Jugando en corto: Felicidades, mamás
Vengo de un tiempo en el que el día de la Madre se celebraba (poco) el 8 de diciembre, por aquello de la Inmaculada Concepción.
Nadie parece saber bien el origen de la fiesta. Unos, que si fue en la época de la guerra de Secesión norteamericana; otros, que si se trataba del día libre concedido a los obreros ingleses en el XVII para que pudieran darse cuenta de que tenían familia.
Algunos, los más cultos o más pedantes, se remontan a los antiguos griegos, a Hera. Tal vez, el Corte Inglés esté detrás del asunto, después de todo.
Felicidades, mamás: a las que lo sois, lo seréis. Permitidme que también os mande un beso de cariño a las que lo habéis sido y habéis perdido a vuestros hijos. También a vosotras, las mujeres que no lo habéis sido o no lo seréis nunca.
Porque mujer y madre son sinónimos en el corazón de los que creemos amar a todas las mujeres, porque en cada una queremos encontrar un vestigio, algo que nos recuerde a la que hemos perdido.
Yo me paso las noches imaginando su mano
y me envuelve una vaga ilusión de caricias,
el presente se desahoga en tormentas si su voz
la recobro; bebo y lloro mucho.
(de Sin herencia precisa, 1992, A. Arias)
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