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El blog de Angel Arias

Al pairo: Ricos y olvidados en el cementerio y fervor discotequero

Al pairo: Ricos y olvidados en el cementerio y fervor discotequero Se oye decir de vez en cuando, para justificar un despilfarro: “No quiero ser el más rico del cementerio”. La revista Fortune, viene preocupándose de hacer el ránking anual de estos falsos privilegiados, y en los primeros lugares ubica a dos cantantes: Kurt Cobain (que se suicidó en 1994, sin dejarse llegar a la treintena) y Elvis Presley (muerto en 1977, según se especula todavía, por sobredosis). Sus deudos, que son en realidad los ricos, han contabilizado en torno a los 50 millones de dólares por difunto. 

No puedo competir en esa clasificación, -por supuesto, cuando me muera-, porque mi patrimonio está compuesto de propósitos, hipotecas y empeños-, aunque (y está a lo mejor mal que lo diga) he hecho ganar bastante pasta a quienes me emplearon. No me diferencio en esto en nada de otros tantos ejecutivos que cosechan el éxito cuando trabajan para otros, pero se atascan cuando el beneficiario es uno mismo.  

Todo esto sirve de introducción a mi comentario en visperas del día de difuntos. Saben los eruditos lectores de este cuaderno (y se lo cuento para los menos pedantes) que este día se celebra desde que un tal San Odilón, abad de Cluny, dedicó el 2 de noviembre del año 998 a los difuntos de sus fieles, que, por hábil juego de palabras se consagró como la Fiesta de los "Fieles Difuntos”. 

La festividad del día de los muertos se divide, en el mundo católico, en dos. La de todos los santos, que se celebra en tal día como hoy, el 1 de Noviembre y la del día de los muertos, mañana. En los pueblos latinoamericanos, la fiesta grande es la de los muertos, en especial, de los que fallecieron siendo niños. Las familias ponen altares adornados, con juguetes, dulces, flores. En México, por ejemplo, el rito comienza en la madrugada y algunos altares, construidos sobre las lápidas, son obras de arte popular. 

En muchos pueblos de Colombia, Ecuador, Bolivia –por no nombrar a muchos otros países-, la fiesta se celebra con una gran comida colectiva, con castañas, huesos de santo, empanadas y prodigios de repostería. Es tradición que los mejores manjares se pongan en un plato en el lugar ue hubiera correrspondido al difunto más reciente, para convidar al primer pobre que llame a la puerta de la casa. Las puertas se dejan abiertas para que los muertos de la casa puedan pasearse por ella, y se eliminan de los lugares de paso aquellos muebles que podrían ser ostáculo para las almas invitadas.  

Los antropólogos hablan de que estos rituales tienen un mensaje múltiple. Relacionan los sobrenatural con las peticiones de bienestar material para los vivos, y responden a un arraigado proceso cultural, cuyas raíces se pierden en el tiempo y no son en sí mismos, comportamientos religiosos, sino hechos sociales.  

Para quienes hemos vivido en pueblos, y mantenemos el contacto con la vida aldeana, no será decir nada nuevo que los comportamientos con base religiosa tienen una función de cohesión social, de comunicación y de intercambio. Nadie osaría perderse un funeral, y ni siquiera un cabo de año, por un vecino, en Galicia o en la Asturias occidental. El pueblo se reúne con estos motivos, comunica, pregunta, intercambia noticias, y, en muchas ocasiones, el acontecimiento triste deviene un acto lúdico, comiendo y bebiendo juntos. Así se rompe la monotonía de la vida normal.   

Es una lástima que para el habitante citadino esa costumbre se pierda, convertida en ridículo esterotipo. Con el paso de los años, me he convertido en visitante asiduo de comercios y cementerios. Cuando llego a una ciudad que no conozco, voy a su Mercado y a su Camposanto, y observo a las gentes, miro las lápidas, los mauseos. Hay mucho de la historia de ese pueblo, de su cariño por el pasado y de su fervor por el presente, en ambas plazas.  

Para muchos coetáneos, prisioneros de la prisa, el día de todos los santos (que es cuando tenemos aquí en España el día de fiesta), se ha convertido en el de la apurada visita al cementerio de los más nostálgicos, llevando un ramo de flores (generalmente, claveles o crisantemos), que se abandonan a la carrera sobre la tumba de los allegados difuntos que fueron más cercanos. Es una fiesta para los floristas, pues.  

