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El blog de Angel Arias

Tertulia en AlNorte: El hecho religioso

Este es el Acta de la Tertulia celebrada el 1 de diciembre de 2004, en el restaurante AlNorte, sobre El hecho religioso”

La tertulia se celebró en esta ocasión un miércoles, aunque inicialmente se había indicado que tendría lugar el día 13, al coincidir el primer lunes de este mes de diciembre con la conmemoración de la Constitución española. Pero “circunstancias sobrevenidas” al moderador –un viaje de trabajo- le obligaron a modificar las previsiones. El cambio de fecha no impidió una fuerte asistencia, cubriéndose nuevamente el total de plazas disponibles, e incluso hubo varios interesados a los que no fue posible admitir. Faltaron tres de los contertulios confirmados, pero es que nadie puede conocer a priori lo que le sucederá con un mes de antelación. 

La noche fue algo lluviosa y, desde luego, fría. Doblemente fría. El moderador abrió la tertulia recordando que el buen amigo y brillante contertulio Paco Ayala-Carcedo no podía estar ya con nosotros. Un cáncer de timo, llevado con resignación y contra el que luchó hasta el final, se lo llevó de nuestra compañía. (Descansa en paz, querido Paco).

 

La tertulia empezó a las 21h30m, y duró hasta las 12h00min. Asistieron: Malén Albero, Mercedes Arancibia, Enrique Badía y su esposa Mechela, María Jesús Bermúdez, Santos Castro, Ramiro Cercós,  Francisco Fernández, José Luis García Sigueró, Teresa Huidobro, Santiago Ibáñez, Hyunsook Kim Lee (Sebastián) y su esposa María, Ricardo Manso, Carmen Masip (esposa de Santiago), Rebeca Meza, Francisco Moreno, Francisco Peña y su esposa Amparo, Maribel Pérez-Leblic y Manuel Vila y su esposa Cachita.

 

El menú fue (a 25 euros, todo incluído):

 Aperitivos
Sopa de pescado y marisco
Pavo trufado acompañado de manzana y pasas
Brazo de gitano con praliné de chocolate
Café, infusiones
Vino Rioja  


El guión provisional fue (se recoge solo como indicación de las intenciones previas a la tertulia):


El hecho religioso: la relación con el Otro
 -
Definición del hecho religioso. Orígenes y evolución. Importancia o interés del tema.
-Las grandes cuestiones de la existencia humana. 
-Historia de las religiones y del pensamiento agnóstico.
-Cultura y hecho religioso. Evolución de las posiciones asumidas frente al Otro.  (p.ej. sumisión, pleitesía, filiación, ignorancia, etc.)
-Análisis de los propósitos, ventajas e inconvenientes de las religiones.
-Depuración y concreción del hecho religioso y de las religiones a lo largo de los siglos.
-Devociones y ritos. El sacrificio como medio.
-Las religiones actuales. La polémica sobre la religión verdadera.
-Las interrelaciones con lo sobrenatural. Intuiciones,  revelaciones, profecías y encarnaciones. Hierofanías
-La religiosidad como modelo de vida.
-El uso de la religión como elemento de dominación y control.
-Laicismo y libertad religiosa. El sentido de la vida: ¿monopolio de las religiones?
-Misterios abiertos de lo humano y de lo divino. La omnisciencia como meta.
-Compatibilidad de las creencias con los avances técnicos y sociales.
-Adaptabilidad y persistencia del hecho religioso. Las religiones flexibles.
-Las sectas.
-La felicidad y la existencia de Dios como incentivo ético.
-La salvación como fin. Otros fines de la existencia humana.
-La confesionalidad de los actores sociales y el laicismo
-El hecho religioso en España. El poder económico y la religión.
-La asignatura el Hecho religioso (confesional o no) en la formación básica.
-Etc. 

La tertulia fue moderada por Angel Arias, quien redacta estas notas.

  

Desarrollo de la tertulia

 1.      Religión y hecho religioso. Etimologías. 

Después de recordar a Paco Ayala y haber dado la bienvenida a los nuevos contertulios, el moderador aclaró, por si hacía falta, que no se pretendía entrar en el análisis de las posiciones religiosas personales, todas respetables por definición. Es decir, no se trataba de discutir sobre la bondad de las religiones y, por supuesto, no tenía cabida la polémica sobre la hipotética supremacía de unas religiones respecto a otros. Se proponía comentar, en cambio, sobre aquellos elementos, tangibles e intangibles, que caracterizaban el hecho religioso y analizar su evolución a lo largo de la historia. Si fuera posible, habría que estudiar también las razones que impulsaron esa evolución. Seguidamente a esta presentación, y justificándose en que sabía, por la conversación que había mantenido antes de la tertulia, que Francisco F. había investigado sobre el concepto de religión, le invitó a que hiciera una primera aproximación a los conceptos.

