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El blog de Angel Arias

Al pairo: Las intimidades imaginadas de la Reina de Inglaterra

Al pairo: Las intimidades imaginadas de la Reina de Inglaterra

La película de Stephan Frears, The Queen (o sea, "La Reina de Inglaterra";  la versión española mantiene el título original en inglés, porque al ser el nuestro también un país monárquico, el tratamiento habría trasladado la referencia a SM Doña Sofía), en la que se relata las reacciones de la familia real inglesa, y particularmente, de Isabel II, durante la semana siguiente a la muerte en accidente de lady Diana Spencer, tiene una indudable carga política, envuelta en el ropaje de una crónica de verité. 

Magníficamente interpretada, hasta lo oscarizable, por Helen Mirren, absolutamente comprometida en su papel de poner expresión, taciturnidad y, por lo tanto, humanidad, a la imagen inescrutable del personaje real, la película es una aproximación a la tierra en donde nos movemos los demás mortales, de un personaje de ficción, como es la verdadera Reina.

En torno a ese carácter, los demás miembros del reparto no tienen la misma fuerza, y no por defectos interpretativos, sino porque el guión cumple una misión previa, astutamente delineada. El principe Felipe de Edimburgo, por ejemplo, es presentado como un egoista simplón, preocupado por la caza y ajeno a cualquier preocupación de Estado, confirmando el deseo de un público aficionado a los culebrones mediáticos; interpretado por el gran actor James Cromwell, tiene credibilidad por encima del ingenioso ydiscreto personaje que se nos presenta como cierto en la versión oficial.

El principe Carlos, pintado en la película como un talludito de aires juveniles, sensible y familiar, dispensador ocasional de un concepto de modernidad bastante empalagoso, y, por supuesto, completamente mommy-dependiente, tampoco parece quedar desprovisto, dentro de su simpleza comprensible, de un aroma de realidad asumible, tan necesario para quienes están, por esas cosas de la Historia, sentados en el pedestal del poder y la riqueza.
 Diríamos de él, interpretando libremente el mensaje peliculero, que no será un gran Rey, pero tiene virtudes que lo harán soportable para encaminar una transición hacia lo desconocido.

Pero lo que m
e parece más significativo del proyecto fílmico, es el castigo a los tobillos al que se somete al personaje de Anthony Blair, representado como un chico aplicado, inexperto en elementales cuestiones de Estado, que trata a la reina de ficción como si fuera su madre putativa, y que defiende sus intereses (los de ella) por encima de los que corresponderían a su partido y a la Cámara de representantes, involucrándose en la toma de decisiones de la Reina de Inglaterra para que la monarquía no resulte afectada en su popularidad.

En la semana posterior al accidente mortal de Lady Di, y a pesar de que acababa de ganar las elecciones como líder democrático, lo único importante para Blair ("llámeme Toni")  parecería haber sido tratar de movilizar la sensibilidad de la Reina, incurriendo en lo servil. Para mayor ridiculización de su actitud, se ve criticado en esa devoción al personaje –pequeña contradicción, porque las grandes, como la participación del Reino Unido en la invasión de Irak, aún no se habían producido- por su esposa, la Cherie de ficción.
 

La película, que se deja ver por el cinéfilo, presenta el interés añadido de ciertos detalles de comportamiento protocolario y unos hermosos paisajes, y contiene, en conjunto, suficientes elementos inquietantes respecto al verdadero objetivo de sus promotores y sus efectos. Si la interpretamos, en puro esquematismo, como un intento de crítica light simultánea de la Reina y del líder laborista, cabría deducir que el representante popular, el Blair de ficción, es seducido por la fuerza del representante de la institución monárquica, demostrando de pasada, la solidez de esta última, y  lo consustancial que su sostenimiento resulta de la firmeza de carácter y del misterio de quien lo representa. Vence The Queen.Vence lo demiúrgico, lo inaccesible, porque lo próximo es vulgar, comprensible, previsible: lo que puede hacer bien cualquiera de nosotros, a saber, el ridículo.

Elementales reflexiones que me parecen, salvando las distancias que se desee, aplicables al Rey de España, Juan Carlos, otro seductor en la ficción a la que nos han acostumbrado sus exégetas, y, por ende, incardinables en la institución monárquica española y lo que nos rodea. El Rey, en fin, sería el candidato para ser personaje real de una segura magnífica película de ficción, dirigida,por ejemplo, por Alejandro Amenábar, e interpretada en el papel principal por Carlos Larrañaga. El guión lo podría escribir Iziar Bollain -con el recuerdo de Pilar Miró- y, si lo desea la productora, cuenten conmigo como coguionista. No tengo ningún Caravaggio en el sótano, pero se me da bien el claroscuro.

(Nota para menos enterados: Hace un par de días, al restaruar un lienzo que se creía una copia de Caravaggio, y que the Queen guardaba en los sótanos de palacio, se descubrió que se trataba de un original de altísimo precio, adquirido por Carlos I de Inglaterra y menospreciado entre otros centenares de bastidores de presunto mayor precio)

2 comentarios

Administrador de la blog -

Agradezco la nota de humor en mi Cuaderno. Para los pocos despistados que puedan llegar hasta aquí, Freddy Mercury fue el cantante de la prestigiosa banda "The Queen", fallecido el 24 de noviembre de 1991, y para algunos, el mejor grupo de la historia de la música.

Listo Entertainment -

Menudo desastre de película.
Por mucho maquillaje que le pongan, Helen Mirren no se parece en nada a Freddy Mercury.