Jugando en corto: Del Instituto Cervantes al Ministerio
No conozco personalmente a César Antonio Molina -o mejor debería decir, él no me conoce a mí-, pero tenemos amigos comunes. Ya lo conté en otro sitio, pero, con más razón que entonces, se podría aplicar al caso el chascarrillo que nos dictaba a varios comensales el embajador Andrés de Oteiza, sentados en el San Angel Inn (México DF) tomando una Margarita, reproduciendo una conversación entre dos de sus paisanos: "¿Vos le hablás al señor Ministro de tú?". "Por supuesto", le contestaba el otro. "Pos , ¿porqué no le hablás de mí?".
El último cambio ministerial del Gobierno de Rodríguez Zapatero parece estar motivado -elucubrando de lo que pasará por lo recóndito de este muñidor casi inextricable- por la voluntad de demostrar que el partido en el Gobierno, además de profesionales de la política, cuenta con personas de prestigio capaces de asumir el reto de gobernar un Ministerio, aunque sea por unos meses.
Los casos de Bernat Soria y César Antonio Molina me parecen representativos de esta manifestación de la fuerza de los contactos, utilizados para que sean interpretados como voluntad de seguir gobernando. Algo así como servir el vino mejor para los postres.
Bernat Soria es un científico de élite, galardonado con muchos premios, entre ellos, el Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en el 2004, y al nombrarlo ministro se deja -seguramente- un si es no es desnuda su obra cumbre en Andalucía, el polémico Instituto de Bioingeniería de la Universidad Miguel Hernández. Su trabajo de investigación no ha estado exento de diatribas, y cuenta con opositores científicamente inflluyentes, como Natalia López Moratilla, que lo pone a caldo cuando le preguntan.
César Antonio Molina (no confundir con el otro Molina, Antonio Muñoz; y tampoco con la saga de los Molina cantantes, actores y actrices), ha llegado al Instituto Cervantes después de una labor muy bien publicitada en el Círculo de Bellas Artes en Madrid, y de un trabajo como periodista y crítico literario muy meritoria. No he leído de él más que su obra poética cumbre ("Ultimas horas en Lisca Blanca"), pero lo encuentro frecuentemente en las páginas literarias. Como escritor, es denso como una piedra, instruído y profundo. Como Ministro, igual que Bernat Soria, es un misterio, aunque en este caso me da en la nariz que venía preparando el discurso de investidura desde niño.
Hago votos porque ambos demuestren que se puede hacer política habiendo sido buen profesional en otras cosas.
2 comentarios
Administrador del blog -
Credito -
Veremos si ahora desde la poltrona sigue manteniendo ese axioma.
Para mi que España ha perdido a un gran científico y ha ganado un político mediocre... y de eso ya nos sobran unos cuantos.
En fin, veremos.
Carlos Menéndez