Francisco F. indicó que la  etimología de la palabra religión no está clara. San Agustín, Lactancio y Servio la hacen derivar de "religio" y "religiare", con el sentido de unir, obligarse, para justificar que “es el lazo de unión, conseguido  con ciertas prácticas, entre el hombre y Dios”. Cicerón, por su parte, la  hace provenir de "relegere", y significaría releer, tener en cuenta algo con atención. Para los romanos, “la religión suponía el cumplimiento de ciertas obligaciones” para con los dioses. Al margen de lo etimológico, recordó que existen multitud de definiciones acerca de la religión, e incluso hizo una referencia a August Comte, quien, como defensor del positivismo, escribió que “la religión era un estadio superado.”

2.      Los fundamentos del hecho religioso. La cultura y la religión.

El moderador agradeció la incursión etimológica, y avanzó por su parte, una posible concreción al término “hecho religioso”, como la historia de la evolución de la religión desde los mismos albores del raciocinio human. Ese germen formaría el núcleo común, seguramente intuitivo, de crecimiento inicialmente con probabilidad deslabazado, que habría evolucionado en las diferentes culturas hasta llegar al momento en que nos encontrábamos.

Santos entendía que el hecho religioso implicaba “por esencia la referencia al Otro o a Lo Otro, como razón última,” la relación del hombre con todo lo que trasciende a la naturaleza humana, y aparece “en tanto en cuanto el hombre se auto-reconoce como un ser limitado”. El hecho religioso tiene un recorrido histórico desde su concepción más elemental, cuando los homínidos toman consciencia de la existencia de una naturaleza exterior y tratan de hacerla favorable para sí,  lo que pretenden conseguir “ imaginando un espejo en el que el ser humano pueda mirarse, para concentrar en él todas las cualidades para superar sus limitaciones.” El hecho religioso concede, por tanto, “un plus a algo sagrado”, unas ventajas al Otro que el ser humano no tiene. Sin embargo, y para no ser tenido por demasiado esquemático, reconoció que en determinadas religiones, el Otro no es único y en algunas ni siquiera está fuera de la persona, pero entendía que estos aspectos podrían ser tratados más adelante en la tertulia.

María Jesús, siguiendo –dijo- a Lévi-Strauss y a su escuela sociológica, dudó de una definición de religión que pretendiera separar nítidamente los conceptos de lo profano y lo sagrado. Ambos estaban entremezclados. Porque, desde el comienzo mismo de la humanidad, “la cultura ha entrelazado lo mágico, lo religioso y lo científico”, que han ido evolucionando y adaptándose según las conveniencias por las diferentes civilizaciones. (ver Nota 1)

3.      Elementos religiosos mínimos. Creencias y religión. El poder.

Angel pretendió que la tertulia avanzase –si fuera posible- por ese camino, para poner de manifiesto la posible existencia de elementos religiosos mínimos (“el germen de lo religioso”) en los más lejanos ascendientes del ser humano.

Ramiro citó algunas referencias de etnógrafos –con nombres  que este cronista no consiguió recoger-, para fundamentar que el hecho religioso “surgía de la consciencia en la indefensión del ser humano,” remontándose incluso a hacía más de 500.000 años, con “homínidos que apenas si vivirían 12 o 14 años, y carentes de estructura social”. Lo religioso surgiría en individuos cuya principal necesidad era comer y que quieren agarrarse a algo externo a ellos (agarrarse en el sentido etimológico de religión), adhiriéndose a lo que esas sociedades nacientes empiezan a considerar como principios válidos. “La religión no surge por creación de la cultura, sino por demanda y necesidad del ser humano.”, como expresan, según Ramiro, los escritos más antiguos de cualesquiera culturas que atañen a las religiones. Posteriormente, al hombre le preocuparía en qué consistía su paso por la vida y trataría de justificar la trascendencia de su existencia. “Las creencias se entroncan con la cultura, son el pensamiento común a cada sociedad”, pero no son cultura. “La religión de los soldados romanos no es la misma que la de los creyentes actuales”, porque han evolucionado para adaptarse a cada momento, pero los elementos comunes son identificables .

Mercedes quiso matizar algunas cuestiones a las que se había referido Ramiro, porque  entendía que “no estaba hablando de religión sino de creencias, porque la religión implica algo estructurado, por primitivo que sea” y, en ese sentido, evoluciona. Seguidamente, Mercedes  vinculó la religión a las relaciones de poder. “Quien tiene conocimientos, del tipo que sea, y especialmente si son científicos”, puede repetir con más o menos éxito experiencias que el resto de la tribu ignora, y tiene el poder. “La religión forma parte de las relaciones de poder, como una estructura más, afectando a la familia, a las instituciones, a todo el Estado.”

