mis cuadros (hubo un momento que temí que me faltara pared para tanta obra como traje), y por la tarde, de seis a nueve, la Sala se llenó de comentarios acerca de mi pintura. Me sentí por ello, catapultado a las alturas del Olimpo, y no me cansé de explicar el significado de alguna de mis pinturas (los lectores de este cuaderno saben ya por dónde van algunos tiros).

Eché de menos, sin embargo, a dos amigos muy especiales que me habían prometido ir, que hubieran hecho, sin duda, todo lo posible por venir, porque son de los que no te fallan. Pero esta vez no pudieron estar físicamente allí donde yo los hubiera querido, aunque los tuvimos muy presentes y ellos seguro que lo notaron. Carmen, envió a una representación de su familia, que es casi como decir la mía, y me llamó para desearme suerte. Rafa se lamentó por la intervención quirúrgica que le programaron para estas fechas, demostrando otra vez que piensa más en los amigos que en él mismo, y me decía que así se iba a perder unos momentos de pasarlo bien, que es, visto con mayor objetividad, lo que él sabe poner para que los demás los disfruten.

II

Pero no quería hablar en realidad de mi exposición, que tiempo habrá, aunque no me viene mal que los que me lean desde Oviedo se acerquen para conocer algo de lo que pinté. Aprovechando que el Ebro (o sea, el Narcea) de mi creación me dió oportunidad de volver a nadar por las aguas en donde hice los primeros dientes, le confirmé a Marcelo, un amigo de los de todalavida, que podía estar con la mi muyer en la despedida de su fía unigénita, la Patri, un encanto de moza que se nos casa con un novio de los de enmarcar (como ye ella), y que pa más recomendación, resulta que estudió mines y tién lo que hay que tener: sentíu del humor, incluso con retranca, que ye como el doctorau en eses lides.

Taba por allí Fernanda, la parienta de Marcelo, y los padres de él, y la su suegra, (que tienen todos un aspetu como de que el tiempo non pasa por ellos), pero ye lo mismo -con permisu- pa lo que voi dicir del casu.

En el festival que el Marcelo se regaló a si mismo con la excusa de que se i casaba la fía, tuvo el buen xeitu de pedí-i al Coru Mineru de Turón, que diera la nota xacta pa poneilu muy dificil a los aficionaus a largar cantarinos en las espiches. Estos paisanos canten que ye pa poner los pelos de punta  porque puxen con tanta emoción que olvídasenos a los que tamos allí que canten a capela y paeznos tar diantre de la orquestra más conxuntada del orbe mundial. Si non fuera porque el momento hubiera sido inadecuau, hubiéramos acabao todos llorando del respingu que pón oílos entonar eso de traigo la camisa roxa de sangre de un compañeru.

La espicha fue de lo mas paicidu a les bodes del Camachu (no el entrenador, el otru). Pero ye que la cosa non acababa ahí, porque antes del Coru de Turón, había subido a la palestra del llagar de Porceyu, ni mas ni menos que Jerónimo Granda, que ye amigo del padre de la novia (y de mediu mundo), y que supo quitanos a los que tamos ya algo mayucos unos años de enriba les oreyes con eses canciones suyes llenes de pincelaes con mala baba pero muy fines, que te hacen reir como si les letres non fueren contigu o les verdades como puños que traen pechaes en elles, fueran de aplicación a otros planetes.

Y, pa sorpresa de los que no i conociamos la faceta, Carlos Fernández dejónos, faciendo como facía de teloneru de los otros, unes perles de monólogus medio improvisáos medio meditáos que daben mieu, y que sirvieron pa fartucános de rises (que del manducu que entra pol gañote ya tábamos bien fartucos). El asunto del discurso y la manera de dicilu, era pa habélu grabao todu nun cedé, incluso con la gracia enriba de que él paicía que non era pa acabálu, pero yera un trucu estudiau porque i tábamos todos emburriando pa que continuara, mandándoi abondo de vibraciones, aplausos y rises. Lo de los xatos de la raza asturiana variedad marcelina, duna estirpe de sietemesinos, flacos pero rápidos, que, según contó, encargáron-i xuntamente el Jerónimo y él al buenu de Marcelo, ye como pa enmarcálu.

Felicidades, Patricia y Luis. El acto estaba programado para vosotros, pero a los que estuvimos allí, nos hizo felices, además de veros contentos a vosotros (eso, claro), la ocasión de estar entre gentes de la tierra, con paisanos. Con hombres y mujeres que sienten Asturias y lo asturiano sin orgullos ni complejos, sin esfuerzo. Desde dentro. Así son los padres de Patricia, así sus abuelos, así los amigos de Marcelo; así los quieren, los queremos.

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