Blogia
El blog de Angel Arias

Poema por San Valentín

Poema por San Valentín

Transcribo más abajo el poema romántico que, con ligeras adaptaciones,

figura en la web del restaurante AlNorte, y está dedicado a todas las parejas

-ya muchas- que han iniciado o consolidado su amor en él.

Sirva esta inclusión aquí como homenaje a todos los enamorados,

en el día de San Valentín de 2007.

Al atardecer de una calle tranquila
entre un muro de iglesia y un arco romántico,
me crucé con tu sonrisa. Los dos íbamos solos.
Yo estaba torpe hasta entonces en mi día.
Hacía solo miércoles, ganaba la desidia. 

Me preguntaste por un nombre de local: AlNorte,
y yo que lo sabía, hice sin dudar que fuera mi destino,
y te conduje hasta allí. Así que, entrando juntos,
nos llevaron a la única mesa libre que aún quedaba.
Tú movida por la curiosidad, yo por tus motivos. 

Mesa veinticuatro, supimos. Un hueco para dos,  
lugar idóneo.
Refugio para estar a cubierto de testigos. 

Llenaba de bruces el local
un murmullo de gente distendida,
que era  rumor de olas que rompían, -o a mí me sugería-
y a ti te pareció que soplaba brisa húmeda
de árboles con sombras de colores,
como en mi tierra, -dijiste-dispuesta  
a compartir mesa y mantel
conmigo, tu desconocido. 

Cambió mi tarde.
Me acordé de los guisos de mi madre,
de las veladas en el porche con las primas,
de los mirlos cantores que anidaban
en el naranjo del huerto cada año,
de las ocasiones de amor, de las caricias. 

La carta de tentaciones que trajeron
se afianzó en nuestro gusto, prometiendo
un recital de sabores que fuimos confirmando
al tiempo que tus encantos y ensueños transformaban
palmo a palmo, venciéndolos,
mis ruinas y temores en campo de alegrías. 

Entre plato y plato, yo me zambullía
en el mar de respuestas que me dabas
para saciar mi curiosidad de peregrino,
y buceando como un niño hasta ignotas raíces del ingenio,
me despertaba inocente entre tus calmas
al costado de gracia, con tu mano
apretada
por mis sueños, mecido
por tu serenidad, apetecida.
 

Hice lo posible por merecer nuevos regalos
del tiempo en cada brazo, persuadido
de tener un triunfo de diamantes en mi vida,
y ya casi me faltaba por saber si nada ataba
tu libertad para proponerte otras razones,
cuando a los postres dudé si no sería mejor
dejar que todo se quedara como estaba,
por temor a arriesgar perder que te tenía. 

Prolongando la ocasión pedí una sopa tibia de corduras,
con cuajadas y senderos de canela
y cuando con el café alguien sensato puso unas dos copas,
teorizaste sobre lo grato de dejarse querer por la sorpresa,
y añadiste otras cosas sobre el estricto placer
de andar en buenas compañías,
de vivir sin forzar cada momento,
de no calmar la sed en vano, sino impulsar el gusto,
poniendo tanta intención en las palabras,
con tan dulce mesura
que al despedirme de ti, con resabios de miel
y un teléfono con tu nombre en la cartera,
me pareció apreciar que en la ciudad caían,
alcanzadas al vuelo, despistadas, jugosas, coloradas,
las primeras cerezas del verano
cuando aún no apuntaba  primavera. 

 

0 comentarios