4.      Las tecnologías y el hecho religioso

Ricardo interviene para expresar que había que “separar el tema de las creencias religiosas y de las tecnologías”, aunque, según él, todo sea cultura., porque “cultura es todo lo que hace al hombre vivir con mayor dignidad”

José Luis cree que estamos reflejando una idea equivocada sobre cómo vivían los pueblos antiguos. No está de acuerdo en que en la Edad de Piedra nuestros antepasados vivieran inmersos en la ingenuidad, más bien al contrario. Los primeros homínidos viven en un entorno “con riqueza de alimentos, e incluso se acepta que sus dietas eran las propias de comedores de carne”. Para José Luis, la religión “tiene que ver con situaciones de carencia.”, y por eso, no cree que el hombre primitivo lleve en sí el germen de lo religioso. “Las religiones son estructuras de poder” que facilitan o pretenden facilitar el acceso a los bienes y “surgen cuando los bienes empiezan a escasear y tiene que plantearse un reparto de las cargas”.

5.      Los planos individual y social de lo religioso. El papel de la ciencia

Santos propone que separemos dos tipos de argumentaciones, para no hacer excesivamente amplio el debate. La génesis de la religión como tal, sería un posible debate. Pero ha entendido que hoy nos concentraríamos en separar todo lo que no tuviera que ver con el hecho religioso, es decir, con el progreso histórico y la utilización de las religiones. Un buen ejemplo de esa evolución lo tendríamos “en el cesaropapismo (unión entre el poder civil y el papal), surgido a partir de la decadencia del imperio romano que comienza con Constantino” en el siglo IV. Cree, además, que se deberían analizar, separándolos adecuadamente, pero dentro del hecho religioso mismo, “los elementos personales e intransferibles”, surgidos al margen de las instituciones.

Ricardo discrepa de ese planteamiento, al menos en parte. No ve al hecho religioso  como algo personal, sino que tiene una explicación que se enraiza en la propia condición humana, porque al hombre le gusta husmear, necesita investigar, encontrar el porqué de las cosas. Está convencido de que “el hombre primitivo lo pasaba mal”, estaba en una naturaleza hostil que no controlaba,  y,  en consecuencia, se veía en lucha contra el medio. “Lo hemos corregido bastante, pero aún no del todo. Somos mucho más felices, pero aún nos falta bastante por conseguir”.  En la búsqueda irresistible de explicaciones, el hombre “busca la trascendencia y la concreta en Dios”. Pero con los pensadores griegos se consolida el raciocinio, y “la ciencia produce una sustitución de la religión, aunque debe reconocerse que la religión ha servido para estructurar la sociedad”. El avance prosigue, y llegará un momento en que el hombre encuentre la solución a todas las incógnitas por medio de la ciencia, incluída la inmortalidad física. En un defensa encendida, pero simpática, del tecnicismo, Ricardo, hizo un repaso a los grandes avances científicos, hasta la inteligencia artificial, para justificar su confianza en que el hombre encontrará todas las respuestas.

La intervención levantó un cierto escepticismo. Aún admitiendo que el desarrollo científico pudiera encontrar respuesta a todo, “¿cuánto tiempo se necesitaría para llegar a todas las claves?”, preguntó alguien. Y otro contertulio expresó su duda de “¿para qué nos serviría la perspectiva de que todo tendrá explicación racional, desde nuestra existencia finita?”. El moderador incluso apostilló escépticamente que seguramente harían faltan unas cuantas hierofanías (enlaces entre lo natural y lo sobrenatural, incluídas algunas encarnaciones de los dioses que vinieran a darnos un empujón científico) para que los humanos pudieran tener respuesta a todas las cuestiones hoy oscuras.

Esta diferenciación entre lo individual y lo colectivo en el hecho religioso no será ya abandonada en el resto de la tertulia.

6.      La respuesta a la muerte y los ritos. Creencias y religiones.

Manolo opina, en parte de acuerdo con Ricardo, que el hecho religioso “hay que verlo unido con la temporalidad” de la existencia humana, y la religión ha buscado, sobre todo, la solución a la muerte. “Si la ciencia encontrase la solución a la mortalidad, la religión ya no tendría sentido”, a lo que Ricardo confirmó que “estaba plenamente convencido de su propia inmortalidad física”.

Angel quiso poner de manifiesto que el hecho religioso no busca solo dar respuesta a problemas como el de la muerte, porque implica ante todo, una serie de ritos y normas que parecen tener, en muchos casos, otras orientaciones. Justificando su intervención en que en una reunión como esta nadie pretenderá convencer a los demás, sino aportar elementos que ayudasen a comprender la complejidad de los puntos oscuros del debate, trajo a colación nuevamente a Levi-Strauss, para el que la presencia del tabú del incesto en una colectividad es “una certeza de que se está en el plano de la cultura, y, concretamente de la cultura religiosa. Donde hay una prohibición, existirá un poder, un mecanismo de control, y en los casos en que  la prohibición no tiene justificación natural, es muy probable que comience la religión, el mensaje al Otro.”

Mercedes discrepa con cualquier idea de identificar plenamente origen de religión y cultura, porque cree que “la evolución de la cultura puede dar lugar a las creencias, si se mantiene de forma empírica, o a la religión, cuando esas creencias adquieren un formato, con sus sacerdotes, sus ritos, sus dogmas. El origen de ese proceso es, desde luego, la situación de indefensión del hombre frente a la naturaleza, que él pretende corregir.

