¿Podemos prescindir de los ecologistas?
En el Dia Mundial del Agua, como ya es tradicional, son muchos los comentarios que inciden en la necesidad de ahorrar el líquido, subir los precios como medida de concienciación, cuidar los ríos y lagos, devolviéndoles la calidad que tenían antes de que la masificación y el descuido los hubiera convertido en un vertedero.
Son reflexiones desde la abundancia, comentarios pedantes surgidos de la prepotencia que conduce al despilfarro y a la desidia.
No falta, por supuesto, la distante mención a quienes tienen la desgracia de no haber sabido a tiempo que su país albergaba riquezas naturales, aunque -mala suerte- la naturaleza no les proporcionó agua suficiente. Por eso, muchas mujeres tienen que recorrer decenas de kilómetros para recoger unos cuantos litros de líquido cada vez menos recomendable, y sobran las disputas entre vecinos por un trozo de tierra que pueda regarse.
En estos días en los que se ha dado por conmemorar la carencia de unos desde la abundancia lucida por otros (Día del Ambiente, del Agua, de la Tierra, del Clima, del Cáncer, de las Enfermedades Raras, de la Pobreza, de la Miseria, de la Paz, de la Cultura, etc.), se puede y debe meditar acerca de lo que haría falta suprimir, vencer, para que no hubiera más celebraciones.
La consciencia de una fortísima contaminación ambiental, especialmente en los países desarrollados, ha trasladado mucha tensión a los países más pobres, conducidos a un consumismo repentino y soportadores, además, del deterioro de su hábitat debido al desplazamiento de industrias contaminantes hacia su territorio, beneficiándose de un control permisivo o inexistente.
No exentas de oportunismo, han surgido multitud de organizaciones, aparentemente sin ánimo de lucro, que utilizan variados instrumentos, incluso argumentos, para difundir, sobre todo, la necesidad de un cambio en los comportamientos incrustados en los ciudadanos occidentales.
Menos energía y de tecnología menos sofisticada; ríos y lagos más puros en nuestros territorios; reciclaje de residuos y alejamiento de los más contaminados a otros patios; alimentos sin conservantes ni aditivos; etc.
Algunos profetas del avance tecnológico sin trabas parecen opinar que los que sobran para garantizar el desarrollo son los ecologistas. En absoluto. Hay ecologistas que pretenden ser los genuinos defensores de la naturaleza, frente al resto del mundo. En absoluto.
Ecologistas esenciales, por la cuenta que nos tiene, debemos ser todos. El día que desaparezcan los ecologistas profesionales, porque no sea necesario que nadie se arrogue sobre sus espaldas la exclusiva representación del ambiente, convencidos todos de que es el espacio común, y que su dominio es parte de nuestra propia naturaleza, seremos más humanos.
0 comentarios