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El blog de Angel Arias

Réquiem por una mujer de agallas

Réquiem por una mujer de agallas

Acaba de morir. Hace tres años le dediqué, en estas mismas páginas lanzadas a la estratosfera de lo metafísico, un mensaje de devoción, de amor y de esperanza. Su agradecimiento de entonces, publicado en este blog, respondiendo como "una mujer de agallas" -el título que le había dado en mi Comentario-, y que he vuelto a leer, emocionado por la noticia de su fallecimiento, desgraciadamente ya temido desde hace unos días, adquiere una dimensión especial en este momento. Es la voz congelada, escrita, de una persona excepcional.

Se llamó, hasta la mañana de hoy, 8 de febrero de 2010, Biba Bevc. No voy a hacer aquí su panegírico. Hija de emigrantes de un país que ya no existe (Yugoslavia), polifacética, multilingüe, trabajadora incansable, estuvo siempre luchando contra la mala suerte. Una mala suerte que, en su vida como en la de otras existencias ejemplares, de personas muy valiosas, ha sido cuidadosamente tejida por personajes lamentables, incapaces de valorar el esfuerzo de otros por hacer este mundo algo mejor.

A pesar de su enfermedad, hasta pocos meses antes de que las frecuentes sesiones de quimio y las intervenciones operatorias le descompusieran brutalmente la agenda, trabajaba fuera de casa, conducía su coche, viajaba; no tenía mucho dinero y vivía sin lujos, en una Alemania que, a pesar de lo que algunos creen, también tiene su crisis: económica, de valores, de objetivos. Pero era muy espléndida: le entusiasmaba hacer regalos, materiales y espirituales.

Emprendió muchas cosas, siempre persiguiendo la plasmación de sus ideas brillantes, tal vez algo ingenuas -maravilloso encanto el de lo ingenuo-, y que le salieron sistemáticamente mal.

Organizó un macroevento para festejar el final de un milenio que se acabó sin pena ni gloria -tanta que hasta se sigue dudando si su término fue el año 2000 o el 1999, o, tal vez, el 2001-. Perdió todo cuanto tenía, una vez más. En lo económico, no consiguió vencer la fatalidad de los enemigos de la inteligencia: la envidia, la desidia, la trapacería. En realidad, y para lo que de verdad le importaba, tuvo éxito completo: ganó más amigos.

Trabajó en empresas de importación y exportación, que explotaron su capacidad para hacer contactos y que, en algún caso, le quedaron a deber dinero, y que siempre le resultaron deudoras de su increíble ilusión y capacidad de trabajo.

Yo fui su jefe en Alemania, en la empresa que el INI de entonces creó para vender acero en la Comunidad Europea y preparar un desarrollo tecnológico español que permitiera a nuestro país sacar mejor provecho de la inminente entrada de España en ese reducto de comerciantes que utilizaban a su antojo la bandera europeísta.

Cuando, en una maniobra de turbio alcance político que provocó que a mí me marginaran en la pretensión de hundir mi incipiente carrera, quisieron destinarme a Nueva Delhi cuando mi especialidad era el conocimiento de Europa, ella se despidió de la empresa con una carta dirigida al Presidente en la que afirmaba que "no se sentía cómoda trabajando con gente que no valoraba la capacidad de sus empleados".

Nos contaba desde que se le descubrió un cáncer que ya tenía el marchamo de una metástasis incurable, que el haber entrado en contacto con un grupo de practicantes del budismo (Soka Gakkai) le estaba ayudando a entender, ya que no su enfermedad, el sentido de la vida. Un sentido de la vida que le permitió seleccionar lo que le parecía más importante: entenderse como un elemento más, pequeño y pasajero, de un Universo inabarcable.

Se llamará siempre en mi corazón, Biba Bevc, una mujer de agallas. Nam Mioho Renge Kio, querida Biba.

 

3 comentarios

George Kolaric -

February 25, 2010

It is nice to read your kind words for Biba. Thank you for your memorial for her. I found your blog by searching her name. I am her cousin from my mother's side of my family. I was wondering if you could please post more photos of her if you have any.

Thank you Very much

George

Elvira -

Aún me cuesta creerlo. Yo siempre la recordaré como una mujer entusiasta y muy romántica.

Miguel -

Nada que añadir. Somos, al fin y al cabo, el cariño que recibimos y damos. Y cuando falta una de esas escasísimas fuentes en la que bebemos, nos quedamos un poco más huérfanos. No olvido.