La reflexión del moderador, tratando de volver la cuestión a “la atractiva idea de que magia, religión y ciencia se combinan, tanto a escala social como individual, para responder a las incógnitas que preocupan al hombre,” no tuvo eco especial en este momento de la tertulia. “¿No es magia –se preguntó- apelar a San Antonio, un modelo religioso, para que nos encuentre unas llaves?. ¿Por qué desestimamos el conocimiento de la prácticamente nula probabilidad de que nos toque la lotería, y sin embargo, hablamos de la corazonada de que nos va a tocar, o porqué tantos jubilados se empeñan en jugar en las máquinas tragaperras?”. Más serio, pretendió que se tuviera en cuenta que estábamos haciendo un enfoque etnocéntrico (desde nuestra propia cultura y formación), en tanto que las cuestiones centrales de lo religioso no eran patrimonio específico de ninguna cultura, lo específico eran las respuestas.

7.      Sentido del hecho religioso

Santos, en este punto,  encontró coherente que comentáramos el “sentido que tiene el hecho religioso”, y sugirió que abandonáramos el camino de lo antropológico, en el que parecíamos tan ricamente introducidos.

Ricardo, seguramente desde el desacuerdo, pero sin manifestarlo explícitamente, recordó que “al hombre lo que le diferencia del resto de los animales es que piensa, y eso le ha servido para cambiar radicalmente el sentido de su evolución.”. Ya no nos interesa la evolución como animales. “El raciocinio le sirvió para organizar la sociedad, y su vida, y hacerlo en cada época de una forma determinada”  A partir de ese momento de raciocinio, el interés del hombre no es predecir su evolución fisiológica, porque el camino se ha invertido, “los sentimientos se han ido sustituyendo por la inteligencia”.  “¿Hacia dónde vamos? Hacia el control absoluto de la razón. La religión no es más que una fase intermedia en esa evolución.”

Carmen M. contestó más directamente a la cuestión planteada por Santos, reiterando que la religión tiene, en principio, su “explicación en la búsqueda de respuestas a lo desconocido. La cultura da diferentes respuestas, explicando la existencia del sol, venerado antes como un ente sobrenatural”, y por eso lo sobrenatural es hoy invisible. Pero la religión “tiene que ver con el poder y su relación con la cultura, porque hay colectividades que tienen intereses expansivos y la religión ha servido para someter a otros pueblos. Es cierto que cuando la ciencia avanza, las explicaciones religiosas van careciendo de sentido y necesidad.” Pero, (la pregunta no fue formulada por Carmen, pero su intervención la dejaba en el aire) ¿hasta dónde puede llegar la ciencia? ¿cómo evolucionarán la religiones, a qué revisiones serán todavía sometidas, para mantener en ellas una cierta coherencia, a medida que la ciencia avanza?

8.      La religión como algo  interior. La religiosidad en lo agnóstico. La trascendencia.

Teresa opina que estamos marginando de la conversación que “la religión es también algo que está en el interior, que nace de la necesidad de buscar algo que trascienda a la propia muerte.” La respuesta a esa cuestión es el motivo principal por el que los poderes políticos la han utilizado y la están utilizando, en la medida en que pretenden tener una respuesta. Porque, indicó, para la sociedad, “lo más importante no es ya el conocimiento de la verdad”, su seguridad. La  religión no proporciona saber genuino, pues no cubre exactamente la necesidad de conocimiento, pero “satisface al deseo de unirse con las creencias a los demás, a la tribu, a las creencias de la colectividad.”

Maria Jesús trae a colación una frase de Gauguin (del que se está realizando en Madrid en estas fechas una excelente exposición panorámica): “Donde hay misterio, aparece la poesía”, asignándole este sentido: “donde hay misterio, surge la religión”. Poesía y religión estaría en la base del comportamiento humano, que, de forma tanto intuitiva  como consciente, explora lo desconocido como algo esencial para ser hombre.

Santiago ve muchos matices en el término religión, que concreta también sustancialmente en dos esferas: la personal y la colectiva. Los puntos de diferencia entre ambos, dependen del poder o importancia social que cada individuo conceda a lo religioso. Para concretar esa idea, propuso que analizáramos la relación entre literatura y hecho religioso. Cuando se estudian las obras de, por ejemplo, los grandes escritores del siglo XIX, (en lengua española) –como hizo uno de sus colegas- se descubren, afrimó, elementos religiosos en autores agnósticos, vinculados a la necesidad de trascendencia. Citó el caso de Rubén Darío, que aunque había hecho público reconocimiento de agnosticismo, en varios de sus poemas demostraba deseos de trascendencia que se situaban en el terreno de los sentimientos religiosos. Desde la coincidencia en que el hecho religioso es “atemporal”, Santiago se preguntó además: “¿Por qué existe lo religioso?”, y aunque no se contesta, subrayó la evidencia de que las estructuras de poder son muy conscientes de esa realidad, para ligar la esfera individual con la colectiva.

