Jugando en corto: Etantados
El día 24 de agosto se celebra en mi pueblo, la festividad del Patrono, San Bartuelo (Bartolomé), un santo del libro al que los malos malísimos desollaron vivo, allá en un país de esos que ya no existen, Armenia. Hay una imagen -más estética que sobrecogedora- de este mártir en el Museo del Prado, pintada por José de Ribera.
San Bartolomé es Patrono de los carniceros, y, yo creo que podría ser el Patrono de todas las víctima de los terroristas, por lo que sugiero que nos encomendemos a él, y a lo mejor nos iría a todos los demás mejor porque, con suerte, les daría a probar la medicina de sus despropósitos en sus propias carnes.
Bartuelo o Bartolomé, empero, no es santo que se represente mucho, porque un muñón de carne ensangrentada, cortada a cuchillo, no mueve a devoción, más bien causa repulsa. Tal vez por eso, en mi pueblo también celebran a San Roque (el 16 de agosto), santo francés más moderno, pero próximo, que se dedicó a viajar y al que se atribuyen virtudes contra la peste, y que se representa enseñando una pierna llagada lamida por un perro, todo de forma elegante, ajustándose mejor a la iconografía deseable por los devotos del arrodillarse.
Pero los descerebrados de ETA tenían ayer otras devociones. Encomendándose al diablo, aprovecharon que el presidente Zapatero anda haciendo propaganda por Asturias, y se hicieron notar preparando y consumando un etantado en Durango, contra la casa cuartel de la Guardia Civil. No hubo muertos, y, por fortuna, los dos guardias heridos lo fueron levemente. El impacto mediático fue, sin embargo, de escala 7 en el escalímetro del asombro nacional e internacional (véase mi relato sobre el muchacho del martillo, en otro lugar de este blog).
No hay ninguna persona sensata en el mundo que pueda entender lo que pretende la banda terrorista con sus etantados. Son etantados contra toda lógica, contra la cordialidad del País Vasco y la calidad de su paisanaje, contra la unidad de los españoles con los vascos y de los vascos con el resto del mundo. Todos tenemos claro lo único que desean conseguir, en verdad, los etarras con sus etantados: mantener su estructura de extorsión y amedrentamiento, y seguir viviendo al margen de la ley, porque no saben hacer otra cosa que causar daño ajeno.
ETA no se parece a ningún grupo separatista ni revolucionario. No son asimilables, ni pueden llegar a serlo. No tienen ideología ni ideario. No están enraizados en la ciudadanía vasca, no quieren el poder, no saben de política ni tienen estructura, voluntad ni organización para dirigir un Estado, ni siquiera en coalición. Sus escritos emplean terminología de otro tiempo, parecen escritos por un demente o un iluminado.
Solo están protegidos de ser descubiertos del todo y expuestos con su podredumbre a la luz, para ser descompuestos como lo fueron algunas momias, por unas débiles raicillas que les conectan con el miedo de la sociedad vasca, de algunos vascos. Miedo disculpable, supongo, porque nadie está forzado a ser héroe cuando peligra tu hacienda y tu vida ante quienes no tienen escrúpulos.
Miedo a decir, "basta ya, sé quién eres, dónde te escondes, deja de amenazar y de matar, porque no es cierto que defiendas lo que queremos y, además, la forma como lo haces, nos perjudica coseguir lo que nos interesa. Tus etantados solo te sirven a tí, etarra, para seguir extorsionando y exigiendo dinero con el que mantener tu tren de vida de sabandija solitaria."
Porque hay otras raicillas que conectan a ETA con algún grupo político que se confunde creyendo que, pasando por alto la condena a sus acciones, conseguirán algún rendimiento. Son colaboradores, coadyuvantes interesados en sacar partido a las acciones terrotistas, como los peristas que comercializan con las mercancías robadas por otros.
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