Pero no me equivoco. El sentido profano de lo irrespetuoso con la muerte, ha traído a nuestras tierras una fiesta que llena las discotecas y atrae a la juventud, inconsciente del sentido de la muerte. El mismo día en que los más ancianos (preferentemente, las mujeres) de la colectividad, se esfuerzan en adecentar algunas tumbas, dándoles agua y jabón y pasándoles el cepillo a los mármoles, los jóvenes se embarcan en una fiesta de madrugada, en la que se disfrazan de esqueletos y beben para olvidar. 

Tenemos, pues, dos caras de una misma moneda, que representa la muerte, ambas separadas por paredes y muros. La tapia de los cementerios, que el crecimiento urbano ha situado en terrenos de alto precio, y que los hace a menudo víctimas de un traslado forzoso por la especulación, se contrapone así a los recintos cerrados de los locales de diversión, en donde los jóvenes se mofan de una muerte que ven lejana, y manifiestan, de esa manera, su falta de fe en la continuidad de la vida más allá del cuerpo.  

Celebran los más jóvenes una fiesta que en estas tierras es ajena, el Halloween, que surgió en Irlanda para señalar el fin del verano, y en la que los druidas sacrifican algunos animales para aplacar las iras de los muertos.  Incluso en los experimentos de la Second Life, se pueden alquilar lugares en cementerios virtuales, y comprar flores y otros detalles para mantener viva, en el ciberespacio, la imagen de los difuntos queridos.  

Y para golosos, existe aún otra forma de celebración de esta festividad polisémica. En muchas pastelerías se pueden encontrar buñuelos de viento (por cada uno que se come, decíamos, cuando existía el Purgatorio, que sacábamos a un alma de su pena), huesos de santo, empanadas, panayets, etc.  

2 comentarios

Administrador del blog -

Como siempre, Rafa, cuando leo lo que escribes en este blog, pienso que tus aportaciones son un regalo para mi cuaderno y para nuestros lectores.

Qué historia la de Houdini. Espero que en otra ocasión nos cuentes algo de esas aventuras amorosas del maestro.

Y el próximo lunes, 6 de noviembre, como ya es clásico en las tertulias de AlNorte, nos convencerás otra vez de que tú también eres un gran maestro de la magia, dejándonos boquiabiertos doblemente: con tus juegos de cartas y con esas historias tan bien contadas. Dicen los que creen conocer los trucos de los magos, que con tu labia tratas de distraernos para que no nos fijemos en las trampas que haces con las manos. Pero yo estoy convencido de que, en tu caso, todo es verdad. Las ilusiones se hacen realidad sobre el tapete, por esos momentos en que las convocas con tu poder de seducción, para que salgan de su mundo.

Rafa Ceballos -

Mi opinión también coincide con la tuya cuando dices que somos bastantes los que hemos resultado muy rentables para nuestros empleadores, pero no conseguimos producir esas ganancias cuando los beneficiarios somos nosotros mismos.(y no es que usemos dos varas de medir)

Con respecto a este dia/noche de Halloween aprovecho tu blog para traer aquí el recuerdo del gran escapista, Ehrich Weiss, cuya devoción al gran ilusionista Robert Houdin le sirvió para componer su nombre artístico con el que fue conocido mundialmente :HOUDINI.

Es muy curiosa la relación de Houdini con los muertos: Luchó contra la creencia de sus posibles manifestaciones en actos espiritistas y se fue de este mundo en tan apocalíptico día. Utilizaba sus conocimientos de mago para revelar los secretos de fenómenos de feria tales como El español de vista de rayos X, El hombre maravilla de Egipto y una multitud de médiums que ofrecía materializaciones y otros engaños de sesión espiritista. Houdini desafió a los médiums a actuar bajo condiciones controladas y ofreció diversas recompensas a la demostración de auténticos fenómenos psíquicos, incluyendo 10.000 dólares como parte de un premio de la revista Scientific American. Sus esfuerzos -incluyendo sus libros A magician among the spirits y Miracle mongers and their methods- hicieron que el devoto espiritista sir Arthur Conan Doyle rompiera con su amistad.