Hubo varias intervenciones en las que se pretendió explicar cómo se ha venido produciendo el proceso de expoliación de los sentimientos individuales por los colectivos, que habría encontrado un punto de inflexión en el Renacimiento, y un nuevo escenario con el desarrollo de las tecnologías avanzadas.

9.      La involución del momento actual. Los fundamentalismos

Ramiro pide que se distinga definitivamente entre el hecho religioso desde la perspectiva individual o social. La respuesta a las preguntas de “¿qué somos? o ¿qué proceso genético nos ha llevado hasta aquí?, ¿qué es la Tierra o el Universo?, tienen posibles respuestas o implican preocupaciones diferentes, según cada perspectiva,” y el hombre desde los primeros tiempos ha tratado de encontrar una respuesta admisible, desde ambas perspectivas. “Con el Renacimiento, la humanidad occidental está en situación de desligar sus respuestas de la religión, y 700 años después, la sociedad actual trata de poner a la religión en su sitio.”

Santos, desde esa perspectiva de diferenciar lo individual y lo colectivo, quiso hacer notar que “en el momento actual, se está volviendo al hecho religioso como algo predominantemente individual.” La religión está vinculada a la ignorancia científica de la respuesta a ciertas preguntas básicas, como el sentido de la vida y la muerte, cuya trascendencia nuestra sociedad laica ha negado, desvinculándose por tanto del fenómeno religioso. Esta secularización de la religión se mantiene desde el siglo XVIII, aunque en el momento actual hay residuos de fuerte vinculación de la religión con el poder, que son los fundamentalismos, “lo peor del hecho religioso”. Ricardo completa la idea haciendo ver que los “fascismos y los radicalismos han utilizado la religión o la intransigencia religiosa” como apoyo para difundir e implantar su mensaje de control.

10.  ¿La idea de Dios es consustancial a la naturaleza humana?

Paco P. pide que “desliguemos la utilización de las religiones de la cuestión del Otro”, de la existencia de Dios. Propone que abordemos un aspecto nuevo, el de comentar “si la idea de Dios es consustancial”, es decir, preexistente a la naturaleza humana. La religión, por lo que llevamos ya discutido, es la manifestación externa de las creencias personales, pero “¿el hecho religioso, como conjunto de formas para expresar la creencia en un Dios preexistente, nace de una cualidad propia del hombre?.”

El moderador hizo notar que la pregunta de Paco suponía, “no ya preguntarse si Dios existe,” sino si Dios existe como consecuencia de que el hombre existe, y la cuestión de esa doble contingencia provocó interesantes aportaciones, algunas de carácter privado, que no se recogen aquí, por respeto a la intimidad personal. Francisco F. entiende que la cuestión queda resuelta si se acepta que “la religión pretende dar sentido a la vida humana, utilizando recursos más amplios, en contraposición a la filosofía racionalista, que queda limitada por el recurso a la razón.”

José Luis afirma que debemos tener cuidado al “hablar de la historia de las religiones, como un proceso, porque puede llevar a equívocos”. La idea de la evolución presupone partir de algunas peticiones de principio (el moderador dijo que era evidente que ni nosotros ni los historiadores o etnógrafos que habían estudiado el hecho religioso habíamos estado en los orígenes, pero que entendía que en cada uno de nosotros había restos del proceso). José Luis recordó que en un programa de TV (“Otros pueblos”) sobre una tribu de Brasil que vive en los Amazonas, Luis Pancorbo había destacado que estos indios no tenían religión ni concepto de Dios. Esa singularidad la ligaba a la estructura de poder existente en la tribu. “Eran recolectores de cereales, y los jefes eran sometidos a empresas cada vez más arriesgadas para demostrar su cualificación, con lo que en 2 o 3 años morían”. 

En definitiva, defendió José Luis, “las religiones han ido evolucionando a formas cada vez más complejas como producto de la necesidad” de las sociedades en donde se implantan. En el “occidente hemos plasmado el modelo de religión monoteísta y de naturaleza expansiva”. Pero de los diferentes indicios, cabría cuestionarse que lo religioso fuera consustancial a la naturaleza humana.

11.  El poder y la religión. Religiones expansivas.

Curro, que también está de acuerdo en diferenciar las creencias individuales de la religión, se muestra “sorprendido de que nos sorprenda que el poder intente controlar esa estructura”. Poniendo un ejemplo ilustrativo (como le gusta a hacer, ya que es una de los contertulios que se esfuerza en relajar las eventuales tensiones en los discursos), dijo que “sucede lo mismo que en el fútbol, que pasó de no interesar a nadie, hasta adquirir una dimensión importante, en la que aparecen los Florentino, los Porta y… don Jesús”, quienes han puesto el fútbol “en su sitio” social preeminente. La religión, como “estructura de creencias, igual que cualquier otra estructura humana, acaba siendo asaltada por las esferas del poder“, y, completando la idea, “imponer las creencias al ser individual se convierte en un hecho capital para el poder,” porque si una estructura esencial se sale fuera de control, “el tinglado corre el riesgo de irse al garete”. Algunas intervenciones de otros contertulios se dedicaron posteriormente a puntualizar si el poder y la estructura religiosa se alimentan o no recíprocamente.

