A barlovento: ¿El estado de la cuestión en ADN antiguo?: complejo, incipiente, apasionado
La Fundación Ramón Areces, cumpliendo el objetivo del patrono de “devolver a la sociedad algo de lo mucho que le ha dado” organiza muy interesantes Congresos, abiertos al público. Los pasados 24 y 25 de mayo se celebró uno sobre “El estado de la cuestión en ADN antiguo”.
Estaban invitados como ponentes varios de los especialistas en el tema: gentes, como lo es el objeto de su investigación, jóvenes. Lo demostraban con lo informal de sus atuendos, la viveza de sus exposiciones y la forma crítica, a veces demoledora, con la que presentaban sus propias conclusiones o criticaban las de otros.
Juan Luis Arsuaga dió lo que podría llamarse la lección innagural, defendiendo el método científico de Carl Popper (plantear preguntas como paso previo a encontrar las respuestas) frente al método inductivo seguido, por ejemplo, por Darwing (trabajar con muchos datos careciendo de ideas previas).
El ADN antiguo, dijo, puede ayudar a identificar las especies fósiles, diferenciando la duda de si se está sobre o subestimando el número de especies. Tal vez , cuando salga de su Prehistoria -¿dentro de 10 años?- nos permitirá saber cuándo apareció el cabello, la barba o el cabio de piel en nuestra evolución. Los fósiles humanos tienen el grave problema de la contaminación, y, ya anunció tempranamente en la conferencia, eliminar las interferencias de otros ADN es la gran labor que espera a todo investigador.
Imposible resumir todo lo que allí se contó. Como jurista, mi interés estaba centrado en los protocolos de identificación de ADN-no codificante, y en las formas de detectar, evitar y controlar las contaminaciones. La práctica de pruebas de ADN tiene un amplio uso en la actualidad, en la determinación de filiación, vínculos familiares, o como prueba de identificación para imputar a presuntos autores de delitos. La mayor parte de las intervenciones se basaron en el análisis de ADN mitocondrial (ADNMT), es decir, el situado en el núcleo de cada célula.
El profesor Joachim Burger, de la Universidad de Mainz (o sea, Maguncia) presentó las precauciones que toman en el Laboratorio del Instituto de Antropología, en el que trabaja, para evitar contaminaciones en el análisis del ADN antiguo humano.
Carles Lalueza-Fox, de la Unidad de Antropología de la Universidad de Barcelona, nos contó, por su parte, las investigaciones con material de una misma familia de la época moustaria (neanderthal) aparecidos en El Sidrón (Asturias). Un grupo familiar de 9 a 13 miembros (adultos, adolescentes y niños), que fueron canivalizados y cuyos restos se conservaron en un ambiente muy estable desde entonces.
Pero ¿por qué destacar a nadie de una reunión en la que todos brillaron?. Solamente cabe dar la enhorabuena a Anders Götherström, del Centro Mixto UCM-ISCIII de Evolución y Comportamiento Humanos, de Madrid y del Departamento de Biología Evolutiva de la Universidad de Upsala, y a Tom Gilbert, del Instituto de Biología de la Universidad de Copenhague, además de al citado Prof. Arsuaga y a la Fundación Ramón Areces. Los casi doscientos asistentes -la mayor parte extranjeros! (todas las conferencias se emitieron en inglés)- estaban encantados.
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