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El blog de Angel Arias

Al pairo: Señor, ¿quiere sentarse?

Al pairo: Señor, ¿quiere sentarse?

Pasará algún día. Por suerte, dado el bajo nivel educativo de nuestra juventud -y la falta de consideración general hacia el prójimo de la que es necesario hacer alarde para sobrevivir en la jungla social-, el momento tiene pocas probabilidades de suceder. Pero sucederá, así que prepárate.

La escena es la siguiente: transporte público con todos los asientos, incluídos los previstos para personas con algún hándicap (minusválidos, embarazadas, ancianos), ocupados. La mayor parte de los que están sentados, jóvenes.

Observando quizá mejor la personalidad de quienes realizan el viaje con sus posaderas venturosamente apoyadas en los bancos, se encontrará desde algún atlético joven que apoya negligentemente una de sus piernas sobre la plaza de al lado, inutilizándola, hasta adolescentes aparentemente absortos con sus móviles, o niños y niñas de seis a diez años a los que sus mamás ( o algún amante de la infancia) han cedido generosamente su plaza. Etc.

La mayor parte de los envejecientes estarán de pie. Habrá un par de gentes especialmente invisibles que, incluso, puede que lleven muletas, o porten pesadas cestas de la compra, o, simplemente, su penosa/digna vejez a cuestas. Si, como supongo, estás en el metro, no faltarán en tu vagón, pasando raudos como exhalaciones, en oleadas sucesivas, la menor rumana llevando en bandolera un bebé, -quizá propio, quizá de alquiler, siempre verdadero-, el par de músicantes estridentes maltratando tus oídos y lo que tocan, el borracho que pretenderá ilustrar a su vecino sobre el pecado de leer mientras se viaja, apestando él a calimocho. Acaso, un grupo de portalibros habrá organizado una timba en el suelo.

Tú, como haces siempre, esperas apoyado en la pared de la cabina a que te conduzcan a la estación de destino. Procuras no mirar a nadie, porque en los transportes públicos no se debe mirar, bajo pena de sonrojo capital. El tiempo pasa, inane, hasta que, de pronto, una voz de mujer interrumpe tus meditaciones: "Señor, ¿quiere sentarse?".

¿Es a tí?, dudas. Levantas la vista del suelo, y observas que una joven sonriente te ha hecho la pregunta. Puede que el primer pensamiento sea, qué linda. Pero, pronto,recapacitas en que, con ese interés educado, te acaba de echar encima todo el peso de la edad. La realidad de los años que, hasta entonces, tratabas de ocultar.

Mientras replicas, azorado, algunos balbuceos sin sentido, declinando la oferta, el pudor de que te hayan descubierto las ojeras, el tiempo adosado, las desganas y rotos de la vida, te hará enrojecer, irremediable, hasta las cejas.

La educación te ha jugado esta vez una mala pasada. Que te sea leve, compañero. Has entrado por la puerta de la vejez, y de allí no se sale más que por otra nada angosta.

2 comentarios

Administrador del blog -

Gracias, B.B., por tu comentario. Doy fe que los años no pasan por tí.
Respecto al monólogo atribuído al gran cómico Carlin, he leído que él no es el autor, pero eso no empaña la gracia de la reflexión que se hace en él.
He encontrado dos traducciones (una, algo deficiente, pero suficiente para hacerla inteligible por hispanoparlantes, a la lengua en que está básicamente escrito este Cuaderno; otra, la versión original en inglés).
http://www.truthorfiction.com/rumors/c/carlin-on-aging.htm

http://healthbolt.net/?p=1285&akst_action=share-this/es/

B.B. -

Querido Angel.
Te envio estas notas para tu blog. Van en alemán. Como verás, se refieren a la edad y a la manera de calcularla.


Aus meiner Sicht: Das Alters


Mein Geburtstag ist am 13. September!


Es reicht schon, dass mein Geburtstag an einem 13 ist, aber dass dieser Termin kurz vor Jahresende ansteht, ist schlechthin eine Tragödie.

Wenn ich, wie letzten September, 48 Jahre alt geworden bin, dann war ich das nur für 3 ½ Monate. Punkt Mitternacht, am 31.12., wurde mir ein weiteres Jahr dazu gerechnet, obwohl es gar nicht stimmt.


Würde man hin gehen und das genaue Datum erfragen und sich die Mühe machen es exakt auszurechnen, dann würde ich noch 48 anstatt 49 Jahre alt sein. Nur wer tut das schon.


Glücklich diejenigen die am 1. Januar geboren sind.

Dazu fallen mir die Worte von George Carlin ein, der die verschiedenen Altersphasen auf den Punkt gebracht hat.


Die einzige Zeit in unserem Leben, wenn wir unbedingt älter werden wollten, war in der Jugendzeit.


Vor dem 10. Lebensjahr konnte man es kaum erwarten älter zu werden, so sehr, dass man die Zeit in Bruchteilen zählte.

‚Wie alt bist du?’
‚Ich bin 4 1/2!’


Man ist nie 36 1/2 . Nein, man ist dann 4 1/2 fast 5 Jahre alt.

Du steuerst geradeaus in deine Teeny-Zeit. Jetzt kann Dich niemand zurück halten. Du springst direkt zur nächsten Zahl oder bist sogar paar Jahre älter.


‚Wie alt bist Du?’
‚Ich werde 16!’

Du bist 13, aber du wirst 16!


Und dann der größte Tag Deines Lebens, du wirst 21 Jahre alt. Selbst die Worte klingen wie eine Zeremonie. Du wirst 21….Yupi.


Aber dann wirst du 30 Jahre alt. Oooooh, was nun? Da wird es langsam ernst.

Du wirst 21, dann auf einmal 30 und du bewegst dich geradeaus auf die 40 zu.


Wau! Zieh die Bremsen, es gleitet alles aus den Fugen. Bevor du es realisierst, erreichst Du die 50 und deine Träume sind dahin.


Aber warte! Du wirst sogar 60. Du hast nicht gedacht du wirst es schaffen.

Du wirst 21, wechselst zu 30, schiebst dich zu 40, erreichst sogar 50 und du schaffst es zu 60.


Die Geschwindigkeit wird reduziert und du erreichst sogar die 70. Jetzt wird es eine Tag zu Tag Sache. Du erreichst Mittwoch,
Donnerstag, Freitag….usw.


Du bist jetzt in deinen 80ern und jeder Tag ist ein kompletter Zyklus. Du hast dein Mittagessen, es geht auf 16.00 Uhr zu und du erreichst deine Bettzeit.


Und es endet nicht bei 80. In den 90ern, zählst du wieder rückwärts.


Dann passiert etwas seltsames. Wenn du es über 100 schaffst, wirst du zum Kind.

‚Ich bin 100 ½ !’


Na dann…..