El moderador tuvo en esta tertulia algo más fácil su siempre agradable tarea, porque algunos asistentes se hicieron preguntas cruzadas. Santos, por ejemplo, incidió en la importancia de la intervención anterior de Paco P. sobre la preexistencia o no de lo sobrenatural a lo natural, y específicamente, a la misma condición humana. Aunque no por alusiones, Paco intervino nuevamente para plantear que “hemos hablado hasta ahora sobre todo de las religiones, desde las perspectivas semánticas y semióticas, pero, en su opinión, lo importante es poder dilucidar si “hay algo que hace que el ser humano se plantee de forma natural la existencia de Dios” (o de lo sobrenatural). Para Paco, esta cuestión se incardina con lo que en la carrera de Derecho se estudiaba como Derecho natural y ahora se engloba en la Filosofía del Derecho. “El hecho religioso expresa un sentimiento que está presente en varias sociedades, pero no en todas”. Porque “hay religiones –la mayor parte de las orientales- que no son expansivas. Al contrario que en las religiones occidentales, en ellas incluso se limita su estricta observación a una casta privilegiada”, en otras ocasiones se ha restringido su avance fuera de ciertas culturas.  Al final de su intervención, volvió a hacerse la misma pregunta del principio: “La religión, ¿es consustancial a la condición humana?”, precisando que no se trataba de negar la evidente relación entre poder y religión, sino de ir más allá.

Ricardo reiteró que, en su opinión, “el hombre al principio se apoyaba en sus creencias, pero cuando consiguió introducir la racionalidad en sus esquemas, ya no necesita de la religión”, afirmando también que “la religión no es consustancial al hombre, porque la ciencia acabará con el hecho religioso”.

12.  Las cuestiones básicas desde la perspectiva de las “ religiones orientales”

Tal vez era ya tarde para plantearse esta cuestión en la tertulia, pero el moderador pidió a Enrique, que recordara las preguntas genéricas que configuran el hecho religioso. Enrique, que agradeció a “mamá google” el tener una respuesta, manejó diversos papeles, pero expresó finalmente, de forma gráfica, que “desde que existe el primer chimpancé con un dedo de frente, las cuestiones básicas son bien conocidas: quién soy yo, de dónde provengo y cuál es mi final, adónde voy”.

Después de esta vuelta a los orígenes, Angel invitó a Sebastián (Hyunsook) que interpretara desde su cultura oriental lo que estábamos discutiendo. Sebastián dijo que “no quería sacar conclusiones”, y que tampoco “sabía el porqué” del hecho religioso, pero “en la tertulia estamos utilizando demasiado la ciencia. La religión es más filosofía.” Quizá haciendo una pirueta irónica, dijo que “estaba de acuerdo en todo lo que habíamos dicho y que lo habíamos dicho ya todo”. La religión es cultura, creencias, costumbres, ritos…”si la miramos desde una perspectiva colectiva”. Pero Sebastián piensa que hay que mirar la religión “al revés, desde lo individual”. Lo religioso sería, para cada uno, “donde no ha llegado nuestra cabeza”.

13.  Ritos sin religiosidad. La sociedad laica y los ritos.

El moderador retomó la cuestión de las manifestaciones religiosas en la sociedad actual, para exponer que es paradójico que “en una época en la que no es inhabitual que las personas se reconozcan, a niveles privados, como agnósticas o ateas, las manifestaciones rituales de la religiosidad hayan alcanzado el carácter de hecho social, desvinculadas de las creencias.” Puso el ejemplo de personajes públicos (citó ministros y hombres de empresa) que han hecho confesión pública de su filiación religiosa, incluso sectaria, y comentó cómo, por ejemplo, en los funerales católicos de personas que han sido agnósticas, personas relevantes socialmente acuden a la comunión, arrastrando a esa demostración de religiosidad a subordinados y simpatizantes del grupo, que quieren así “hacerles la pelota”. Santos contó otro ejemplo, recientemente vivido por él, en que un oficiante quitó la palabra a un familiar de un difunto de cuya vida estaba haciendo una lectura emotiva, pero manejando con libertad los pasajes bíblicos, desde una posición laica.

Para Paco P. esta apropiación de los ritos religiosos por la sociedad laica tiene su razón en que “no existen ritos sociales para acompañar a los momentos claves del ser humano, y se recurre a los ritos religiosos”. Citó, como ejemplo, “la carencia de un rito social de iniciación a la pubertad, que se cubre con la comunión”, en el rito católica, si bien “el matrimonio laico ha mejorado mucho su ritual”, lo que no sucede con la despedida al difunto, por lo general. José Luis, Mercedes y otros contertulios apoyaron justamente por una generalización del “laicismo, para que la religión tenga todo el respeto que debe tener, pero separada de los rituales sociales comunes, y no absorba ámbitos que le son ajenos”, ya que “los aspectos más sobresalientes de la religiosidad son individuales”. La separación de la religión y lo socio-político, pretendió concluir el moderador, es imprescindible.

