Jugando en corto: Obama, premio Nobel de la Paz
La comisión que otorga los premios Nobel, ha concedido el 9 de octubre de 2009 el Premio Nobel de la Paz al presidente de Estados Unidos, Barack Obama.
Se puede considerar que ha sido una concesión a priori, reveladora de las expectativas que la comunidad internacional tiene depositadas en el líder más carismático de que dispone la comunidad internacional.
Son muchos los temas abiertos que exigen la intervención decidida del flamante Premio Nobel. La situación en Palestina es uno de ellos. El cierre de Guantánamo, otro. La solución a los conflictos de Afganistán e Irak, dos ejemplos más.
No son los únicos ni siquiera los más importantes, aunque a los interesados en ellos les hayan parecido especialmente significativos para hacerle merecedor de este galardón, tradicionalmente prestigioso y, en la actualidad, con marcadas señales de obsolescencia.
La Autoridad Nacional Palestina (ANP) confía en que la paz en Oriente Medio suponga llevar las fronteras de Israel hasta los territorios que tenía en 1967, devolviendo lo conquistado a golpe de invasiones, y se pueda devolver a Jerusalén la capitalidad de ese Estado.
Por supuesto, los talibanes han expresado su rechazo a la concesión del Premio Nobel a quien ha manifestado la prolongación de la permanencia de los efectivos en Irak, en una ocupación realizada por el anterior mandatario estadounidense que ha significado una ayuda para la economía del país más rico del planeta, pero ha sumido en el caos a uno de los territorios claves para la estabilidad de la zona.
Con todo, el problema mayor de Obama es liderar la recuperación de la crisis económica mundial, que es simultánea a una gravísima crisis ambiental, que amenaza con destruir una parte sustancial del futuro en que la humanidad occidental creía haberse sustentado con estabilidad.
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