Reproduzco aquí unos párrafos de su biografía: El telón final cayó para Houdini a la 1 a.m. del lunes 31 de octubre de 1926. El último acto de su vida había comenzado quince días antes cuando inició su temporada en el teatro Princess en Montreal. Su programa de dos funciones diarias incluía una conferencia sobre fenómenos psíquicos y espiritismo en la Universidad McGill. Después de la conferencia, los estudiantes presentaban sus respetos a Houdini, quien complacido con esto, invitaba a los estudiantes a visitarlo en el teatro.

La mañana del viernes un artista joven, acompañado de dos amigos saludó a Houdini. Uno de los amigos, una estrella del boxeo en la Universidad, preguntó si tendría el privilegio de golpear a Houdini en el abdomen. El estudiante quería convencerse de la fortaleza que Houdini proclamaba tener en su condición física. Houdini, quien se encontraba sentado, aceptó el reto. No había terminado de levantarse aún, cuando el joven golpeó su abdomen con todas sus fuerzas. Después del inesperado golpe, la cara de Houdini se puso blanca mientras hacía esfuerzos para respirar. Algunos minutos después, Houdini pidió al joven que lo golpeara nuevamente. Esta vez él estaba preparado para recibir el golpe. El estudiante lo golpeó una vez más y se encontró con un abdomen duro como un roble. Houdini había comprobado su fortaleza y el joven boxeador quedó ampliamente impresionado. Houdini no se dio cuenta, pero en la demostración de su fortaleza al joven estudiante, había sufrido la ruptura del apéndice, que se convirtió en el umbral de su reto final.

Al siguiente día, Houdini milagrosamente cumplió con sus presentaciones de la mañana y de la tarde, con las cuales concluía su temporada en Montreal. A pesar de que su condición empeoraba, abordó el tren hacia Detroit, donde tenía el compromiso de hacer una función en la noche del lunes 24 de octubre. Cuando arribó a Detroit, Houdini sufría de severa fiebre y continuos escalofríos. Su esposa Bess le suplicaba considerar la hospitalización, pero sus ruegos no eran escuchados. Al oír las noticias de que las localidades del teatro estaban agotadas, la atención médica era lo último que pasaba por la mente del artista. El público de esa noche vio la sonrisa cautivadora y sintió la grandiosidad en el hombre, pero difícilmente pudo darse cuenta de que él estaba muriendo. Mientras actuaba, la fatiga aumentaba y su agonía casi lo paralizaba. Esa fue su última actuación. Houdini se desmayó y fue llevado al hospital Grace, donde fue sometido a cirugía mayor de urgencia durante la mañana del siguiente día. Poco se pudo hacer para detener la inevitable consecuencia del engangrenado apéndice que el cirujano encontró. Siete días más tarde, Houdini dijo a su hermano Hardeen, "Estoy cansado de luchar. Creo que esta cosa me va a vencer." Houdini cerró sus ojos por última vez. Era la mañana del Halloween.

Este año, cuando se cumplía el 80 aniversario de la muerte del ilusionista, llegó a las librerías de Estados Unidos el libro La vida secreta de Houdini , una nueva biografía firmada tras una década de investigación por William Kalush y Larry Sloman. En sus 560 páginas se desvela justamente lo que anuncia el título, secretos, y algunos son bastante jugosos.

Kalush y Sloman aseguran, por ejemplo, que el mago trabajó para los servicios de espionaje de Scotland Yard en Alemania y Rusia y para el servicio secreto de EEUU. Apoyan su afirmación en parte de las 700.000 páginas de documentación que han analizado y, ante todo, en el diario de William Melville, un maestro de espías británico que cita en numerosas ocasiones a Houdini en sus escritos. Según los biógrafos, Melville acordó apoyar a Houdini en su ascenso al estrellato a cambio de que trabajara para el MI-5.

Pero éste no es el único secreto. A diferencia de las primeras biografías sobre el mago, que le retrataban como un marido fiel, Kalush y Sloman desempolvan episodios que le dieron la fama de galán rompecorazones. Una de esas aventuras, la que le relaciona con una mujer escocesa llamada Mary McGregor.