  14.  La vuelta atrás del dogmatismo frente al laicismo

Dentro del escenario actual, a Santiago le preocupaba (como a otros), justamente en apoyo de una sociedad laica, el ascenso del fundamentalismo en todas las religiones (particularmente “en las verdaderas”, dijo alguien, con señalada ironía). Esta agresividad puritana no solo se ve en Irán, en Somalia, en Israel, en Argelia, sino en muchos países desarrollados. Entiende que la cuestión inquietante es que algunas estructuras de poder se revisten de religiosidad, trasmitiendo un “impulso de trascendencia”, de superioridad, a sus sociedades. Es una “vuelta a atrás al dogmatismo religioso, y una ignorancia de que en el siglo XVIII, con la Enciclopedia, se produjo un gran cambio en la mentalidad” occidental, por el que se ha pretendido construir una sociedad laica, diferenciando definitivamente los sentimientos sociales de los individuales.

Queriendo anclarse en un pasado ya vencido, “hay estructuras religiosas que no aceptan ese avance”, dijo Santiago, completando la idea con la referencia a un editorial reciente de El País “España, frontera del laicismo”, cuyo contenido vendría a demostrar cómo sigue siendo imposible desligar la manifestación de los sentimientos individuales de las estructuras del poder. Teresa cree que el avance del fundamentalismo se debe a “la ausencia de otro tipo de valores en nuestra sociedad,” lo que provocó la evocación de otras tertulias, en la que hemos debatido que es perfectamente posible “un código ético laico, y de naturaleza universal”. Para Francisco F., “el fundamentalismo islámico se debe a un complejo de inferioridad respecto a la cultura occidental”, lo que no fue aceptado por otros contertulios.

15.  Cultura y religión. La ignorancia respecto al Islam.

Ramiro intervino ahora para destacar que el papel de lo religioso hay que verlo en función de la sociedad en que se está. “Cuanto más culta es una sociedad, menor papel le da a la religión”, y cae en posiciones ridículas e incomprensibles si impone normas religiosas. Las sociedades actuales no tienen el mismo desarrollo cultural, y la posición de las religiones es diferente en ellas. Las sociedades que menos han evolucionado retornan a posiciones fundamentalistas. (Varios contertulios manifestaron su discrepancia, poniendo el ejemplo de Estados Unidos, sociedad evolucionada que involuciona en lo religioso). Ramiro expresó finalmente su crítica a la tendencia a tratar los problemas actuales desde perspectivas religiosas dogmáticas: “¿Qué tiene que ver el tema de los homosexuales con Adán y Eva?”, se preguntó, por ejemplo. También indicó que frecuentemente “los propios padres tienen la culpa de los dogmatismos que se inculcan a sus hijos, al llevarlos a colegios religiosos”.

Este punto provocó algunas intervenciones, entre ellas las del propio moderador, para el que “una buena enseñanza religiosa ayuda a entender el contexto social y proporciona argumentos para adoptar después la decisión personal que se crea conveniente”. Como puso el ejemplo de la formación recibida por la mayor parte de los contertulios, lo que no les impedía haber adoptado posturas diferentes ante la religión, Manolo le indicó que “nuestra educación no es válida para juzgar esta situación, ya que está relacionada con un hecho excepcional, y es que nuestros padres tuvieron una educación laica durante la República”.

Santos no desaprovechó la ocasión, en su nueva intervención, de decir que “tenemos una profunda ignorancia respecto al Islam. No conocemos nada de sus costumbres, de sus valores, de su misticismo y opinamos con absoluta libertad como expertos.” Recordó que “el Islam va desde Marruecos hasta Indonesia”, y tiene muy diferentes modalidades. “Hay que distinguir entre los Hermanos Musulmanes, por ejemplo, de asentamiento específico en Egipto y con una carga fundamentalmente política, de los musulmanes de Argelia, Irán o Arabia…”, para “no hacer un pan con unas tortas”. Hablamos de radicalismo islámico, cuando hay ejemplos de religiosidad que merecen el mayor respeto humanista, y, en cambio “nos parece maravilloso el radicalismo americano”, en donde el grupo dirigente se quiere convertir en salvador de la humanidad, enlazando con el peor judaísmo, o movimientos como el del May Flower y el cristianismo más radical. Otro fundamentalismo específico del que nos lamentamos en la tertulia fue el de Saaron, que pretende basarse en que el judío es un pueblo elegido y defiende derechos divinos sobre la Tierra Santa.

16.  Matar a Buda. Religiones sin Creador.

Ya con el tiempo de la tertulia algo vencido, María Lee pidió la palabra para incidir en que la mayor diferencia que ella encontraba entre las posturas orientales y occidentales, era que “las primeras se orientan a dar respuesta a los porqués, y por ello, son, esencialmente filosofía.” “No hay una sola, como sabéis. Son muchas… taoísmo, confucionismo, budismo, sintoísmo…quizá esta última sea la más conocida porque Japón es grande y en este país está la Mitsubishi, pero no es la más importante”. Pero todas ellas tienen un “elemento común, y es que no son religiones con Creador”. El pensamiento religioso “no se dirige al Tejedor, sino al interior de cada persona “, preocupándose de alcanzar la mayor comprensión de lo construído, pero sin pretender llegar a Dios, únicamente manteniendo la idea de Universo y universal. (Nota 2) Mercedes no se reprimió para preguntar: “¿Existen normas de comportamiento? ¿Sí?. Entonces es una religión, no una filosofía.”

Honshon (Sebastián) quiso ilustrar más la diferencia entre, por ejemplo, el cristianismo y el budismo, indicando que “el cristiano debe seguir un código que Dios le ha mandado, para llegar a él, y ajustar su comportamiento a esa regla”. Por el contrario, “para el budismo, el camino está en uno mismo, hay que volcarse en la búsqueda desde la propia naturaleza, vaciando el corazón y limpiando la cabeza, para ser Dios uno mismo”. “Para ser Buda, hay que matar a Buda”.

Esta intervención, aunque la última, no cierra el debate, ni mucho menos, ni tampoco cabe pretender que sea ni más ni menos importante que las otras. Pero se hacía ya tarde. El moderador dio por finalizada la tertulia a las 12 horas, agradeciendo a todos su presencia y, en este caso, todos se levantaron simultáneamente. Uno de los asistentes se acercó al moderador para decirle que “quizá había que evitar temas demasiado personales en las tertulias, para que todo el mundo pudiera expresarse sin herir sentimientos individuales.” Pero, en opinión de este relator y de otros asistentes que expresaron su opinión, los contertulios habaron con exquisito respeto a las opiniones de cada uno. En este tema, hay que decirlo, como en todos los otros tratados hasta ahora.

17. Próxima tertulia: “El sentido del humor”

La próxima tendría lugar, ya el próximo año, sobre “El sentido del humor”, en principio, el 10 de enero, a la hora habitual. También dejó indicado que programaría otra tertulia sobre “La magia” (quizá por lo poco que se había hablado en esta sobre ella), y pidió a los contertulios que le ayudasen a organizar otras tertulias adicionales: tal vez sobre literatura, música, toros (en la temporada taurina), fútbol, etc.

Madrid, diciembre 2004
AA/AA

Notas 

Nota 1) Entre la extensa bibliografía, este relator se permite recomendar el libro “Historia de las religiones”, de G. Filoramo et alt., traducción castellana de 100, Ed. Hurope, Barcelona, cuya cuarta parte “La historia de las religiones en la cultura moderna”, de Marcello Massenzio, es muy ilustrativa. 

Nota 2) María Lee me hizo llegar, con posterioridad a la tertulia, las notas que había utilizado, y que por su interés para entender una postura diferente de la occidental, recojo aquí (aunque ella me hace notar que no son originales, sino que las redactó a partir de diversos apuntes) :“La idea de causalidad (que especialmente tras Aristóteles) es central en la filosofía occidental, presenta en China un aspecto muy diferente (Cuando hablamos de China nos referimos a la cultura oriental en conjunto, inevitablemente liderada por este antiguo Gran Imperio). Para los filósofos chinos, los fenómenos se suceden por sí mismos, por su propia dinámica, sin la intervención de ninguna causa o motivo externo, sino sólo por la relación entre cada uno con su propia esencia y con el resto del Universo. En consecuencia, no existe necesidad de investigar una causa original para todos los fenómenos, la famosa “causa última” (o primera).En el concepto chino de causalidad, los fenómenos no son sucesivos, sino que están situados uno junto a otro, constituyendo un tejido, un patrón, en el que todos ellos son simultáneos, aunque interdependientes. De este modo, las influencias entre las cosas no se definen por mecanismos de causalidad mecánica o jerárquica, sino por su participación común en el Todo global. Cada cosa tiene un comportamiento particular en un momento dado, no como consecuencia mecánica de cualesquiera actos previos, ni porque esté obligada por una acción de otra cosa anterior o superior, sino que las cosas actúan de una manera específica porque su posición en el Universo en ese momento determinado les otorga la capacidad de actuar. Todas las cosas o eventos individuales son siempre aspectos del conjunto que es inseparable del ser de cada una de ellas, que sólo pueden individualizarse en virtud de su papel o función.El taoísmo es una de las expresiones organizadas de esa filosofía, que no tiene Creador (y que, en todo caso, sería indistinguible de la Creación).  En consecuencia, el pensamiento no se dirige a él, y su preocupación (común con el confucionismo, budismo, etc) es alcanzar una comprensión profunda del tejido constituído por los fenómenos, no llegar al conocimiento del tejedor. Lo que es el impulso del conocimiento de estas filosofías es exclusivamente el deseo de entender las interrelaciones, el patrón que forma el tejido, encontrar el lugar adecuado que ocupa en él y acomodarse a su dinámica, participando armónicamente en su desarrollo. “

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